xviii. ¡El ataque de Hanayome! ⦂ Dolorosa despedida.
tw: intento de suicidio, muerte explícita de un personaje importante.
EL MOMENTO EXACTO EN QUE ACE SUPO QUE MORIRÍA EN LOS BRAZOS de su pequeño hermano, quien junto a sus compañeros de tripulación y su padre habían hecho hasta lo imposible para salvarlo, supo que era demasiado tarde para arrepentirse. El pelinegro se aferró con fuerzas a la vida una última vez, aguantando lo suficiente para que Eren pudiera llegar y al menos verlo, quería decirle que lo sentía por dejarse llevar pero incluso en la muerte era orgulloso. No se arrepentía de defender el honor de su padre, mucho menos de no huir ante una provocación, él no huía jamás.
De lo único que se arrepentía, además de no ver a su hermanito cumplir su sueño, era dejar atrás el suyo de estar con Eren.
No le cabía una duda del amor que ella sentía por él y era lo que más lamentaba. ¿Por qué amarlo y gastar su tiempo regresando? ¿Por qué renunciar a la libertad por un hombre como él?
«En el pacifico atardecer, ambos habían salido a la playa para disfrutar de la vista mientras comían fresas. El pelinegro, acostado en una manta junto a ella, la miró. "Amor, tú..." dijo, haciéndola acurrucarse a su lado, sus ojos ámbar perdidos en las olas del mar y en los colores del cielo. "¿Vas a recordar esto mañana?"
Eren recostó su cabeza en el hombro del pelinegro, confundida por las palabras. "Voy a recordarte siempre, Ace" bromeó, dándole un casto beso en su mejilla, abrazándolo del torso y haciendo que su mirada estuviera en la de ella. Quería que dejará todos esos pensamientos oscuros que tenía desde niño, por al menos una noche. "Podría morir ahora mismo. Estoy muy feliz... nunca me he sentido así, se siente raro pero estoy justamente donde quiero estar"
──Si algún día ves a Dadan, salúdala de mi parte. Ahora que sé que voy a morir, empiezo a extrañarla──. Ace rompió sus pensamientos, sintiendo cada palabra dolerle en el pecho, buscando con su mirada la melena rubia que reconocería en cualquier lugar──. Y dile a Eren—
──¡No digas que te vas a morir! ¡Vas a ir a decirle lo que quieras tú mismo!
──Solamente hay una cosa que me queda pendiente──. Ace continuó, a pesar de los lloriqueos del menor en sus brazos──. No podré verte cumplir tu sueño pero estoy seguro de que podrás hacerlo. Porque eres mi hermano menor... Luffy, díselo... dile a Eren que la amo y que no me extrañe, ya no puedo levantar la voz para que los demás la escuchen. Escucha lo que voy a decirte... padre, chicos, Eren y tú Luffy... Gracias por querer a un bueno para nada como yo que lleva una sangre tan malvada en sus venas hasta el día de hoy. ¡Gracias!
Del otro lado de la plaza, aún en el suelo siendo oprimida por las cadenas que la envolvían, las lágrimas empezaron a emerger en los ojos de Eren, deslizándose por sus mejillas mientras se arrastraba en el suelo tratando de liberarse. «No me importaría ser capturado si eso significa que tengas tu libertad» esas palabras, que en algún momento significaron todo para ella, perdían el sentido estando apresada, lejos de él, sin poder estar a su lado para agradecerle todo lo que hizo por ella y ya nunca podría hacerlo. Nunca podría decirle gracias, sin él, su libertad no tenía sentido.
Ace había intercambiado su libertad por la de ella, muriendo en el proceso, después de tantos esfuerzos para salvarlos todo había sido en vano. El sufrimiento, el dolor, el tiempo, la muerte, todo lo que tuvieron que pasar para llegar a ese punto no había servido para nada. No dejaría que la muerte de Ace fuera en vano, que su esfuerzo, el de Barbablanca, el de Luffy y todos los demás fueran pisoteados por Akainu y la decisión de Ace. Con un rugido del dolor y la rabia retumbando en su interior, Eren se aferró a sus últimas reservas de fuerza. Las cadenas que la mantenían prisionera en el suelo temblaban bajo su voluntad ardiente, su poder oculto agitándose y retorciéndose como una bestia encerrada.
Las lágrimas de dolor se secaron en sus mejillas mientras el fuego de la determinación ardía en sus ojos. Con un grito desgarrador que sonó a través del campo de batalla, Eren rompió las cadenas envueltas en su cuerpo, desafiando a todo lo que se interponía en su camino. La habían alejado de Ace durante toda la batalla, sin permitirle despedirse, todos lo lamentarían. Las cadenas cedieron ante su voluntad indomable, estallando en miles de pedazos mientras su cuerpo se envolvía en un aura titilante de energía. El poder que había permanecido latente dentro de ella se desató como una explosión de luz y fuerza, envolviéndola en un despertar nuevo.
Sus sentidos se agudizaron, su fuerza se multiplicó y su determinación se fortaleció hasta llegar a niveles inimaginables. La rubia se levantó del suelo firmemente, lanzando los guantes que retenían sus poderes a un lado, sus ojos ámbar brillando de un color dorado intenso. Con una sonrisa feroz en sus labios, Eren se lanzó hacia adelante en un torbellino de furia y venganza. Ya no era la misma mujer que había sido antes; ahora era una fuerza imparable, lista para desafiar al mundo entero en nombre de aquellos que se habían ido. En nombre de Ace. De Luffy.
──Siren Song*──. murmuró en al aire, desapareciendo como una centella de luz entre las olas invisibles de la voluntad del aire, influenciando con su técnica a cada marine que la rodeaba. Infectándolos como una enfermedad, una canción de sirena que sonaba en sus cabezas convirtiéndolos en sus marionetas.
──¿Qué están haciendo? ¿Por qué bajan las armas? ¡Deténganse, idiotas!──. gritaba uno de los vicealmirantes, observando a sus cadetes detenerse a mitad de sus ataques y bajando las armas. Sus cuerpos envueltos en una calma inquietante con su mirada puesta en el mar, la canción de Eren sonando en sus cabezas.
Coby escuchaba el delgado tintineo del aire alrededor de él, una melodía distante que no llegaba completamente a su cabeza, de reojo observó a Helmeppo quedarse completamente ido, sus ojos tornándose dorados como el amanecer con un aura calmada que era extraña de ver en su compañero.
──¿Helmeppo-san?──. preguntó el pelirosado, girándose lateralmente para observar a su compañero, notando la fuerza bruta con la que empuñaba sus armas. Alarmado, comenzó a sacudirlo pero no respondía──. ¿¡Qué está pasando?! ¡Helmepo-san!
Black llegó a un lado suyo silenciosamente, tocándolo del hombro para hacer que su atención se posará en él.
──No es el único... mira──. Black le dijo, señalando con su barbilla a los miles de soldados en el mismo trance, provocando significantes bajas por parte de la Marina mientras los piratas tomaban ventaja de la situación para atacarlos──. Es Eren, pero no logro encontrarla para detenerla.
Otro susurro se escuchó en el aire, provocando que todos aquellos bajo la influencia de la canción, comenzaran a atacarse entre ellos desatando una guerra de marines contra marines para darle tiempo a los piratas de escapar tras la muerte de Barbablanca en manos de Barbanegra. Coby esquivó los ataques de su compañero fácilmente, dejando a Black mirar la grotesca escena desenvolviéndose frente a sus ojos con una expresión amarga.
Helmeppo al no poder derrotar a Coby, comenzó a usar su espada para lastimarse así mismo, y no era el único haciéndolo. Coby lo tacleó enseguida, impidiendo que siguiera haciéndose heridas en el cuerpo que se arrepentiría al estar de nuevo consciente.
──¡Don Kōmori! ¿Que hago?
Black avanzó hasta donde ambos jóvenes se encontraban, Helmeppo tratando de zafarse del fuerte agarre de su amigo, el hombre de negro se hincó sobre una rodilla para tocar el pecho del rubio.
──Reflejo sereno.
Con esa técnica, Black reflejó los ataques emocionales y psíquicos que Eren controlaba a la distancia regresándolo en lo contrario, convirtiendo la agresión en una sensación de paz. Helmeppo se quedó tranquilo al instante, quedándose completamente quieto mientras la técnica contrarrestaba la canción aún sonando en su cabeza.
──Regresará a la normalidad en unos minutos, Cobysin, mantenlo alejado de aquí, llévalo a la bahía si es que puedes──. Black se alejó de ellos, convirtiéndose en una parvada de murciélagos──. Yo iré a buscar a mi loca hija.
Eren al asegurarse de que Luffy estuviera lejos del radar de los de la Marina y de Akainu, reapareció ante la vista de todos, terminando la canción que sonaba en la cabeza de los marines a su alrededor, escuchando los gritos de ayuda y viendo a los muertos gracias a su ataque. La rubia llegó con paso lento hasta donde el cuerpo de Ace yacía boca abajo, completamente solo a mitad de la plaza mientras la guerra seguía desenvolviéndose alrededor de ellos.
La rubia se dejó caer sobre sus rodillas, rompiendo en llanto apenas observó la sonrisa intacta en el rostro del pelinegro, sus ojos cerrados y la calma con la que sus facciones se habían quedado para siempre. Eren lloraba fuertemente, abrazando el cuerpo de Ace en el suelo y acostando su peso sobre el de él, queriendo encontrar la calidez que algún día la envolvió estando en sus brazos, pero eso ya se había ido para siempre.
Los sonidos de guerra para ella no tenían ningún sentido, las explosiones que caían sobre los demás piratas tratando de escapar apenas eran visibles par ella, por un lado Sengoku peleaba contra Barbanegra y en el otro, los comandantes de Barbablanca protegían a Luffy de Akainu. Eren estaba tan absorta en su tristeza, que todo lo demás era invisible y solamente podía ver a Ace. Abrazarlo, deseando poder haber llegado antes.
──Mmh, que escena tan conmovedora, Peacock──. una voz reconocible dijo detrás de ella, la rubia incluso sabiendo de quién sebtrataba, mantuvo sus ojos cerrados y sus brazos abrazando a Ace en el frío suelo──. Aunque ese apodo ya no te hace justicia luego del desastre que hiciste... Hanayome. Suena mejor ¿no crees?
Eren permaneció en silencio, acariciando el cabello del pirata en sus brazos.
──Veo que no tienes ningún problema con morir──. comentó decepcionado, sus pasos cada vez sonaban más cerca de ella hasta que sintió su presencia detrás, a tan solo tres pasos de distancia──. Una pena, me gustan más las peleas justas que las compasivas.
Eren soltó un suspiro pesado, alejándose del cuerpo de Ace para enderezar su postura, su mirada apagada observó el desastre que se armaba frente a sus ojos, no solo el que ella ocasionó con sus poderes, sino todo en general.
──Si vas a matarme hazlo sin habladurías──. Eren dictó, su postura y su voz saliendo de manera fría, ausente, careciente de cualquier emoción──. No me importa nada ya, Kizaru.
El hombre la miró escéptico, si no pondría ninguna resistencia a su muerte no le veía el caso de querer provocarla para buscar una pelea más emocionante. Kizaru ladeó su cabeza, observándola regresar a su antigua posición, abrazando el cuerpo inerte del pirata en el suelo.
──Si es lo que quieres... ¡Ama No Murakumo!
Pero antes de que su espada pudiera atravesarla, el hombre cambió de opinión, desapareciendo el arma luminosa en sus manos. La rubia apenas le prestó atención, girando su cabeza sobre la espalda del pelinegro para poder observar al hombre frente a ella.
──Vegapunk podría tener mejores planes para ti, Titan.
Black volaba por encima de la plaza en destrucción, buscando con su mirada a la rubia entre la multitud pero parecía haber desaparecido con el aire luego de la muerte inesperada del pirata. El hombre de negro fue acaparado de su principal objetivo en cuánto divisó al Polar Tang de los piratas corazón moviéndose de un lado a otro con el enorme temblor que Barbanegra creó. Enseguida, el hombre demonio cambió su ruta hasta el submarino amarillo, manteniéndose en el cielo para ayudarlos.
──Kalkan Shield.
Black usó los poderes de su fruta para crear un escudo de energía tranquila en un destello azulado que cubrió el Polar Tang en apuros, disipando la violencia y los ataques del temblor sobre ellos, protegiendo a los piratas de cualquier daño físico.
──¡Black-ya!──. Law gritó desde la proa del submarino, observando al hombre a la lejanía con asombro y sorpresa.
──¡Tío Black!──. gritaron los demás siguiendo la mirada de su capitán.
El hombre hizo una señal con sus manos para saludarlos, dándose la media vuelta para seguir con su búsqueda en especial luego de escuchar a sus compañeros gritar que matarían hasta el último pirata en la Isla, y aunque Eren no lo fuera, seguía siendo una de las criminales más buscadas y su recompensa solamente aumentaría después de lo que hizo. Black iba decidido a salvarla hasta que una voz familiar gritó detrás suyo, haciéndolo detenerse automáticamente, mirando sobre su hombro a la persona.
──¿¡B... Black!?──. Buggy gritó, sus ojos azules reflejaban asombro, observando a uno de sus compañeros de infancia que prometió despreciar justo enfrente suyo después de 20 años desde su último adiós.
El hombre de negro dibujó una sonrisa brillante en su rostro, observando a su antiguo amigo a solamente unos pasos de distancia.
──¡Buggy! ¡Amigo! ¡Que bueno verte!──. las palabras fueron como dagas en el corazón del payaso, quién solamente se hundió más en la incredulidad──. Me alegra que hayas podido escapar del Impel Down, tenemos que—
Algo en la bahía hizo que sus palabras se quedarán dentro de su garganta, provocando que su ojo grisáceo se dirigiera hasta dónde Kizaru apareció, apuntando con uno de sus dedos luminosos la dirección del Polar Tang, sosteniendo con su mano desocupada el cuerpo incosciente de Eren. Black no necesito más para hacerlo avanzar, dejando atrás a un Buggy conmocionado por el reencuentro, pero su objetivo era rescatar a la rubia antes de que un peor destino que la muerte le esperará.
──Te atreviste a escapar en Sabaody, Trafalgar Law──. Kizaru habló desde el borde del precipicio en la bahía, apuntando el submarino de Law.
──¿Eren?──. Black balbuceó, aumentando la velocidad de su vuelo, observando cada vez más cerca el cuerpo de Eren completamente inconsciente a un lado de Kizaru──. ¡Sueltála, Borsalino!
Pero antes de que pudiera llegar, una presencia demasiado conocida se hizo presente entre ellos.
──No hagas nada, Kizaru──. una voz familiar habló, apuntando al marine de traje amarillo con su arma desde la distancia de su barco.
──Vaya, pero si es Benn Beckman.
Black al no tener más tiempo para procesar lo que pasaba, usó a sus murciélagos para avanzar hasta el cuerpo de Eren, envolviéndola y haciéndola desaparecer de la mirada de Kizaru. Sin embargo, por muy rápida que la acción fuera, el hombre desvió su atención del primer oficial de los piratas del pelirrojo hasta Black, una advertencia en silencio por la ayuda que había dado. El hombre demonio lo ignoró, desapareciendo en una nube oscura hasta aparecer en la plaza, frente a los cuerpos de Eren y Ace yaciendo en el suelo.
──¿A... Ace?──. Eren murmuró, recuperando la consciencia poco a poco, pero sus ojos permanecían cerrados. La rubia los abrió por pequeños segundos, apoyando sus manos en el hielo para sentarse enderezada──. Black...
──Tienes que salir de aquí, Eren──. Black le dijo firmemente, hincándose sobre una de sus rodillas para analizar el aspecto de la rubia, tenía muchas heridas graves y maldecía no poder haberla encontrado antes para llevarla al submarino de Law y que pudiera tratarla──. Irán detrás de ti ahora que Luffy escapó, no te—
──Demjin──. Eren lo interrumpió firmemente, la amargura en su voz y sus ojos rencorosos fueron cómo dagas en el pecho del hombre sin corazón──. Nunca te voy a perdonar esto. Nunca.
Black suspiró, aceptando con su cabeza, se levantó al mismo tiempo que ella──. Lo tengo muy en claro, Peacock.
Un aura oscura se formó alrededor de ella, dándole la vuelta a Black y avanzando sin rumbo pero antes de poder irse, lo miró de reojo──. Es Hanayome.
Eren desapareció ante su mirada como si estuviera hecha de aire, dejándolo con un nudo en su garganta, las palabras resonando en la mente del hombre incluso después de su ausencia. Estaba preocupado por ella, y a pesar de que sabía que ahora lo odiaba, no podía dejar de sentirse impotente por no poder haberla ayudado en lo que ella quería. Estaba tan absorto en sus pensamientos y el nudo en su garganta, que no notó la presencia detrás de él, observándolo cuidadoso.
──Black.
Esa voz. Black se congeló en su lugar, su respiración salió entrecortada dándose cuenta de quién estaba detrás suyo, por un momento olvidó que minutos atrás observó al Red Force llegar en la bahía. «Maldita sea» dijo en su mente, sin querer girarse para enfrentar a ese fantasma de su pasado que aún seguía maldiciendo en las madrugadas, a ese extraño cuya risa podría identificar en cualquier lugar. «¿Por que tenía que venir?»
──¿O es Almirante Kōmori ahora?
Black tomó una profunda bocanada de aire, apretando su mandíbula y haciéndose la voluntad de girarse en un movimiento rápido. Ahí, después de ocho años desde la última vez que ambos cruzaron palabra en medio de aquella tormenta que lo cambió todo, y que derrumbó lo que tomó años en construirse, Black había notado cada uno de esos 2920 días.
──No tengo tiempo para piratas, pelirrojo.
Black evitó mirarlo fijamente, desviando su atención al cuerpo de Ace yaciendo en el suelo tapado con una manta, comenzando a avanzar en línea recta hasta que sintió el leve apretón de Shanks en su capa blanca, en un intento sutil de detenerlo. Black sabía que Sengoku estaba viéndolo desde la distancia, a lo que se alejó bruscamente del leve toque, con su ojo grisáceo mirando enfrente.
──Yo me haré cargo de Eren──. Shanks le prometió, haciéndolo soltar una respiración densa, no necesitaba favores que vinieran de él pero en esos momentos era lo más cercano a saber que ella estaría bien──. Lo haré por los viejos tiempos, am—
──No te atrevas a terminar esa sentencia──. le advirtió en voz baja, mirándolo de reojo por primera vez, arrepintiéndose de inmediato al ver los ojos avellana del pelirrojo a su lado mirándolo con la misma devoción de siempre──. Haz lo que quieras.
Black tomó otro paso al frente pero esta vez sintió la mano de Shanks posarse sobre su muñeca en un agarre mucho más fuerte que el anterior, más desesperado por su atención, el pelinegro apretó sus manos en puños, resignándose a darse la vuelta para por fin encarar al hombre pelirrojo.
──¿Alguna vez lograrás perdonarme?
Black soltó una risa amarga, deshaciéndose de la mano de Shanks suavemente, dándole de nuevo la espada para avanzar nuevamente, esta vez sin ser interrumpido.
──Como si eso te hubiera importado alguna vez, Shanks. Aprecio la ayuda de todas formas──. Black dio otro paso enfrente antes de desaparecer por completo──. Incluso viniendo de un pirata cómo tú.
Shanks pensó en insistir de nuevo, pero dejó a Black desaparecer frente a él como lo recordó haberlo visto hacer tantos años atrás, aún así, a pesar de la manera en que le habló notó la sortija aún en su mano, y ese era consuelo suficiente para él.
La rubia detuvo sus pasos en el borde de la bahía vacía, a lo lejos podía escuchar a los marines gritar ayuda para sus compañeros, a los piratas tratando de huir de la Isla antes de que pudieran ser capturados. La guerra había terminado. ¿Y qué sentido tenía para ella seguir adelante? ¿De que le servía su tan amada libertad ahora que no tenía nada? No la quería, no cuando pensó podría compartirla con Ace lo que le restaba de vida, pero el destino siempre había sido injusto con ello.
Aunque, era lo menos que se merecía, gracias a ella es que Ace estaba muerto.
En la soledad del momento, llevó una de sus manos temblorosas hasta la daga de Ace descansando debajo de su chaqueta, la rubia tomó el filoso objeto entre sus manos, contemplando seriamente lo que estaba a punto de hacer.
«"¿Que piensas hacer primero cuando seas libre?" Ace le preguntó, semanas atrás unos días después de llegar a Lulusia. La rubia y él se encontraban observando un libro de mapas del mundo que habían tomado de la biblioteca de la Isla sin que se dieran cuenta. "¿Tienes pensado visitar algún lugar?"
Eren hojeó las hojas de mapas con interés, un mohín en sus labios conforme veía los trazos. "Robin solía contarme historias de diferentes Islas, mis favoritas siempre fueron las aventuras de gigantes en Elbaf... quizá vaya allá primero" le respondió, Ace asintió con su cabeza atentamente, recostándola encima del libro para taparle la visión. La rubia soltó una risa. "¡Ace! ¡No puedo ver por tu cabezota, quítate!"
"Voy a fingir que no dijiste eso" se quejó, mirándola fijamente a los ojos. "¿Sabes? Se me ocurría, que quizá... solamente si quieres, podemos ir juntos a alguna Isla. Sin tener que medir el tiempo por estar en una misión, solamente tú y yo" le ofreció, batiendo sus pestañas. La rubia negó con diversión.
"¿Sería antes o después de casarnos?" preguntó fingiendo seriedad, Ace abrió sus ojos con sorpresa, levantándose rápidamente del regazo de Eren. "¿Pasa algo?"
"¿Qué es lo que dijiste? ¿¡Entonces es un sí?!" Ace preguntó emocionado, una sonrisa de oreja a oreja plasmada en su rostro. La rubia lo miró seriamente, alzando una de sus cejas. "¿Qué?"
"¡Ace te acepte el anillo hace como tres días! ¡Obviamente era un sí!"»
La rubia perdida en sus pensamientos estaba concentrada únicamente en la daga esperando ser usada en sus manos. Con un último suspiro, sus ojos de atardecer se fijaron en el mar delante de ella, llevando lentamente la daga en sus manos temblorosas hasta su corazón pero antes de que pudiera acabar con su vida, una mano desconocida cayó sobre una de sus muñecas, deteniéndola en seco. Confundida por la repentina intervención, y por no haber notado la presencia de la persona antes, Eren alejó la daga de sí misma para mirar de quién se trataba.
──¿Shanks?──. Eren preguntó en confusión, observando al famoso Emperador del Mar aún sujetando su muñeca. La rubia abrió sus ojos en sorpresa, el pelirrojo optó por dejarla ir, mirándola a los ojos.
──No creo que quieras hacerlo antes del funeral──. Shanks le respondió, usando la confusión de la rubia para quitarle la daga de las manos y guardarla en una de las bolsas de su pantalón floreado──. No eres la única que saldrá perjudicada.
Eren frunció el ceño, sintiendo las pocas energías que había guardado para el momento empezar a desaparecer, antes de que pudiera responderle sus piernas le fallaron, doblándose en dirección al suelo pero Shanks fue más rápido en tomarla con su brazo, sosteniéndola en el momento que Eren se desmayó.
📍Isla Desconocida. Nuevo Mundo, Grand Line.
9 horas después...
Eren quedó completamente a la deriva luego de desmayarse en el brazo de Shanks, después de eso no recuerda nada más, mucho menos pudo sentir el paso del tiempo que pasó desde su desmayo. La rubia al cabo de las horas despertó con una máquina de oxígeno sobre su nariz y boca, sintió el peso de la batalla estando ahí acostada en la enfermería de un barco desconocido. ¿Dónde mierda estaba? ¿Que había pasado? ¿Era un barco pirata? ¿O un buque de la Marina? Eren comenzó a moverse en la camilla, topándose con un hombre rubio de coleta estando de espaldas.
No parecía un marine, tampoco llevaba uniforme, debía ser un pirata. ¿En qué barco estaba? Eren, aturdida, se sentó en la orilla de la camilla atrayendo la atención del médico delante de ella, quien enseguida se acercó a ella tratando de recostarla nuevamente.
──¡Suéltame!
──¡Capitán! ¡La hija de Black ya despertó!
Eso pareció aumentar las ganas de Eren de zafarse del fuerte agarre del hombre, pateándolo con pocas fuerzas para alejarlo.
──¡No soy su hija! ¡Quítate! ¿Dónde estoy? ¿Dónde están los demás?──. gritaba, sujetando con las pocas fuerzas que tenía al hombre para alejarse lo mejor que podía.
──Hongo, así no se trata a una visita──. la voz de alguien detrás de ellos los hizo detener sus movimientos bruscos. El rubio delante de ella bufó, soltándola de mala gana.
──La cría de Kōmori no coopera──. dijo entre dientes, dándole una mala mirada a la obstinada rubia deshaciéndose de los cables que la conectaban al oxígeno──. ¡Hey! ¡Todavía no te recuperas!
Shanks apareció de manera rápida en el campo borroso de visión de la rubia, haciéndola detener sus gritos y quedar completamente confundida. ¿Estaba en su barco? ¿Por qué? ¿Que pasó después de que se desmayó? ¿Dónde estaba Luffy? El pelirrojo alzó su única mano para detener a su subordinado, mirándolo brevemente.
──Déjanos solos, Hongo.
El rubio dio un asentimiento con su cabeza, limpiándose la sangre aún en sus manos de las heridas que curó de la rubia, dándole una última mirada de advertencia antes de retirarse y dejar a su capitán solo con la visitante.
──Estaremos zarpando en la Isla pronto, Roux trató de conseguirte un poco de ropa pero solamente encontró esto.
Shanks soltó el ropaje en sus manos. Una vieja camisa color salmón con una falda negra. La rubia arqueó una de sus cejas, bajándose de la camilla con piernas débiles, sintiendo su visión aún borrosa y las heridas ardiendo. Pero no podía seguir actuando como que nada pasó, debía... ni siquiera sabía qué hacer pero no se quedaría ahí sentada sin hacer nada.
──Es ropa que algunas señoritas han dejado aquí──. Shanks comentó, soltando una risa incómoda y rascándose su nuca. Eren lo miró seriamente.
──Probablemente ni siquiera han lavado esa ropa, me dará herpes si me la pongo──. dijo con una mueca de asco, quitándose la intravenosa en el dorso de su mano──. ¿A qué Isla me estás llevando?
──Al funeral de Barbablanca y Ace──. le dijo cortamente, soltando una risa ante el comentario de la rubia──. Le dije a Black que me encargaría de ti, ¿Eren?
La rubia asintió, desviando la mirada ante la mención de su antiguo mentor. ¿Por qué le estaba haciendo favores a Black? ¿Qué relación podría tener un Emperador del Mar con un Almirante de la Marina?
──Supuse que estarías confundida cuando despertarás, aguantaste mucho y perdiste mucha sangre──. Shanks continuó, dejando la ropa a un lado para caminar hasta donde ella estaba──. Sé que no nos conocemos pero... ¿Estás bien?
Eren dirigió su mirada hasta el hombre, sus ojos brillando de manera fría y sin vida──. ¿Cómo crees que estoy, Akagami? Pero no importa, lo único que me interesa ahora es saber si Luffy está bien.
──También me interesa saber eso, espero que Luffy esté bien aunque no dudo su fuerza de voluntad──. Shanks le respondió, una media sonrisa en su rostro──. ¿Sabes? Muy pocas veces me intereso por los novatos pero... ¿Qué fue lo que hiciste allá? Controlaste la mente de 3,000 marines como si fueran nada.
Eren se encogió de hombros──. Un truco que leí hace tiempo... en un libro para niños.
Shanks alzó sus cejas con interés──. Ya veo... fue algo bastante inusual. No había visto ese poder mental en nadie. ¿No quieres unirte a mi tripulación?
«¿Acaso escuché bien?» Eren pensó en su cabeza, su rostro era una máscara de incredulidad mirando fijamente al pelirrojo frente a ella. «¿Me acaba de ofrecer un puesto en su tripulación?»
──¿Estás jodiéndome?──. por el rostro de Shanks, Eren supo que no era la respuesta que generalmente recibía──. ¡¿Por qué demonios querría ser pirata después de todo lo que pasó?! Lo único que quiero es despedirme de Ace, encontrar a Luffy y quizá, si tengo suerte, poder morir tranquila.
Shanks se mantuvo en silencio unos segundos. Procesando la respuesta en su cabeza, el pelirrojo ladeó su rostro, aún visible confusión en sus facciones.
──No era la respuesta que esperaba pero lo entiendo──. dijo cauteloso──. Y lo de morir, no te lo recomendaría, al menos deja que nazca tu bebé.
Eso hizo el mundo de Eren detenerse a su alrededor. Juró que su mandíbula cayó al suelo al escuchar esas palabras. ¿Que carajos le acababa de decir? ¿De qué bebé estaba hablando?
──¿No lo sabías?──. Shanks soltó una risa nasal ante la mueca en el rostro de la rubia──. Hongo fue el que lo descubrió. Si el bebé es de Portgas D. Ace, significa que el legado de Roger sigue vivo y eso es un problema para el gobierno—
──No estoy embarazada──. lo cortó, el shock de la situación sin abandonarla──. No... no puedo estar embarazada. ¡Estuve peleando en el Impel Down y en Marineford! Eso debió lastimar—
──Hongo ya revisó y se encargó de que todo estuviera bien──. fue el turno de Shanks para interrumpirla──. Si tienes alguna duda, deberías hablarlo con él, si el Gobierno se entera pronto pasará lo mismo que cuando Ace nació, deberías desaparecer de la mira al menos hasta que todo esté asegurado.
Eren soltó un bufido frustrado. ¿Estaba embarazada? ¿De Ace? ¿Por eso eran las nauseas constantes? La rubia no sabía qué hacer, estaba completamente perdida y su mente no daba respuestas claras a su problema.
──¡Capitán! ¡Estamos a punto de zarpar!
Ambos dirigieron su mirada a la puerta, escuchando los gritos de Lucky Raux desde la proa del barco.
──Dejaré que pienses lo que harás──. Shanks dijo, dándole la espalda para comenzar a dirigirse rumbo a la salida.
Nadie realmente preparó a Eren para lo que se le vendría encima con la muerte de Ace, perder a alguien siempre fue un sentimiento foráneo para la antigua cazarrecompensas, algo que solamente leía en libros, que escuchaba en las anécdotas dolorosas del pasado de Robin y Black, perder su memoria, su identidad y no saber nada sobre su vida pasada era un sentimiento completamente distinto al que sentía estando de rodillas frente a la lápida de Ace. El viento soplaba suavemente entre los árboles de cerezo rodeando la Isla, llevando consigo un eco de melancolía que envolvía el lugar.
Eren se había acercado lentamente a la lápida de Ace, su corazón latiendo mientras observaba el nombre tallado en piedra fría. En sus manos, yacía la daga característica del pirata, no quería deshacerse de ella pero no le pertenecía, la rubia la dejó encima de la piedra junto a las demás pertenencias de Ace, sollozando al hacerlo. La rubia se arrodilló frente a la lápida, dejando caer una flor hibicus color roja a los pies de la misma. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras recordaba los pocos momentos felices que habían compartido juntos. Sus risas resonaban en su mente, trayendo consigo un profundo dolor por su pérdida.
──Ace...──. murmuró Eren, su voz apenas en un susurro en el silencio del lugar──. Te voy a extrañar mucho, perdón por todo, perdón, perdón, perdóname.
Se quedó en silencio después de sus plegarias vacías, perdida en sus pensamientos mientras las emociones la envolvían, abrazando el arreglo de flores que rodeaba la fría piedra delante de ella. Luego, sacó una carta que había escrito en la soledad en el Red Force luego de que Shanks la dejará en la enfermería, colocándola con cuidado entre las flores. Era una carta que le había escrito, expresando todas sus emociones, pensamientos y disculpas que nunca había tenido la oportunidad de compartir.
──E... espero que estés en paz, dondequiera que estés──. dijo Eren, sollozando entre sus palabras, cargadas de dolor y anhelo──. Siempre... siempre te llevaré en mi corazón, chico carne.
Se levantó lentamente, sintiendo el peso de la pérdida en cada paso que daba mientras se alejaba, siguiendo a Shanks y a su tripulación. Sintiendo la mirada de compasión que Marco le dió al verla de reojo. Antes de subirse en el Red Force, se volvió una última vez hacia la lápida de Ace, prometiendo nunca olvidar el amor que compartieron.
Con un suspiro, Eren se alejó del lugar, llevando consigo el recuerdo de su primer amor en lo más profundo de su ser. Pues la libertad que ella tanto anhelaba, no significaría lo mismo sin él.
Este es el último capítulo del acto y con lo que culmina la historia de Ace y Eren, al menos con él vivo porque siempre será el primer amor de ella, me encantó escribir este acto pero sin duda es el más doloroso 😭
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