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xii. ¡Eren y el pacto con Law! ⦂ Los planes de guerra comienzan.


📍Archiepiélago Sabaody, Red Line.

EREN ESTABA COMPLETAMENTE PERDIDA por todo lo que en tan poco tiempo había sucedido, cualquier esperanza de encontrar a Luffy para pedirle ayuda se había reventado como las burbujas que flotaban por toda la Isla. Eren cubrió su boca con sus manos en cuanto el grito dejó su garganta, a pesar de ser invisible sabía que la habían escuchado, en especial el Almirante Kizaru. El hombre de gran altura llevó sus enlentados ojos hasta donde el sonido provino, alzando una de sus cejas.

──¿Que fue ese sonido?──. el Almirante de traje amarillo preguntó, Eren soltó un gaspido ante la pregunta escondiéndose de inmediato detrás de una roca. Mientras lo hacía, sintió la mirada de Kuma por leves segundos en ella pero el hombre no dijo nada──. Mmh, me pareció haber escuchado algo.

──No es nada──. Kuma le respondió, y fue lo último que le escuchó decir la rubia antes de que empezará a correr lo más lejos posible de ahí.

La rubia corría lo más rápido que podía, deshaciéndose de su invisibilidad en el camino, las lágrimas ya empañaban sus ojos impidiéndole ver con claridad pero no debía desmoronarse. Tenía que pensar en alguna manera de salvar a Ace, sabía que sí estaba en peligro no importaría que tan lejos Luffy estaba, su pequeño hermano iría al rescate de él. Así que ella debía estar lista para pelear también.

Mientras corría, una sensación de alerta la invadió de inmediato, deteniéndola en seco en medio de la plaza donde corría. Mirando en dirección al vendedor de periódicos, si su haki le estaba advirtiendo algo es que debía de hacer caso a su intuición. Eren caminó hasta el puesto, pagando uno de los periódicos viendo en primera plana el rostro del hombre que más aborrecía en esos momentos. Marshall D. Teach. Barbanegra.

Eren apretó con fuerzas el periódico descansando en sus manos, sus ojos miraban con rabia el titular, leyendo todo lo que la nota decía. Barbanegra se había convertido en un Guerrero del Mar, sustituyendo a Crocodile y, fue gracias a la entrega de Portgas D. Ace al Gobierno Mundial...

Para ser públicamente ejecutado.

Los ojos de Eren recorrieron frenéticamente las palabras impresas en el periódico que sostenía. Su corazón latía con una fuerza desbocada al leer esa sentencia, mientras las letras borrosas le revelaban la cruel verdad que tanto temió desde un principio; su amado Ace, la luz de su vida, estaba condenado a ejecución pública. Un grito ahogado se escapó de sus labios, sin importar las miradas que cayeron en ella, sus manos se aferraron con desesperación al papel, como si pudieran cambiar el destino de su amado.

──Maldito... maldito──. decía entre dientes, las lágrimas en sus ojos caían sobre el papel en sus manos, sus dientes rechinaban por lo tensa que estaba su mandíbula──. Nunca te voy a perdonar, Barbanegra.

El mundo parecía desmoronarse a su alrededor mientras la realidad de la sentencia se apoderaba de ella, dejándola sumida en una poderosa agonía y desesperanza. Pero no podía sucumbir a ese sentimiento amargo que parecía querer consumirla de adentro hacía afuera, se lo debía a Ace, ella lo había orillado a ese horrible destino y era la culpable de todo. No podía dejarlo solo cuando más necesitaba ser salvado.

Con el corazón lleno de determinación, Eren echó el papel a la basura más cercana, ignorando el nudo de angustia en su garganta. Sabía que no podía quedarse de los brazos cruzados mientras Ace enfrentaba su destino. Con paso decidido, comenzó a caminar por la plaza con dirección al pequeño barco que la esperaba en la orilla, su mente trabajando febrilmente en busca de una solución al no tener la ayuda de Luffy. No importaba cuán imposible fuera, Eren estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para salvar al hombre que amaba.

Su paso era rápido hasta llegar a la orilla de la playa, atravesando todos los manglares volviendo al lugar de donde vino. En su prisa, ni siquiera notó al asecho los piratas corazón esperando por su llegada.

──¿Peacock?──. una voz amable preguntó detrás de ella, pero a pesar del tono de voz utilizado, no falló en hacerla girarse alerta. Sosteniendo sus dos abanicos filosos en una pose de pelea, deteniéndose en seco al ver de quién se trataba.

¿Podría ser el mismo? Solamente conoció a un oso polar de la tribu mink una vez en su vida, años atrás cuando por fin logró escapar de Laverna y la pesadilla que vivió por meses.

──¿Bepo?──. Eren preguntó aturdida, las emociones a flor de piel que sentía todavía le dificultaban poder concentrarse en algo más que no fuera Ace──. ¿Que... que haces aquí?

──¡¿Conoces a la mujer hermosa?!──. los mismos piratas que le dieron tiempo en la batalla contra el falso Kuma aparecieron detrás del oso polar, mirando a su compañero de tripulación con sorpresa.

──Basta todos──. una voz ajena sonó por detrás de ellos, esperando entre los árboles característicos de las Islas el momento correcto para salir. Trafalgar Law salió de donde estaba, con los ojos entrecerrados y cruzado de brazos, su filosa katana descansando en su espada──. No venimos para charlar con la cazarrecompensas.

──Ya no soy una cazarrecompensas──. le respondió cortante, su posición de pelea no cambió a pesar de conocer al oso de la tripulación. Bepo era una cosa pero su capitán una completamente distinta──. Y no tengo tiempo que perder con piratas.

──¿Ni siquiera unos que pueden llevarte hasta donde quieres ir?──. el pirata cirujano preguntó, sus ojos grises mirándola de una manera que la hacía sentirse juzgada por algo, pero no sabía el qué──. ¿Vas directo a Marineford, no es así?

──No, mi destino es el Impel Down.

──¡¿Qué?!──. los tres subordinados exclamaron al mismo tiempo──. ¡Te matarán!

Por primera vez, la fachada estoica y inexpresiva del capitán del Polar Tang cambió a una expresión de sorpresa, sus ojos grisáceos estaban expandidos ante la respuesta.

──Nunca nadie se ha infiltrado en la gran prisión──. Law contestó, guardando su postura y regresando la máscara fría a su rostro──. Y entrar ahí no te asegura que saldrás junto a Puño de Fuego.

¿Cómo es que sabía de su relación con Ace? ¿La había estado espiando? ¿Acaso llevaba siguiéndola desde antes? Con ojos entrecerrados, Eren apretó su agarre en ambas armas, levantando su barbilla en dirección al arrogante pirata de cabellos negros.

──¿Quieres que te demuestre que puedo hacer eso y más, Trafalgar Law?──. Eren vociferó, su tono de voz haciendo que los dos subordinados de gorros detrás de Law se abrazarán, corazones flotando alrededor de ellos, con emoción anticipada por lo que pasaría.

Ese tono de voz... uno burlón que el pirata corazón conocía a la perfección de su pasado.  Law tensó su mandíbula ante las palabras retadoras de la rubia, en cualquier otra ocasión una provocación tan débil como esa no había obtenido ninguna reacción del pirata, pero no era cualquier quien la hacía. Era ella. Law desenfundó a Kikoku en silencio, apuntando con la filosa y maldita hoja a la rubia.

──Veamos que tan profunda es tu mordida, Peacock.

📍Mary Geoise, Red Line.
Cuatro días después...

Si algo odiaba Black más que cualquier otra cosa, eran las juntas de los Guerreros del Mar, incluso después de dejar de formar parte del grupo infame de piratas que trabajaban para el Gobierno, al convertirse en Almirante unos cuantos años después no tenía otra opción más que asistir. Ya que ninguno de los otros tres de su mismo rango querían hacerlo, él era quien tenía que pagar los platos rotos en nombre de sus compañeros.

Los planes del hombre cuervo se venían desmoronando uno por uno desde la captura de Crocodile un mes atrás, la desobediencia de Eren en el plan a su libertad le costó lo que quería obtener de Barbanegra y solamente se complicaban más las cosas teniéndolo de sustituto de Crocodile en los Guerreros del Mar. Al menos, lo único bueno que le consolaba, era saber que Nico Robin por fin había encontrado esa gente buena de la que su antiguo colega Jaguar D. Saul le contó de pequeña.

Black aterrizó con ayuda de sus garras en la entrada de donde cuatro de los siete Guerreros del Mar esperaban ser escoltados hasta la bahía de Marineford. El pelinegro aún renegaba entre dientes ser el encargado de semejante estúpida tarea, a comparación de sus otros compañeros; Kizaru, Aokiji y Akainu quienes debían estar esperando a que llegará junto a los piratas para comenzar con la ejecución de Puño de Fuego.

──¡Almirante Kōmori!──. vociferaron todos los cadetes al verlo, haciendo un saludo militar mientras el hombre se acomodaba su ropaje oscuro, tosiendo un poco por la rapidez del viaje. Black los miró agradecido, siguiendo su camino por la gran entrada hasta alcanzar las escaleras, deteniéndose para hablarle a uno de los infantes que permanecían en fila──. S...señor Kōmori, es un placer tenerlo aquí.

──No seas malo y tráeme un té de lavanda con limón──. Black le pidió, inclinándose para poder estar a la baja altura del hombre. El infante evitó mirar el rojizo ojo demoniaco del almirante, temblando ante el sonido tan profundo y ronco de su voz──. ¿Te incomoda el ojo? Cawhahaha, y no has visto el otro... cierto, ya no lo tengo.

Black se burló de su propia broma, palmeando con fuerza el hombro del cadete quién apenas pudo reírse en lo bajo, observando al alto hombre de uniforme oscuro subir las escaleras para seguir con su trayecto.

──No puedo creer que me manden a mí a buscar a estos engreídos piratas──. se quejaba el hombre, acomodando el abrigo de plumas negras sobre sus hombros cuándo los pequeños espasmos de sus manos arañadas se fueron.

Los cadetes que caminaban detrás de él solamente asistían ante sus palabras, como siempre, el trabajo de ser un Almirante le daba personas dispuestas a lamerle las botas solamente por su puesto. El pelinegro mantenía una expresión de seriedad por fuera, tomando sorbos del té que uno de los infantes enseguida le brindó luego de pedirlo. Black se replanteó sus decisiones una vez que estuvo frente a la puerta, dando un suspiro cansado de anticipación, sabiendo el martirio que ese pequeño viaje de Mary Geoise hasta la Bahía de Marineford sería.

En especial teniendo a los hermanos Donquixote en la bolsa.

──¡Kōmori!──. la voz de Doflamingo fue lo primero que lo recibió en cuanto las puertas del salón delante de él se abrieron──. Fufufu, no sabía que eras escolta ahora.

Black peleó contra la urgencia de sacar su espada en ese mismo momento para cortar en dos al hombre de abrigo rosa, sabía mejor que eso, cualquier problema personal que él y los Donquixote tenían desde hace años había quedado anulado una vez que Doflamingo se unió a los Guerreros del Mar.

──Es hora, señores──. Black vociferó profesionalmente, ignorando la mirada burlona de Doflamingo a través de esos horrorosos lentes suyos del otro lado de la habitación y también la mirada de rabia que hacía juego con él de su hermana Dulcinea sentada a su lado──. Acompáñenos a la Bahía.

Los hombres delante de él, a excepción de la mujer Donquixote, se mantuvieron sentados. Bartholomew Kuma, Gecko Moira, Donquixote Doflamingo y el Guerrero del Mar que Black menos soportaba, al que siempre odiaría de una manera más profunda que su odio hacia los Donquixote, Dracule Mihawk.

──Barbablanca es solamente un hombre. ¿No creen que le tienen demasiado miedo?──. la irritante voz de Moira hizo que Black volviera a suspirar, la migraña natural después de su transformación aumentándose con tan solo ese sonido──. Aún faltan tres horas para la ejecución.

──No vine a debatir su participación en la guerra, solamente a escoltarlos, señores──. Black dijo entre dientes, su paciencia pendiendo de un hilo que podría ser cortado en cualquier momento con una palabra fuera de lugar──. A las buenas... o a las malas.

──¿Acaso estás amenazándonos, Demjin?

Si su paciencia no explotó en el momento que la voz de Dracule Mihawk llegó a sus oídos, fue por la voluntad de no hacer un escándalo por tan poca cosa antes de la guerra más importante desde la muerte del Rey de los Piratas, Gol D. Roger.

──Todo lo tomas como un amenaza, ojo de halcón──. Black le respondió con aburrimiento──. Era un simple recordatorio, que no se olviden donde están y con quién hablan.

Los cadetes detrás de ellos compartieron miradas por la tensión palpable entre ambos hombres de negro, no era ningún secreto el odio mutuo que ambos compartían desde sus años de novatos, había rumores sobre ambos y la conexión que tenían desde antes de volverse quién son en la actualidad. Pero todos eran teorías que los cadetes en la Marina hicieron conforme los años pasaron y veían como esa dinámica de ambos parecía no cambiar con el tiempo.

──Tenemos que estar preparados ante cualquier contingencia──. uno de los cadetes respondió la pregunta inicial del hombre gótico de piel pálida──. El Almirante Kōmori solamente está aquí para escoltarlos no para enfrentamientos.

──No soporto tus quejidos dramáticos, Kōmori──. la elegante voz de Boa Hancock hizo presencia en la habitación, haciendo que el Almirante llevará su grisáceo ojo hasta ella.

──Perdona, Emperatriz, no me percaté de tu presencia──. molestó el hombre, ganándose una mirada de escoria por parte de la pelinegra.

Antes de que Black pudiera hacer otra amenaza vacía al grupo de piratas, uno por uno se levantó luego de la iniciativa de Kuma en hacerlo, saliendo guiados por los cadetes mientras el Almirante esperaba al último en salir para poder seguirlos de cerca. Doflamingo fue el último en acatar la orden, pasando por un costado del hombre uniformado, deteniéndose a un lado suyo antes de salir por completo.

──Fufufu me pregunto que sorpresas nos esperan en esa bahía, Black──. a pesar de la característica burla en su tono, la voz del hombre sostenía un borde oscuro y serio. Y Black sabía perfectamente a lo que se refería.

📍Archipiélago Sabaody, Red Line.
Cuatro días atrás...

El sol brillaba sobre el horizonte del Archipiélago en tonos dorados, anunciando el cambio nocturno que en solo unos minutos daría paso en el cielo, la figura de Trafalgar Law se recortaba a la poca distancia de Eren, su presencia imponente llenando el aire con una sensación de anticipación. Eren se mantuvo firme en su lugar, los abanicos en sus manos extendidos, mirando fijamente al famoso pirata con determinación en sus ojos.

Con un movimiento rápido, Law desenvolvió su katana, emitiendo una chispa de metal mientras su hoja brillaban bajo la luz del dorado atardecer. Eren tomó una postura defensiva, lista para enfrentarse al desafío que tenía ante ella.

La pelea comenzó con un estallido de movimiento, los dos combatientes chocando en un frenesí de golpes y contraataques. A pesar de la fama de Law como un hábil espadachín, Eren no retrocedió, cada movimiento calculado y preciso mientras esquivaba sus ataques con ferocidad. Los tres subordinados del cirujano de la muerte compartieron miradas ante la ferocidad de su capitán por una pequeña provocación, no era ajeno para ellos saber el largo objetivo de Law en querer encontrarse con la asesina de Dragones Celestiales desde hace meses.

Aunque lo que no sabían eran las verdaderas motivaciones de Law para planear ese encuentro con lujo de detalle desde meses atrás.

La batalla se prolongó, cada momento una prueba de habilidad y la determinación de ambos combatientes. Eren demostró valía una y otra vez a pesar del desgaste emocional que todavía sentía, su determinación inquebrantable alimentando su punto de mostrarle a Law que no debía subestimarla. El enfrentamiento parecía llegar a su punto culminante cuando ambos se encontraban cara a cara, la espada de Law y los abanicos de Eren chocando en un estallido de chispas. La rubia miró los ojos grisáceos del moreno, un brillo de rencor apenas visible en ellos cuando miraba en su dirección.

Eso la desconcertó. Ella no lo conocía. Esa era la primera vez que ambos cruzaban caminos, sin contar años atrás cuando conoció a Bepo en el clímax del incendio en el burdel de Laverna.

Con un esfuerzo final, Eren canalizó toda su energía en lo que quería fuera su ataque final, sus abanicos cortando el aire con determinación mientras se abalanzaba sobre Law con un gruñido contenido. El mundo parecía detenerse por un momento, sus abanicos a centímetros del rostro del supernova, su respiración entrecortada esperando el resultado de su golpe final. En un movimiento hábil, Law desvió el ataque con un gesto hábil de su espada, su mirada encontrando la de Eren en un silencio tenso que llenaba el aire entre ellos.

Con un gesto de su mano, creó una esfera de energía azul brillante a su alrededor, manipulando su entorno con su habilidad──. Room.

Mientras la habitación de Law se cerraba a su alrededor, Eren se encontró luchando por respirar ante el aire comprimido, el espacio suprimido dificultaba cada uno de sus movimientos. En lugar de ceder ante la extraña habilidad del pirata, mantuvo la calma y comenzó a buscar una manera de contraatacar.

──Shambles.

El uso de la habilidad hizo a Eren cambiar lugares con su sombrero a los pies de Law, apareciendo en el suelo con su espalda en la arena marina y el filo de la espada del pirata sobre su garganta. La rubia gruñó ante la jugada sucia, impulsándose con ayuda de sus codos para sentarse y tener una mejor postura.

──Vértigo*──. Eren comandó, usando energía negativa para crear una sensación de vértigo en el pirata. Law tragó en seco cuando los primeros síntomas de la habilidad lo atacaron, un sudor frío bajando por su frente, el dolor en su pecho, la migraña. A partir de ahí, el dolor incrementó, haciéndolo retroceder y alejar la espada del cuello de la rubia.

──¿Que mierda estás haciendo?──. la voz de autosuficiencia de Law salió en un gruñido, el temor poco a poco calándole los huesos de la nada. Llevándolo a esos oscuros espacios de su mente que no necesitaba pensar en esos momentos.

──¿Sientes miedo, cirujano de la muerte?──. Eren mofó al observarlo perder con lentitud esa fachada monótona y fría que le mostraba a los demás. El miedo era el asesino de la mente y eso era algo que Eren había aprendido desde pequeña──. Es para que no me vuelvas a subestimar, Trafalgar. Soy capaz de defenderme en ese pozo de prisión... sin ayuda de nadie.

El miedo en la cabeza de Law se disipó luego de esas palabras, haciéndolo darle un rápida y mordaz mirada a la rubia.

──Ese barco tuyo no te llevará muy lejos, al menos, no llegarías a tiempo──. Law dijo, una vez que sus sentidos estaban de vuelta con él──. La ejecución de Ace es en cuatro días, en ese pedazo de plástico llegarías en seis.

Eren recogió su sombrero del suelo, mirando discretamente el pequeño barco amarillo de Ace esperándola en la orilla del mar.

──¿Que ganarías tú con ayudarme? ¿Por qué me harías un favor?──. exigió la rubia, alzando una de sus cejas con demanda──. Tu reputación no es por ser el más amable de los piratas.

──Exactamente por eso. Me deberías un favor──. Law le respondió con simpleza, regresando su arma a donde anteriormente estaba──. Nunca sabes cuando necesitarás uno.

El tiempo era poco. Cuatro días era muy poco tiempo para que Eren pudiera pensar en otra alternativa. A regañadientes, Eren giró su mirada para observar el Polar Tang apenas visible en la superficie cerca de donde estaban.

──Bien... pero llevaré mi barco conmigo.








Eren queriendo entrar al Impel Down como si nada:

Vértigo: Es una habilidad que le permite a Eren influenciar la voluntad de las personas con energía negativa, se basa también en la proyección mental y hace que Eren le de vértigo a su objetivo para influenciarlo de manera negativa y impedirle pensar correctamente. Esta técnica influye en la persona con emociones de temor, vértigo y miedo que bloquean los cinco sentidos. Para esta técnica Eren no necesita de contacto físico con la persona pero si concentración.

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