x. ¡Ace vs Barbanegra! ⦂ La promesa de Ace.
X. Capítulo Diez, Saga Alabasta.
𓇼 🦚 🔥♡₊˚ 🕌・₊✧
tw: violencia gráfica, sangre.
📍Reino de Lulusia, Grand Line.
Tres semanas después...
LUEGO DE SEMANAS VIAJANDO DE ISLA EN ISLA JUNTO A ACE la desesperación aún seguía invadiendo cada rincón de su mente, ya no tenía dudas sobre salvarlo a toda costa, y ahora su mayor problema era idear un plan para no llevarlo directamente hasta Barbanegra. Intentó por noches comunicarse con Cloack para decirle su plan, rogarle si era necesario que cambiarán su estrategia, pero no hubo respuesta.
Estaba sola en querer salvarlo y eso le quedaba más que claro. Solamente necesitaba tiempo, más del que tenía, para poder pensar claramente y idear un plan para desviar la misión. Ace estaba decidido a atrapar a Barbanegra y ni siquiera una objeción de ella podría detenerlo. Era su deber como comandante y cuando una idea estaba en la cabeza del pelinegro sabía que nada lo haría cambiar de opinión.
Había pasado al menos un mes desde que ambos estuvieron en Alabasta en compañía de los Sombrero de Paja, un mes de búsquedas fallidas a través de las Islas en la Grand Line y un mes desde que, lo que sea que ahora tenían, había comenzado para terminar con cualquier duda en la cabeza de la rubia. Estaba sorprendida que ningún Barroco había aparecido en su camino en nombre de Crocodile, hasta que leyó sobre su captura en el periódico semanas atrás, Luffy y sus compañeros lo habían derrotado.
Eso la sorprendió, pero no tanto como enterrarse que Nico Robin era la nueva miembro en la tripulación.
──¿Quién diría que nuestros hermanos estarían en la misma tripulación, eh?──. Ace comentó delante de ella, llenando su boca de comida lo más rápido que podía.
Ambos habían llegado al Reino de Lulusia la noche anterior, gracias a que nadie reconocía a Eren —y si lo hacían ella era rápida en borrarles la memoria— pudieron dormir en un hotel, o bueno, al menos unas horas. Estando ahí solamente tenían que seguir con la búsqueda, según Ace, era el lugar más cercano a su localización. Eren había usado sus poderes de manera errónea a propósito, alejándolos cada vez más de donde Barbanegra realmente estaba, pero sabía que no podía seguir engañando por mucho tiempo a Ace.
──Sigo sin creer que se uniera tu hermano──. Eren le respondió, dándole un último vistazo al periódico en sus manos, ajustándose su sombrero para tapar mejor su rostro──. Aunque Luffy es bueno persuadiendo gente.
──Mi hermanito es un imán para los problemas, al menos teniendo a tu hermana inteligente en su tripulación espero y se le pegue un poco.
Eren soltó una risa, estirando su mano para acomodar el bigote falso en el rostro del pelinegro, haciéndolo bufar de incomodidad. No le agradaban los disfraces pero era eso o ser perseguidos por la Marina apenas pusieron un pie en el Reino.
──¿Está bien para ti que nos separemos?──. Eren preguntó cautelosa, poniendo su atención en él, dándole un largo sorbo a la taza de café en sus manos.
Ace soltó un quejido, haciendo un mohín de inmediato──. ¿Por qué? Podemos buscarlo juntos.
Eren rodó los ojos.
──Si nos separamos tendremos más probabilidades de encontrarlo a él o alguno de sus montoneros que tiene como subordinados──. Eren trató de convencer, tomando una de las manos de Ace para darle un suave apretón──. ¿Sabes que los reyes de aquí son vampiros?
──Solamente me estás dando más razones para permanecer juntos ¿sabes?
La rubia solamente soltó una pequeña risa, levantándose de la mesa en cuanto los dos terminaron de comer —no sin antes esperar a que Ace se despertará de una de sus inesperadas pequeñas siestas— para irse a un lugar más alejado del centro del Reino, de reojo podía ver a los cadetes de la Marina que aseguraban el perímetro con un ojo en ellos. Una vez estando lejos, en uno de los callejones vacíos de la Villa, Ace se quitó el ridículo disfraz para tirarlo a la basura.
──Procura no pensar en otra cosa que no sea atrapar a Barbanegra──. Eren le advirtió, apuntando al pelinegro con su dedo índice. Ace reprimió una carcajada asintiendo con su cabeza──. No te distraigas.
──Va a ser difícil──. Ace le respondió casualmente, acercándose a ella para tomarla de la cintura y rodearla con sus brazos──. Últimamente solamente puedo pensar en ti.
Eren sintió su corazón dar un vuelco en su pecho. Su corazón, su pobre corazón, no podía soportar estar más en presencia de Ace.
──Estoy hablando en serio.
Ace le sonrió con ternura, inclinándose para depositar un casto beso sobre su frente──. Yo también. Pero tomaré tu palabra, tienes mi vivre card para encontrarme rápidamente si ves algo.
Eren únicamente asintió con su cabeza, dándole un último beso en su mejilla para darse la media vuelta y desaparecer del otro lado del callejón. La verdadera razón detrás de su separación no era buscar a Barbanegra en lugares diferentes, pues Eren sabía a la perfección que el pirata no se encontraba allí, pero Cloack sí. Noches atrás luego de sus miles de intentos de contactar al antiguo Barroco, mientras Ace dormía una de sus repentinas siestas Cloack contestó su llamada y quedaron en verse en el Reino de Lulusia.
Eren se escabulló por los edificios del agitado reino, siguiendo la parvada de murciélagos en el cielo, una señal de que Black debía estar cerca. La rubia fue guiada por los animales nocturnos hasta una de las colinas lejos del núcleo citadino, detrás de un enorme edificio abandonado. Eren se adentró en el polvoriento lugar, observando a los murciélagos dentro del lugar salir volando por encima de ella ante la intrusión y dejando ver al hombre de negro sentado encima de un barril de sake esperando por ella.
La habitación austera hacía que ambos estuvieran envueltos en un silencio matador, iluminados por los vagos destellos del sol que se colaban entre las aperturas de las dañadas paredes del edificio en ruinas. Ambos estaban de pie cerca de una enorme ventana, mirando en silencio el paisaje atardeciente que se extendía más allá.
──Debí preguntártelo primero──. Black rompió el silencio con su áspera voz, su ojo gris perdido en el paisaje del Reino fuera de las ruinas donde se encontraban──. ¿Realmente estás lista para esto, Eren?
Eren asintió con determinación, aunque su expresión revelaba un atisbo de nerviosismo──. Sí, estoy lista. Sabes que no tengo otra opción, ahora que Crocodile fue capturado es cuestión de tiempo para que la Marina venga a buscarme.
──Lo sé... pero recuerda, estamos juntos en esto──. Black asintió, comprendiendo el peso de la situación, esperando que el verdadero motivo de su cita ahí fuera revelado──. Siempre. Robin logró salir sin problema alguno, y así es como debes hacerlo tú también.
Eren le dirigió una mirada indecisa antes de volver a contemplar el atardecer carmesí del cielo. Observando una mariposa oscura volar cerca de ellos, desapareciendo en el denso bosque. El silencio entre ellos era cómodo, pero también estaba cargado de la tensión del deber que se avecinaba. Después de un momento, Eren se volvió hacia Black, sus ojos revelando la tormenta de emociones detrás de ella. La fachada cayendo como una máscara a los pies del hombre.
Eren miró con ojos suplicantes al hombre de un solo ojo, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Cada fibra de su ser gritaba en contra del plan que estaban a punto de ejecutar.
──Eren, te lo ruego, comprende...──. comenzó Black, pero Eren lo interrumpió con un gesto desesperado.
──Pero ¿cómo puedes pedirme que haga esto?──. exclamó la rubia, su voz temblorosa por la emoción contenida──. No puedo traicionar así a Ace, Black. No puedo.
Black suspiró, sintiendo el peso de responsabilidad en sus hombros. El trato que había hecho con Barbanegra iba más allá que solamente capturar a Puño de Fuego pero eso era que Eren no sabía. Tenía en cuenta que lo que estaban a punto de hacer era duro, pero ninguno de los dos tenía otra alternativa.
──Eren, sé que esto es difícil para ti. Para ambos. Pero no tenemos elección──. dijo Black con voz firme, aunque su mirada reflejaba compasión──. Si no seguimos con el plan, todo lo que hemos luchado por lograr se vendrá abajo. No solamente tú estarás en peligro, Robin también, es esto o nada.
Eren se sintió desgarrada por dentro. El dilema del que tanto estaba cansada resurgiendo una vez más, seguir su corazón o cumplir con el deber la estaba consumiendo. Pero mientras luchaba con sus propias emociones, la imagen de Ace; indefenso y en peligro, seguía atormentándola.
──¿Y si hay otra manera de ganar mi libertad?──. preguntó Eren, su voz apenas un susurro──. ¿No podemos encontrar un camino que no implique sacrificar a alguien que amo?
Black bajó la mirada, sintiendo el dolor de la mujer que había criado como propio. Él entendía lo que era sacrificar cosas por personas que amaba y aún así perderlas en el camino. Quería desesperadamente consolarla, pero sabía que no había tiempo para dudas.
──Te entiendo más de lo que crees, Eren──. respondió el hombre, alzando la mirada para encontrarse con los ojos de la rubia──. Pero en ocasiones, debemos tomar decisiones difíciles por el bien común. Es parte de ser un líder, de ser un protector, y esa decisión ya la tomé.
Las lágrimas amenazaban con desbordarse de los ojos de Eren luchando por aceptar la cruel realidad de su situación. Su mente era un torbellino de emociones contradictorias, pero finalmente, una sensación de resignación comenzó a inundarla.
──Pero... ¿Cómo podremos vivir con nosotros mismos después de esto? ¿Cómo piensas que viviré esa libertad sabiendo lo que hice?──. Eren preguntó, su voz quebrándose por la angustia──. ¿Cómo podré mirarme al espejo sabiendo lo que he hecho?
Black se acercó a Eren y colocó una mano reconfortante en su hombro, ofreciéndole un gesto de apoyo silencioso.
──Nadie dijo que sería fácil──. Black dijo suavemente──. Pero confía en mí, Eren... te crié para momentos como estos—
Eren se secó las lágrimas con el dorso de su mano, alejándose del toque de la mano de Black en su hombro, aceptando la inevitable carga que debían soportar.
──Me criaste para ser una asesina igual que a Robin, una mentirosa, alguien que no siente remordimientos por lo que hace──. Eren se burló en un murmuro, las lágrimas brotando de sus ojos como cascadas──. Querías que fuéramos exactamente como tú.
Black dejó salir un suspiro de cansancio, llevando una de sus tatuadas manos hasta su sien para masajearla.
──Yo quería hacerlas fuertes──. Black inició, dándose la vuelta. No tendría una conversación que no sacaría provecho de nada, la decisión de Eren por lo que veía ya estaba tomada y él no podría hacer nada──. Y tú querías un padre.
──Supongo que los dos estamos decepcionados.
Black se detuvo en la salida, dándole una sonrisa triste por encima de su hombro, alejando su mirada nuevamente. La rubia se quedó en el mismo lugar viéndolo desaparecer en la parvada de murciélagos nuevamente, dejándola completamente sola como en un principio.
Los colores del atardecer se estaban pintando de estrellas nocturnas en el momento que Eren llegó al punto de reunión con Ace, el sonido de las olas siendo sus únicas compañeras hasta que sintió una de las cálidas manos del pelinegro taparle sus ojos juguetonamente, plantando un beso en su clavícula para después aparecer delante de ella escondiendo algo detrás.
──Tu buen humor no creo que se deba a que capturaste a Barbanegra──. bromeó la rubia viéndolo, llevaba una flor hibiscus roja encima de una de sus oreja, haciéndola sonreír suavemente. Trataba que la tristeza en sus ojos no fuera notable.
──Nah, pero me di cuenta de algo más.
El pelinegro reveló lo que escondía detrás de él, un ramo de flores hibiscus silvestres que probablemente él había cortado. La rubia las tomó entre sus manos, olfateando su aroma hasta que sintió una textura metálica en la punta de su nariz. Eren alejó el ramo de su rostro para observar un anillo dorado en forma de flor con sus pétalos formados de piedras carmesí colgar de uno de los tallos de las flores. Sin saber qué hacer, llevó su mirada al sonriente pirata frente a ella.
──¿Ace?
──No creas que te estoy pidiendo matrimonio──. Ace se apresuró a decir ante la mirada confundida de la rubia sobre él, se llevó una de sus manos a su nuca rascándose──. O bueno... quizá sí.
──¡Ace! ¿Estás loco?──. gritó la rubia con emoción, sus ojos bien abiertos. El pelinegro soltó una carcajada ante la reacción lo que solamente aumentó la expresión de horror en el rostro de la rubia──. Si sabes que después de atrapar a Barbanegra ya seré libre ¿no? ¡Casarme no es lo primero que quiero hacer!
──Nunca dije que tenemos que casarnos pronto ──. Ace se defendió con un puchero, usando una de sus manos para atraer a la rubia de su cintura──. El mar es grande y puede que en una de tus aventuras yo casualmente, siempre, aparezca por ahí.
Eren soltó una risa nasal, la conmoción del momento aún nublando sus sentidos. Sus ojos observaban con atención el anillo brillando con la luz de los faros de la playa, contemplando la invitación, era tentadora, demasiado.
──No tienes remedio──. fue lo único que la rubia le contestó──. ¿Siempre tuviste en mente casarte joven?
──Tú misma lo dijiste, siendo un pirata no sabes realmente cuándo vas a morir y aunque no le tengo miedo a la muerte...──. Eren hizo una pausa, tomando la mejilla de la rubia con su mano para mirarla a los ojos──. Al menos cuando muera, quiero saber que estamos juntos, quizá no físicamente en el mismo lugar pero sí con una promesa.
Ace presionó sus labios gentilmente sobre los de ella, dejando caer su frente encima de la cabeza de la rubia.
──Jamás haría que dejaras tu libertad por mi──. Ace le aseguró, sintiendo los brazos de Eren rodearlo del torso en un abrazo como respuesta ──. Pero si que la compartas conmigo... si es lo que quieres.
Eren asintió repetidas veces con su cabeza. El nudo en su garganta cada vez haciéndole más difícil formar sentencias coherentes, sus ojos estaban llenos de lágrimas por la causa incorrecta pero eso Ace no lo sabía.
──Te prometo que jamás te decepcionaré, Eren. Siempre voy a estar ahí para ti.
El agarre en ella sobre él se intensificó, su respiración se entrecortó ante la promesa, la tormenta en sus ojos no parecía querer dejarlos. Su mirada se encontró con la de Ace silenciosamente, a lo que el pelinegro respondió limpiando las lágrimas en sus mejillas con ayuda de su pulgar.
──Estoy enamorada de ti, Ace. Lo he sabido desde nuestros días en Wano y no quiero que pienses diferente... quiero que lo sepas por si nos separamos──. Eren le confesó, haciendo que el pirata abriera su boca en sorpresa. A pesar de saberlo, quería escucharlo, pero pensó que jamás lo haría. Sus mejillas pecosas se tornaron de un suave color rosa, haciéndola sonreír entre sus lágrimas.
──Eren, eres lo mejor que me pudo pasar, llamarte el amor de mi vida no le hace justicia a todo lo que te amo──. Ace tomó su rostro entre sus manos, plantando besos por toda su cara, secando las lágrimas en el proceso y borrando la expresión de tristeza en el rostro de la rubia──. Mi existencia no tiene sentido sin ti conmigo, no importa que estemos a mares separados, siempre me vas a tener contigo. Soy tuyo.
Y yo tuya, prometió Eren en su cabeza, las palabras quedándose atoradas en las espinas dentro de su garganta que tanto le estaba costando quitarse.
📍Banaro Island, Grand Line.
5 días después...
Los siguientes días en busca de Barbanegra fue lo que Eren imaginó que se sentía estar en una luna de miel, en toda su existencia jamás pensó sentirse tan plena por simplemente querer a alguien y ser querida de vuelta. Claro, Robin la había querido, también Black, sus padres y familia que no recordaban igualmente pero no era ese tipo de amor. No el amor que ella pensó jamás tendría. Pero todo llevaba un precio encima, y a pesar de toda la felicidad que sentía estando con Ace, la amargura de su decisión aún le pesaba.
Las palabras de Black no dejaban de resonar en su mente como campanas, como el tick tick de una bomba a punto de estallar. Aún no sabía cómo podría salvarlo de Barbanegra si se lo encontraban cara a cara. ¿Black habría hablado con él? ¿Le advirtió sobre la cacería que Ace llevaba haciendo por meses? Esas preguntas no tuvieron el tiempo de responderse, pues Eren se quedó en blanco al momento en pisar la Isla que seguía en su lista.
Una sensación de oscuridad la hizo sudar frío, una sola gota escurriendo en su espina dorsal calándole en los huesos y en el alma. Barbanegra estaba ahí. Realmente lo estaba, después de semanas buscándolo, por fin lo habían encontrado. No estaba lista. No tenía un plan.
──Está aquí──. Eren dijo en un murmuro, haciendo que el pelinegro detrás de ella dejara de hacer lo que hacía para mirarla seriamente──. Barbanegra está aquí.
──¡Vayamos por él antes de que se nos escape!
Antes de que Eren pudiera detenerlo, el pelinegro tomó su mochila del pequeño barco zarpado en la orilla de la Isla, gritándole instrucciones que los oídos de Eren no captaron. La rubia se quedó completamente estática en su lugar, el pálpito de su corazón se aceleraba cada vez más y sus manos temblaban. No estaba lista. Carajo, no pensó encontrarlo tan fácil.
Piensa, Eren, maldita sea, su mente se reprochaba pero ella seguía en el mismo lugar. Piensa. Piensa. Piensa.
Al no tener respuestas claras en su mente, Eren se resignó a hacer todo como Black le había enseñado, como había estado trabajando desde que era una niña: asesinando. La antigua cazarrecompensas tomó sus filosos abanicos, comenzando a correr por la casi vacía Isla hasta llegar al punto de reunión, se escondió detrás de una cabaña observando todo a la lejanía. Barbanegra estaba sosteniendo una conversación con Ace, situado en el tejado de uno de los edificios de madera.
La rubia soltó un suspiro, preparándose mentalmente para lo que se avecinaba hasta que sintió una fuerza foránea apretar su garganta, la rubia ahogó un quejido llevando sus manos hasta lo que la asfixiaba. Un bastón. De reojo, observó a uno de los subordinados, un hombre pálido, alto y delgado con maquillaje en su rostro. Lo había visto antes, en sus carteles de recompensa, Laffite.
──Qui...quítame tus manos de encima──. Eren forcejeó en silencio, tomando el bastón con sus manos libres y tratando de alejar el artefacto de su cuello. Y aunque la estuviera atacando, Laffitte no parecía tener intenciones de matarla.
──Hohoho,no se exaltes, dulce Miss Dagger, no estoy aquí para matarla, hohoho──. dijo sereno, apretando el agarre de su arma alrededor del cuello de la rubia delante de él. Empujándola a través del campo hasta llegar a la vista de Ace, quien enseguida se tensó al verla.
──Oye, Ace, ¿no te unirías a mi tripulación?──. Barbanegra preguntó, un entusiasmo en su tono de voz a pesar de la situación. Mofándose de la reacción del pelinegro al ver a la rubia en los brazos de uno de sus subordinados──. ¡Conquistemos juntos el mundo! No te preocupes, ya tengo todo planeado, tu novia puede venir con nosotros también. ¡La era de Barbablanca se terminó! Yo seré el Rey de los Piratas. Primero, mataré a Luffy Sombrero de Paja que está en Water 7, después se lo entregaré al gobierno.
──¿Luffy? ¿Atraparlo?──. Ace habló desde donde se encontraba, sus ojos jamás dejando la localización de Eren entre los hombres de Barbanegra, siendo sostenida por Laffitte aún de su cuello──. Suéltala.
──¿Lo conoces?
──Ahora con más razón debo detenerte. Luffy es mi hermano menor──. contestó de nuevo──. Y te dije que la sueltes. Y, por supuesto, yo nunca me uniré—
Un disparo. Eren se sobresaltó ante el repentino ataque, observando aliviada como el cuerpo hecho de fuego del pirata no fue afectado por una simple bala.
──A tu tripulación──. el cuerpo de Ace se regeneró fácilmente, cubriendo el orificio de la bala con fuego. Una sonrisa se asomó en su rostro, borrándose de inmediato en cuanto el francotirador apuntó su arma hacía Eren──. Veo que tienen malos modales y no saben escuchar, les dije que la soltarán. ¡Pistola de fuego!
Eren aprovechó los ataques imprevistos de Augur y Burgess contra Ace, zafándose con una patada de su agarre, extendiendo ambos abanicos en dirección del antiguo sheriff proveniente del West Blue. Laffitte desenvainó su arma dentro del bastón en sus manos, apuntando con el filo a la rubia frente a él.
──¡Augur, Burgess, no se metan en esto! ¡No son rivales para Ace!──. Barbanegra comandó, mirando de reojo a su otro subordinado──. No la subestimes, Laffitte, Miss Dagger tiene trucos sucios con sus poderes. ¡Váyanse!
La tensión de enfrentamiento entre Eren y Laffitte fue cortada cuando la técnica característica de Ace arremató contra el hombre de tez morena, mandándolo por los aires con su estómago encendido en fuego. Ace tomó ventaja del momento en que sus subordinados corrieron a ayudarlo, apareciendo detrás de Eren, tomándola de la cintura para alejarla.
──¿No escuchaste ninguna de mis indicaciones, cierto?──. se burló, pero su tono de voz tenía contornos de preocupación y agitación por la pequeña pelea──. Dije que llegarás detrás de mí.
──Puedo cuidarme sola──. Eren dijo entre dientes, alejando suavemente el embrace del pelinegro sobre ella. Ace asintió, alzando sus manos en señal de paz──. Soy dura.
──Eso lo sé bastante bien──. Ace le respondió con una sonrisa en su rostro──. Te has cuidado bastante, lo sigues haciendo, siempre lo harás. Solamente me uniré a ti en eso y así podremos cuidarnos el uno al otro.
"Cuidarnos el uno al otro" Esas palabras fueron suficientes para que la rubia recordará el verdadero motivo del por qué estaba ahí. La rubia dibujó el atisbo de una sonrisa en su rostro mirando al pirata, quien le devolvió la sonrisa aún más brillante hasta que sus ojos se oscurecieron mirando al pirata que se quejaba a la lejanía, dejando que una fachada determinada borrará la sonrisa en su rostro.
──Pero esta es mi pelea, amor, así que mantente alejada mientras lo resuelvo ¿bien?
«Amor» la palabra hizo encender las mejillas de la rubia en un tono más rosa que los pétalos de cerezo, podía sentir sus pupilas en forma de corazones al escuchar todavía la palabra en su mente. Ace le dio una última mirada, dándole una suave sonrisa antes de darle la espalda para avanzar por la madera destrozada debajo de ellos. La rubia desde su posición solamente escuchaba la risa de Barbanegra, levantándose del suelo luego del ataque.
──Zehahaha, ya lo sé, Ace. ¿Quieres matarme, no? Si fuera tú, no solo me preocuparía por mi. Zehahahaha──. Barbanegra habló desde el otro lado del lugar, poniéndose de pie luego del ataque──. Claro que sí, matar a un compañero es un crimen. ¡Si, yo maté a Thatch! El comandante de la cuarta pero... ¡No me quedó otra opción! Él encontró la fruta del diablo que yo estaba buscando, la regla era que quien encontrará una podía comerla, yo memoricé todas las frutas que estaban registradas y gracias a eso supe que había encontrado la que yo quería.
Eren al cabo de los segundos perdida en la nube rosa que el apodo la dejó, volvió a sus cinco sentidos de nuevo, acercándose sigilosamente con sus abanicos extendidos detrás de Ace pero quedándose a una distancia justa.
──Era esa fruta o la de tu preciosa cazarrecompensas──. Barbanegra se burló, llevando su mirada oscura hasta donde la mencionada se encontraba──. Además, yo solo estuve en el barco de Barbablanca todo este tiempo porque creí que así la fruta llegaría a mis manos más fácilmente. Si no hubiera tenido suerte me hubiera rendido, pero esa fruta acabó en las manos de mi amigo y la otra que quería ya estaba en uso por una mocosa bajo el ala de Crocodile.
──¿Asesinaste a Thatch para robarla? Y no fuiste lo suficientemente valiente de buscar a Eren para quitarle la suya──. Ace tildó su cabeza a un costado, mirando con ojos entrecerrados a su oponente.
──La única manera de obtener una fruta del diablo en uso es matando a la persona──. Barbanegra respondió, esa sonrisa de mofa en su grotesco rostro asomándose──. Y si no lo he hecho es por mis propias razones. Lo de Thatch fue un accidente, esta fruta me eligió a mí, Ace. Zehahaha... ¡Y ahora soy el hombre más fuerte del mundo! Miren, es un poder raro hasta para una fruta tipo logia.
Eren extendió sus ojos con sorpresa al ver la oscuridad cubriendo una de las manos del infame pirata hasta liberarse de él creando un remolino de oscuridad encima de su figura. Esa oscuridad le recordaba a la que rodeaba al hombre de sus recuerdos borrosos. ¿Estaba muerto y es por eso que Teach tenía su fruta ahora? ¿O era un poder parecido al de su salvador desconocido?
──Ace, tu cuerpo es de fuego ¿no?──. Barbanegra habló, presumiendo el poder que había robado con sangre──. Miss Dagger... ¿De qué está hecha usted? ¿De voluntad? ¿De luz?
Eren frunció el ceño ante las preguntas. Conocía el tipo de fruta que tenía, al igual que sus habilidades, no era una tipo logia y de eso estaba segura. ¿O Crocodile y Black también le habían mentido sobre eso? ¿Acaso su fruta era más de lo que aparentaba? ¿Que sabía Barbanegra que ella no?
──Zehahaha, el mío es de oscuridad.
Ace compartió una rápida mirada con la rubia detrás de él, ambos confundidos──. ¿Oscuridad?
──Correcto, comandante Ace, y ahora nunca podrás matarme. Se dice que este poder es el más terrible de las frutas del diablo. La fruta oscuridad oscuridad. Ahora soy un hombre de oscuridad y te mostraré un poco de su poder. ¿Estás listo, Ace?
──Haz lo que quieras──. Ace dibujó una sonrisa socarrona en su rostro, tan calmada como su tono de voz──. Eren, vete.
La respuesta de Eren murió en su garganta en cuanto una ráfaga violenta de polvo la cubrió de la nada, haciendo al pelinegro distraerse y mirar en su dirección, solamente para ver el espacio vacío que había dejado con su repentina desaparición. Ace siguió el trayecto del remolino de polvo, escuchando la voz de Eren cada vez más lejos. El cuerpo de la rubia cayó lo suficientemente lejos de la pelea de Ace y Barbanegra, cubierta de polvo de pies a cabeza, su cuerpo aterrizó sobre la estructura de una casa de madera rompiendo todo a su paso.
Eren soltó un quejido, sintiendo su espalda crujir ante el repentino y violento aterrizaje, confundida llevó su mirada al remolino de aire disipándose frente a ella de el emergiendo una figura femenina sosteniendo una larga katana en su mano. La mujer de polvo tomó forma a los segundos, su oceánica y eléctrica azulada mirada puesta en Eren con mofa. La rubia conocía ese rostro de los recientes pósteres esparcidos por las Islas por la mujer que destruyó su propia aldea en un huracán, la más reciente adquisición de los Piratas de Barbanegra; Bonn Daiboru. Una antigua samurái nacida en Wano que pudo abandonar el cerrado país años atrás, mudándose a una quieta aldea de algodón cerca de las aguas de Tottoland, la mujer que acabó con la aldea en adquisición de su fruta del diablo.
Muchos decían que era un accidente, otros que la mujer lo había hecho a propósito, pero todos coincidían que lo que había hecho sacudió al mundo entero, poniéndola en el ojo del Gobierno Mundial.
──Darara, tenía que alejarte de ahí, el capitán se puso como loco──. la mujer de cabellos cortos se burló desde donde estaba, observando cómo halcón a la rubia poniéndose de pie dentro de las ruinas──. Perdón por el agitado viaje.
Eren se sacudió el polvo que la envolvía, su mandíbula tensa ante la intrusión de la mujer──. No tengo tiempo para los animales del circo, quiero acabar con el dueño.
La mujer de tatuajes de dragón extendió su enorme katana en un movimiento provocador, la media sonrisa en su rostro comenzaba a molestar las entrañas de Eren, quien a la lejanía podía escuchar la batalla entre Ace y Barbanegra, sin poder hacer nada gracias al contratiempo.
──¿Y quién dice que te dejaré ir tan fácil?──. Daiboru tanteó de nuevo, sus ojos azules brillando con reto──. Darara, Kōtori no nos advirtió que fueras una mocosa malagradecida.
El campo de batalla estaba cubierto con una fina capa de polvo, la rubia salió de donde aterrizó para quedar frente a frente en las vacías calles de la Isla, ambas se miraban con determinación. Eren no podía dejar solo a Ace en una batalla que ella lo había orillado, mucho menos por una mujer que no conocía, aunque sus tentaciones de pelea estaban haciendo ruido en su cabeza.
──Latigazo nebuloso*──. la adversaria de Eren comandó antes de que la rubia pudiera prepararse para la pelea.
Un rápido y sinuoso latigazo hecho de polvo cortó el aire frente a la pelinegra con precisión, alcanzando a Eren a la distancia, cortándole el abrigo de plumas y parte de su brazo derecho. Desorientándola por la rapidez de la técnica, Eren apenas pudo quejarse, gruñendo en lo bajo y solamente dignándose a ver la sangre escurrir de la herida infectada por el polvo.
Eren se movió a rápida velocidad encima de su atacante, lanzando rápidos ataques, creando ráfagas de viento que cortaban el polvo de Daiboru en el aire. Sin embargo, la antigua samurai de la katana y el control del polvo se movía con elegancia, cómo si fuera una con el aire que la rodeaba, desviando los ataques con movimientos precisos mientras aprovechaba de su polvo rodeándolas para ocultar sus movimientos.
Con un gesto de su mano, Daiboru levantó nubes densas a su alrededor, reduciendo la visibilidad y velocidad de su oponente. Eren se esforzaba por mantener su posición, usando su aguda visión para percibir el aura de la pirata a pesar de la densa nube de polvo que la cubría de su vista, usando la habilidad para anticipar los movimientos de Daiboru y esquivar todos sus ataques ocultos.
──¡Mind Claw!*──. Eren comandó entre la neblina de polvo que le impedía ver con claridad. Aprovechando de su técnica para provocarle dolor mental a su adversaria, escuchando un quejido frente a ella a pesar de no poder ver nada.
Eren aprovechó el dolor mental de la pirata para salir corriendo lejos de la nube densa de polvo que la envolvía y la mantenía ajena de la pelea entre Ace y Barbanegra a la distancia, alejándose a gran rapidez pero escuchando al cabo de los segundos los pasos rápidos y sigilosos de la pirata siguiéndola.
──¡Red de Aurora!*
Una telaraña resplandeciente hecha de polvo se formó de esquina a esquina frente a la rubia, haciéndola chocar de frente con la extraña técnica de su oponente, sintiendo su fuerza ser drenada de ella por su tacto a la casi invisible telaraña que la envolvía. Daiboru llegó detrás de ella, girándola bruscamente con una de sus manos y colocando su katana sobre su cuello.
──Darara, parece que la pequeña araña traidora se arrepintió de su decisión──. Daiboru se burló, presionando la filosa hoja de su arma en el pálido cuello de la rubia debajo de ella──. ¿Te enamoraste de Puño de Fuego en el camino? Adorable.
──On comand*──. Eren murmuró entre dientes, librándose de uno de sus guantes y usando su mano desnuda para tocar el brazo de su atacante en un rápido movimiento──. Quítame las manos de encima y lárgate junto a tu tripulación.
A pesar de su breve resistencia al comando, Daiboru obedeció la orden, alejándose con un ceño fruncido en su rostro ante las acciones de su cuerpo, unas que ella no controlaba. Eren se deshizo de la telaraña envolviéndola para seguir con su trayecto hasta donde la pelea llegaba a su punto final. Al llegar, Eren sintió su corazón caer en sus pies ante la vista, Ace de rodillas casi derrotado. Una destrucción de fuego y oscuridad a los alrededores de ambos piratas.
──La oscuridad es invencible, ni siquiera tú puedes con ella, pero no dejas de sorprenderme. ¡Ace, únete a mi tripulación!──. Barbanegra alardeaba victorioso, notando enseguida la tercera persona en la batalla, a comparación de Ace quien seguía sin notar la presencia de Eren.
──Si me doblego... ¿Que sentido tendría haber nacido hombre? Nunca haré algo de lo que me arrepienta después ¿te quedó claro?
──Vivir es lo único que importa... ¿no es así, Coyote D. Eren?──. Eren se tensó ante su mención, sintiendo la agotada mirada de Ace sobre ella junto con una ráfaga de oscuridad que la rodeó como un tentáculo pegajoso, llevándola a una rapidez inhumana hasta los brazos del infame pirata. Eren se doblegó, sintiendo los tentáculos apretarla fuertemente contra el pecho de Barbanegra──. Siento lástima por ti, Ace. ¿Quieres que te sorprenda más? ¿Por qué no le contamos lo que realmente haces aquí, Eren?
Eren se repugnó al sentir el aliento del pirata chocar contra la sensible piel de su cuello, forcejeando entre los tentáculos que le impedían cualquier movimiento. Ace delante de ellos, aún de rodillas, observaba a la rubia con confusión evidente en cada una de sus facciones, sintiendo la neblina de traición encima de él.
──¿Por qué no le dices lo que hiciste por tu libertad? Zehahaha──. Barbanegra volvió a burlarse, usando una de sus manos anilladas para alzar la barbilla de la desesperada rubia, obligándola a mantener contacto visual con el herido pelinegro a la lejanía.
Las lágrimas caían suavemente sobre sus mejillas, provocando una sensación de realización en el pelinegro ante las palabras del hombre y las acciones pasadas de la rubia hasta ese punto. Tenía sentido, pensó el pirata, pero en la parte más profunda de su corazón siempre lo supo. Pero su amor fue más rápido en cegarlo de las verdaderas intenciones de su amada.
Eren sintió el nudo en su garganta amenazar con privar las palabras que tanto quería decir, pero se obligó a hablar──. ¡Lo lamento, Ace! ¡Yo intenté—
──Eren...no te disculpes. Lo entiendo──. Ace la cortó antes de que pudiera seguir, a pesar de la traición siendo como un puñal frío en su corazón, le dio una sonrisa despreocupada a la destrozada rubia──. Te dije que... te dije que te fueras.
«No me importaría ser capturado si eso significa que tú obtengas tu libertad» las palabras de Ace resonaron en su cabeza una vez que Barbanegra extendió su oscuridad hasta el derrotado pelinegro, haciendo a Eren soltar un desgarrador grito anticipado ante las evidentes intenciones de su amado por darle lo que ella quería. Por lo que ella había iniciado todo desde un principio.
Un enorme escudo de fuego fue lo que detuvo el ataque de oscuridad caer sobre Ace con mortalidad, dándole la fuerza suficiente al pirata pelinegro para ponerse de pie. Barbanegra soltó el agarre que tenía sobre la rubia para invocar todo su poder, arrojándola a las ruinas cercanas a Ace, quien solamente dirigió su mirada rápidamente hasta donde ella cayó.
Eren se puso de rodillas intentando levantarse, pero la telaraña y la oscuridad habían drenado energías suficientes como para hacerla batallar incluso con una acción tan fácil. Con respiraciones entre cortadas y lágrimas aún en sus ojos, levantó su mirada a Ace, el pelinegro le dio una sonrisa con sus labios manchados de sangre carmesí, librándola de cualquier culpa.
──¡Te amo!──. Eren dijo antes de que sus palabras se quedarán atoradas en su garganta como era de costumbre.
Ace solamente le sonrió ampliamente, desviando su mirada para enfocarse en el ataque final.
──Lo sé.
Eso fue lo último que escuchó de su voz antes de que el choque de ambos poderes crearán una oleada de energía que noqueó a la rubia en segundos, dejándola tirada en el suelo inconsciente y completamente ajena a la derrota de Puño de Fuego en las manos de Barbanegra, impidiéndoles que se llevarán a su querido Ace para ser juzgado por sus crímenes.
Al pasar de las horas, un destello blanco fue lo primero que recibió de vuelta a la rubia una vez que su conciencia despertó de nuevo. El sonido aturdido de las secuelas de la pelea fue lo siguiente que sus sentidos le dijeron, junto con un punzante dolor en el pecho. Al recuperarse completamente, se levantó tambaleante del suelo, buscando desesperada con la mirada rastros de Ace por alguna parte pero no había nada. Solamente fuego y destitución.
No había nadie. Ni Ace, ni Barbanegra, ni Daiboru, ni ninguno de los subordinados del infame pirata. Absolutamente nadie. Con la desesperación cruda en su ser, comenzó a correr por los alrededores, gritando a los cuatro vientos el nombre de Ace en busca de cualquier señal de vida pero de nuevo, nada en respuesta. Las lágrimas bajaban por sí solas por sus mejillas hasta que lo que temía apareció en su campo de visión.
El único rastro que Ace había dejado detrás de él. Su sombrero característico y su collar yacían en el suelo de la pelea. Eren comenzó a sollozar más fuerte, cayendo de rodillas frente a los objetos, tomándolos en sus manos y abrazándolos con fuerza.
──¡Ace!
Eren era libre. ¿Pero de qué le servía? Si ella quería ser libre... junto a Ace.
FIN DEL PRIMER ACTO.
Segundo Acto, Próximamente....
No te preocupes, Sanji, fui yo escribiendo este capítulo 😭😭
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro