Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

vix. ¡El precio de la libertad! ⦂ El final del paraíso.

VIX. Capítulo Nueve, Saga Alabasta.
𓇼 🦚 🔥♡₊˚ 🕌・₊✧
tw: escena sexual +18.


📍Barco Big Top, Grand Line.

EL CONTACTO DE LOS LABIOS DE EREN SOBRE LOS DE ÉL fue como una explosión de emociones que lo dejó sin aliento. En ese instante mágico, todos sus sentidos se agudizaron, concentrándose únicamente en la suavidad de sus labios, en el sabor dulce y embriagador que compartían. Cada roce, cada suspiro compartido entre ellos, parecía transportarlo a un mundo aparte, donde solo existían ellos dos y el vínculo indisoluble que los unía.

Sus manos temblaban ligeramente mientras se aferraban con firmeza en su cintura, queriendo memorizar cada centímetro de su piel bajo sus dedos al sentir su blusa ligeramente levantarse por el estiramiento de la rubia para estar a la misma altura que él y poder besarlo mejor. En ese momento, Ace solamente podía pensar en la dicha abrumadora de tenerla cerca, de sentir el amor palpitar en cada latido de su corazón. Era como si el universo entero se hubiera alineado para concederle ese precioso momento de intimidad compartida.

Con cada beso, cada caricia, él se sumergía más profundamente en el abismo ardiente de su amor por ella, dejando que el mundo exterior se desvaneciera en comparación con la belleza pura y etérea de esa noche. Una noche que jamás olvidaría. Y en medio de ese beso apasionado, supo con absoluta certeza que nunca más dejaría escapar el amor que había encontrado en los brazos de Eren.

Esa noche cuando la madrugada cayó sobre el entusiasta festín, Ace y Eren partieron camino lejos del Big Top para seguir con su búsqueda, agradeciendo por la comida y el buen trato a los piratas de Buggy. El viaje hasta la Isla que Eren tenía en mente para que pudieran descansar era de máximo tres días, pero después de todo lo que había pasado entre ellos la noche anterior, lo último que quería era apresurar todo. En su mente, la duda sobre entregarlo era cada vez más grande.

Quizá, de alguna manera, podría salvarlo. ¿Dejaría su libertad así de fácil? ¿Solamente por un beso? Estaba en una encrucijada, atrapada en el deseo de salvar a Ace y el anhelo de libertad que palpitaba en lo más profundo de su ser. Estaba tan cerca de por fin ser libre... pero, luego de todo este tiempo, la venda que había puesto en sus ojos en Wano por fin se había caído.

Desde el momento en que ella y Ace cruzaron caminos de nuevo, sintió ese vínculo inexplicable con él, esa conexión que trascendía el tiempo y el espacio. Pero ahora, ese vínculo se había convertido en un impedimento, una cadena invisible que la ataba al destino que Ace podría tener en las manos de Barbanegra.

Cada fibra de su ser clamaba por salvarlo, por hacer todo lo posible para cambiar el curso de las cosas y irse lejos del abismo que se cernía sobre él cada que pensaba hacía donde lo llevaba. Había luchado con todas sus fuerzas, sacrificando su propia comodidad y seguridad en el proceso por esa libertad que Black le prometió. Pero a medida que el tiempo pasaba, se dio cuenta cada vez más de la futilidad de sus esfuerzos, de la inevitabilidad del destino que los esperaba.

A pesar de sus mejores intentos, no podía evitar sentirse culpable por su papel en todo esto. Sabía, en lo más profundo de su corazón, que sus acciones estaban guiando inconscientemente a Ace hacia un futuro incierto inevitable. Cada paso que daba hacia adelante, cada palabra de aliento que le ofrecía en su misión, solo lo acercaba más y más al abismo del que no tendría escapatoria. Quería romper las cadenas que la ataban a su destino entrelazado del de Ace, quería ser dueña de su propia vida y su propio destino, sin estar atada a las decisiones de otro.

Pero incluso mientras luchaba por encontrar una salida de esa situación, el amor que sentía por Ace seguía siendo una fuerza imparable, al igual que su fruta; era como un fuego expandiéndose para consumirlo todo y no dejar nada, un lazo que la mantenía atada a él incluso cuando anhelaba la libertad. Cada vez que lo miraba a los ojos, veía el reflejo de su propio dilema, de la elección imposible que tenía que enfrentar.

──La Isla se ve enorme──. Ace comentó de pie, manteniendo la vela del pequeño barco en movimiento para no perder el rumbo del viento. La rubia salió de sus pensamientos, girando su cabeza para poder ver la enorme Isla a tan solo unos metros de distancia.

¿Ya habían pasado tres días? Al parecer, en medio de su propia confusión y desesperación por salir de ese dilema, perdió el flujo del tiempo desde que dejaron el Big Top.

──Es porque la tierra se expande gracias a la jungla, dicen que crece sola, había una leyenda de que la Alcaldesa es una usuario y su fruta le da el poder de expandir la tierra──. Eren dijo, tratando de formar una conversación y alejar esos pensamientos de su mente.

Ace alzó una de sus cejas ante el dato, manteniendo su atención en el camino──. ¿Y es verdad? Si existe alguien así debe trabajar para el Gobierno, imagínate a un pirata con esos poderes, ya estuviera muerto.

Muerto. La palabra resonó más de lo debido en la mente de Eren, haciéndola quedarse callada con sus ojos claros como la miel puestos en el atardecer.

──¿Te sientes bien?──. Ace preguntó, extrañado por el comportamiento tan extraño que la rubia tenía desde que abandonaron el barco de Buggy──. Has estado muy callada.

──Es... es solamente la melancolía de regresar aquí.

Ace pareció comprar la respuesta y solamente le sonrió suavemente, mirándola de reojo unos segundos para después despegar su mirada y poder decidir donde zarpar sin estar tan cerca del puerto de la Isla.

📍Chō Island, Grand Line.
Dos semanas después...

Ace estaba sorprendido por la apariencia de la Isla una vez que zarparon en la cálida playa de la parte trasera del puerto, observando a la lejanía las casas y negocios armar una villa más grande de las que había visto antes. De cierta manera, la Isla le recordaba a Wano, en especial por todos los árboles de cerezo que adornaban la jungla llena de flores que rodeaba todo el perímetro de la Isla. El dulce aroma de las flores fue lo primero que los recibió a ambos, junto con los cientos de mariposas volando de un lado a otro en libertad.

──¿Y qué hacían Nico Robin y tú para sobrevivir aquí?──. Ace preguntó una vez que ambos bajaron del barco, entrelazando sin pensar una de sus manos con las de Eren para caminar juntos.

La acción tomó por sorpresa a la rubia, quien con una expresión incrédula miró sus manos entrelazadas, alzando sus ojos hasta el pirata pero él estaba más atento al camino. Luciendo completamente normal. ¿Por qué? ¿Que significaba el tener sus manos enlazadas y que se sintiera tan natural?

Eren se aclaró la garganta, enfocando su atención en el camino, tratando que su corazón se calmará ante el contacto──. Robin no podía hacer mucho porque era reconocida siempre, así que yo era la que se encargaba de llevar comida a la casa, solíamos cosechar fresas y yo salía a venderlas en el mercado local.

Ace la miró con sorpresa, su boca estaba abierta en una pequeña "o".

──¿Tú cosechabas fresas y las vendías? ¿En serio? ¿No bromeas?

──¿Por qué te sorprendes tanto? No es un trabajo difícil.

──Eres muy elegante, al parecer una princesa se me es difícil imaginarte trabajando en algo tan sucio como cosechar.

Eren soltó una carcajada que la sacudió por completo, llevándose su mano libre a la boca para cubrir el sonido. Ace frunció el ceño, una pequeña sonrisa dibujándose en su rostro ante la melodía que escuchó, pocas veces la había hecho reír en Wano pero jamás de esa manera. Era demasiado raro verla sonriendo, mucho más escuchar una risa como esas venir de la fría y calculadora Miss Dagger. Se había reído, por primera vez, en presencia del pirata.

Y si Ace pudiera enbotellar aquel sonido y embriagarse con el todas las noches, lo haría.

──Dices eso porque jamás has trabajado.

Ace soltó un sonido indignante, llevando su mano libre a su pecho para dramatizar──. ¡Lo digo porque pareces preferir morir antes que trabajar no por mí! Eres muy vanidosa ¿lo sabías?

Eren rodó los ojos con diversión. Desviándose del camino principal hacía la villa, tomando un sendero entre el enorme campo de lavandas que se desprendía del lugar poblado, formando un camino hasta una alta colina. La rubia guió a el pelinegro por el vasto campo de lavandas, alejándolo cada vez más de la Villa. Ace no cuestionó nada, hasta que una pequeña casa en las orillas del mar apareció en su campo visual, un campo de flores rodeándola y manteniéndola fuera de la vista de los demás. Un árbol de cerezo gigante era lo que tapaba a la pequeña casa de la vista de cualquiera, acorralándola casi a la orilla de la pequeña colina donde se encontraba situada.

──¡Wow! ¿Vivías aquí?──. Ace comentó sorprendido por la vista, ni siquiera en el Monte Colubo había visto tantos tipos de flores en un mismo lugar──. ¿Cómo es que nadie las buscó aquí?

Eren se encogió de hombros, soltando el agarre de Ace en su mano para poder adelantarse hasta la casa, extrañando la sensación apenas y soltó su mano. La rubia se hizo camino por el campo de flores, subiendo las escaleras de madera para subir al recibidor y abrir la puerta con sus poderes. Ace detrás de ella miraba sus alrededores con una sonrisa en su rostro, mirándola de reojo en cuanto se adentró al lugar, invitándolo.

──Necesitas comer algo para poder localizar a Barbanegra con tus poderes──. añadió el pirata una vez se adentró en el lugar, haciendo ruido con sus botas en el delicado piso de madera, sus ojos aprovechaban la invitación para mirar todo. A pesar de estar abandonada por fuera, la casa por dentro estaba perfectamente conservada──. ¿Ya has venido antes? Todo está muy... limpio.

──Algunas veces entre misiones──. le respondió desde la acogedora cocina, rebuscando en los estantes por comida──. No hay muchas cosas para comer... tendremos que improvisar.

Ace sonrió desde donde se encontraba, sus ojos oscuros mirando las fotos sobre la pared, había pocas de ellas. Seguramente Eren y Robin las habían quitado todas una vez que se fueron del lugar, las pocas que permanecían eran de Robin distraída; tomadas por Eren escondida en algún lugar, ya que la pelinegra parecía distraída en cada una de ellas. Otras pocas eran de la rubia, tomadas por ella misma mientras sonreía, Ace se preguntaba porque no se había llevado ninguna de esas.

Ace se distrajo por un momento, sus ojos se posaron en la ventana sin cortinas, observando la noche cada vez más presente en el cielo y junto a ella, nieve cayendo de las nubes.

──¿Está nevando? Cuando llegamos estaba el sol──. Ace comentó, su voz sonando más cerca que antes. Eren se giró unos segundos, despegando su atención de los huevos revueltos que estaba cocinando, observando al pelinegro sentarse en el pasamanos que adornaba la entrada de la cocina──. ¡Sabes cocinar!

──Claro que sé cocinar, Robin será muy inteligente pero no puede hervir un huevo para su buena suerte──. la rubia se burló, volviendo a enfocarse en la comida──. Suele nevar todas las noches, la Isla tiene un clima extraño por estar en la Grand Line, la nieve derretida por las mañanas ayuda a cosechar las cerezas y las fresas. Por eso la Isla importa a grandes lugares, incluso a los idiotas de los Dragones Celestiales.

Ace soltó una risa nasal──. ¿Es cierto lo que dicen? ¿Obtuviste tu recompensa por matar a dos Dragones Celestiales?

El tema hizo que la piel de Eren se erizará ante el recuerdo. La sangre, el fuego, Laverna y todo lo que tuvo que pasar trabajando para ella. Las humillaciones que los Dragones Celestiales le hacían, los comandos, sus manos sobre ella y sus ojos carnívoros devorándola. Era una niña, igual que las otras chicas que conoció ahí, igual que Carina. Eren tragó en seco, alejando sus pensamientos cuando el aceite caliente salpicó su mano enguantada.

──Sí, los maté──. dijo sin rodeos, haciendo a Ace asentir lentamente con su cabeza──. Pero lo hice para sobrevivir.

──No tienes que excusarte conmigo. Odio a los Dragones Celestiales igual que tú, no tengo razones personales para matarlos como tú las tenías pero sigo siendo un pirata. Sé lo que es matar.

Ante el silencio entre ellos, Ace bajó de un brinco silencioso de donde estaba, recostándose en la alacena a un costado de la rubia, con un puchero en sus labios y tratando de llamar su atención con pequeños picoteos en su brazo. Eren solamente soltó una risa, negando con la cabeza por su comportamiento.

──No era un tema que tenía en mente para sacar en nuestra primera cita.

Eren soltó una risa de nuevo, y aunque ya se estaba acostumbrando al sonido, no pudo evitar mirarla con una sonrisa tonta en su rostro. Mirándola y escuchándola reírse le daban ganas de ser el hombre más divertido del mundo si eso significaba ser el único que la hacía reír.

──¿Primera cita? Ace, lamento romper tu burbuja pero ya hemos hecho demasiadas cosas como para decir que esta es nuestra primera cita.

Ante el comentario, Ace alzó una de sus cejas, una sonrisa testaruda en sus pecosas facciones──. ¿Muchas cosas? Eren, lo que hicimos en Wano no se acerca ni de broma a las tantas cosas que quiero hacerte.

Eren se quedó completamente perpleja ante sus palabras. Claro, habían tenido sexo una sola vez dos años atrás, su primera vez con alguien para ser exacta. Pero una cosa era besarse, tomarse de las manos cómo si hacerlo fuera normal y natural para ellos dos, pero otra era coquetear de esta forma. Solamente la confundía más y su corazón, el que ya estaba latiendo como loco en su pecho, no podía soportar tanta confusión y preguntas que llenaban su cabeza como burbujas. Para Ace era normal, ella suponía, era atractivo y podía tener a cualquier chica a sus pies.

Una cosa de una sola noche era normal para tipos cómo él, aunque Eren sabía dentro de ella que no era de esa clase su cerebro estaba contaminando su mente con situaciones inexistentes para hacerla dudar. Se habían besado tres noches atrás, no debía significar nada, era obvio que no fue nada más que un beso casual. Ace estaba borracho, no completamente perdido en sus sentidos pero había alcohol en su sistema. No fue nada. No significó nada.

Mentirosa.

──No digas esas cosas──. Eren bufó, fingiendo indignación para cortarle cualquier inspiración extraña al pelinegro, quien solamente soltó una risa nasal pero con un ceño fruncido por la forma tan diferente en que Eren respondió. ¿La hizo sentir incómoda? Era lo último que quería──. Espero que te guste el chocolate caliente porque es lo único que hay de tomar.

Ace borró el ceño fruncido que pintaba su cara, una suave sonrisa formándose en su rostro, optando por ayudarla con los utensilios necesarios en lugar de hacer comentarios incómodos. Idiota, se reprimía así mismo en silencio, tomando dos tazas de la poca vajilla que había, mal interpretaste todo.

Estando sentados en la alfombra antigua frente a una chimenea apagada, Eren comía en silencio, su mente aún con las preguntas estúpidas flotando en su cerebro, distrayéndola. Ace por su parte tomaba largos sorbos de su chocolate, sus ojos oscuros observaban la nieve fuera del lugar y la jungla de flores que adornaban los alrededores.

──Es como estar en la jungla de nuevo.

Ante el sonido de su voz, Eren alzó su mirada para observar al pelinegro frente a ella. Ace dejó su taza de cerámica casera a un lado, usando uno de sus dedos para encender una pequeña llama sobre él y lanzarla hacía la chimenea para encenderla.

──Se me olvidaba que creciste viviendo en la jungla──. Eren comentó curiosa, atrayendo la atención del pirata a ella──. Aún no entiendo cómo pudiste vivir en un lugar tan horrendo.

Ante la mueca de asco en las dulces facciones de la rubia frente a sus ojos, Ace soltó una pequeña risa, inclinándose para atrás con ayuda de sus manos.

──No es tan malo. Tenía a mis hermanos y a Dadan, a Makino... era divertido.

Los ojos de la rubia se expandieron, captando con claridad las palabras de Ace.

──Espera... ¿hermanos? ¿En plural? ¿Tienes otro hermano además de Luffy?

Ace canteó su cabeza a un lado, sus cejas juntándose en confusión──. Ah... sí, no te he hablado de Sabo.

Eren negó con su cabeza, llevándose a la boca su taza de chocolate──. Sabo... no, nunca lo habías mencionado.

──Es mi hermano también, mayor que Luffy, tenemos la misma edad──. el brillo en sus ojos se disipó por unos segundos, haciendo a la rubia alejar la tasa de su boca para mirarlo bien──. Murió cuando éramos niños.

Ace sintió una cálida suavidad encima de una de sus manos, el contacto inmediatamente programando una sonrisa en su rostro, hasta que alzó sus orbes chocolatosos para encontrarse a Eren tomándole la mano.

──Lamento escuchar eso... debió ser difícil para ustedes.

──Lo fue, en especial para Luffy, es por eso que le hice esta promesa de no morir nunca.

Inmediatamente, la mano de Eren se retiró de la suya, haciéndolo confundirse aún más. ¿Había dicho algo malo? ¿Por qué Eren actuaba de esa manera desde Alabasta?

──Una promesa bastante engañosa ¿no crees?──. murmuró la rubia, sus ojos puestos en las brasas ardiendo en la chimenea──. Nadie sabe cuando morirá... en especial un pirata.

Ace se alzó de hombros──. Sí, lo sé, solamente quería hacerlo sentir mejor y hacerlo dejar de llorar. Además, ese tema... ese tema no es nuevo para mí.

Silencio. La rubia se quedó quieta unos leves segundos, las burbujas de preguntas invadiendo su mente reventándose ante las palabras del pelinegro, quedándose en blanco. ¿Lo había escuchado bien?

──¿La muerte?

──Me ha rodeado desde que nací... gracias a mi padre.

¿A Barbablanca? No, debía estar hablando de su padre biológico. Incluso conociéndose desde hace años, los dos nunca habían tenido una conversación de ese tema, realmente conocía poco del pirata.

──¿Tu padre biológico? Siempre me he preguntado porque tienes la "D" en tu nombre.

Ace la miró con peculiaridad──. Tu también la tienes. ¿Sabes que significa?

──No, mi hermana Robin siempre ha querido saber qué significa, yo nunca le he dado demasiada importancia──. confesó, alzando sus hombros──. Ni siquiera sé porque la tengo.

──Debe significar algo que solamente contadas personas la tengamos──. puntualizó el pirata, acabándose el contenido de su taza──. El anciano sabe lo que significa, aunque realmente no le he preguntado sobre eso, mi padre se lo confesó hace años.

Algo hizo clic en el cerebro de la rubia. Sus ojos lentamente dejaron las brasas de la chimenea para ver con extrañeza al pelinegro frente a ella.

──¿Tu padre? Pero... fue Gol D. Roger quien se lo dijo──. ante la expresión incrédula de Ace por sus palabras, la extrañeza en el rostro de Eren se transformó en sorpresa──. No... ¡¿Eres hijo de Gol D. Roger?!

Ace se quitó su sombrero para rascarse la cabeza ante la reacción. Era un poco lindo verla tan sorprendida, como si hubiera descubierto algo íntimo sobre su ídolo, pero Eren odiaba a los piratas. No había manera que fuera fan del difunto Rey de los Piratas.

──Ah, tampoco te había dicho eso ¿verdad?

──¡¿Eres hijo del Rey de los Piratas?!──. Eren exclamó con sorpresa, sus ojos brillando con una curiosidad desbordante hasta que observó con detalle la expresión de Ace, no era una de dicha, era más melancólica──. Supongo que no debió ser fácil para ti crecer y escuchar lo que la gente decía sobre tu padre.

Ace disimulo su expresión con una pobre sonrisa. Despegó sus ojos de la rubia para distraerse con las llamas de la chimenea, escuchando la nieve caer afuera y el viento chocar contra las ventanas cerradas.

──Con el tiempo lo superé. Estoy feliz con la vida que tengo ahora... ¿tú?

Eren imitó el gesto del pelinegro, ambos perdidos en las llamas para evitar mirarse a los ojos.

──Para alguien que no conoce la mitad de su vida ni su familia me es difícil saberlo, no me quejo de la vida que escogí, pero siempre he estado en una jaula.

Ace se acercó un poco más a ella, jugando con las plumas turquesas de su saco.

──Por eso ansias tu libertad.

El rostro de Eren se oscureció con una tristeza que Ace no había presenciado en ella desde el tiempo que llevaban conociéndose, sus ojos cristalinos miraban las llamas con atención, esperando que ninguna de esas lágrimas retenidas cayeran. Se sentía tan tonta teniendo a Ace junto a ella, sintiendo cosas por ella, sabiendo el destino que le esperaba una vez que encontrarán a Barbanegra. La tristeza se apoderó de ella, como un manto oscuro que envolvía su corazón cada que lo pensaba.

Saber que Ace estaba destinado a ser capturado gracias a sus propios intereses y ambiciones la hacían querer gritarle que se fuera. Hacerlo odiarla y que la viera como realmente era. Sabía que su destino estaba sellado por la traición que los rodeaba, eso la llenaba de un dolor profundo y desgarrador que no había sentido nunca. Cada pensamiento de él la llevaba a un abismo de desesperación, sintiendo el peso de la inevitable separación y la angustia de la traición que se cernía sobre ellos.

Su alma se desgarraba ante la idea de ser parte de esa tragedia, incapaz de evitar el dolor que se avecinaba como una tormenta de nieve inesperada y que apagaría para siempre esa llama entre ellos.

──No creo ser una buena persona, Ace──. susurró en lo bajo, el sonido de su voz siendo consumido por las brasas pero Ace la escuchó fuerte y claro──. No soy lo que—

──Eres una buena persona──. la interrumpió abruptamente. Una de sus manos encontrando el camino hasta la barbilla de ella para girarla con suavidad, haciéndola mirarlo a los ojos──. Lo supe desde que nos conocimos. Por eso te salvé de la Marina esa noche. Sé que no eres una mala persona, Eren.

Eren luchaba por contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Las palabras reconfortantes de Ace se aferraban a su corazón, pero la oscuridad de su destino pendía sobre ellos como una sombra implacable. A pesar del consuelo momentáneo, la certeza de su traición inminente la atormentaba. Sus ojos se desviaron hacía el suelo, incapaces de sostener la mirada de Ace por más tiempo. En ese momento, el peso de su carga parecía demasiado abrumador para soportarlo sola.

Eren inhaló profundamente, tratando de apartar los oscuros pensamientos que amenazaban consumirla. Con determinación, levantó la mirada hacia Ace, quien la miraba con preocupación y extrañeza, pero la rubia buscaba algo más en su mirada. Ace entendió la señal, acercándose lentamente hasta ella para acortar el espacio que los separaba.

──¿Tienes frío?──. murmuró, tratando de buscar una excusa para su repentina cercanía pero Eren no parecía molesta. La rubia solamente asintió, sus ojos ámbar puestos en los de él, Ace llevó sus cálidas manos hasta el rostro de Eren, acariciando con delicadeza sus mejillas.

──Se siente bien.

Ace le sonrió de forma burlona, cada vez acercándose más, aprovechando la pequeña brecha de distancia entre ellos para quitarle el abrigo emplumado de encima.

──Eso es porque eres fría──. bromeó, acariciando el hombro desnudo de la rubia como distracción. Para él o para ella, eso no lo sabía, pero la cálida piel de la rubia se sentía bien debajo de sus dedos.

──Con todos los demás quizá lo sea──. le respondió en un murmuro, esa respuesta fue suficiente para que Ace detuviera lo que hacía para mirarla a los ojos, iluminados con el fuego de la chimenea──. No contigo.

Eso dibujó una amplia sonrisa en el rostro, ahora sonrojado, del pirata. Ace, sin poder contener las ganas que tenía, se inclinó rápidamente hasta ella para robarle un beso. Alejándose horrorizado por lo que acababa de hacer, Eren soltó una pequeña sonrisa por la actitud infantil del pelinegro, imitando su acción para robarle un beso ella. Parecían dos tontos adolescentes enamorados y la sensación era lo mejor que Eren había sentido en mucho tiempo.

Ace tomó la oportunidad para volver a cerrar la distancia entre ellos, esta vez con un beso más perdurable, sus manos tomaron el rostro de la rubia con suavidad sin poder evitar acariciar su cabello mientras profundizaba el beso. Pero quizá estaba yendo muy rápido, aprovechándose de lo vulnerable que Eren se había mostrado con él, ante ese pensamiento se alejó. Tragando en seco al ver la decepción poco a poco iluminando a la confundida rubia frente a él.

──Tal vez deberíamos—

──No debes porque detenerte──. la voz de Eren salió en un susurro, en una súplica que hizo a Ace relamer sus labios con anticipación──. No te detengas.

Ace se movió más cerca, sus manos acariciando con ternura las mejillas sonrojadas de la rubia, depositando un casto beso en su nariz.

──Quiero que sepas que no solamente te quiero para esto.

Eren parpadeó aturdida, sus pensamientos apenas podían coordinarse en su cerebro, nublados por la neblina de deseo que cada vez se hacía más densa en ella.

──¿Y para que me quieres entonces?

──Para todo.

Ace va a tener mi corazón para siempre, pensó en esos momentos antes de sentir los dulces labios del pelinegro sobre los de ella, incluso si después de lo que se avecina yo nunca tendré el suyo.

La chimenea crepitaba suavemente en la penumbra de la sala, arrojando destellos de luz dorada sobre los rostros de ambos. Habían estado evitando este momento durante años desde la primera vez que se entregaron el uno al otro esa noche en Wano, pero la tensión de su reencuentro finalmente había alcanzado un punto de ebullición.

Ace la observaba con ojos llenos de anhelo, sintiendo el peso de sus propios sentimientos reflejados en cada mirada, en cada gesto. Para él, esa noche era más que un simple encuentro físico, era la culminación de años de deseo reprimido desde la primera vez que la tuvo entre sus brazos, desde ese beso robado para salvarla de la Marina, de esas semanas juntos en Wano, de todo ese amor no expresado por años.

Ella, por otro lado, en medio de ese torbellino en su mente de emociones encontradas esperaba ese momento para olvidarse del mundo en los brazos de Ace. Aunque su corazón rogaba la cercanía de él, aún luchaba para entender sus sentimientos. La confusión se reflejaba en sus ojos de miel mientras contemplaba la intensidad del deseo en los de él.

Silenciosamente, él se acercó a ella, sus movimientos cautelosos como si temiera romper el delicado equilibrio entre ellos. Con cada paso que daba, podía sentir el pulso de su corazón, el calor de su piel parecía atraerlo como imán. Sus miradas se encontraron en un silencio cargado de significado, ambos conscientes del momento trascendental que estaban a punto de compartir.

Sin una palabra, Ace extendió de nuevo una mano temblorosa para acariciar su mejilla con ternura, como si temiera que ella desapareciera si la tocaba demasiado fuerte. Eren cerró los ojos ante el contacto, dejando que la calidez del fuego de Ace la envolviera en una sensación reconfortante.

Fue en ese momento de quietud, con el crepitar del fuego como única banda sonora, que ella finalmente se dio cuenta de la profundidad de sentimientos que ambos habían estado guardando por mucho tiempo. Aunque su propio corazón aún estuviera envuelto en una neblina de indecisión, podía sentir la sinceridad y pureza en el toque del pirata.

Con un suspiro entrecortado, ella se inclinó hacia adelante, cerrando la distancia entre ellos en un gesto de entrega y vulnerabilidad. Sus labios se encontraron en un beso suave al principio, pero cargado de significado, uniendo sus almas en un momento de conexión íntima y profunda. En ese instante efímero, el tiempo se detuvo y todo lo demás se desvaneció en comparación con la intensidad compartida entre ambos.

Ace empujó el liso cabello de la rubia sobre su hombro para liberar y exponer su cuello, presionando ligeros besos a lo largo de la piel sensible. Un escalofrío placentero corrió por su columna vertebral, sintiendo las habilidosas manos del pirata despojarla de su blusa en un rápido movimiento, volviéndose impacientes por sentir su piel, su tacto cada vez más posesivo mientras desabrochaba su sujetador deslizándolo sobre su cuerpo sin apartar sus húmedos labios de la piel expuesta de su cuello. Sus besos bajaron hasta su hombro, la rubia sentía las manos de Ace explorar su torso desnudo, acariciando con suavidad sus pechos.

Cerró los ojos ante el cálido contacto, relajando su cuerpo completamente a él, en un movimiento rápido y demandante levantó su peso con su mano libre para hacerla sentarse en su regazo. No desperdició tiempo en llevar su mano libre hasta el borde de su falda, deslizándola sin cuidado por encima de ella, dándole una sonrisa victoriosa al verla igual de desesperada que él. Ace regresó a darle atención a su cuerpo, cubriendo la pálida piel con besos y marcas, su mano extendiendo sus piernas para jugar con la fábrica de su ropa interior. Acarició la delicada piel de sus pliegues íntimos de arriba a abajo, tentando, deleitado por los suaves sollozos que dejaban los labios de la rubia ante su falta de fricción.

La rubia envolvió su mano en el antebrazo del pelinegro, apretándolo suavemente en una súplica silenciosa que solo hizo la sonrisa del pelinegro crecer más.

──No sabía que eras tan impaciente.

Las largas uñas de la rubia arañaron su brazo en una súplica más demandante, pero no lo suficiente para hacerlo ceder.

──Tócame y cállate.

──Pero te estoy tocando, Eren. ¿Que pensarían los Barrocos si te vieran así por un pirata?

Eren luchó contra las ganas de darle una bofetada, sabía perfectamente a lo que se refería.

──No quieres ir por ese lado, Puño de Fuego, cállate y hazme tuya de una vez.

Ace sonrió una última vez, llevando sus dos dígitos dentro de su entrada, comenzando a acariciar su clitorís. La rubia soltó un gemido, ahogándolo en el cuello del pelinegro, Ace continuó con sus asaltos sin ninguna prisa, lo último que quería era apresurar las cosas de algo que solamente podía pasar una vez. Sus ministraciones eran lo suficiente para dejarla en un borde de desesperación, sosteniéndose del cuerpo de Ace como si su vida dependiera de ello. Sin esperar más, las manos de Eren buscaron la cremallera de los pantalones cortos del pelinegro, deshaciéndose de ellos y su ropa interior en un rápido movimiento.

Ace guió sus manos hasta las caderas de la rubia, moviéndolas hasta hundirse en su miembro en un calculado movimiento que hizo a ambos gemir al unísono. Eren continuó así hasta que las brasas de la chimenea se consumieron, sintiendo las manos de Ace recorrer cada espacio de su cuerpo, el momento cubriendo todos los rincones de su mente para no pensar en otra cosa más que en el placer que sentía. No quería pasar lo que pasaría a la mañana siguiente, o el día después, mucho menos cuando encontrarán a Barbanegra.

En lo único que quería pensar era en el ahora. Luego de eso, tendría todo el tiempo del mundo para tomar una decisión.

Una que lo decidiría todo.



No les di una escena más explícita PORQUE LE SUFRÍ ESCRIBIENDO ESO soy pésima escribiendo escenas sexuales porque estoy chiquita 🥺 (ya estoy en mis veinte) pero se trabajó y fue lo único que pude sacar de mi pobre cerebro exprimido.

Disfruten... mientras puedan 🥰

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro