viii. ¡Una llama que jamás se apagó! ⦂ ¿Un final feliz?
VII. Capítulo Ocho, Saga Alabasta.
𓇼 🦚 🔥♡₊˚ 🕌・₊✧
tw: sugestión de suicidio, escena breve +18 (explícita)
📍Desierto de Erumalu.
EREN DETESTABA LAS ÓRDENES Y LOS FAVORES desde que tenía memoria, o al menos desde que tuvo uso de razón, trabajando para Laverna años atrás era lo único que hacía. Favor tras favor, cumpliendo orden tras orden pensando que estaba haciendo lo mejor para mantenerse con vida, pagando una deuda que jamás debió. Y es lo que seguía haciendo, con Crocodile, con Mr 7 cuando estaba con vida, incluso con Black. Siempre era un peón, quizá estar tan lejos de la vida a la que estaba acostumbrada finalmente le estaba abriendo los ojos.
¿Era eso lo que la definía? ¿Ser una pieza en el tablero de otra persona pero jamás en el suyo? Era como si todos pudiera ver a través de ella para obtener lo que querían, manipulándola a su antojo, usando sus poderes siempre para los demás; una, dos, tres, millones de veces. ¿Y qué es lo que recibía a cambio? Nada. Sobrevivir. Por que en el mundo donde vivía ese era el requisito mínimo para tener una vida. Sobrevivir.
Sin embargo, las órdenes de Ace siempre eran benefactores para ella, por su bien, para mantenerla a salvo. ¿Que es lo que veía el pirata en ella para ser tan precavido con su seguridad? ¿Que más daba si le pasaba algo malo? Solamente eran aliados, Ace podría seguir su búsqueda de Barbanegra solo y le iría de igual manera. ¿Por qué se dignaba a salvarla? ¿A ponerla sobre él siempre?
Cuando recién lo conoció hace tres años en aquel bar de mala muerte, le molestó que la salvará cuando ella perfectamente podía escapar de la Marina sola, en Wano le irritó que arriesgará no solo su vida pero la de sus antiguos subordinados por ir a rescatarla, pero ahora, Eren no le molestaba que se preocupará por ella. En el fondo le gustaba tener a alguien que viera por ella y no quisiera nada a cambio.
Aunque no se lo merecía. Y Ace se daría cuenta de eso pronto.
──¿Te preocupa algo?──. la voz de Lotus se escuchó detrás de ella. Los demás habían seguido a Ace y a Luffy cuando desaparecieron, ellas siendo las únicas que se quedaron atrás para seguir su propio paso sin ninguna prisa──. He notado que tienes la misma expresión desde hace días.
Eren hizo lo mejor que pudo para tratar de cambiar sus facciones pero su ceño fruncido en pensamiento no parecía querer abandonar su rostro.
──¿Nunca has sentido que estás en una jaula de la que no puedes salir por más que intentes romperla?
Lotus la observó por unos segundos, sus profundos ojos carmesí parecían estar analizando cada uno de los movimientos de la rubia. ¿Ella también podía ver a través de ella? ¿Era tan transparente que incluso una desconocida podía deducirla con una mirada?
──¿Que no todo el mundo lo hace? La mayoría las ignoran pero eso solamente empeora todo──. Lotus le respondió al cabo de los segundos, caminando a la par suya, con sus ojos color sangre puestos en el sol del desierto──. En mi experiencia, solo quedan dos opciones útiles: o las destruyes o te destruyen. La elección es tuya.
Las palabras hacían eco en la mente de Eren. Torturándola con lo verdaderas que eran. Siempre había sido elección suya romper las paredes de la jaula de oro en la que ha estado atrapada durante años, no solo desde que decidió trabajar para Crocodile a petición de Black y Robin, tampoco por todo lo que pasó siendo una exclava sexual para los depravados clientes de Lavender que les gustaban usar sus poderes para complacerse, ni cuando los Dragones Celestiales la marcaron como su territorio. Sentía que esa jaula era una herencia.
Que la tenía en sus venas. ¿Siempre había sido una presa? ¿Su madre lo había sido? ¿Su abuela antes de ella? ¿Sus ancestros? Ella no sabía nada de eso, y esa era la peor prisión de todas, estar atrapada en un pasado que no conocía nada.
──¿Estar con nosotros te ha hecho cuestionar lo que haces, Miss Dagger?──. Lotus preguntó cautelosa, aunque su voz tenía ese tono juguetón sutil que Eren descubrió desde el principio. Observándola molestar al cocinero y ahora a ella.
──Sombrero de Paja es demasiado extraño──. murmuró Eren suavemente, observando al mencionado a la distancia. Como parecía brillar igual de intenso que el sol, como si fueran uno mismo; eso es lo que Monkey D. Luffy era. El sol──. Ya entiendo porque te le uniste.
Lotus dibujó una sonrisa perezosa en su rostro afilado, alzándose de hombros──. ¿Piensas unirte a nuestra tripulación? Porqué estoy segura haber escuchado a Luffy decir que te lo pediría de nuevo.
Eren negó con su cabeza. Luffy podría ser el sol para sus subordinados, sus amigos, los cuales eran como la tierra para él. Pero ella, era más como Venus. Si estaba demasiado tiempo con él podía arder y ser destruida. Pero no solo Luffy era como el Sol... Ace también lo era.
──Por la Madre Mar, prefiero ser comida por pájaros gigantes.
──Tienes deseos de morir bastante extraños──. se burló la pelinegra, dándole una palmada amistosa en el hombro para pasar por su lado y unirse a sus compañeros.
──¡Oi, cazadora insoportable!──. Zoro gritó en su dirección, el peliverde la buscó con la mirada hasta encontrarla siguiéndole de cerca los pasos a Lotus hasta llegar donde ellos. La rubia rodó los ojos ante el apodo, cruzándose de brazos esperando a que prosiguiera──. ¿Conoces a un tal Scorpion?
Eren hizo un mohín, rascándose la sien. Nunca había escuchado ese nombre antes──. ¿Por qué se supone que debo conocerlo?
──Es un cazarrecompensas──. Nami añadió.
Ace apareció a su lado, con una expresión de seriedad que no le había visto nunca, ni siquiera cuando recién lo conoció. El pelinegro frunció el ceño ante su respuesta, mirándola con algo que Eren no podía descifrar bien.
──Es el cazarrecompensas que buscó. Me dijiste que habías escuchado sobre él, el hombre que derrotó a Barbanegra en Yuba.
Genial, ahora tenía que seguir con esa mentira. Eren sabía perfectamente que nadie había derrotado a Barbanegra en Alabasta y que el infame pirata no se encontraba ahí. ¿Debía seguir con su plan? ¿Incluso después de las palabras de Lotus?
──Te dije que no es seguro que él haya derrotado a Barbanegra──. corrigió, cruzada de brazos y con su mirada puesta en los niños frente a ella. Mirándola con atención.
Ace le dio una mirada sospechosa, dejando a Eren con una amarga sensación. Estaba sospechando de ella desde la llamada de Crocodile, ya no podía seguir corriendo más riesgos, desde ahora no importaba cuánto tiempo le llevará la misión. No iba a cambiar su libertad por nada.
──¡Al fin te encontré, Puño de Fuego Ace! ¡Soy Scorpion, el héroe indomable! ¡Vine desde muy lejos para desafiarte!
Eren sintió a los niños anteriormente frente a ella esconderse en la piedra en la que estaba recostada, usando su abrigo de plumas para taparse los rostros, la rubia los miró confundida. ¿Si lo buscaban por qué se escondían?
──No seas estúpido... es el auténtico──. murmuró uno de ellos.
Eren se agachó detrás de ambos, acercándose para quedar a su altura──. ¿Acaso es su padre?
Los niños ahogaron un grito, levantando sus manos en los aires y despegando sus miradas atentas del combate que apenas se desarrollaba entre Ace y el cazarrecompensas.
──¡¿Cómo lo supo?!
Eren se alzó de hombros, alzando su mirada hasta el combate──. Puedo leer mentes, yo que ustedes haría algo para detenerlo, no es rival para Ace.
──¡Señorita, dígale a su novio que no lo mate!
Eren soltó un sonido de indignación, levantándose de donde estaba dramáticamente y observando al pelinegro de la pelea──. ¡No es mi novio, mocoso! ¡Si no quieres que lo mate entonces díganle ustedes!
Para su sorpresa, eso fue lo que ambos niños hicieron. Corriendo directamente a los brazos de su padre para tratar persuadirlo, después de una gran conmoción y de ser salvados por Ace, Scorpion entendió lo que tenía que hacer; no volver a dejar solos a sus pequeños y regresar con ellos a Badlands. El atardecer estaba pintando el cielo por encima de ellos y Eren tenía que tomar una decisión rápida.
──¿Te irás con él Miss-... Eren?──. Vivi llegó por detrás de ella, poniendo suavemente una de sus manos sobre el hombro de la pensativa rubia, llamando su atención. La cazarrecompensas se giró hasta la princesa, atenta a lo que tendría que decirle──. ¿Vas a dejar Los Barrocos?
Dejar Los Barrocos. Dejar a Crocodile. El pensamiento de hacerlo aún le era foráneo, imprevisto, disfrutó de su tiempo en la organización, sin duda alguna fue un cambio drástico a la vida doméstica que llevó con Robin durante tres años antes de que se unieran, unos días que extrañaba; cuando solamente eran ella, Robin, Black con sus visitas semanales y la vida normal que alguna vez pensó podía tener.
Aunque también recordaba que su ambición y el sueño de Robin fue lo que las alejó de esa vida. Pensando en ella, la verdadera pregunta y razón que la hacían cuestionar su decisión de seguir a Black surgió en su mente. ¿Robin estaba de acuerdo? No sabía si ella estaba al tanto del plan de Black, considerando que era como su padre y se confiaban todo, quería pensar que lo sabía. Eso le haría más fácil abandonar la vida que empezaron juntas.
──Ambos tenemos el mismo objetivo, somos aliados ahora, supongo que es traición a Crocodile──. Eren le respondió sin certeza──. Ya que estamos hablando a solas, quiero que sepas algo, princesa, mi intención nunca fue perjudicar a tu país. No... no disfruto dañando a las personas yo-
Vivi desvió sus ojos azulados a donde el pirata mantenía una conversación con Lotus en la lejanía, probablemente despidiéndose──. Sé que no eres como Crocodile, tranquila, no te guardo ningún rencor.
Aunque Eren no lo reconocería en voz alta, las palabras de la princesa le quitaron una carga de sus hombros que no se había dado cuenta sostenía, ella solamente le sonrió con entendimiento asintiéndole con su cabeza y desviando su completa atención a los Sombrero de Paja reuniéndose con Ace para la despedida. La rubia se quedó a un costado de ellos, observando la interacción brevemente, intrigada por la vivre card que Ace le entregó a su hermano.
Había visto muy pocos de esos trozos de papel, Black había sido quien le enseñó a cómo usarlos a ella y Robin hace años, y la única vez que usó una había sido con él. Perdida en sus pensamientos, la rubia apenas notó la presencia del espadachín de la tripulación delante de ella con sus brazos cruzados, una expresión estoica en su rostro como de costumbre pero sus ojos marrones brillando con curiosidad.
──Oi, cazadora insoportable──. le habló luego de segundos observándola, esperando a que la atención de Eren estuviera en él, en cuanto la mirada de la rubia se posó sobre él, una media sonrisa se dibujó en su rostro──. Ni creas que me he olvidado de nuestro duelo, la próxima vez que nos veamos, asegúrate de no salir corriendo como una cobarde.
Eren rodó los ojos, divertida por las palabras incoherentes del pirata, sus ojos ámbar brillaron como reto.
──La próxima vez me aseguraré de dejarte una marca más profunda──. la rubia tomó un paso adelante, llevando su mano enguantada a la aún reciente cicatriz debajo de la mandíbula del pirata, invisible ante cualquiera pero para ella imposible de no notar──. Muero por volvernos a enfrentar, Roronoa Zoro.
El peliverde soltó un bufido, alejándose del suave tacto de los guantes de la rubia con una expresión casi nerviosa pero con sus duras y impenetrables facciones le era imposible a Eren poder notar si lo estaba, pero el leve y casi imperceptible sonrojo en sus mejillas fue suficiente para hacer a la rubia irse con una sonrisa victoriosa. Alejándose del peliverde para acercarse a los demás y poder despedirse propiamente, alguien detrás de ella llamó su nombre, haciéndola detenerse.
Por encima de sus ojos, la rubia observó a Isuki acercarse a ella a paso dudoso, casi... nervioso. Del poco tiempo que llevaba conviviendo con el De Berry, nunca lo había visto nervioso de hacer algo o acercarse a ellas, al contrario; parecía que el mayor de los hermanos fuera su amigo más íntimo por la manera en que se dirigía a ella. De una manera tan íntima que la abrumaba. Porque ella se sentía de la misma forma, con pocas personas sentía la confianza que con Isuki.
──¡Eren! Quería darte esto──. Isuki habló una vez estando frente a ella, sosteniendo un pedazo de papel en sus manos, justo como Ace. ¿Era su vivre card? Eren alzó su mirada para cuestionarlo, el pelinegro se rascó su nuca sin saber qué más decir──. Por si alguna vez necesitas mi suerte para algo.
¿Estaba siendo amable con ella? Tampoco había visto esa faceta del pelinegro, con todos en la tripulación era mandón y engreído, incluso con Chopper. Con el único que lo había visto calmado y en confianza era con su capitán. ¿Por qué la trataba así? Siempre que la miraba había este extraño rello en sus ojos carmesí, no era la primera vez que Eren lo percibía, cada vez que Isuki creía que no estaba viendo, lo hacía. Y cada vez que la miraba de esa sentía que la conocía.
──Espero vernos pronto, Isuki.
Él le sonrió tímidamente, Eren sabía que quería decirle algo más pero el pelinegro solamente le dio una última mirada, dándose la vuelta para tomar dirección a donde Luffy estaba. Eren decidió hacer lo mismo pero antes de poder hacerlo, la segunda De Berry se acercó a ella de brazos cruzados y con una sonrisa.
──¿No pensabas despedirte de mí?──. habló la pelinegra de ojos rojos, una leve y rara sonrisa en su rostro afilado──. Y yo pensaba que éramos amigas.
Eren alzó una de sus cejas, imitando la pose de la pelinegra frente a ella──. ¿Lo somos? Sigo siendo una cazarrecompensas y tú una pirata.
──Lo somos──. le aseguró, esta vez con una sonrisa brillante en su rostro. Una bastante rara viniendo de una persona tan calculadora como ella──. No te vuelvas una extraña, Eren.
──Tampoco tú, Lotus.
Eren aprovechó el sonido de los niños y Scorpion llamando detrás de ellas para desaparecer en cuanto Lotus se giró a ver, al segundo la pelinegra volvió a mirar donde antiguamente estaba la rubia, sin encontrarse a nadie. Luffy por su parte, llegó hasta ellas con la intención de despedirse de la rubia pero no encontró a nadie.
El silencio que se había formado entre ella y Ace durante su regreso en el desierto le resultaba desconcertante. El pirata caminaba con sus oscuros ojos puestos en el camino, una fina línea en sus labios, dándole la espalda a la rubia caminando sigilosamente detrás de él. Incluso llegó a preguntarse si sabía que lo estaba siguiendo, pero con las pocas constantes miradas discretas que Ace le daba por encima de su hombro, sabía que notaba su presencia.
Simplemente la estaba ignorando. Si una cosa odiaba Eren era ser ignorada, aunque en esos momentos se mordía la lengua por no explotar, echaría todo el plan a la basura y estaba segura que el pelinegro solamente estaba poniéndola a prueba de una manera extraña. Desconfiaba de ella y eso ya lo tenía claro. La rubia dio un soplido audible, empezando a caminar a zancadas hasta donde Ace había avanzado, dispuesta a poner las cartas sobre la mesa hasta que el sonido de su den den mushi debajo de las plumas turquesas de su abrigo la detuvo en seco.
El caracol tomó forma de Crocodile rápidamente, atrayendo la mirada del pelinegro pasos delante de ella. Ace alzó una de sus cejas, deteniendo sus pasos y dándose la vuelta para ver a Eren fijamente por primera vez desde que se separaron de los demás.
──¿No responderás?
"En mi opinión tienes dos opciones: las destruyes o te destruyen. La opción es tuya"
3 años atrás...
Eren recuerda demasiado bien la primera vez que usó sus poderes para Crocodile, una de las peleas usuales en Rain Dinners se había salido de control con un cliente problemático, Crocodile estaba ocupado con su investigación sobre Plutón; como siempre. ¿Y que recurso tenía a su alcance en momentos como esos? Uno que había estado puliendo, preparando con pequeñas misiones, con regalos y afecto. Uno que tenía en la palma de su mano que sabía, dentro de él, era igual de poderoso que cualquier arma del gobierno.
Eren fue el recurso que usó esa noche. Mandándola directamente al ojo de la pelea, con tan solo un toque de sus manos detuvo los gritos y las quejas del hombre, las palabras murieron en su garganta en cuanto el comando de Eren dejó la suya, haciéndolo acabar con su vida con su propia arma en frente de todos los demás invitados, horrorizados todos gritaron y la miraron como lo que ella se sintió; un monstruo.
"¿Qué fue lo que le hizo? ¿Cómo lo hizo? ¡Es una usuario de fruta del diablo! ¡Un monstruo!"
Eren salió a pasos apresurados del lugar, volviendo al refugio en las sombras de la oficina de Crocodile, agachada detrás del estanque de los bananawanis, sus lágrimas ahogadas en pequeños sollozos hasta que los ruidosos pasos de Crocodile acercándose la hicieron levantar sus llorosos ojos hacia el hombre.
──No llores──. Crocodile dijo, su voz calmada pero dominante, poniéndose a la altura de la rubia para verla directamente a los ojos──. Eres perfecta.
──¿Eren?──. la voz de Ace hizo que la rubia regresará al presente, parpadeando un par de veces y notando la corta distancia entre ambos. La fachada seria del pelinegro estaba completamente olvidada, sus ojos mirándola con preocupación──. ¿Estás bien? ¿No contestarás?
──No.
Ace no estaba seguro de a qué pregunta fue esa respuesta hasta que observó a la rubia dejar el den den mushi sobre la tierra, darle un último vistazo al aún caracol semejante a Crocodile esperando que ella contestará, Eren desvió la mirada al pasar de los segundos avanzando por un costado suyo sin decirle una sola palabra.
──¿Tienes idea de a dónde buscar?
La pregunta de Ace detrás de ella la hizo mirarlo sobre su hombro, regresándole lo que él había estado haciendo durante casi una hora, la rubia se encogió de hombros en silencio. Ace bufó dramáticamente pero no dijo nada, los dos podían jugar al mismo juego, había aplicado la ley del hielo con Luffy en su niñez y claramente podía hacerlo de nuevo. Pero por alguna razón era más fácil dejar de hablarle a su tonto hermanito que a la rubia caminando delante de él. ¿A qué se debía? Ace no lo sabía pero era molesto no poder enojarse con ella.
──¿No me hablarás?──. insistió el pelinegro de nuevo, alcanzando a la antigua cazarrecompensas y caminando a la par con ella──. Porque estar en silencio va a complicar nuestro plan.
Eren rodó los ojos con irritación, manteniendo sus filosos ojos ámbar en el camino──. ¿Te gusta iniciar el juego pero no terminarlo? Conozco un lugar en el que podemos pasar la noche, idear un plan y comenzar a buscar a Barbanegra.
──Entonces... ¿no tienes idea de dónde puede estar?
──No le tengo un rastreador──. balbuceó de mala gana──. Pero, supongo que puedo usar mis poderes para intentar detectar su aura en alguna parte pero necesito energías.
──¡Necesitas comida!──. Ace exclamó con energía, apresurando el paso una vez que llegaron donde antiguamente el Going Merry y su pequeño barco estaban──. No le robaré suministros a mi hermanito así que tendremos que buscar algún barco en el camino.
Eren le dio un vistazo al barco de los Sombrero de Paja, siguiéndole el paso a Ace hasta llegar a su pequeño barco. ¿En eso es en lo que viajarían hasta Banaro? La rubia solamente suspiró, no ganaría nada haciendo corajes innecesarios, solamente se subió al pedazo de madera; casi literalmente, y espero a qué Ace comenzará a remar.
──¿Quieres que saqueemos un barco?──. Eren preguntó con una de sus finas cejas alzadas──. Nunca lo he hecho.
──Siempre hay una primera vez para todo──. Ace respondió con optimismo, uno que hizo a Eren darle una mala mirada──. Sé que no quieres ser una pirata, y no te obligaré a hacerlo, pero si queremos comida es lo que debemos hacer. No soy de los que saquea aldeas.
──Ya lo sé──. respondió, vergonzosamente rápido. La rubia mantuvo su mirada en el mar porque sabía la tonta sonrisa autosuficiente de Ace en su rostro, es como si pudiera sentirla──. No sé por qué te sorprendes, ya sé qué tipo de pirata eres.
──¿Y aún así quieres cobrar mi recompensa?
La broma no salió como Ace esperaba. En lugar de algún comentario ingenioso y burlón por parte de la rubia, obtuvo silencio, las facciones de Eren cambiaron a unas conflictivas, con esa arruga en medio de sus cejas que Ace describía como "ella pensando profundamente".
──No digas tonterías──. fue lo único que le respondió, en un tono que dio a entender que ya no quería hablar más.
📍Barco Big Top, Grand Line.
Eren perdió la cuenta de las horas que habían pasado desde que abandonaron el desierto de Alabasta, un silencio cómodo se formó entre los dos durante el viaje, mientras Ace era el encargado de navegar el pequeño barco Eren se dió la tarea de vigilar en busca del primer barco pirata que estuviera en su camino. Aunque la rubia, aún agotada de la travesía en Erumalu, cayó dormida al cabo de las horas despertando cuando Ace comenzó a sacudir su hombro.
──¡Un barco! Al fin, me estoy muriendo de hambre──. Ace le comentó, alejándose de ella para poder preparar el barco para zarpar cerca.
Los ojos somnolientos de Eren no notaron el Jelly Roger de las negras banderas y simplemente ignoró hacerlo, su estomago rugía y lo último que le importaba era saber de que barco se trataba. Ace al verla ya despierta y de pie no gastó tiempo, tomándola de su cintura para saltar de su pequeño barco hasta el enorme que tenían enfrente, estando ya en la proa del barco ajeno Eren se alejó indignada.
──¡La próxima vez que vayas a hacer algo así al menos avisa!──. le reprochó entre dientes, acomodando su ropa y su sombrero sobre su cabeza de mala gana. Ace soltó una carcajada, ignorando el hecho de que en cualquier momento los piratas a bordo podrían atacar.
──Y yo que pensaba que eras un encanto recién despertada.
Ace fue el primero en salir de su escondite, caminando libremente por la proa siendo ignorado por los piratas, un enorme festín exótico se estaba llevando a cabo, con aros de fuego, comida, música y personas de circo haciendo un show que Eren había visto pocas veces.
──¡No seas tan dura, Alvida!──. escuchó una voz desconocida decir, la rubia se acercó al festejo sigilosamente observando al pelinegro ya comiendo con los demás cómo si fuera uno de ellos──. ¡Por lo mientras diviértete con nosotros!
¿Alvida? ¿Acaso estaban en su barco? Eren lo hubiera reconocido, en su adolescencia en la Isla dónde ella y Robin vivieron un tiempo, frecuentemente observaba el barco de la temible pirata en el puerto, saqueando a las personas y vaciando todos los bares de la Isla. Además, su barco era reconocible, y en el que estaban era completamente distinto. ¿Que hacía ahí? Escuchó que su tripulación se disolvió cuando fue vencida por Luffy. ¿Era su nuevo barco?
──¿Luffy? ¿En serio? Si estan buscando a Luffy, yo te digo dónde está──. comentó Ace de la nada, haciendo a Eren darse una palmada en su frente desde donde se encontraba.
──¡Ya ves! Para que te precupas, este chico sabe dónde está──. el hombre de cabellos azules dijo animadamante, completamente distraído hasta que la realización le golpeó──. ¡¿Quién rayos eres tú?!
Dos hombres llegaron detrás de Eren, sosteniéndola de brazo en brazo para llevarla ante su capitán, la rubia ni siquiera puso resistencia ante el asalto y solamente se detuvo al llegar frente al capitán. Buggy. Había escuchado sobre él, no cosas buenas, antes de que Zoro matará a su compañero Mr 7, ambos habían planeado cobrar la recompensa del payaso y su tripulación.
Claramente sus planes habían tomado un rumbo diferente.
──¡Capitán, encontramos a esta hermosa mujer!
¿Por qué le hacían cumplidos cuando la entregaban? La rubia hizo una mueca, dejando sus ojos en el hombre frente a ella, Buggy alzó una de sus cejas en su dirección en cuanto Ace terminó de disculparse en nombre de ambos.
──¿Acaso se están burlando de mí?
──¡Capitán!──. uno de sus hombres intervino, mirando a ambos extraños con ojos bien abiertos──. Él es... es el Puño de Fuego. ¡Portgas D. Ace! ¡Es el comandante de la Segunda División de Barbablanca Y... y ella, es la asesina de Dragones Celestiales... ¡Peacock!
¿Asesina de Dragones Celestiales? Ese título era nuevo, no lo había escuchado antes, le gustaba.
──¡¿Barbablanca?! ¡¿Asesina de Dragones Celestiales?!
Ace tomó asiento nuevamente dónde anteriormente se encontraba, retomando su comida. La rubia se zafó del agarre sobre ella, pasando por un costado del capitán para sentarse en el fino sillón donde Alvida estaba, quién solamente le dió una sonrisa descarada.
──¿Conocen al anciano? Que buen—
──¡Se durmió!
Eren miró de reojo al pelinegro dormido, rodando los ojos y quitándole la atención de encima para tomar uno de los cócteles que Alvida le ofreció, una sonrisa tentadora en su rostro y sus ojos esmeralda brillando con curiosidad.
──¿Como terminaste aliándote con Puño de Fuego, Miss Dagger?──. preguntó la pelinegra con genuina curiosidad, dándole un sorbo al cóctel adornando su mano.
──Puedo preguntarte lo mismo con el payaso──. le respondió, mirando de reojo al capitán del barco manteniendo una conversación agitada con uno de sus subornidados──. Aún estoy pensando en sí usar mis poderes para hacerlos hundir su propio barco y huir con Ace o no.
──Debes conocer la historia de Barbablanca demasiado bien cómo para huir con Puño de Fuego sin hacerle un rasguño──. Alvida soltó una risa nasal, ladeando su cabeza para observarla bien──. ¿O tienes una cosa por piratas?
──Por pelinegros de hecho.
Buggy a un costado de ellas hizo una mueca de asco, mirándolas de mala manera y sentándose en medio de ellas, sus ojos azules observando a la rubia.
──¿Dónde está tu compañero?──. Buggy preguntó con curiosidad, sus orbes azulados mirándola fijamente, un brillo raro en ellos que tuvo cuestionando a Eren la pregunta──. ¿No se supone que siempre andan juntos?
Eren compartió una mirada extrañada con la pelinegra sentada detrás del payaso, alzando una de sus finas rubias cejas en dirección a Buggy.
──¿Conoces a Cloack, Buggy?
Un millon de vidas se reflejaron en los ojos oceánicos del peliazul frente a ella, una ola de seriedad en sus facciones con un contorno de tristeza casi invisible en ellas, Buggy unicamente soltó un bufido ante la pregunta cómo si la respuesta fuera obvia, el capitán del Big Top se levantó de donde estaba para unirse a los demás en el colorido festejo antes de que Eren le pudiera responder. La rara interacción dejó a la rubia pensando... ¿Black y Buggy se conocían? ¿Por qué había reaccionado de esa manera?
Eren dejó que la incógnita desapareciera en su mente tratando de disfrutar de la inesperada buena bienvenida de los piratas a ambos. Intentó mantener una charla con Alvida, ya que era la única mujer cerca, mientras los demás seguían sus salvajes festejos pero no pudo. La incertidumbre de lo que pasaría después de que se fueran era demasiado para su mente, con una vaga excusa la rubia dejó a Alvida luego de horas charlando, llegando a la parte alejada de la proa del barco y el festín en cuanto el cielo se pintó de colores nocturnos.
El sonido de unas botas chocando con el suelo de madera detrás de ella sonó a los pocos minutos de su soledad alejada de los demás, ni siquiera tuvo que girarse para saber que un borracho Ace se acercaba a ella con una sonrisa energética en su rostro y una botella de sake casi vacía en una de sus manos.
──¡Vamos, Eren! Relájate un poco──. Ace anunció su llegada con la típica sonrisa que parecía nunca dejar su pecoso rostro──. Buggy es un tipo agradable.
Eren frunció el ceño en cuanto se giró, cruzada de brazos observando lo casi borracho que Ace ya se encontraba.
──Es un payaso, claramente es agradable.
Ace soltó una carcajada ruidosa, provocando una sonrisa suave en los labios resecos de la rubia.
──¡Amo tu sentido del humor!──. dijo entre risas, el efecto de todo el alcohol que bebió haciendo efecto, pero a pesar de todas las botellas de sake que llevaba en la noche, realmente no estaba completamente borracho, solo feliz──. ¿Vas a fingir que no recuerdas las fiestas a las que asistíamos en Wano junto a Deuce?
Eren se alzó de hombros sin darle importancia──. No recuerdo mucho eso.
──Sé que sí, al menos... yo sí recuerdo todo muy bien.
La rubia desvió la mirada en cuanto los ojos oscuros de Ace brillaron de una manera extraña, una que despertó aquella sensación abrumadora que sintió en Wano todos esos años atrás.
──Me alegra que tengas buena memoria──. dijo ella, girándose y acercándose a la vandilla del barco, recargando sus codos del borde para observar el vasto mar──. Yo no la tengo.
──Eso me recuerda... desde que nos conocimos, me dijiste que no recordabas nada de tu pasado──. Ace la siguió de cerca, llegando a un costado de ella, recargando su espalda de la barandilla para observarla a los ojos──. ¿Sigues sin hacerlo? ¿Incluso ahora aue han pasado años desde que me dijiste?
Eren soltó un suspiro melancólico, sus ojos ámbar perdidos en la profundidad del mar y la noche, siendo un framo perfecto para la imagen mental que Ace guardaría con él cuando se separarán de nuevo.
──Recuerdo pequeñas cosas; lo que me gustaba, algunas voces lejanas, y... hat este recuerdo que parece una pesadilla. Fue dónde me hice esta cicatriz──. Eren ladeó su cabeza lo suficiente para dejar ver la cicatriz atravesando su clavícula y parte de su cuello──. Recuerdo a una mujer sacándome de un castillo y todo alrededor estaba en llamas y dolor.
Ace abrió su boca en sorpresa, la botella vacía en sus manos completamente olvidada──. ¿Eres una princesa?
──No lo creo, aunque es el sueño para cualquier niña solitaria──. Eren respondió firmemente──. Si fuera una princesa... ¿No crees que mis padres ya hubieran mandado a alguien por mí?
──Quizá lo hicieron y no te han encontrado.
Eren sonrió ante el positivismo de Ace, encontrándolo adorable y fuera de lugar──. Soy una criminal buscada por el Gobierno Mundial desde los trece años, si quisieran... ya me hubieran encontrado, les sería más fácil hacerlo, con todos mis carteles de recompensa pegados en las Islas... si lo hicieran, me buscarían únicamente viva.
Ace resopló en disgusto, atrayendo la mirada de Eren hacía él, el pirata de pecas mantenía un ceño fruncido en su rostro, lucía casi molesto.
──Entonces son unos idiotas por no buscarte──. sentenció con seriedad──. Si yo fuera ellos te buscaría en todos los rincones del mundo y más allá.
Eren se quedó perpleja ante las palabras, no se las esperaba para nada, mucho menos en una situación en la que ya se encontraba entre la espada y la pared. El pelinegro sonrió para sí mismo, luciendo apenado por sus palabras, un leve sonrojo pintando su rostro.
──Aunque eso ya lo hice, es lo que estuve haciendo todo este tiempo.
Eren parpadeó confundida, alejando su mirada de la vista frente a ellos para verlo a él──. ¿A qué te refieres?
──Desde que nos separamos en Wano, esperaba que vinieras por mí para conrar mi recompensa cómo lo dijiste.
Con cada palabra del pirata, el corazón de Eren parpadeaba como una estrella tomando brillo en la noche, esa carga en su pecho que sintió en Wano por primera vez apareciendo de nuevo.
──¿Por qué? ¿Acaso estás loco? Te hubiera matado.
No, no lo hubiera hecho. Y para esas alturas, Ace lo sabía. Las facciones de Ace se tornaron suaves, frágiles, sus ojos tomaron un brillo de tristeza por adelantado antes de que sus palabras abandonarán su boca.
──¿No querías verme?──. preguntó en un murmuro, uno tan suave como la brisa de la noche que pegaba en sus rostros──. ¿Ni siquiera un poco?
Eren sintió la urgencia de tomarlo de sus mejillas para que pudiera verla, realmente verla, cómo ella quería que la viera. ¿Que es lo que Ace veía en ella? ¿Que extraña versión tenía él de ella en su cabeza para hacerlo confesar tales cosas? Aún sintiendo que no era digna de ser querida, mucho menos por alguien tan brillante como el mismo sol cómo lo era Ace, la rubia se sentía halagada.
No sabía como llamar a lo que pasaba entre los dos, pero le gustaba. La hacía sentir tonta, frágil, algo menos del tipo de monstruo que siempre pensó que era.
──¿Quieres que te diga la verdad, Ace? Cada vez que salía a una misión por mi cuenta, llevaba tu vivre card conmigo, esperando encontrarte ahí por coincidencia... pero nunca pasó así que deje de llevarla y la escondí──. confesó rápidamente, provocando que los ojos marrones de Ace se expandieran en sorpresa──. Así Crocodile no la vería y no podría cobrar tu recompensa él mismo.
Ace se sintió abrumado por una mezcla de emociones que lo dejaron aturdido. Para alguien que siempre pensó no merecer la vida que se le brindó, la confesión de ella le llegó como una dulce melodía en medio de un silencio incómodo. Su corazón comenzó a latir más fuerte de lo que había latido en su compañía, incapaz de procesar completamente lo que acababa de escuchar. ¿Estaba confesando que sentía lo mismo que él? ¿O era una tortuosa broma del alcohol en su sistema?
Por un lado se sentía eufórico al saber que ella probablemente sentía lo mismo, pero por otro, una ola de confusión lo invadió. ¿Que significaba eso para su acuerdo? ¿Y cómo cambiaría todo ahora que las cartas estaban sobre la mesa? Sus pensamientos se convirtieron en un torbellino mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para responder, todo mientras su corazón seguía dando vueltas en su pecho. Cómo una llama en la hoguera.
──¿Te preocupas por mi?──. fue la única sentencia que su boca pudo formar.
──Eres un idiota para no darte cuenta que me preocupo por ti──. Eren dijo en un murmuro, las palabras que tanto quería decir aruñando su garganta para salir pero se quedó callada──. Estando conmigo sigues en peligro.
Ace sintió una desesperacion apoderarse de él al ver los intentos de Eren de erigir una barrera entre ellos, a pesar de que sus corazones latían al unísono en el silencio de la noche. Cada intento de ella de distanciarse, era como un puñal clavado en su pecho. Se sentía impotente ante la idea de perderla, de nuevo, sabiendo que el amor que compartían era real y no solo una fantasía que imaginó en sus noches juntos en Wano. Cada momento que habían pasado alejados fue una tortura, una agonía que lo consumía lentamente desde adentro.
A pesar de sus esfuerzos, sigilosos y indirectos, por convencerla de que juntos podrían supersr cualquier obstáculo, veía cómo ella se aferraba a sus miedos, construyendo muros entre ellos que parecían insuperables. La desesperación lo envolvió mientras luchaba por mantener viva la chispa del amor que ardía dentro de él, mientras el abismo entre ellos parecía ampliarse cada vez más.
──¿Por qué sigues insistiendo en poner una barrera entre nosotros?──. Ace exasperó, las luchas internas que tanto había estado guardando por fin saliendo a flote──, no eres una cazarrecompensas, podemos—
──Pero no soy libre todavía──. lo interrumpió brevemente, sus ojos brillando con duda──. Crocodile aún podría mandar a los Barrocos para capturarme, y de paso a ti también, no voy a arriesgarnos a los dos bajando la guardia contigo.
──No me importaría ser capturado si eso significa que tú tengas tu libertad──. Ace dijo de repente, alejándose de la barandilla de madera para quedar frente a la rubia, mirándola fijamente a los ojos, tomando ambas de sus manos sobre las de él──. Además, sé cuidarme solo.
En medio de la confesión, mientras las palabras de Acd llenaban la oscura noche con una delicada sinceridad, ella notó por primera vez cómo él la observaba con una intensidad cautivadora. Cómo si ella fuera el fuego que lo mantenía cálido en una noche fría. Cada palabra que salía de sus labios resonaba en su pecho, pero al mismo tiempo, podía sentir la tensión palpable en el aire mientras él luchaba por contener sus propios sentimientos. Sin embargo, algo en su mirada la hizo detenerse y mirarlo más de cerca.
En ese momento, vio más allá de las barreras que había construido desde la primera vez que sus labios rozaron los de él, más allá de sus propios miedos. Vio el amor genuino y la vulnerabilidad en sus ojos marrones, y supo que él también luchaba contra la tormenta de emociones que los envolvía a ambos desde el primer momento. Con cada palabra que pronunciaba, cada gesto de cariño que le ofrecía, ella sintió cómo se derrumbaban las paredes que había levantado para protegerse.
Fue entonces cuando se dió cuenta de que no podía seguir resistiéndose al amor que sentía por él. Y que no debía, sabiendo el destino que les esperaba una vez que dejarán el barco. En un instante de claridad abrumante, dejó caer todas las barreras que la separaban de él por una noche. ¿No estaba mal? ¿No debería detener todo antes de que fuera tarde?
──Pero—
Con el corazón latiendo con fuerza en su pecho y la respiración entrecortada, Ace se acercó lentamente hacía ella, sus ojos reflejaban la intensidad de sus emociones. Cada paso que daba hacia adelante era un acto de rendición, un símbolo de deseo ardiente de unir sus labios con los de ella. Sin embargo, justo cuando sus labios estaban a punto de tocarse, una oleada de incertidumbre lo detuvo en seco.
──No hay nadie aquí que nos ponga en peligro, Eren, así que...──. Ace acercó el rostro de la rubia tomándola delicadamente de su barbilla, acariciando suavemente sus narices en un beso, murmurando sobre sus labios──. ¿Vas a seguir hablando o ya puedo besarte?
Sus ojos buscaron los de ella en busca de alguna señal, algun indicio de que estaban en la misma sintonía. Temía que su deseo fuera demasiado, que sus sentimientos fueran abrumadores y confusos para ella. En ese momento de vulnerabilidad, con el aliento contenido, luchando consigo mismo y sus propias dudas. A pesar de la tentación de dejarse llevar por el impulso del momento, sabía que tení aue asegurarse de que ella estuviera lista, de que ese paso adelante fuera mutuamente deseado.
Con un gesto suave, detuvo su avance, sus ojos buscando los de ella en silenciosa súplica, esperando encontrar la confirmación que necesitaba antes de cruzar esa línea final hacía el abrazo de sus labios.
Sintiendo la tensión en el aire y la pausa en su avance, Eren captó la mirada inquisitiva y vulnerable en los ojos marrones del pirata. En ese momento de conexión profunda, comprendió que él estaba esperando su señal, su confirmación de que estaban en el mismo camino emocional.
──¿Por qué no mejor te beso yo?
Ace esperó impaciente, dejándola ser ella quién diera el paso que él tanto ansiaba. Con un suave suspiro, la rubia dejó que sus inhibiciones se desvanecieran, permitiendo que su corazón guiara su mano. Con determinación temblorosa, extendió la mano y colocó suavemente sus dedos en la mejilla pecosa del pelinegro, acariciando la piel cálida con ternura. Una que casi hizo el corazón de Ace estallar en su pecho. El contacto fue eléctrico, pudo ver la sorpresa y esperanza brillar en los ojos del pelinegro frente a ella.
Entonces, con un movimiento decidido, pero delicado, Eren cerró la distancia entre ellos y se inclinó para encontrarse con sus labios en un beso lleno de pasión y dulzura. En un acto de entrega, de aceptación total de los sentimientos que compartían, uniendo sus almas en un momento de pura conexión. En ese beso, Eren encontró las respuestas a todas sus preguntas, la confirmación de que quizá estaban destinados a estar juntos.
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