9. La Tropa 35#.
Melanie estaba tan feliz de estar en esa nueva casa que Dean creía que debió haberse mudado ahí mucho antes. La castaña interactuaba mucho con Renee, y parecía que ya le había agarrado cariño. Tanto que se la pasaban viendo televisión juntas y ayudaba a Renee a preparar el almuerzo. Incluso se había escapado al jardín en un par de ocasiones.
Y aunque Mahal y Renee, inclusive Roman, había tenido la oportunidad de tener una interacción bastante agradable con su pequeña hermano, ese no había sido el caso de Dean, el cual siempre que trataba de hablar con ella, Melanie simplemente lo ignoraba o trataba de huir de el. Y aunque eso estaba haciendo que Dean decayera incluso cada día un poco mas, Renee le había asegurado que era completamente normal.
—Huye de ti porque le traes malos recuerdos. —Dean la miro confundido, a lo que la rubia rodó los ojos.— Su mente bloquea los recuerdos que tiene de ti después del altercado con tu madre. Es completamente normal. Es decir, su cerebro esta empezando a sanar y a tratar de mejorar pero cuando ella te mira, recuerda aquello que quiere olvidar. Tu la haces entrar de nuevo en shock.
—O sea que yo... ¿Soy el culpable de todo?
Renee le miro con pena. Sabia lo duro que debía de ser para el toda esta situación. Renee se encontraba en la cocina con Dean, preparando el almuerzo y tratando de hacer calmar a un agitado castaño. Ella dejo de cocinar y se acerco a el. La suaves manos de Renee sostuvieron las mejillas de Dean entre sus manos, obligándolo a mirarla. Los ojos marrones de ella le miraron con cariño, tratando de reponerlo.
—No lo eres. El culpable es ese hijo de puta que asesino a tu madre. Tu protegiste a tu hermana y la salvaste y eres todo un héroe. Pero su mente esta en shock y todo lo que tenga que ver con ese día, va a hacer que ella recuerde todo y quiera alejarse de ti. —Le explico ella.— Pero tranquilo, yo no soy una experta en el tema tampoco. El psicólogo al que Roman los llevara hoy puede ayudarte mas que yo.
Dean asintió ante sus palabras y ella procedió a soltar su rostro. Dean se quedó callado por algunos minutos. Hasta que, un poco nervioso, trató de preguntarle algo a Renee.
—Uhm... ¿Renee?
— ¿Pasa algo?
— ¿Cómo es Roman normalmente contigo y con las personas a su alrededor?
Ella le miró por un momento, algo extrañada por su pregunta. La mirada café de la rubia dejó de estar sobre él para pasar de nuevo a lo que hacía haciendo en la cocina. Antes de que Dean pudiera arrepentirse de su pregunta y le dijera que no tenía que responder, ella habló: —Roman es un caballero.
Dean se sorprendió ante la respuesta. Normalmente todos le decían lo mismo. Tanto Chris como Lana y Renee se llenaban la boca hablando de lo increíblemente caballeroso que Roman era, pero Dean no podía ver en él lo que todos los demás veían.
— ¿Un caballero?
—Tal vez tengas una idea algo errónea de lo que es Roman. Porqué sí, es un amargado, un sarcástico y duro hombre, pero solo es su carcasa. Roman es mucho más que eso. Tal vez ahora no puedas ver lo que yo veo en él, tal vez estás tan cegado por tu indiferencia hacia él que no puedes ver verdaderamente quién es él. Pero tal vez solo debes tomarte un tiempo y ver un poco más allá... Lo que veas puede dejarte sin palabras.
Dean apretó un poco sus cejas entre sí, para después asentir un poco a lo que decía Renee. Antes de que pudiera agradecerle su ayuda, oyó unas fuertes pisadas. Salió de la cocina y vio a Mahal, el cual llevaba a su hermana sobre su espalda. Detrás de él venía Roman, esta vez iba vestido de manera diferente a lo que Dean estaba acostumbrado a verlo.
Estaba vestido con un traje tan blanco como la nieve, el cual estaba decorado con diversas medallas, probablemente por su trabajo en altar mar. Un sombrero estaba sobre su cabeza, el cual tenía una ancla de color dorada decorándolo. Y en su mano derecha, sostenía aquel bastón que era tan de él. Roman volteó a mirarlo.
— ¿Estás listo? Debemos irnos. —dijo él, siguiendo su camino detrás de Mahal.— Dijimos que estaríamos ahí para el medio día. Y la puntualidad es toda una virtud.
—Ahí voy, Roman.
Dean se despidió de Renee, para después seguir su camino al lado de Roman a la academia donde él había crecido para dedicarse a la Armada. Ahí había sido donde Roman se había dedicado a luchar por su país, además, donde había perdido cualquier rastro de humanidad en él, según le había contado Renee.
Renee y él habían tenido la oportunidad de hablar un montón. Una de las mil veces que se habían sentado a hablar sobre Roman, ella le había contado que el día que se conocieron, era el primer año de la rubia encargándose de curar a los militares para los que ella trabajaba. Y ese mismo conoció a un risueño y trabajador Roman en su primer año sirviendo al país. Se hicieron mejores amigos, al fin y al cabo, eran de los más nuevos ahí. Cada día, Renee veía como aquel brillo en la mirada grisácea de Roman se iba perdiendo. Y aquel fatídico día donde gran parte de su tropa había fallecido y él había perdido cualquier tipo de movilidad en su pierna, fue el día donde perdió a aquel Roman risueño y trabajador que alguna vez había conocido.
Roman había hecho hasta lo imposible por salvar a su tropa, pero no lo había logrado. Y eso, hasta el sol de hoy, lo sigue torturando.
Dean sospechó desde el día que descubrió todo eso que tal vez había criticado a Roman muy duramente. Pero no podía devolver el tiempo atrás, además, Roman no era del todo un santo. Pero merecía más respeto del que él le había ofrecido.
—Iremos a ver al psicólogo que me atendió a mí hace algunos años. Probablemente nos pida que esperemos afuera o que estés al lado de Melanie en todo el proceso. Dependerá de lo que le haya pasado a ella... y conociendo lo que ocurrió, no tengo idea de que pueda pasar. —Comenzó a decirle él. Dean asintió a todo lo que le dijo.— Dean... Todo saldrá bien, lo prometo. Yo tengo que hacer unos asuntos en la Academia, probablemente Nicole o alguna de las muchachas esté allá y podrá brindarte su compañía mientras no estoy.
—De acuerdo. —Murmuró él por lo bajo.
El viaje estuvo callado. Melanie simplemente miraba como los paisajes se iba mostrando rápidamente por la ventana, Roman mantenía un silencio sepulcral y Dean tenía un bullicio en su mente después de todo lo que le había dicho Renee. Mahal miraba periódicamente el espejo trasero, levemente extrañado de que Roman y Dean no estuvieran peleando como siempre. Ya se estaba acostumbrando.
Cuando llegaron a aquel lugar, Dean frunció su ceño. No era que esperara un lugar pintado de colores pasteles y repleto de felicidad, pero tampoco esperaba que se viera tan triste. De lo lejos se podía ver a un gran grupo de tropas practicando Orden Cerrado, al igual que otros entrenando por el fango y la mugre. Muchos otros corrían por todo el lugar y se oían pitazos y gritos a cada segundo. No era el lugar más agradable del mundo... pero seguía siendo mejor que aquella zona pobre de Ohio donde se había criado.
Y el lugar no parecía mejorar mientras más se adentraba a él. Todo era tan gris y tan oscuro que Dean no estaba sorprendido que Roman hubiese perdido todo su espíritu entre las paredes de este lugar. Dean sostenía la mano de Melanie y mientras más de adentraban a ese lugar más fuerte la sostenía. Inclusive se sorprendió a si mismo mirando el lugar completamente asustado mientras sostenía el brazo de Roman, el cual sonreía un poco ante el rostro de Dean.
—Te aseguro que este lugar no es tan horrible como parece, Dean. —dijo él.
—Parece un manicomio donde torturan a los pacientes.
—Solo está un poco descuidada. Cuando yo llegué acá... este lugar era todo un sueño. Recuerdo que tenía un poco menos de tu edad.
Dean sonrió levemente al comentario.
—Oh, sí. Se me había olvidado que eres un anciano.
Dean pensó por un momento que tal vez su comentario había estado fuera de lugar. Pero al ver la manera en la que él rió, hizo que sus mejillas se pintarán de rosa, al igual que sus piernas temblaron por un momento. Podía pasar toda una vida viendo a Roman reír.
—Pues, sí... ya estoy en mis cuarenta. Solo nos llevamos veinte años. Si te lo piensas un poco... no es tanto. —Murmuró él.— Aunque eso explicaría un poco porqué la gente nos mira raro cuando digo que eres mi pareja.
—Tal vez debiste elegir a alguien que fuera más adecuado para tu edad.
—Silencio, me haces sentir como un pederasta. —dijo él, haciendo que Dean sonriera un poco.—Hablando de eso, ehm... Mañana es tu día de paga.
—Uh, ya.
—Si quieres puedo acompañarte a sacar el dinero del banco y todo eso.
—Sí, sí... como tú quieras.
Antes de que alguno de ellos pudiera decir algo más, Dean sintió como Roman se tensaba repentinamente, al momento en que vio a ese hombre de alta estatura aparecer en el pasillo por donde ellos también circulaban. Dean mordió un poco su labio inferior al ver como Hunter sonreía a su dirección, y tal vez por eso, su acompañante estaba tan enojado.
—Oh, Roman. Que placer verte por aquí. —dijo él, con un tono levemente arrogante pero agradable.— Y veo que vienes con este guapo novio tuyo. Hola, Dean, ¿cómo estás? —Le preguntó el mayor al castaño, haciendo que Dean se tensara un poco.
No podía decir nada estúpido, si lo hacía, probablemente Roman se enojaría con él y ya estaba harto de hacerlo enojar.
—Estoy muy bien, gracias por preguntar. —Murmuró él, al mismo paso que veía como el hombre le brindaba una mirada de arriba abajo.
—Eso ya puedo verlo. —Dean se sonrojó por el comentario y sintió como Roman se tensaba un poco más, así que Dean apretó un poco más su agarre al brazo del moreno, tratando de calmarlo. Hunter soltó una risa ante esto.— Hola, pequeña. —Saludó él a Melanie, la cual simplemente le miró un poco asustada.— Bien, si me disculpan, iré con mi esposa. Ha sido un placer verlos, caballeros, al igual que a ti, preciosa.
Dean estaba un poco incómodo cuando Hunter se marchó. Y lo estuvo más cuando vio como la mandíbula de Roman se tensaba ante la ira. Dean se removió un poco y se acercó al cuello de Roman, depositando un leve beso.
—Hey... cálmate, ¿sí? No permitas que ese sujeto te haga pasar un mal rato.
Los ojos grises de Roman le miraron entonces, y al ver como su compañero parecía calmarse, Dean le sonrió.
***
—Dana... Pareces una maldita psicópata. ¿Podrías calmarte, por favor?
—Baron si no me vas a ayudar, te agradezco que guardes silencio.
Baron soltó un suspiro y se decidió a brindarle otra mirada al lugar en donde estaban. Era un lugar donde rentaban computadoras, además de estar completamente destruida por los constantes robos que este lugar debía sufrir. Desde que Baron le había dicho a Dana que había visto una sello de la armada en el traje que aquel hombre que se había llevado a Dean tenía en su chaleco, Dana había estado sentada en la misma computadora por al menos unas seis horas buscando a Roman por algún lado.
—No encuentro nada de ese desgraciado... —Murmuraba ella, mientras Baron miraba el lugar asustado de que en cualquier momento alguien les apuntara con una pistola. Baron brincó sobre sus zapatos al oír como Dana exclamaba de improvisto.— ¡Eureka! ¡Lo he encontrado!
Baron se acercó a ella, para leer a su lado lo que decía aquella página.
—Su nombre es Roman Reigns, tiene cuarenta años... Jum, no sabía que a Dean le gustaban los mayorcitos. —Murmuró él, haciendo que Dana le mirara con enojo.— Bueno, bueno, perdón... Sirvió a la Armada Americana hasta que sufrió una lesión en una misión con la tropa 35# en un buque de guerra. —Mumuró él.— Uh... ¿Por qué Dean se fijaría en un sujeto cómo él?
—No tengo idea. Pero lo voy a descubrir. —dijo Dana, mirando como aquella hoja con toda la información de Roman salía de la impresora.
***
Tal cual como Roman le había dicho; aquel psicólogo le había quedado que se quedara afuera. Dean se quedó sentado en un cómodo sofá café donde se removía nervioso algunas veces. Roman estaba sentado a su lado, jugando con su bastón entre sus manos. Llevaban sin hablar unos cinco minutos.
Dean volteó su rostro hacia una vitrina donde estaba varios cuadros con imágenes de tropas en ellos. Dean se levantó rápidamente al reconocer a cierto moreno gruñón en una de las imágenes. Sonrió al ver a un Roman de tal vez unos veinte años posando para la cámara con una sonrisa en su rostro, rodeado de tal vez unos veinte soldados más. Volteó a mirar a Roman, el cual le veía sin entender el motivo de su sonrisa gigante.
—Te veías tan joven... y tan lleno de felicidad. —Murmuró él, retomando su vista hacia aquella imagen. Dean miró el lugar por un momento para después, proceder a sacar la imagen de la vitrina. Procedió a sentarse a su lado, para seguir detallando la imagen al lado de Roman. Dean le miró y pudo ver esa tristeza en sus ojos grises.— ¿Qué pasó?
—Muchas cosas pasaron... —Farfulló él.
—No, Roman... ¿podrías contarme qué pasó con tu tropa?
Él lo miró por unos momentos, pensando que decir. Dean observó como Roman soltaba un suspiro, para después empezar a contarle.
— ¡Maldición, Ryder! ¡Manténganse sentado, soldado!
— ¡Sí, mi capitán!
Roman sonrió al ver como el inexperto Zack se sentaba al lado de Paul, mejor conocido como Big Show por su gran tamaño, el cual se encargaba de navegar con el buque por todo el océano. Esta vez, iba de vuelta a la orillas de Florida, donde se daría su misión por terminada. Zack era nuevo en la tropa 35# era su primera misión con ellos, y no podía controlar la emoción que se desbordaba por su pecho. Lo recordaba a él mismo cuando había iniciado en la Armada.
—Gracias a Dios ya esta misión ha terminado. —Murmuró Kofi Kingston, el cual se sentó al lado de Roman mientras retiraba su gorra de su cabeza. Hacía tanto calor que este lugar podía ser el mismísimo infierno.
—Me entré que tu esposa ya ha dado a luz a su hija. —Una sonrisa se pintó en rostro del hombre de piel oscura ante el comentario de Roman.— Muchas felicidades.
—Gracias, Rome... Ah, no puedo esperar a llegar a casa y cambiar pañales.
Roman soltó una risa ante el comentario, para después mirar nuevamente al frente, viendo como la costa de Florida empezaba a mostrarse cada vez más cerca.
— ¿Y ustedes qué harán cuándo lleguen a casa, muchachos? —Preguntó Kofi.
—Yo comeré como un loco al lado de mi esposa a penas llegue a casa. Ver tanto mar todos los días me tiene completamente harto. —dijo Big Show, mientras seguía tripulado aquel gran buque.
—Le pediré matrimonio a Emma. —dijo Zack, con una sonrisa.
—Wow... Veo que todos estarán algo ocupados cuando lleguen a casa. Yo solo estaré con mi madre y mi padre... Tal vez visite la tumba de mi hermano. —Murmuró Roman.
Kofi quiso querer decir algo, pero entonces Big Show soltó una maldición.
—Tenemos un buque enemigo detrás de nosotros. Reigns, Kingston, vayan a revisar el área. Si es necesario, ataquen. —dijo el alto y grande capitán.
Justo cuando el dúo de morenos se levantó, ambos cayeron al suelo debido a un fuerte estallido que se había oído en la parte trasera del buque. Big Show gritó una maldición mientras presionaba un botón de alerta, el cual hizo que aquellas luces rojas se encendieran en todo el lugar y un chillido insoportable se escuchara por todo el lugar.
— ¡Malditos rusos de mierda! —Exclamó el capitán. Presionó otro botón y se acercó al pequeño micrófono que estaba sobre el tablero.— ¡Hemos sido atacados en la parte trasera! ¡El motor inferior izquierdo ha sufrido mucho daño, no podemos continuar con nuestro camino! ¡El equipo A y B diríjase a la parte trasera del buque y ataque! ¡El equipo E revise el motor izquierdo! ¡Estos bastardos no pueden ganarnos! —Big Show apagó el micrófono y volteó a mirar a Roman y a Kofi.— Levanten esos traseros del suelo y ¡Sálvennos, soldados! ¡Ryder, levanta ese trasero y ve a dar pelea!
— ¡Sí, capitán! —Gritaron los tres en unísono.
El dúo de morenos se levantó del suelo y fueron hacia la puerta, junto con el castaño. Roman miró como toda la parte trasera del buque estaba completamente destruida, sin embargo, varios soldados atacaban al buque enemigo con sus provisiones. Kofi corrió a ayudar al equipo A a atacar al enemigo, mientras Ryder corría hacia la parte baja del buque, a ayudar al equipo E. Antes de que Roman pudiera siquiera moverse, otro estallido se oyó y cayó hacia atrás por la fuerza de la explosión. Cuando logró finalmente abrir los ojos, vio que justamente el lado que había estallado, era el lugar hacia a donde Kofi había ido.
— ¡Kofi! —Gritó, sacando todo el aire de sus pulmones mientras corría hacia donde estaba el equipo A. Sintió como un gran nudo se posaba en su garganta cuando vio como varios integrantes de la tropa estaba caídos en el suelo aún estable del buque, otros, por otra parte, habían caído a las aguas infestadas de tiburones después de que la explosión se llevara gran parte del buque. Buscó a Kofi con la mirada, pero no vio nada mas que esa pulsera de diseño jamaiquino que siempre llevaba con él.
Roman estaba a punto de llorar con la idea que Kofi hubiese caído al agua, de una o otra manera, al igual que todo ese equipo, él estaba muerto. Viendo la inestabilidad del suelo, Roman prefirió por alejarse lo más posible de esa escena, viendo como el Equipo B trataba de atacar de misma manera al buque enemigo, pero por momento, el enemigo estaba ganando.
Había oído, tal vez hace dos meses antes de embarcarse a esta misión que el presidente estaba sosteniendo un negocio con el país soviético de Rusia, pero que las cosas no habían salido bien, como de costumbre. Los Rusos habían amenazado con atacar a los Estadounidenses cuando la oportunidad se les presentara, pero nunca pensó que ese momento llegaría. Nunca pensó que verdaderamente esto estaría pasando.
Ahora uno de sus mejores amigos estaba muerto. Y si no movía de donde estaba, él también lo estaría. Por lo tanto, se dispuso a correr hacia donde Big Show se encontraba. Vio como el pálido y grande capitán trataba en lo posible de llegar a la costa de Florida, aunque eso no parecía muy factible con uno de sus motores hecho trizas.
— ¡Roman! ¿¡Qué demonios haces aquí!? ¡Vuelva a servicio, soldado! —Le gritó su capitán, pero Roman aún estaba conmocionado por la muerte de Kofi como para moverse.
—Kofi... él estaba con el equipo A antes de que estos fueran atacados. Todo el equipo A murió... y Kofi... —Roman no podía siquiera hablar, las lágrimas empezaban a llenar sus ojos. Esto era demasiado para él.
Si tan solo él hubiese ido al equipo A en vez de Kofi, él no estaría muerto. Una inocente y tierna niña había perdido a su padre, nunca estaría a su lado. Y una amorosa y desolada esposa había perdido a su marido. Y todo porqué él no había sido más rápido, todo esto era su culpa.
—No, no, no... ¡Malditos rusos de mierda! —Gritó su capitán, golpeando el tablero del buque con su puño, tratando que sus emociones se fueran por el golpe. Pero no, al igual que Roman; sus ojos se estaba llenando de lágrimas. Kofi no podía estar muerto.— ¡Reigns, busca a Ryder! ¡Ese niñato no va a sobrevivir si lo atacan!
Roman asintió, no quería perder a otro soldado en batalla. Justo cuando iba a salir corriendo de la cabina, otra explosión se escuchó, pero esta estaba más cerca... Literalmente, en frente de él. Roman cayó al suelo cuando aquella explosión arrasó con más de la mitad de la cabina. Estuvo inconsciente por más de unos segundos, antes de incorporarse con lentitud.
Su pierna dolía demasiado y oía un pitido doloroso en su oído izquierdo. Al principio, el dolor en su pierna era aceptable, pero de repente, cuando volvió a estar en sus cinco sentidos, sentía que se lo estaba llevando el mismísimo diablo. Cuando abrió los ojos y vio su pierna, ahogó un grito de dolor al ver como una larga y delgada viga había atravesado su pierna. No veía mucha sangre por montones, así que sospechaba que no había atravesado nada importante en su pierna, tal vez solo músculo.
Sin embargo, cuando volteó a su izquierda, no pudo ahogar un grito de dolor al ver al capitán Paul. También lo había atravesado una viga, pero esta había pasado por la mitad de su estómago.
— ¡Capitán! —Gritó, tratando de que Paul le dijera algo. El mencionado se removió un poco, para después abrir sus ojos. El pálido hombre llevó su vista hacia su estómago, y gritó de una manera tan dolorosa que hizo que el mundo de Roman temblara sobre sus pies.
Su capitán pareció calmarse después de unos minutos y volteó a mirarlo. Él soltó un suspiro y una sonrisa adolorida se posó dentro de su rostro, mientras Roman lo miraba confundido, tratando de ignorar el persistente dolor en su pierna derecha.
—Creo que esto es todo, Reigns. —Murmuró Big Show, con un tono lastimero y herido. Roman estaba llorando otra vez, no estaba listo para una despedida.— No saldremos de esta...
—No digas eso, Paul...Saldremos de esto, lo prometo.
—No, soldado. De esta no nos salva nadie... —Él volteó a mirarlo con una sonrisa. Estaba algo torcida, pero era una sonrisa genuinamente feliz.— Si sobrevives, dile a mi esposa que la amo... Ha sido un placer servir a su lado, soldado.
Roman estaba hecho un mar de lágrimas cuando el pálido y gran capitán falleció frente a él. De misma manera cuando otra explosión se escuchó. Algo le cayó en la cabeza, dejándolo inconsciente.
—Por si te lo estás preguntando, Ryder también falleció. Cuando estaba en el hospital me dieron la noticia... algo dentro de mí se rompió. Él era tan joven, tan lleno de sueños... Y todos ellos murieron con él ese día. —Murmuraba Roman, mientras Dean le miraba atentamente con sus grandes y brillantes ojos azules.— En efecto, aquella viga atravesó solo músculo. Pero, aunque no me mató, me dejó completamente inservible. Un buque americano se enteró del ataque y nos salvó del buque enemigo... Pero fue para nada, solo sobrevivieron tres soldados. Entre ellos yo. —Roman no iba a llorar. Ya lo había hecho demasiado... Pero aún le afectaba la muerte de sus compañeros.— Desde entonces tengo muchas pesadillas. Aunque me recuperé del trauma, hay días que no puedo dormir, hay días donde recuerdo la sonrisa de Paul cuando falleció, aún recuerdo como Kofi y Ryder salieron a tratar de salvar a la tropa. Pero sobre todo, recuerdo que no pude hacer nada para salvarlos.
Roman tal vez no estuviese llorando, pero Dean estaba al borde de tener un ataque de ansiedad. Eso era horrible. Había oído de los traumas de los soldados, pero nunca había oído una historia del todo. Sabía que habría peores que la de Roman, que habría unas más dolorosas, horribles y traumantes, pero el solo hecho de ver a Roman hecho pedazos en frente de él... Simplemente no podía verlo así.
Dean nuevamente hizo lo que hizo en el pasillo y besó el cuello de Roman, para después recostarse sobre su pecho, contagiándole su calor a aquel frío y gran cuerpo.
***
Después de que Roman hiciera todos sus asuntos y de que el aquel psicólogo, que se había presentado a él con el nombre Tom Phillips, le hubiese dado algunas indicaciones sobre que podía hacer con Melanie, los tres se fueron a casa.
Eran las once de la noche. Dean seguía desde hace más de una hora sentado en la cama donde Melanie estaba durmiendo. No quería irse de allí, sabía que Roman estaría despierto y no quería toparse con él. No después de todo lo que habían hablado. Sentía que si lo veía se echaría a llorar sobre su regazo y lo besaría cada una de sus heridas abiertas hasta que sanasen. Y aunque eso no sonase como mala idea, no podía acercarse simplemente y ya.
Roman y él estaban cambiando cada vez un poco más su relación. Y eso le daba miedo. Los comentarios sarcásticos y crueles de Roman hacía él aún existían, pero eran más aceptables, incluso se reía de algunos de ellos. Dean ya no era tan tímido con él y habían llegado a sostener una conversación normal un par de veces, y aunque no fueran muy largas, eran bastante fuera de lo común.
Tal vez estaba empezando a aceptar a Roman, aún así con todos sus miles de defectos que no podía eliminar de él. Y Roman parecía aceptarlo a él y sus sonrojos involuntarios y constantes. Dean se levantó de la cama de Melanie y caminó por el largo pasillo hacia la sala.
Allí estaba Roman.
Estaba sentado en el sofá viendo algún canal de televisión que Dean no se dispuso a detallar. Estaba concentrado en Roman, el cual llevaba una camiseta blanca que dejaba a la vista sus musculosos brazos. Un pantalón de algodón color gris era lo que llevaba puesto, se veía cómodo; con el bastón tirado en alguna parte de la sala y con un plato de comida a medio terminar en la mesa en frente de él.
—Eh... hola. —Le saludó tímidamente el castaño. Roman volteó a mirarlo y le sonrió minúsculamente.
Dean se acercó con algo de lentitud hacia él. Se sentó a su lado, con la cabeza gacha pensando en que decir. Roman le miraba de reojo, preguntándose que le pasaba al castaño.
—Yo... venía a pedirte disculpas, Roman. Creo que he sido muy duro contigo. —Murmuró él, tan bajo que Roman pensó que todo había sido obra de su imaginación.— Lamento haberte tratado tan mal. Sé que a veces puedes ser todo un asno, pero no eres la mala persona que pensé que serías.
Roman volteó a mirarlo con una sonrisa.
—Yo también te debo una disculpa. Perdón por ser tan brusco y salvaje alguna veces. Tú no mereces que te trate de esa manera. —Murmuró en respuesta el mayor.
Dean alzó su lindo y redondo rostro. Roman detalló aquellas mejillas pintadas de rosa y aquellos ojos que casi desaparecía por esa sonrisa nerviosa que alzaba sus redondas mejillas. La mano de Roman se posó en la oreja de Dean, acariciando el lóbulo de esta para después posarse en su mejilla. Dean se acurrucó contra el contacto como un gato caprichoso y Roman se maravilló ante el mohín que ahora invadía el rostro de Dean.
Sin embargo, Roman no se esperó en ningún momento que los labios de Dean impactaran contra los suyos bruscamente. Y después de lo que pareció una milésima de segunda, se alejara de él. Dean sintió una caricia más de Roman contra él antes de levantarse e irse.
Ya había sido mucho por hoy.
_________________
muy guenaaaas
ayer no subí amigxs míxs porqué mi madre me dejó sin internet bruscamente y ni siquiera pude terminar de escribir. Sin embargo, hoy he terminado de escribir el pedazo que me faltaba y he decidido subirlo hoy, para no dejarlas con las ganas.
este es por el momento, mi capítulo favorito del fic, por el hecho de que Roman es de mis personajes favoritos y su historias es de las que más me llegan y porqué bueno, motivos un poco más personales
muchas gracias por sus siempre hermosos comentarios, no saben lo feliz que hacen a esta desolada alma <3 lxs amo.
Amor eterno, Evelyn.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro