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12. Manos frías.

Nicole iba a ofrecerle hacer algo estúpido. Lo supo desde que entró a la habitación donde se estaban quedando con una botella en su mano y vestida con su traje de baño.

Roman estaba en el baño en ese preciso momento y Dean estaba terminando de vestirse cuando ella se aventó a sus brazos. Dean soltó un alarido mientras apretaba a la mujer entre sus brazos, la cual chillaba emocionada.

—No te vi llegar ayer, pensé que no vendrían. —dijo ella, abrazándolo por el cuello, soltando chillidos de felicidad.

—Llegamos muy tarde. —dijo él, empezando a tener problemas para respirar por el abrazo de Nicole.

— ¿Qué haces así vestido? —Le preguntó ella, después de alejarse de él e inspeccionarlo con sus ojos cafés.— ¡Estamos en un lugar perfecto para mostrar ese lindo cuerpo tuyo! ¡Colócate tu traje de baño y vamos a broncearnos con las chicas!

—Yo… Lo lamento, es que no coloque mi traje de baño en la maleta. Lo olvide. —Le mintió él, en realidad, no tenía uno. Y no creía que ese que solía usar cuando tenía 17 le serviría.

— ¡Eso no detendra la diversión! —Nicole se acercó al baño, donde Roman acababa de cepillarse los dientes.— ¡Me llevaré a tu media naranja! Prometo traerlo de vuelta lo más pronto posible.

—Diviértanse. —Roman sonrió hacia Dean, el cual le miró, suplicándole que lo salvara de esta. Roman simplemente besó sus labios rápidamente.— Adiós.

Dean soltó un quejido mientras Nicole lo jalaba por los pasillos del hotel donde se hospedaban. La castaña abrió la botella de alcohol y tomó un gran trago, para después extenderle la botella a Dean. Él la tomó, mirándole un poco preocupado. Eran las nueve de la mañana, ¿qué hacía bebiendo tan temprano?

—Nicole, ¿estás bien? —Murmuró él, sosteniendo la botella y alejándola de las manos de la castaña, la cual quería tomar otro trago.— Es muy temprano para estar tomando, ¿no crees?

—No. No creo. ¿Me la devuelves? —Ella logró retirarle la botella. Dean mantuvo su ceño fruncido, Nicole simplemente tomó otro largo trago, uno que provocó que sus piernas temblaran por un momento. Dean la sostuvo, mientras ella soltaba una escandalosa risa que se extendió por todo lo largo del pasillo.— Tan lindo, preocupado por mí. Pero yo puedo cuidarme sola, Deanie. Soy toda una mujer… —Se acercaron a unos de los ascensores. Dean apretó el botón en el ascensor, mientras oía como Nicole trataba de no trabarse con sus palabras— No lo entiendo, ¿por qué todos se preocupan por mí? Todos dicen que tengo un problema, pero yo estoy bien, Dean... Puedo dejarlo cuando yo quiera.

—Lo sé, Nicole. —Dean trató de sonreír hacia ella, con fingida tranquilidad. Un chillón sonido provino del ascensor, anunciando su llegada. Después de que unas personas salieran del mismo, el dúo de castaños entró. Dean retiró la botella de las manos de su amiga, ignorando sus quejidos— Pero, por favor, es el cumpleaños de April. ¿Qué tal si tratas de mantenerte sobria para qué puedes disfrutar al 100% con ella?

—Pero, Dean…

—Vamos, Nicole. Así recordarás todo y la pasarás increíble, lo prometo. —Él le sonrió, mientras presionaba el botón de planta baja del tablero del ascensor— Hazlo por April.

Nicole se mantuvo quieta por unos segundos, sin hacer nada. Hasta que asintió energéticamente y sonrió, tan inocentemente que Dean pensó que no estaba negociando con una alcóholica.

— ¡Reto aceptado! —Exclamó.

Dean soltó un suspiro sonoro, viendo como las puertas de metal del ascensor se abrían. Nicole salió, caminando con extrema felicidad por el lobby del hotel. Dean miró la botella por un momento, y mientras perseguía a Nicole, la dejó caer en un cesto de basura.


***

— ¿En serio era necesario qué vinieran? Solo es un traje de baño. No es como si estuviera eligiendo el traje con el que me casare.

April le miró por encima de sus gafas de sol de grueso marco verde. Sus ojos marrones se veían divertidos, al igual que algo indignados por el comentario de Dean.

Nicole estaba por algún lado, tomando agua de botellas que compraba a cada minuto para remplazar las ganas de tomar alcohol mientras Mickie creaba una montaña de trajes de baño que él debía probarse, porqué según Mickie debía renunciar a ese estilo de vagabundo que siempre usaba.

—Por supuesto que teníamos que venir. Somos mejores amigos. —Exclamó Mickie, mientras andaba de una lado a otro por la tienda que estaba en la playa, la cual estaba llena de clientes que deseaban comprar productor de playa tal cual como ellos.

—Y no tenemos nada mejor que hacer. Solo oír a los hombres hablar de como planear la emboscada perfecta o lo que sea de lo que estuviesen hablando cuando Nicole nos llamó. —dijo April esta vez.

Dean dejó escapar un leve suspiro, viendo como Nicole aparecía nuevamente en la tienda, con unas cinco botellas de agua entre sus brazos.

—Dios, hace tanto calor en este lugar. —dijo ella, dejando algunas botellas en una de las mesas donde se exhibían artículos de playa, para después tomar una y empezar a abrirla— No sabía que este lugar era tan caluroso.

—Nicole... ¿Estás sobria? —Le preguntó Mickie a su amiga, acercándose a ella, observándola como si fuera de una especie desconocida.

—Dean me pidió que no bebiera. —Ella sonrió hacia el castaño.

Mickie y April le miraron sorprendidas. Dean simplemente alzó un poco sus hombros, restándole importancia al tema. April se acercó un poco a él, bajando sus anteojos color verde hasta el tabique de su nariz, mirándole con sus ojos avellanas.

—Nadie había logrado que se mantuviera sobria… —Le murmuró ella, mirándole algo sorprendida y curiosa.

—Yo solo quería que pasaras un lindo cumpleaños, sin tener que cuidar a Nicole de hacer sus locuras. —dijo él.

April retiró los lentes de su rostro, miró por un momento a Nicole, la cual bebía agua compulsivamente mientras observaba a Mickie elegir artículos de baño.

—Ya entiendo porqué Roman está tan loco por ti. —dijo ella.— Tú sí que eres un chico especial.



***

—No, no, no. No debes echarle eso, Jinder. Va a quedar demasiado salado... déjame encargarme.

Melanie, la cual estaba sentada en la isla de cocina haciendo otro de sus dibujos, levantó su mirada a la pareja, que discutía mientras trataba de preparar el almuerzo.

Renee le recriminaba a Jinder que estaba haciendo algo mal a cada minuto, mientras él solo suspiraba tranquilamente, tratando de seguir las órdenes de la rubia.

— ¿Qué tal si me dejas hacerlo yo solo? Estoy seguro de que puedo. —Se quejó él, tratando de que Renee dejara que al menos lo intentara.

Jinder conocía a Renee, era de esas mujeres que hacía lo que quería a su manera. Ese era el motivo por el cual Roman la amaba y a él le parecía increíblemente insoportable en ocasiones.

—Si me dejas ayudarte, esto sería muchísimo más fácil. —Se quejó la rubia.

Jinder se lamentó por un momento el hecho de que Roman no estuviera cerca, porqué él no estaba acostumbrado a estar a solas con Renee y su deseo incontrolable de hacer las cosas a su manera.

Jinder se alejó un poco de ella, simplemente mirando como la rubia movía con una cuchara la mezcla que estaban realizando desde hace más de una hora para la pasta, pero que parecía no estar quedando como ella deseaba.

—Tal vez si le aplico algo de pimienta pueda arreglarla. —dijo ella.

Jinder abrió uno de los gabinetes a su lado, sacando un frasco de metal que contenía la pimienta que la rubia deseaba.

Ella le sonrió minúsculamente. Jinder se removió nervioso ante el silencio que empezaba a crearse entre ellos. Lo único que se oía eran las crayolas de Melanie impactando contra el papel donde dibujaba y la cuchara que Renee movía dentro de la olla.

—Oye, Renee… ¿cuándo crees qué…? —La mencionada miró a Jinder, el cual jugueteaba con sus manos nerviosamente, mientras trataba de no enredarse con sus palabras.

— ¿Cuándo qué?

— ¿Podríamos hablar…, ya sabes, de nosotros?

Melanie los miró atentamente, cada detalle. Por ejemplo, observó como la rubia sonreía, dejando la cuchara a un lado. Los pasos que Renee dio hacia Jinder no se oyeron, pero se podía oír perfectamente la agitada respiración del moreno, que no quitaba sus ojos de ella.

—No tenemos nada de que hablar —Susurró levemente ella—, tú dejaste muy en claro que no querías que las cisas se tornaran serias entre nosotros.

—Yo...

—Tú nada, Jinder. Tú dijiste que si algo se daba entre nosotros, sería una especie de "traición" a Roman… Tú tomaste tu decisión.

—Tal vez fue la decisión equivocada. —Renee pareció soprenderse ante tal respuesta, sobre todo cuando Jinder tomó sus manos entre las de él.— Yo… Lamento todo lo que dije, Renee, en serio. No he dejado de pensar en ti, es solo que estaba asustado... Lo lamento tanto.

Melanie arqueó una ceja. No sabía de todo esto. Sabía que la relación entre Renee y Jinder era de alguna manera diferente, pero solo era una niña como para comprender este tipo de  cosas. Pero, dentro de ella, algo se removió de felicidad al ver como Renee sonreía, como una colegiala emocionada ante las palabras que Jinder había usado.

—Pues hablaremos de eso más tarde ¿si? Ahora deberíamos concentrarnos en salvar esta salsa... ¿Muy bien?

Melanie tomó una de las hojas en blanco a su lado y se decidió por empezar a dibujar. Porqué la sonrisa amorosa que Renee le ofrecía a Jinder valía la pena ser dibujada un sinfín de veces.


***




—Antonio y yo nos conocimos antes de que él se fuera al ejército. —Empezó a contar April, mientras miraba a su pareja.— Y simplemente esperé a que volviera a mis brazos... Y cuando lo hice, no lo dejé ir.

Dean, el cual era un romántico empendernido aunque muy poco lo demostrara, sonrió ante la anécdota.

Estaban en uno de los restaurantes que el hotel ofrecía, almorzando lo que April deseara porqué había que tratarla con el mayor de los amores en su cumpleaño.

Nikki estaba con Stephen y Roman, los cuales trataban de evitar a toda costa que ella siguiera bebiendo. Mientras Mickie y Luke aún no llegaban. Dean estaba en la mesa, viendo como los cubitos de hielo en su vaso de agua se derretían y April abrazaba el brazo de su novio.

—Yo me marché y la dejé esperando por tanto tiempo... —Dean se enterneció al ver como Antonio dirigía su mirada a su menuda esposa, mirándola  como su fuera el universo en un metro con sesenta— Y cuando volví allí estaba ella… Y supe que era el amor de mi vida.

April sonrió, para después acercarse a su pareja y besar sus labios suavemente. Hacían una hermosa pareja, de esas que veías por la calle y pensabas que esas cosas de las almas gemelas y toda esa basura era real.

— ¿Y tú, Dean? —Preguntó Antonio, desviando su mirada de su novia a él.

Nicole llegó con una bandeja de refrescos, una bandeja que una de las meseras del lugar iba a llevar a su mesa pero ella se la retiró, dejando un billete de cinco dólares en su bolsillo.

— ¿Yo qué? —Preguntó el castaño, distraído viendo como Roman se sentaba a su lado y Nicole les daba sus bebidas a todos en la mesa, soltando escandalosos chillidos.

— ¿Cómo conociste a Roman? —Preguntó April, procediendo a tomar de su refresco a través del pitillo.

Dean miró a Roman, el cual también le miró, levemente desconcertado de como habían llegado a ese tema. Ni siquiera Dean podía recordarlo.

Dean y Roman se habían conocido de la manera más descabellada e inapropiada en la que una pareja llegaría a conocerse. Decir que él le pagaba por su compañía no era una opción.

Eso solo desataría una tormenta que ellos no estaban listos —ni estarían nunca, además— para enfrentar.

—Pues, eso fue hace unos meses... —Empezó a balbucear Dean, mirando a Roman, tratando que lo ayudara con su nueva mentira.

—Sí, sí... Nos conocimos en una… En un... Eh...

— ¡En una galería!

Roman frunció el ceño.

— ¿Una galería? ¿En serio? —Se quejó por lo bajo el militar. Dean frunció el ceño y movió su codo, golpeando el torso de Roman— Oh, sí, ¡una galería! Si Renee me arrastró a ella aunque sabe que me aburren las galerías de arte... Ya conocen a Renee.

—Sí y bueno yo había ido con uno de mis amigos y entonces vi uno de los cuadros del artista y era… Completamente hermoso...

—Y yo yo lo estaba viendo también y entonces… Nos miramos... —Los ojos de Roman no tardaron en dirigirse hacia él, mirándole. Dean correspondió la mirada.

Por una milésima de segunda, se olvidó de la farsa que cada día parecía crecer más y se concentro de lleno en él. En Roman que lo miraba con sus ojos grisáceos que estaban brillando de alguna manera.

—Y simplemente fue amor a primera vista y ese tipo de cosas. —Terminó de murmurar Dean, sintiendo las miradas de sus amigos sobre ellos.

Roman tragó saliva nerviosamente, mientras Dean sentía el sonrojo colocarse sobre sus mejillas.

A veces pasamos la mayor parte de nuestras vidas negándonos cosas que son tan obvias. Como el hecho de que, en ocasiones, cosas que se salen por completo de nuestro control simplemente pasan.

Y a veces perdemos más energía negándonos estas cosas que simplemente aceptándolas. Porqué hay cosas que simplemente son como son y siempre es más fácil aceptarlo.

Roman podría pasar esta vida y la siguiente negándose que empezaba a sentir cosas por Dean. Ese Dean que pasaba la mayor parte del tiempo haciéndolo enloquecer en buenas y malas maneras.

Podría seguirse negando, pero eso no cambiaba el hecho de que sentía cosas por él.

—Woah. —El chillido de Nicole los sacó a ambos de sus pensamientos, haciendo que devolvieran sus miradas a su grupo de amigos— Eso sí que es una historia de amor.

—Cuando Nikki y yo tengamos hijos quiero que le cuenten esa historia. —Murmuró Stephen, mordiendo en su boca uno de los hielos que estaba en el vaso de su refresco.

—Será un placer. —Sonrió minúsculamente Dean, aún nervioso por toda esta situación.


***


Baron no era de esos sujetos que tenía malas vibras. Pero sí era un hombre de instito, de esos que permitía que sus corazonadas lo dejaran tomar sus decisiones.

Y a penas vio a Seth, ese sujeto que sostenía su cabello en una coleta alta y olía a comida para gatos, su instito le dijo que no se fiara de él.

Pero Dana, que estaba muy ocupada tratando de destruir lo que sea que Dean tuviera con ese sujeto del ejército, no le prestaba la más mínima de las atenciones.

Dana estaba sentada en el comedor, al frente de ese sujeto que amablemente le había ofrecido galletas. Él estaba de pies, de brazos cruzados y mirando al gato que se acurrucaba en sus pies.

—Entonces, ¿ustedes dos están casados? —Empezó a cuestionar la rubia, tomando una de las galletas entre sus manos, empezando a juguetear con ella mientras Seth proseguía a hablar.

—Fue hace muchos años. Él era un joven hombre que iba a reclutarse a la marina y que acababa de perder a su hermano. —dijo Seth.— Un día uno de sus amigos los llevó al lugar donde trabajo... Y bueno, éramos tan jóvenes. Creíamos en esa porquería del amor a primera vista y terminanos casándonos en una borrachera. Tratamos de hacer que funcionara pero no fue así. Él se fue a cumplir su deber y yo me quede solo... Lentamente nuestro matrimonio se desmoronó.

— ¿Por qué no se divorciaron? —Cuestionó Baron, empujando con sus pies al gato de manchitas marrones lejos. Baron caminó hacia la mesa, acercándose al dúo que le miraba algo curioso— Si ya no había amor o lo que sea que hubiera entre ustedes en ese momento, ¿por qué no se divorciaron?

Tal vez fue el tono con el que Baron habló, pero Seth no tardó en removerse nervioso mientras Dana le miraba algo enojada.

—Baron, por favor… —Murmuró Dana, tratando de calmar a su compañero.

— ¿Sabes? Es muy curioso que te hayas casado con este sujeto. Cualquier bailarín no se mueve al menos que haya dinero... ¿Eso es verdad? Te casaste con él por dinero y no te separas de él por el mismo motivo... ¿verdad?

— ¡Baron! —Chilló Dana, tratando de calmarlo. Su actitud podía mandar toda su misión a la basura.

—Dana no puedo quedarme callada viendo como permites que este imbécil llene esa cabeza tuya de recelo y odio, más del que ya tienes. —Baron acercó su mano al tazón de galletas, tomando una para llevársela a la boca, empezando a comerla para calmar sus nervios— Yo me voy, Dana. Dean es un adulto y es momento que empecemos a dejarlo tomar sus propias decisiones. Yo estoy dispuesto y si tú no lo estás, pues entonces estás sola en esto.

Seth mordió su labio inferior mientras oía como ese sujeto abría la puerta del lugar para irse por donde vino. La mujer de figura regordeta se levantó y le siguió, pidiéndole que por favor no se marchara.

Un maullido llamó la atención de Seth, haciendo que bajara su mirada para visualizar a su gatito de manchas marrones, que le miraba mientras movía su cola.

— ¿Tú no vas a juzgarme cómo todos los demás, Manchitas? —En respuesta, el gatito maulló, a lo que él sonrió— Ese es mi felino.


***


Ya era casi media noche cuando April se quitó los zapatos y corrió hacia la playa del lugar, mirando como las olas impactaban contra la arena y se llevaban todo con ellas.

—Okey, okey... —Empezó a hablar ella, con una sonrisa en su ovalado rostro que se veía gracias a la luna— Sé que literalmente ya no es mi cumpleaños pero quiero que sepan que son el mejor regalo del mundo y los amo a todos...

— ¡Y nosotros a ti! —Exclamó Nicole, arrastrando sus pies por la arena, mientras su vestido blanco decorado con flores se movía gracias a la brisa.

El silencio de la noche fue llenado por las risas de sus amigos. Mickie y Luke nunca llegaron, pero la fiesta había seguido sin ellos. Dean y Roman iban caminando detrás de ellos, algo alejados, cuando Antonio tomo a April entre sus brazos para después correr con ella hacia el agua. Nicole procedió a retirarse su vestido blanco, corriendo en ropa interior hacia el agua.

—Eso se ve divertido. —Murmuró Roman, tratando de andar por la arena con la ayuda de su bastón.

—Sí… Pero sinceramente quiero ir a acostarme. Ha sido un día largo. —Murmuró de vuelta el castaño, empezando a colocarse algo menudo debido al frío que hacía.

Roman asintió lentamenge, mientras murmuraba un por supuesto y empezaba a seguir otro camino con dirección al hotel.

Otra vez estaba todo muy tenso entre ellos. La charla de como se habían conocido había afectado demasiado a Dean y Roman no tenía algún truco bajo la manga para hacer que se calmara.

Ahora solo le miraba de reojo y le daba unas cuantas palabras como respuesta. Y de una manera, eso le estaba volviendo loco.

Cuando llegaron a su habitación de hotel, Roman le dio la espalda, para dejar caer su bastón en el suelo. Tomó una leve respiración para después darse vuelta para mirar a Dean, el cual se retiró su camisa en un solo movimiento y la dejó caer, para después dar largas zancadas hacia él, atrapar su rosto entre sus manos y atraerlo a él para besarlo.

Roman gimoteó sorprendido en medio beso. Era un beso iracundo, de esos que tienen demasiadas emociones difíciles de controlar. Roman tomó la cintura de Dean entre sus manos, apretándolo contra él mientras trataba de seguirle paso.

Sin embargo, Dean no tardó en desviar sus manos a su pecho, alejándolo abruptamente. Roman le miró confundido por un momento,

Basto con ver como los ojos de Dean empezaban a infestarse con lágrimas como para que Roman se preocupara.

—Esto no está bien, Roman. —Comenzó a hablar él, tratando de calmar sus ganas de llorar— No está bien esto que se está dando entre nosotros… Tú sabes que no. No está bien que me hayas dejado irme a vivir contigo, no está bien que me trates como si verdaderamente te interesaras por mí, no está bien que seas tan lindo, Roman porqué no se supone que seas así…

—Dean…

— ¡Esto no debe ser así! Sé que para ti esto es fácil porqué tú no pasas día y noche pensando en mí y en lo increíblemente confuso que te hago sentir. Sé que para ti solo soy un iluso, pero yo…

Las manos de Roman tomaron sus mejillas, acercándolo a él para callarlo con un beso. Dean mantuvo sus manos sobre el pecho de Roman, dispuesto a alejarlo. Pero no lo hizo, simplemente se dejó besar por un momento.

Roman se dejó caer sobre la cama de hotel, mientras Dean tomaba asiento sobre sus piernas. Roman se alejó por un momento, llevando sus manos hasta su camisa, empezando a desabotonarla mientras una sonrisa enmarcaba su rostro.

—Yo sé que esto no está bien, Dean. Pero sinceramente paso demasiado tiempo pensando en las cosas que hago y que no hago... Creo que es momento de dejar de hacerlo. —A pesar de la oscuridad, Dean pudo ver los ojos de Roman mirándole.— ¿Tú qué dices?

Dean sonrió, agradecido de que la oscuridad no permitiera que su sonrojo se notara. Sus manos temblorosas andaron hacia la camisa de Roman, quitándosela de un solo movimiento la camisa.

Sus manos siguieron inspeccionando el pecho de Roman, tomando levemente y haciendo trazos imaginarios en el mismo. Sus dedos repasaron el diseño del tatuaje en su brazo.

Ya lo había visto alguna veces, pero no le había prestado demasiada atención.

—Es muy bonito. —dijo suavemente el castaño, en un susurro tan suave que Roman pensó que se lo había imaginado.

—Tú también eres muy bonito. ¿Qué tal si me permites tener sexo salvaje contigo ahora, pero lentamente porqué soy un anciano y puedo lastimarme la cadera?

Roman sonrió como un idiota mientras oía a Dean reírse, dejando su cabeza echarse hacia atrás soltando una suave pero sonora carcajada. Las manos de Dean andaron hacia su cuello, brindándole algo de calor a su fría piel.

—De acuerdo.

Roman sintió su corazón brincar en su pecho mientras volvía a besar a Dean, suavemente, como si quisiera que esto durara para siempre.

Dean soltó un leve quejido cuando la piel de su espalda contra las mantas de la cama, mientras Roman besaba su estómago y luchaba por desabotonar sus pantalones.

Cuando finalmente lo logró, luchando contra el fuerte dolor en su rodilla, se colocó de rodilla en la cama y empezó a quitarle sus zapatos.

—Me sorprende que estemos llegando tan lejos considerando el hecho de que hace unos meses me odiabas.

—Por favor dime que no eres de esos que habla cuando está teniendo sexo.

—Te mentiré diciendo que no para que así no te arrepientas de hacer esto.

Dean se rió ante el comentario, ignorando el hecho de aue estaba semi desnudo ante los ojos de Roman. El moreno dejó caer sus zapatos al suelo y se retiró sus pantalones, para después colocarse suavemente sobre el cuerpo de Dean.

Una pequeña sonrisa nervioso en el rostro de Dean hizo que todo el suelo de Roman temblara. Porqué no podía seguirse negando que sentía algo por él, ya era imposible.

Los muslos calientes de Dean atraparon su torso mientras sus manos tomaban sus mejillas entre ella, acercándolo a él para besarlo nuevamente y con más ganas.

A pesar de todo el calor que podía estarse dando entre ellos, Roman seguía frío cubito de hielo que estaba logrando que perdiera la cabeza.

Cuando las manos de Roman bajaron a su cadera, Dean sintió nuevamente todos sus nervios flotando hasta la superficie. Mientras los boxers se deslizaban por lo largo de sus muslos, Dean cerró sus ojitos, sintiendo como sus mejillas se colocan más rojas si es que eso era siquiera posible.

—Dean, no puedes cerrar los ojos cada vez que algo remotamente raro te coloca nervioso. —No tardó en oír la voz de Roman, algo burlona, pero igualmente tratando de brindarle apoyo— Vamos, abre los ojos, quiere ver ese lindo azul cuando estemos follando, vamos...

—Ya estoy empezando a arrepentirme.

—No, no, no. Vamos, no puedes hacerlo ahora. No ahora que me tienes como una moto y estoy a punto de quitarme los calzones…

—Roman deja de ser tan tú e intenta ser lindo conmigo, por favor…

—Ubm, muy bien. Pues quiero que sepas que estoy muy emocionado por esto y que creo que eres la cosa más hermosa del mundo cuando te sonrojas, sobre todo porqué lo haces en todos lado... Literalmente.

—Te odio.

—Claro que no.

Roman retiró su bóxer de un solo movimiento, dejándose nuevamente caer sobre el cuerpo de Dean, sintiendo como su piel fría hacía contacto contra la piel suave de su compañero.

—Ahora viene una parte que a mí me encanta pero sé que tú odiaras. —Murmuró Roman contra su oreja, mordiendo levemente su lóbulo y oyendo como Dean respiraba entrecortadamente. Roman miró el rostro de Dean por unos segundos, para después acercar sus dedos hacia los labios de su compañero— Entiendo que esto no es lo mas incómodo del mundo pero no tenemos más con que arreglárnosla ahora mismo, así que...

—Está hablando demasiado, Roman. A mí se me hace que el nervioso aquí eres tú.

Antes de poder responder, Dean tomó la mano de Roman y llevó su dedo índice y corazón hacia sus labios, empezando a humedecerlos. Aquello acabo siendo suficiente para que Roman guardara silencio, simplemente observando los sonidos obscenos de succión que Dean estaba creando y que se extendían por toda la habitación.

Lo hacía para molestarlo. Pero sí que estaba disfrutando todo este tormento.

Roman retiró sus dedos lentamente de la cavidad bucal de Dean, sintiendo que podía derretirse simplemente observando a Dean y esa sonrisita pícara en su rostro que nunca había visto y que estaba volviéndolo loco.

Cuando sus dedos estuvieron cerca de la entrada de su amante, Roman casi pudo venirse viendo como el rojizo rostro de él se fruncía en una mueca placentera. Roman sonrió y simplemente se permitió observar el espectáculo que consistía en ver a Dean empezando a hiperventilar ante la marea de sensaciones.

El primer dedo entró y Dean recordó que tenía años sin hacer esto. Pero eso no importaba ahora. Dejó que la voz de Roman pidiéndole que calmara lo arrullara, y se permitó a sí mismo calmarse ante la atenta mirada de Roman.

Cuando el segundo dedo entró, sintió una oleada de placer que tenía tiempo sin sentir apoderándose de él. Cerró sus ojos y empezó a gemir lo más bajo posible mientras Roman lo miraba con una sonrisa.

—De acuerdo... Creo que ya estamos listos aquí. —Murmuró Roman, acercándose a su oreja— No puedo esperar a estar dentro de ti, cariño.

Los dedos de Roman salieron de él, y aunque no tardó en quejarse, sus nervios volvieron con más fuerza cuando Roman se acomodó encima de él, preparándose para el verdadero show.

—Okey, lindura, necesito que te calmes. Si llegó a herirte, dímelo por favor. —dijo Roman. Dean ignoró por completo como sus piernas temblaron ante el tono tan increíblemente preocupado que usó.

—Muy bien.

Roman se deslizó entre sus piernas y Dean apretó la sábana debajo de él mientras trataba de acostumbrarse al nuevo sentimiento. Roman se mantuvo quieto unos segundos, esperando a que Dean le permitiera continuar, cuando las manos de Dean pasaron a sus hombros y apretaron los mismos, supo que era momento de continuar.

Los quejidos que salían de los labios de Dean se convirtieron en gemidos. El castaño ocultó su rostro en el cuello de Roman y el moreno hizo lo mismo, empezando a soltar roncos quejidos contra el cuello de su amante.

Siguieron así unos momento más. Las piernas de Dean empezaban a temblar y su cabeza daba mil vueltas, Roman trataba de mantener el ritmo pero estaba seguro de que acabaría pronto.

Las manos de Dean apretaron nuevamente los hombros anchos de su amante, sintiendo como empezaba a correrse entre ambos cuerpos.

Al cabo de unos minutos, sintió a Roman acabando dentro de él. El cuerpo del mayor cayó encima del suyo, completamente agotado.

Dean sonrió y abrazó a Roman contra él, sin querer dejarlo ir. Entonces, aunque estuviera completamente fuera de lugar, pensó en su madre.

Su madre que en las pocas veces que habían hablado, le dijo una vez que las personas con las manos frías, tenían el corazón más cálido.

Esa era una manera de decir que, las personas que se ven más frías y duras por fuera, tienden a ser las más blandas y amables por dentro.

Y ahí, mientras abrazaba el cuerpo frío de un Roman que trataba de calmar su respiración, Dean pensó que en toda la lista increíblemente larga de gente que pudo haber dado con él, Roman era la mejor de las opciones.






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¡Hola queridxs! Yo solo quería aprovechar este espacio para mandarle todo el amor y cariño a los mexicanos que estén leyendo esto, si es que los hay. En serio quiero que sepan que desde Venezuela les mandamos todo el apoyo del mundo. #FuerzaMéxico ♥

Espero sus comentarios y gracias por darme todo el amor que siempre me dan. Buenas noches <333.

Amor eterno, Evelyn.

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