Prólogo
Helena sintió la brisa despeinar sus cabellos, al aire rozar sus mejillas y el hálito del cielo rasgar sus labios. A medida que aumentaba la velocidad lo hacía la adrenalina del momento y, por consecuente, solo podía esbozar una sonrisa.
Observó desde lo alto las anchas y largas calles de la gran ciudad, la multitud en ellas. No podía escucharlos desde ahí, pero se veían todos contentos. Luego alzó su vista hacia arriba y se atrevió a estirar los brazos, intentando atrapar una esponjosa nube entre ellos, por un instante la sostuvo, pero debido a la gran velocidad terminó por escurrirse de entre sus manos.
Con el riesgo de caerse en algún momento no le quedó más remedio que abrazarse al cuello de su amigo, aquel que la estaba llevando de paseo por el cielo. Dejó escapar unas sonoras carcajadas cerca de sus orejas y le acarició la melena, en señal de cariño.
Ted era una criatura ancestral, mejestuosa, elegante. Un león blanco, de abundante pelaje, gigante, con alas de ángel en su espalda. Tenía unos profundos e hipnóticos ojos azules que reflejaban —según su padre— el misterio de los mares. Sus largas y afiladas garras eran negras, haciendo un bonito contraste, estas podrían cortarlo casi todo. En la Tierra muchas leyendas hablaban de una criatura así, algunos la asociaban con el caos y otros con la salvación, pero la verdad era que se trataba del más dócil y tierno de los animales.
Ted había sido un regalo por parte de su padre hacia Helena cuando ella era tan solo una niña. Hacía varios siglos atrás, cuando ella nació, su condición de ángel sin alas se presentó. Por mucho que trataron de ayudarla a sacarlas fue imposible, según su progenitor quizás porque no estaba lista. Así que a raíz de la condición de su hija, le ofreció la compañía de un leal amigo y a su vez un muy increíble medio de transporte.
Helena se había acostumbrado a la idea de que probablemente jamás podría volar por sí misma, y estar con Ted no era nada desagradable. A veces era tierno tener que confiar en en alguien.
Sus dorados orbes divisaron a varios metros la pequeña figura de Emily. La chica le estaba haciendo exageradas ceñas con la mano para que notara que estaba ahí.
Helena obligó a Ted a disminuir la velocidad lentamente hasta que se detuvo en el aire justo al lado del Serafín.
—¡Hela, buen día! ¡Aunque todos los días son buenos! —exclamó contenta Emily, dando una voltereta en el aire.
—Algo me dice que ya la has conocido —dijo en respuesta la aludida, disimulando una pequeña risita al ver el encemismado estado de su amiga. Escuchó a Ted ronronear y le palmeó la cabecita—. ¿Cómo es la princesa del Infierno?
—No es para nada como la imaginaba. Tienes que conocerla —sinceró la joven Serafín, llevando ambas manos a su pecho—.Es muy positiva, y tiene buen corazón.
—Eso es porque Lucifer nunca fue el enemigo —susurró con una expresión de "te lo dije"—. Él tampoco es malo, solo era curiosín.
—Ya, como tú —sentenció su amiga, llevando ambas manos a su cintura.
Emily y Helena eran mejores amigas desde que se conocían. Emily era la única que le hablaba sin problemas a Helena, la única que toleraba sus comportamientos y comentarios y, posiblemente, la única que la seguía en todas las locuras que a esta última se le ocurrían.
Helena era de un peculiar pensamiento, uno que a las personas del cielo no le agradó nunca. Las cosas que decía solían tomarse como amenazas y las propuestas que hacía se consideraban peligrosas. Todos la señalaban por pensar que un pecador podría ir al cielo y que algunos ángeles merecían ir al Infierno. Helena se cuestionaba quien tenía el poder para decidir sobre las vidas y el paradero de los demás, y sus preguntas irritaban y molestaban sobre todo a los serafines y arcángeles.
Durante mucho tiempo Emily escuchó de Helena que Charlie probablemente no sería como la describía Sera, o cualquier ángel del cielo. Dijo que no esperara conocer a un monstruo sanguinario, y que si iba abierta de mente, tal vez se llevaría una grata sorpresa. Emily respetaba mucho el pensamiento de Helena, por eso siempre atendía abiertamente a sus peticiones y nunca, ni una sola vez en su vida, recuerda haberse arrepentido de ello.
Pero Emily también era consciente de que el Cielo no estaba muy contento con su amiga, era evidente que su naturaleza curiosa y rebelde a muchos les recordaba a Lucifer.
—Me gustaría conocerla y escuchar acerca de su iniciativa —ensoñó la protagonista, mirando arriba, como esperando algo especial. Sus ojos brillaron—. Un hotel para redimir almas. El idiota de Adán se ríe, pero seguramente Charlie tiene grandes planes.
—Habrá una reunión para hablar de eso. Tu padre estará ahí. Si quieres te cuento.
Helena esbozó una sonrisa traviesa y miró fijamente a Emily, esperando que esta fuera capaz de leer su expresión y mente, deducir que era lo que se le ocurrió en ese mismo instante.
Emily pestañeó consecutivas veces y, a medida que fue entendiendo esa profunda mirada en el rostro de Helena su sonrisa se fue borrando. Pocos eran capaces de asustarla, pero Hela tenía el poder y parecía disfrutar de usarlo.
—Será muy peligroso —sentenció, preocupada—. Si te atrapan estarás en grandes problemas.
—Vamos, Em, ayúdame. Solo voy a escucharla. Prometo por el meñique que no me entrometeré no importa qué digan o hagan.
—No te creo, es imposible que contengas tus emociones.
Durante los siguientes segundos, Helena dibujó la mayor mirada de cachorrito abandonado que pudo e hizo un puchero lindo que siempre había tenido el don de convencer a su mejor y única amiga.
—¡Bien! Pero júrame por el meñique que no harás ninguna locura. No quiero que te metas en problemas.
—¡Por el meñique! —dijo Helena, alzando el dedo.
Tener de aliada a una de los serafines sin duda tenía sus ventajas. Podría asistir a la reunión de los ángeles y contemplar por sí misma como Charlie explicaba pausadamente su proyecto y, si había suerte, demostraba que realmente los demonios podían redimirse.
Estaba a punto de ver algo histórico, lo sentía en su corazón.
En cambio Ted, su mascota y fiel compañero, para muchos quizás carente de consciencia, movió su cabeza en señal de negación.
El principio de una larga y complicada historia fue por algo tan trivial. Tal vez sea cierto eso que dicen en la Tierra, que los mejores momentos de tu vida, esos que le dan sentido a quién eres, llegan justo cuando menos te lo imaginas.
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Palabras del autor:
A ver, ando emocionada con Hazbin Hotel y cuando yo me emociono pasa esto :v
Aclaraciones importantes:
Hice lo que me dio la gana del sistema de Hazbin. Se sabe poco del cielo así que tuve que sacarme del culo casi todo. No me juzguen, a falta de información, que sobre imaginación.
No va a ser perfecto porque es un finc. Obviamente habrá cosas que seguro que tú que eres super fan de Hazbin sabes y yo no :v pero se hace lo que se puede.
Esto es una especie de colaboración con mi bb: 000sky-blue000 Tkm amiga, gracias por ser partícipe de mis tonterías <3
Lucifer te amo.
Bueno ahora sí. AGUANTENSE perras, porque empieza la locura :D
Lean comiendo palomitas :3🍿
~Sora
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