i n o c e n c i a.
Tus labios eran
de un carmesí
inmaculado,
seductor.
Cuando te conocí,
tus labios eran de un tono rosado,
con marcas de mordeduras.
Te veías tan inocente.
Yo te robé la inocencia,
con mi insaciable actitud.
Estabas tan enamorada
que hiciste lo que hizo falta para no perderme.
Fui un imbécil que no supo valorarte.
Lo siento, Jenna.
Te quiero.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro