Me encierro y me pudro,
estoy podrida,
pero no entiendo porqué.
Me acuesto,
pero la almohada nunca,
en ningún momento,
está seca
y no sé qué es
lo que la moja,
si es el placer de mi ser
entre lágrimas incontrolables,
o es mi alma
que en olas de dicha
goza de una soledad inminente,
desgarradora, silenciosa
e incomprensible.
No lo comprendo.
En qué libro está
aquellas palabras que tanto busco,
que tan cerca siento
y tan hondo
perforan mi garganta,
las necesito para describir
aquella dinastía gloriosa
de un imperio entero,
totalmente armado
y caído,
preparado
y listo
a destruir
mi tan podrido
y negro corazón.