Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Nombre

Abotargada, pero feliz. Un bocado más habría echado a perder el bienestar de mi estómago, hacía demasiado que no comía tan bien y pasaría bastante tiempo hasta que tuviera hambre de nuevo. Acaricié mi abultado estómago, el cual contenía lo que había sido un deliciosísimo plato de yemistá y pastitsio. El primero consistía en un sencillo tomate asado relleno de arroz y carne picada y el segundo, poco arriesgado y muy italiano para mi gusto pero igualmente riquísimo, era un plato muy similar a la lasaña: base de macarrones gruesos, carne picada por encima y todo cubierto por la bechamel de mis amores.
Para mi, la frase menos es más era cierta por completo, sobretodo en lo referido a las recetas. Obviamente mi favorita era la mezcla de harina, leche, mantequilla y una pizca de sal (bechamel). Tanto me gusta que si dependiera de mi, prepararía toda una bandeja de lasaña pero sin el tomate, ni la carne, ni las láminas de pasta, sólo exquisita bechamel. Y hasta aquí pensar sobre ese manjar porque ya tengo el estómago a reventar y aun así se me hace la boca agua.

Para reposar no se me ocurre mejor sitio que mi, ahora, esquina en la playa. Además era el único sitio libre ya que el resto estaba ocupado por unos cuantos turistas ansiosos por recibir los rayos solares que broncearían su piel aunque, en realidad, la dejaban de un "rojizo cangrejil", o lo que viene a ser lo mismo, quedaban rojos como cangrejos. Me recosté sobre el pareo que acababa de adquirir poco antes de pisar la arena para, precisamente, evitarla. Hay pocas cosas que me sorprendan tanto como encontrarme arena cinco días después de haber regresado de la playa, y bien duchada. Tuve una temporada en la que creía que era como la antorcha humana, solo que en lugar de fuego mi cuerpo era de arena.

Las rocas de mi derecha, pertenecientes a un pequeño acantilado, me privaban del abrasador sol de las cinco de la tarde, aun así estaba más acalorada que cuando me tocó preparar la comida por la mañana. Claro que los humos que eché fueron todos gracias al pichafloja, a quien tuve la mala suerte de recordar. Sin embargo, mi problema era el calor mezclado con el
pesado proceso de digestión que tenía que aguantar. Encontré dos soluciones: echarme una breve siesta para aliviar la pesadez o darme un breve baño; sin embargo existían inconvenientes, en el primer caso no podría dormir debido al calor y en el segundo corría el riesgo de sufrir un corte de digestión o, peor aún, toparme con alguna malvada criatura marina. Por esas incertidumbres, me tomó un buen rato llegar a la solución perfecta: mojar mis extremidades desde la orilla y regresar al pareo para dormir.

Tan feliz era yo siendo raptada por Morfeo, y con mi temperatura ya regulada, que algo malo tenía que suceder.

Varias saladas gotas de agua se precipitaron contra mi cuerpo, rostro incluido, así que abrí los ojos para contemplar la peor situación en la que podría estar en ese momento.

- ¡¿Pero a ti que te pasa?! ¿Eres tonto o te entrenas?

- Ey, relaja -contesto con calma y una irritante media sonrisa.

- ¡No me relajo cuando tienes media playa por la que ir y pasas justo por aquí para mojarme entera! -continúe con la voz alzada, sin importarme quién me mirase porque acababa de perder los estribos por el maldito pichafloja.

¿A cuento de qué tenía que mojarme, invadir mi espacio personal y encima en bañador, fardando de músculos hinchados?

- Qué poco necesito para que estés mojada... -insinuó

- Me das asco -murmuré.

- ¡Eh! Que yo estoy muy limpio y olvidas que trabajas para mi.

- ¿Perdona? Te recuerdo que es un favor -remarqué, recibiendo una carcajada de él.

- Gracias -sonrió- como es un favor... Así que el descuento en la estancia no será necesario.

El maldito me acababa de pillar, pero no pensaba consentirlo.

- Oh, al fin has encontrado a alguien que se ocupe, menos mal...

- Para la cena ya tendré un cocinero de buen nivel -respondió, siguiendo el juego.

- Como clienta, espero que así sea -concluí.

Me tumbé y cerré los ojos otra vez, en señal de que se marchara y me dejara en paz, más después de lograr callarle la boca. Sin embargo escuché un ruido en la arena que me desvelaba algo totalmente desquiciante. Abrí los párpados y mis ojos lo confirmaron. Le miré intentando fulminarle con todas mis fuerzas, como si mis ojos disparasen rayos láser. Tristemente el intento fue un fracaso y lo único que gané fue su cara de engreído. Tomé aire y lo expulse, de otro modo habría tomado su cuello y lo habría expulsado de la galaxia, a ser posible hacia un agujero negro. Puede que suene exagerado, pero en ese instante me resultaba la idea más grandiosa del mundo.

- Vete o llamo a la policía -avisé.

- ¿A la policía? -se rio.

- ¿Se puede saber qué quieres?

- Que me contestes a esta pregunta: ¿Sabes quien soy?

Un pichafloja engreído con la gracia en el culo, y puedo seguir... Pero me interesa demasiado tener a buen precio mi habitación así que voy a pasar de contestarte.

- Prefiero no contestar -respondo.

- Soy Chris Evans -enunció esperando que me sorprendiera.

- Enhorabuena, y ahora vete.

- No me has contestado... -insistió.

- No sé quién es usted, su resaviada señoría real don Chris Evans. ¿Eres un rey o algo así o qué?

Alabé a los dioses cuando se fue sin abrir la boca. Por otra parte no entendí su pregunta, como si debiera conocerle. Igual era un niñato rico, así me parecía, o el mismo idiota intentando hacerse el importante, otra vez.

Transcurrieron las horas como si de minutos se tratase mientras estuve dormida a ratos, así hasta que el atardecer cobró fuerza y la brisa anunciaba la noche. Me quedé sentada sobre el pareo, observando un bello horizonte anaranjado, con toques rosas y contrastado con el azul del mar. En las olas se reflejaban los ya débiles destellos emanantes del sol, creando figuras abstractas, hechizandome. Sin embargo, la magia fue difuminada por algo que ya había visto antes: Poseidón surcando las aguas sobre un carro.

Me levanté, acercándome a la orilla, atraída por lo que estaba viendo, tanto que llegué al punto en que mis muslos estaban cercanos a mojarse. Seguramente, habría seguido introduciéndome en el mar de no ser por un roce que noté en mi tobillo izquierdo. Con el corazón en palpito salí corriendo del agua tan rápido, por poco creí ser capaz de correr sobre el agua, pero no.

Regresé al hotel, esperanzada por tener la suerte de no ver al pichafloja, cuyo nombre recién revelado era mucho menos acertado que su mote secreto puesto por mi. Me duché rápidamente con agua templada y poco después, ya con la luna ocupando el cielo, paseé por el pequeño pueblo. Tras la sustanciosa comida, mi apetito era muy reducido, por lo cual me contenté con un helado de chocolate y nuez.

Me percaté de que en la zona del paseo contraria a la más contigua al hostal, había pequeños puestos de ropa, joyas, souvenirs y más diversidades. Ese tipo de mercadillos nunca encendían mi interés y esta no era la excepción, así y todo mi atención fue llamada cuando una de las vendedoras me paró en seco. Su aspecto daba a entender que era una gitana, o bien podría ser hippie o nativa del pueblo, incluso una mezcla de las tres. El caso es que tomó mi muñeca y prácticamente me arrastró a su puesto, causandome gran nerviosismo y parálisis porque, aparte de no entender su idioma y creer que iba a robarme, las tomas de confianza por parte de desconocidos me provocaban algo de ansiedad.

La mujer de piel tostada, pelo rizado, estatura más bien baja dueña del pequeño puesto, se empeñó en comunicarse conmigo, sin éxito. Pese a ser vencida por el idioma parecía no rendirse y dejándome confundida consiguió ponerme un collar. Entendí que era un regalo y que era mágico o debía llevarlo siempre, evidentemente sin creerlo pero tuve que aceptar forzosamente cuando de repente me ignoró.
Con las mismas, seguí el paseo, fijándome en el collar. Se veía como una T muy extraña, puede que una letra griega... Como fuera, resultó que era bonito así que me despreocupé sin miramientos.

Gracias a la reconfortante siesta playera, mis energías estaban a buen nivel, de todas formas me rendí a los encantos de la esponjosa cama que por segunda vez, podría llamarla como mía. Y no supe más del mundo hasta el día siguiente.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro