Tres son multitud; parte 9.
La pregunta anterior quedó flotando en el aire y los segundos se hicieron eternos. Mikey subió la mano y pellizcó uno de los pezones de Takemichi, quién se estremeció y colocó sus propias manos en el pecho de Haruchiyo, arrugando fuertemente su camisa. En medio de un beso y unas caricias, apenas y podía pensar, sin embargo, Takemichi dudaba de poder complacer a dos personas, ni siquiera tenía experiencia con una. Aunque el trato era irresistible, él tenía sentido común.
Se alejó del beso luego de pensarlo tanto, apoyándose en Mikey, con su cuerpo envuelto en una ligera capa de calor que ambos chicos le producían. Haruchiyo lo miraba con cautela, lamiéndose los labios; no intentó tocarlo de nuevo. Y de cierta manera, lo aliviaba que lo dejara decidir.
No podía ver directamente la expresión de Mikey, pero debió estar decepcionado, pues se alejó de Takemichi y dio unos pasos hacia su novio, quedando ambos al frente. Y vio como Mikey estaba inquieto y Haruchiyo resignado, como si intuyera su negativa. Takemichi se rio, nervioso, y suspiró.
—De acuerdo... podemos hacerlo —dijo con firmeza, mordisqueando su labio inferior.
Se hubiera reído, de nuevo, por la cara de sorpresa del par, sin embargo, no tuvo tiempo ni de procesarlo. Mikey lo tomó del brazo y lo arrastró a la habitación, asegurándose de que no fuera a retractarse, tras ellos, Haruchiyo. Takemichi estaba agitado por los nervios, cuando entró por primera vez en ese lugar, y vaya descuido, llevaba viviendo meses en el apartamento y no había tenido la valentía de entrar en la habitación de Mikey y Haruchiyo; estaba seguro de que su miedo era por las reacciones erráticas de su cuerpo por ese par. Inhaló profundamente cuando le echó un vistazo al cuarto y fue empujado más adentro. Allí era espacioso y limpio, ordenado y con el aroma característico de la pareja, almizcle masculino y dulce, por todos los postres que Mikey solía comer. Toda la piel de Takemichi se crispó y aún no habían empezado.
—Takemicchi, nos haces muy feliz —dijo Mikey, tomándolo de las mejillas. Luego se inclinó hacia él y llenó su cara de besos, apretando sus labios con sus dientes y haciéndole cosquillas en la punta de su nariz.
Oh, cielos, todos sus deseos se estaban cumpliendo. Estaba siendo consentido por esos dos y dudaba poder detenerse.
—Mikey, yo nunca... —murmuró con las mejillas rojas, ¿cómo les decía que no tenía experiencia en absolutamente nada referido al sexo?
—Lo sabemos, por eso cuidaremos de ti —Haruchiyo ya estaba en su espalda, rodeándolo de la cintura.
Los labios de Mikey tomaron los de Takemichi, quien un tanto confundido, correspondió y se movió con torpeza, intentando seguirles el ritmo, pero Mikey era mucho más rápido que él, era imponente, seguro de sí mismo. Takemichi no podía hilar nada coherente, estaba muy nervioso, mientras anticipaba lo que sucedería.
En algún momento entre los besos y los toques, pellizcos y caricias, los tres se desnudaron. Takemichi tenía un sonrojo digno de personaje de anime, tan avergonzado por la imperiosa vista de sus amigos. Sus músculos eran mucho más marcados que los de él y qué decir de sus miembros, se sentía tan pervertido por fijarse en ello. En medio de su distracción, acabaron en la cama, Mikey cerca de la cabecera de la cama, rodeado de almohadas; Takemichi quedó en su regazo, compartiendo besos con él. El chasquido de sus bocas era solo comparable, en placer, claro, con los besos y mordidas que Haruchiyo dejaba en su cuello y tras sus orejas, en sus hombros y espalda. Takemichi estaba tan acalorado y ansioso, que de su boca solo salían gemidos y balbuceos incoherentes, ya ni siquiera se preocupaba de que lo vieran tan desesperado.
En medio de sus piernas estaba tan mojado y duro, Mikey era el encargado de frotarse contra él, poniéndolo al límite de su propia excitación. En el momento de cambiar de posición, Takemichi quedó de espaldas a Mikey, todavía sobre su regazo, pero estaba mirando directamente a Haruchiyo, quien le abrió las piernas y se colocó en medio de ellas, besando y chupando alrededor de sus muslos temblorosos.
—Hoy serás el centro de atención, Takemicchi, queremos que tu primera vez sea especial —dijo Mikey en su oído, besando y lamiendo alrededor de su oreja.
El soplo de aire caliente en su piel era demasiado que procesar. Takemichi sentía cosquillas por todo el cuerpo, era como si de repente alguien estuviera pasando una pluma esponjosa por su piel, pero solo eran los labios de sus amigos. Gimió, descontrolado, cuando la diestra de Mikey envolvió su pene y empezó a moverse de arriba abajo en la base, teniendo cuidado cuando el pulgar se presionó en la hendidura. Al mismo tiempo Haruchiyo extendía la mano hacia el buró para tomar un tubito del color de la fresa.
—¿Confías en nosotros? —preguntó Haruchiyo, mirándolo a los ojos.
Takemichi asintió e inclinó la cabeza hacia arriba para ver a Mikey, quién desde esa posición le está sonriendo. Y era tan hermoso. Cualquier duda se disipó por la forma en la que lo estaban tratando, como si fuera lo más valioso de la tierra.
—Confío en ustedes con mi vida entera —respondió sincero y jadeó cuando Mikey le dio un apretón especialmente placentero en su miembro y Haruchiyo colocó un dedo frío y mojado en medio de sus nalgas.
En un comienzo, Takemichi quiso deshacerse del intruso, sin embargo, el trabajo de Mikey era distraerlo y vaya que lo hubiera conseguido, de no ser porque ese mismo dedo traspasa su tensa entrada. Takemichi se arqueó y retuvo el aire en sus pulmones, sintiendo una ligera punzada, que si bien, no era dolorosa, rayaba en lo incómoda.
—¿Estás bien con esto? —Haruchiyo tanteó con las expresiones de Takemichi, al primer signo real de molestia, se detendría.
—Continúa... —murmuró con una sonrisa.
—Eres un buen chico, Takemichi —agregó el más alto, siguiendo con su delicada tarea y agrega un segundo dedo.
El estiramiento inicial casi lo hizo retroceder, era una sensación demasiado molesta, pero Mikey estuvo allí para sostenerlo, estaba siendo muy paciente y comprensivo.
Haruchiyo era suave, nadie podía negar su increíble autocontrol, pero Takemichi todavía lo sentía demasiado intenso. Y solo era un par de dedos escarbando dentro de él, luego movimientos circulares y una presión lenta que provocó en él más de lo esperado, sobre todo cuando tocó algo que lo hizo ver estrellas tras sus párpados pesados. Takemichi era un lío con sus gemidos y los movimientos de su propio cuerpo, deseoso por más.
Mikey dejó de tocar su pene, pero sus manos se movieron rápidamente hacia su torso y lo acarició tan lento como los dedos en su interior. Demasiadas sensaciones, demasiadas emociones. Takemichi iba a explotar. No supo cuánto tiempo estuvo de la misma manera, pues cuando de repente los dedos lo abandonaron, se sintió vacío. Haruchiyo envolvió sus brazos alrededor de sus muslos y con toda la suavidad que pudo reunir, maniobró hasta que Takemichi quedó totalmente expuesto a él. Mikey no lo abandonó, al contrario, aumentó sus caricias hasta relajarlo.
Era demasiado irreal ese momento. Takemichi ladeó un poco la cabeza y como un cachorrito, buscó la atención de Mikey, quién le susurraba palabras al oído y lo besaba. Y estaba siendo tan mimado que no sabía cómo viviría al día siguiente sin ello.
Tragó saliva, sintiéndose perdido cuando algo presionó en su entrada. Un vistazo rápido y era Haruchiyo, haciéndose paso en él. Gimió dolorido, mientras la ancha circunferencia traspasa el primer anillo de músculos. Takemichi no se sentía como él mismo, no sentía que toda la incomodidad que empezaba desde su espalda baja y subía hasta su cuello, y luego llenaba sus mejillas de calor, fuera él. Sus ojos se llenaron de lágrimas, mismas que Mikey barrió con los pulgares.
—¿Qué sientes, Takemicchi? —preguntó Mikey, viéndolo con preocupación.
Takemichi comprendió que ninguno debía estar pasándola bien de momento. Era como si pudieran sentir su propio malestar, y entonces sonrió para transmitir la calma que no sentía.
—Todo es incómodo y abrumador, pero no quiero que se detengan.
Haruchiyo le devolvió la sonrisa y se empujó un poco más dentro de sus paredes anales, mientras Takemichi siente como lo parten en dos. La parte más ancha del pene estaba haciendo estragos dentro de él y ahora sí que no puede controlar los sonidos que salen de su boca, medio gemidos y medios lloriqueos incomprensibles; con una estocada más, lo tiene por completo dentro.
Takemichi ya no era virgen. Haruchiyo estaba dentro de él. Es grande, largo y palpitaba. Mikey a la vez lo estaba consolando y diciéndole lo feliz que se sentía. Takemichi estaba irremediablemente enamorado de esos dos.
—Quiero que se mueva, dile que se mueva —le rogó a Mikey, aunque era Haruchiyo quien estaba al frente. En realidad, su cabeza estaba envuelta en una densa bruma de placer y no podía pensar en nada coherente.
El chico no se hizo esperar. Fue muy lento y delicado al empezar, meneaba las caderas al ras de las nalgas de Takemichi. Esperaba que pronto se acostumbrara, ya que seguía un poco tenso.
Cuando solo salieron gemidos de placer de la boca de Takemichi, Haruchiyo dio la primera embestida fuerte, misma que lo dejó sin aire. Y le siguió otra y una más. Takemichi ancló sus rodillas a la cintura de Haruchiyo y levantó una mano para colocarla en el hombro de Mikey como apoyo, sentía que podía caerse en cualquier momento.
El ritmo de Haruchiyo dejó de ser tierno y considerado a la mitad, se estrellaba contra Takemichi, de modo que su cuerpo se doblaba y se abría por más, mucho más. Takemichi jadeaba y suplicaba, su cuerpo hormigueaba y ardía en medio del desenfreno, su piel febril estaba empapada de sudor y baba. Mikey también lo torturaba, torciéndole los pezones o jugueteando con su pene duro y goteante. Apenas y podía procesar cuál de los dos era quien mejor lo trataba.
—Lo tomas muy bien, Takemichi. Aprendes rápido —le halagó Haruchiyo, hundiendo sus dedos en los muslos de Takemichi, mientras seguía arremetiendo en su interior, tomándose el tiempo de frotar su pene en cada rincón de él, encontrando en medio de los roces su próstata, de la cual abusó con presunción.
Takemichi se sentía tan orgulloso por los halagos. No siempre recibía esas palabras de Haruchiyo. Y lo quería más profundo, entonces movió a tientas sus caderas y recibió lo que tanto necesitaba. Le bastó que Haruchiyo empujara un par de veces más, para tener su primer orgasmo, lo suficientemente fuerte como para hacerlo retorcerse sobre el regazo de Mikey. Al mismo tiempo, Haruchiyo lo llenó con un líquido caliente que lo estremeció de la cabeza a los pies.
Estaba temblando, mientras Haruchiyo lo dejaba. Su mente en blanco. Takemichi lloraba, satisfecho y follado, de hecho, muy bien follado. Sus piernas cayeron a los costados y tenía una sonrisa boba, que nada ni nadie podría quitarle jamás.
—No te duermas todavía, Takemicchi —dijo Mikey, reclinándose sobre Takemichi para darle un beso en los labios—, por favor, aguanta un poco.
Por un rato, ninguno de los tres se movió. Le estaban dando tiempo a Takemichi para que se recuperara y cuando eso pasó, sintió como lo tomaban de la muñeca y lo movían como un muñeco, hasta quedar boca abajo en la cama. Parecía un gatito en su nueva posición, sus piernas flexionadas y sus nalgas arriba, la cabeza enterrada en las sábanas.
—¿Listo para la segunda ronda?
—¿Eh? ¿Segunda? —preguntó Takemichi, parpadeando incrédulo.
No estaba seguro de estar listo, pero joder... su cuerpo volvió a reaccionar por las palabras de Mikey, ¿cómo podría negarse cuando justo tenía todo lo que quería al frente? o bueno, detrás.
Levantó la cabeza y ya Haruchiyo estaba frente a Takemichi, quien se ruborizó cuando recibió la grandiosa vista de un pene. Soltó una pequeña risa y sacudió la cabeza de los pensamientos pervertidos, pero era justo lo que los chicos querían que hiciera: pensar como pervertido. Mikey estaba tras su cuerpo, por eso no podía ver para nada lo que estaba haciendo, pero lo intuía por las manos que se posaban en su trasero.
Hubo una pequeña charla, una explicación fugaz sobre el sexo, como era un principiante a pesar de haber perdido su virginidad, había muchas cosas que no entendía. Takemichi movía su cabeza de arriba abajo, diciendo un sí a todo, aunque la verdad era que todo era muy confuso. Haruchiyo le tomó la mano que no estaba quemada, y la llevó hasta su pene; a Takemichi aún le costaba seguir sus juegos, pero haría lo que fuera por devolverles el placer que le estaban dando.
Haruchiyo le susurró una advertencia, algo sobre no usar sus dientes y Takemichi no comprendió hasta que su compañero fue más explícito. La pena fue como un terremoto, haciéndolo tambalear. Pero, Takemichi era buen alumno, entonces empezó a lamer el pene de Haruchiyo, metiendo en su boca la punta y chupando suave y lento. Aquello le sirvió como distracción, pues Mikey ya estaba entrando en él.
Iba a morir, pero morir de placer. No sonaba tan mal en ese punto de su vida.
Soltó un suspiro sobre el pene de Haruchiyo, y se tragó un quejido cuando por segunda vez esa noche, un pene lo penetró. Mikey no es considerado como Haruchiyo, no, Mikey es impulsivo e intenso desde el comienzo. Takemichi sentía las piernas temblando, pero se las arregló para mantenerse firme, mientras estaba lamiendo y tragándose el pene de Haruchiyo hasta donde podía, porque joder... le costaba.
—Es bueno, Takemichi, estoy tan orgulloso de ti —Haruchiyo no dejaba de decirle cosas buenas, mientras las manos de Mikey levantaba su trasero y lo follaba como si no hubiera mañana.
Es rudo y desinhibido, pero tan caliente. Takemichi era una masa de sacudidas y gemidos de placer; la habitación estaba llena de chapoteos, llanto y el crujido de la cama que no se quedaba atrás. Con un pene en la boca y otro en su culo, ya no sabía cómo se las arregló para sobrevivir al segundo orgasmo, mucho más poderoso que el primero.
Lo único que sentía era que Mikey se movía un par de veces más, hasta que se vació dentro de él, sintió ardor en medio de piernas, pero lo atribuía a lo errático que fue el encuentro. Y Haruchiyo hizo lo mismo en su boca, llenándolo hasta que el semen se deslizó por su mentón y cayó en las sábanas. Se ahogó al comienzo, pero tras unas palmaditas, se bebió todo. Su cuerpo estaba sobreestimulado.
—¿Takemicchi? ¿Estás bien? —preguntó Mikey, recuperándose lentamente de la emoción.
Haruchiyo levantó el flácido cuerpo de Takemichi y lo recostó sobre la almohada.
—Solo está cansado, nuestro Takemichi es fuerte.
—Takemicchi. —Mikey se acercó a él y besó con ternura sus labios, antes de alejarse e ir al baño por un paño mojado.
Takemichi apenas sintió cuando lo limpiaron, abrió y cerró sus ojos, quejándose cuando perdió el calor y solo quedó el frío del paño húmedo. Mikey lo consolaba con lindas palabras. Takemichi vio, en medio de su delirio, una pequeña línea roja en medio, a lo largo del muslo derecho, y Mikey se estaba lamentando por haber sido tan brusco al final.
Es todo lo que recordó, antes de caer desmayado. No sé arrepentía de nada, fue la mejor noche de su vida.
Buenas noches, ¿cómo están? Yo bien.
Dudas y sugerencias aquí, es la primera vez que escribo de tres, entonces... supongo que es raro.
¿Debería darle fin ahora? ¿Sienten que falta?
Besitos en la cola.
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