Tensión; parte 11.
El día de la fiesta había llegado y como tal, Mikey era el más entusiasmado con pasar un agradable rato en la piscina con sus chicos. Senju no había escatimado en gastos en su fiesta, además, según ella, la mayor parte del cumpleaños lo había pagado su "sugar daddy". Y en realidad ninguno de los tres quería saber a qué se refería con eso, preferían mantener una imagen agradable de la menor de los Akashi.
Haruchiyo los guio por un largo pasillo dentro de la enorme casona de Senju, y los llevó al patio trasero antes de cambiarse con sus trajes de baño, allí estaría el lugar de la celebración. Ya había música en el fondo y voces que se alzaban en medio de todo. El trío llegaba algo tarde, porque Mikey se ocupó enviando un documento del trabajo.
Mikey planeaba mantenerse cerca de sus chicos, pero apenas abrieron las puertas al jardín y la piscina, Haruchiyo y Takemichi se miraron y luego giraron en dirección contraria para tomar distancia. Mikey quedó con los brazos extendidos y la boca abierta, ¿qué rayos había sido eso?
—¿Problemas en el paraíso? —preguntó Koko, apareciendo desde atrás. Ya estaba con su traje de baño y el cabello mojado.
—No, todo de maravilla —dijo Mikey, viendo primero en dirección a Takemichi, quien se encontró con Chifuyu y lució contento y menos estresado que en todo el viaje a la fiesta, además de que le decía que luego iría a hablar con la cumpleañera. Luego miró hacia Haruchiyo, su novio estaba extendiendo una bolsa de regalo a Senju, ajeno a lo demás—, creo... —vaciló.
Junto a Koko, llegaron Draken e Inupi, y su hermana que estaba sentada en una silla playera en compañía de Yuzuha. Todos tenían ropa de baño menos él, porque dio la casualidad que lo abandonaron a su suerte y estaba muy ofendido por eso.
—¿Por qué parece que hubieras comido un limón? —preguntó Draken, echado en otra de las sillas; estaba tomando el sol.
—Haruchiyo y Takemichi lo dejaron solo —lo delató Koko sin consideración—. Lo vi todo, fue como si Mikey tuviera peste.
Mikey fulminó con la mirada al chismoso, y luego, menos tenso, suavizó la frente, sin haberse dado cuenta que estaba poniendo malas caras.
—No me abandonaron, no estoy tras de ellos todo el tiempo. —Era mentira a medias. Hasta en ese momento no había pensado que algo andaba mal, sin embargo, en retrospectiva, estos días si había habido cierta incomodidad en casa y la atribuyó al estrés del trabajo, porque era ridículo pensar que algo estuviera ocurriendo entre sus chicos. Mikey soltó una pequeña risa y negó, no era posible.
—¿Entonces quieres una bebida? —preguntó Emma para aligerar el ambiente.
Mikey asintió y volvió a mirar a Haruchiyo. Pensó que también debería ir a saludar a Senju, aunque ya le había llamado esa misma mañana para desearle feliz cumpleaños y el día anterior se vieron para almorzar sin Takemichi, porque estuvo todo el día en el trabajo.
Mikey necesitaba averiguar si algo pasaba.
Y tuvo la oportunidad de hacer algo cuando un rato después tomó la mano de su novio y lo mantuvo cerca de él, ambos con ropa más ligera y una piña colada en mano.
—¿Estás disfrutando de la fiesta? —le preguntó Haruchiyo casualmente.
—Lo estoy, ¿y tú? Aunque me pregunto porque Takemicchi no está con nosotros —respondió, mirando hacia Takemichi, quien estaba muy cómodo dentro del agua con Chifuyu y Keisuke, se les unieron los hermanos Haitani y no podían mantener las manos lejos de su Takemichi.
—Creí que tendrías la respuesta, Mikey, tienes más confianza con Takemichi. Siempre que le ocurre algo corre directamente a ti.
Mikey lo meditó, abrió la boca, pero no salió nada coherente. No creía que la relación de Haruchiyo y Takemichi era distante cuando estaban los tres juntos en casa. Parecía muy normal, hasta cierto punto, tenía un novio introvertido y un Takemichi tímido juntos, entonces no era raro que no hablaran mucho entre sí.
—Exageras, Takemicchi te tiene la misma confianza.
Haruchiyo rodó los ojos y bebió de su copa hasta acabarla, casi aburrido con la conversación. Mikey sentía que no lo tomaba en serio.
—Te amo mucho, cariño, pero muchas veces no puedes ver más allá de tus narices. Se me acabó la piña colada, iré por más. —Haruchiyo se levantó y lo dejó.
Mikey quedó con sus tormentosos pensamientos. Y también se levantó para meterse en la piscina al lado de Takemichi, quien le sonrió y se acercó para abrazarlo. Ese chico los amaba, no podía creer que Haruchiyo pensara algo distinto.
—¿Qué haces al lado de todos estos acaparadores? —inquirió Mikey lo suficientemente alto para que todos lo escucharan.
Takemichi se sonrojó por la vergüenza.
—Estábamos hablando de la moda en trajes de baño.
—¿En serio? ¿Eso qué significa?
—Sobre quienes lucen los mejores. Yuzuha y Ran se llevarían los premios.
—Deja de ver los trajes de baños de otros, aunque te ves mejor que todos ellos —murmuró Mikey y agregó con dureza—: ¿por qué no estás con Haruchiyo y conmigo?
—¿Eh? —Takemichi miró alrededor, luciendo más avergonzado y... ¿angustiado? Como si de pronto lo hubieran pillado haciendo una travesura—. No quería interrumpirlos. Necesitan tiempo para ustedes también. Y no creo que le agrade mucho a Haruchiyo —confesó.
Primero Haruchiyo diciendo que Takemichi no confiaba en él y luego Takemichi diciendo que no le agradaba a Haruchiyo. Quería golpearse por ser tan ciego y no ver los problemas que había en su pequeño círculo de compañeros.
—Ven aquí —dijo Mikey, extendiendo sus brazos hacia Takemichi, quien dudó al comienzo, luego accedió a dejarse envolver—, ambos te queremos por igual, ¿cómo puedes ser tan terco? —preguntó, regando besos por el cuello del chico sin importar que otros lo vieran, aunque bueno, la mayoría estaban ocupados. Todos deberían estar acostumbrados al lado posesivo de Mikey dirigido a Takemichi.
—También los quiero a ambos. —Takemichi se estremeció y suspiró. El roce bajo el agua es placentero. Y no negó la mano de Mikey que se deslizó en su espalda baja y acarició sus caderas con apenas el pantalón playero. Menos mal que la tela holgada ayudaba a ocultar cualquier vergüenza.
Los dedos de Takemichi apretaron los brazos de Mikey y casi sucumbió al deseo de fundirse en Mikey, pero alguien carraspeó al lado, llamando la atención de la descuidada pareja.
—Te traje algo de beber.
—¡Genial, métete al agua! —exclamó Mikey, soltando a un sonrojado Takemichi para tomar la copa.
—No gracias, no quiero mojarme —dijo, apoyándose en el suelo al lado de la piscina—, ¿quieres algo de beber, Takemichi? —por primera vez en todo el rato, Haruchiyo le prestó atención a Takemichi.
—No, no tengo sed —respondió, apenado.
Y de repente se creó un silencio incómodo. Mikey suspiró con exasperación y dejó la bebida de lado, sabiendo que tiene un tema pendiente con sus chicos. Había que resolver toda diferencia.
—¿Les pasa algo? —cuestionó.
Haruchiyo se encogió de hombros y Takemichi miró al fondo de la piscina como si fuera lo más interesante. Planeaba insistir, pero se vieron interrumpidos por un pelinegro entrometido que llamó a Takemichi para que se uniera a un tonto juego.
—Lo siento, Chifuyu me llama, los veo luego. —Takemichi ni corto ni perezoso se fue.
—Yo también me iré, prometí a Senju que le ayudaría con algo. —Haruchiyo también se levantó y dejó a Mikey solo.
Por segunda vez lo abandonaron.
Se apoyó en los azulejos de la piscina y maldijo su suerte. Miró alrededor de la fiesta y todos parecían divertirse, menos él, ¿qué estaba pasando?, la pregunta del día. Cuando creía que nadie los estaba mirando, Takemichi miraba a Haruchiyo, o viceversa, luego lo miraban a él y seguían en lo suyo. Y el flujo se mantenía, constante y deprimente. Sabía que entre los tres se querían, mejor dicho, se amaban, sin embargo, no había un punto medio para los tres, tal vez debía tomar medidas extremas. Y una idea se asentó en su cabeza, era pequeña y contundente. Y sonrió con malicia, mientras planeaba la forma de poner todo en marcha, de momento se había ido al lado de su mejor amigo para interponerse entre él y su hermana. No podían estar melosos y él sufrir.
Aproximadamente media hora después, puso en marcha su primera parte del plan. Ya se estaba haciendo de noche, y pronto tendrían que reunirse para la comida, entonces no debía perder el tiempo. Si llegaban a casa con tanta tensión no habría forma de revertirlo.
—Takemichi, tengo frío —dijo, haciendo pucheros.
—Lo siento, Mikey, ¿quieres ir dentro? —preguntó Takemichi suavemente, llevando sus manos a las mejillas de Mikey.
—No, estoy haciendo que Kenchin me consiga taiyakis. Solo, ¿puedes ir por el suéter que tengo en el bolso? Está en la habitación donde nos cambiamos la primera vez, ¿recuerdas?
—Lo recuerdo, puedo hacer eso por ti —respondió con una sonrisa.
Mikey se inclinó y dejó sobre los labios de Takemichi un beso de agradecimiento.
—Está bien, te esperaré aquí mismo, no me moveré para nada.
—No tardaré, y trata de no exasperar a Draken —dijo al último—. Es el suéter azul, ¿cierto?
Mikey le aseguró que se portaría bien y le dijo que sí al suéter de ese color, entonces Takemichi no perdió el tiempo y volvió dentro de la casa. Si lo admitía mejor, también estaba empezando a sentir frío, pero el ambiente era fresco y la fiesta era mucho mejor como para quejarse. Subió unas escaleras hasta el segundo piso y si recordaba mejor, había una habitación de invitado que Senju le dejó a Haruchiyo para lo que quisiera.
Suspiró al encontrarla y entró para buscar entre sus cosas: el suéter de Mikey. Cuando lo tuvo en mano y se giró para volver con Mikey, el corazón casi se le salió del pecho al ver a Haruchiyo de pie en el umbral, mirándolo con el ceño fruncido. Oh, no...
—Lo siento, Haruchiyo, Mikey dijo que le buscara algo para el frío, no quería entrometerme en tu habitación —dijo rápidamente.
Haruchiyo dio un paso adelante y ladeó la cabeza, confundido.
—Yo también vengo por el suéter de Mikey.
—Vaya... —dijo Takemichi distraídamente—. Tal vez tardé y por eso te dijo a ti, pero ya lo tengo y volveré. —Intentó dar un paso hacia delante, pero Haruchiyo se interpuso en su camino.
—Lo llevaré yo, de todas formas me lo pidió.
—No es necesario. Lo encontré primero.
—¿Intentas quedar bien con Mikey? No funcionará —Haruchiyo tomó uno de los lados del suéter y trató de quitárselo de las manos.
—No, no intento quedar bien con Mikey, ¿tú quieres que yo quede mal delante de Mikey? —preguntó con amargura, sosteniendo su lado del suéter con fuerza—. Sé que no te agrado y estoy tratando de no meter mis narices donde no me importa, pero lo encontré primero.
Haruchiyo entrecerró los ojos y usó un poco más de fuerza.
—¿De qué hablas? ¿No me agradas? Pienso que es al contrario, no te agrado a ti.
—Es ridículo, solo me toleras, porque le gusto a Mikey —dijo Takemichi y sintió un terrible nudo en la garganta—, no tienes que fingir más.
—Cada vez te estoy entendiendo menos. El único esquivo eres tú, huyes de mí siempre que puedes y me cansa tu estúpido juego. —Haruchiyo dio un jalón muy fuerte y la prenda se partió en dos.
Takemichi jadeó, sorprendido, y miró con notable enojo al chico que tenía enfrente.
—Eres un mentiroso y tonto, ¡mira lo que hiciste!
—Lo hiciste tú, porque no puedes aceptar que eres un cobarde —Haruchiyo dejó caer la prenda hecha jirones y se acercó a Takemichi sin importarle en lo absoluto su política de "no traspasar su espacio personal". Ya estaba harto de la situación—. ¿Quieres a Mikey para ti solo? ¿Crees qué soy repugnante?
—¡No lo entiendes! No soy un cobarde y no quiero a Mikey para mí solo, yo soy el que está en medio de ustedes dos y... —Takemichi quería decirle que no quería ser la tercera rueda, él los quiere a ambos, pero simplemente no podía. Sobre todo, porque en el rostro de Haruchiyo solo hay una especie de pena y molestia por su culpa—. Me iré. No perderé más el tiempo contigo.
No pudo ni siquiera dar un paso al frente, porque de nuevo Haruchiyo lo detuvo; sus manos grandes y ásperas ahuecaron sus hombros, y lo mantuvieron fijo en el mismo lugar, sin la posibilidad de huir. Las miradas de ambos se cruzaron en una especie de batalla de poder, que perdió Takemichi cuando sintió que los labios de Haruchiyo se estamparon sobre los suyos, robándole el aliento de golpe. El beso no era tierno o considerado, al contrario, podía sentir la ira en cada roce rígido y ansioso. Takemichi no se quedó atrás en medio de la ansiosa unión, cuando estaba igual o más necesitado de atención, pero no cualquier atención, solo la de Haruchiyo.
Por la mente de Takemichi cruzó la expresión de decepción de Mikey, esos ojos negros juzgándolo por ser un mal amigo, pero tan pronto como las manos de Haruchiyo se apoyaron en su torso desnudo y tocaron sus pezones sensibles, desechó cualquier idea. Lo empujaron a la cama y su espalda rebotó en el suave colchón, antes de que el peso de Haruchiyo lo estabilizaran y volviera a sus labios, besándolo con tal vehemencia que pensó que su cuerpo se derretiría y no por el calor de aquella habitación.
Takemichi estaba perdido. La necesidad de sentir a Haruchiyo como suyo era más grande que separarse de él. Si Mikey lo odiaba, si tendría que separarse de sus chicos y volver a tener una solitaria vida, él lidiaría con las consecuencias de sus actos.
—Haru... —Takemichi jadeó de satisfacción, cuando en medio del hambriento beso, una mano de Haruchiyo se coló bajó su ropa y capturó su pene. Podía sentir su piel hormiguear de deseo.
—Shhh, él no estará enojado por esto, lo prometo —lo consoló, mientras dejaba sus labios y continuaba con los besos a lo largo de su mandíbula, sobre sus orejas y bajaba hacia su cuello.
Haruchiyo lo estaba tratando tan bien, que Takemichi solo podía abrir sus piernas y ofrecer su cuello. Estaba tan lleno de calor y placer que era imposible pedir otra cosa, lo quería por completo. Las manos de Takemichi subían y bajaban por la espalda de Haruchiyo, apretando sus músculos para acercarlo mucho más, piel con piel, sudor contra sudor. Se sentía perdido, muy necesitado; no era él mismo.
Haruchiyo no lo dejó, continuó tocando, besando y lamiendo cada centímetro de su piel febril, descubriendo cada zona erógena de Takemichi. En un momento, entre todos los sentimientos, Haruchiyo bajó su pantalón y el suyo también, junto a la ropa interior que quedó a un lado. Todo iba muy rápido, era consciente que solo era la lujuria la que lo motivaba, sin embargo, Takemichi no podía quejarse, le estaban dando todo lo que pedía. El cuerpo de Haruchiyo se reclinó sobre el suyo y ambos penes se frotaron entre sí, erectos y mojados. Takemichi se volvió un desastre de gemidos y movimientos torpes, empujando sus caderas al ras de la pelvis de Haruchiyo, buscando más, exigiendo más y afortunadamente le cumplieron.
Se sintió distinto que en su primera vez, todavía no sabía a ciencia cierta sobre el sexo, pero no le dolió cuando un dedo frotó su entrada y posterior a ello, se hundió en él, Haruchiyo lo había mojado con algo porque se sintió tan bien. Levantó la cabeza y miró al chico, descubriendo que también lo miraba, aunque en sus ojos solo había algo salvaje y crudo que lo estremeció de los pies a la cabeza; las pupilas estaban dilatadas y sus ojos brillando de emoción. Haruchiyo lo tranquilizó con una sonrisa y procedió a hundir un segundo dedo. La quemazón iniciar se desvaneció cuando el par de dedos se movió dentro de él, estirando hasta el último rincón de sus paredes anales. Takemichi quiso llorar cuando el cúmulo de sensaciones lo envolvió y lo consumió en un deleite sin igual.
Mikey... Mikey no merecía que Takemichi disfrutara tanto del momento.
Lo peor era que Haruchiyo no decía nada, solo lo estaba tomando de una forma en la que no había vuelta atrás. Lo estaba destruyendo con cada uno de sus movimientos expertos.
—¿Quieres detenerte? —preguntó Haruchiyo, sacándolo de su pequeño dilema. Era seguro que había notado su angustia.
A Takemichi le dan la opción de dar marcha atrás, incluso los dedos lo abandonaron. Los ojos de Haruchiyo parecieron perdidos en la nada. Takemichi se odió por hacerlo sentir tan vulnerable. Y no, no quería detenerse. Su propia respuesta llegó, mientras tomaba la nuca de Haruchiyo y lo acercó para presionar un nuevo beso.
—Por favor no te detengas, quiero esto.
Haruchiyo tomó sus labios con más calma y también su cintura, lo levantó un poco hasta que Takemichi lo sintió: grande y caliente en medio de sus nalgas. Por instinto se movió, creando una grandiosa fricción entre ambos. No quería algo más que ser follado.
No tuvo que esperar mucho en realidad. Dedujo que Haruchiyo estaba igual de excitado, pues luego de la preparación rápida, lo sintió moverse y luego con sus manos lo abrió para finalmente empujarse dentro de él.
Takemichi hundió la yema de sus dedos en los hombros de Haruchiyo, sensible por la forma en la que el pene se deslizó más allá del primer anillo de músculos y ni siquiera iba a negar que le dolió como la primera vez, solo que el placer se alzó sobre el escozor. Ancló sus muslos a las caderas de Haruchiyo y se balanceó hacia delante por más.
Takemichi sintió que se relajaba con los segundos, su cuerpo mucho más dispuesto. Y fue el momento que Haruchiyo aprovechó para penetrarlo por completo, obligándolo a arquearse cuando un escalofrío recorrió su espalda baja. Ambos gimieron de satisfacción y se dejaron llevar.
Olvidando todo alrededor, Haruchiyo empezó a impulsarse duro y descuidado, casi como si estuviera castigando a Takemichi por su indecisión, a la vez que besaba sus mejillas húmedas y lo relajaba con toques suaves en sus caderas. Era tan contradictorio, pero hermoso. La habitación se llenó de chapoteos de sus cuerpos sudorosos y los sonidos que salían de la boca de Takemichi.
—¡Haru, te amo! —confesó en medio de la bruma de placer. No lo planeó, no lo esperó. Sus emociones estaban demasiado desbordadas como para guardarlas.
Haruchiyo se detuvo unos segundos y lució confundido. Takemichi gimió, desconsolado, y pensó que se había equivocado, no obstante, Haruchiyo continuó mucho más enérgico que antes y abusaba de su punto sensible una y otra vez. Las piernas le temblaban y su respiración se le atascaba en la garganta, todo era demasiado bueno; la mejor forma de conocer la frustración y el amor.
Cuando el orgasmo llegó, arrasó con cada gramo de cordura que le quedó a Takemichi. Soltó el nombre de Haruchiyo en medio de un grito lamentable y se quedó en blanco. Sintió que lo llenaban de algo caliente, al mismo tiempo que su propio estómago y el de Haruchiyo se mancharon.
Y quedó hecho un desastre en la cama, mientras Haruchiyo retrocedía y lo dejaba.
—Lo siento, Takemichi. Debo hablar con Mikey, no te muevas.
¿No moverse era bueno o malo? ¿Lo delataría?
Haruchiyo se vistió y le extendió la ropa, que Takemichi con todo el dolor de su alma, no de su cuerpo, porque estaba terriblemente sensible, tomó y se colocó.
Se suponía que debía quedarse, sin embargo, no pudo. Era un desastre, lo sabía, pero necesitaba explicarle a Mikey.
Takemichi bajó las escaleras y caminó hacia el último sitió donde había visto al chico. Y se encontró con Haruchiyo y Mikey, no hablando como dos personas civilizadas, estaban discutiendo sobre él. Lo sabía por la forma en la que Mikey trataba de calmar a Haruchiyo, pero él parecía descolocado y furioso.
No, no se iba a quedar a ver eso.
Sin comentarios.
¡Los amo mucho! Gracias por leerme y sus votitos <3
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