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Extraño; parte 5.

Takemichi guardó el secreto de su ruptura con Hinata tanto tiempo como pudo; lo mejor era que todos creyeran que su repentina desaparición era por el asfixiante trabajo de mesero, que luego cambió a cajero de supermercado, no era mejor, pero no tenía que estar de un lado a otro. Y en parte era culpa del empleo, ya que prefería ahogarse en el trabajo que en sus penas amorosas. Se sentía muy solo luego de haber terminado con Hinata, si bien nunca hicieron muchas cosas juntos, la costumbre era una cosa asombrosa.

Se tocó el cabello mientras iba de camino a casa y pensó que necesitaba hacer el cambio a negro pronto. Se vería un poco ridículo con el pelo corto, pero ya estaba muy mentalizado. Bien decían que los cambios vienen con un nuevo corte, se rio internamente por sus propias idioteces.

Antes de llegar a casa, se desvió hacia el puesto de trabajo de Chifuyu, quien ahora tenía de compañía a Baji en la tienda de mascotas, y tocó un par de veces en el ventanal para llamar la atención, ya que su amigo estaba anotando cosas en una libreta. Al notar su presencia, el chico le sonrió y salió rápido al encuentro.

—¡Takemichi! —exclamó Chifuyu emocionado—, de repente te desapareces, ¿qué te pasa? ¿Acaso no somos amigos?

—¡Somos los mejores amigos! Pero, ya sabes, el trabajo —se excusó, rascándose la mejilla, nervioso.

—Deberías renunciar y trabajar en algo más, o aplicar para los exámenes de ingreso a la universidad. Todavía estás a tiempo.

—No podría, apenas pude defenderme por mi cuenta, mis padres se deshicieron de mí —dijo, inflando sus mejillas.

—Lo sé, no la tenemos fácil, compañero —Chifuyu tampoco podía pagar algo, con su madre sola y su empleo, haría un curso complementario para auxiliar veterinario, con suerte podría ahorrar con sus amigos para abrir su propia tienda.

—Fuyu, ¿dónde dejaste la comida para gatos? —Baji salió de la tienda, echándole una mirada a Takemichi.

—En el estante, ya voy —contestó Chifuyu, sonriendo apenado en dirección a Takemichi por la interrupción.

—Ah, estás con Takemichi, ¿qué hay de nuevo? —preguntó amablemente el pelilargo, viéndose gracioso con un delantal amarillo con dibujos de pollitos.

—Está todo bien, Baji-san —contestó casual, esbozando una ligera sonrisa.

—Takemichi, ¿quieres salir a comer un día de estos? Nosotros cuatro —sugirió Chifuyu, entrando en escena nuevamente.

—¿Cuatro? —preguntó Takemichi, hasta que recordó que sus amigos seguían pensando que estaba con Hinata—. Ah, no, no es posible, Hinata terminó conmigo—, ya podía decirlo, ¿qué era lo peor que podía pasar?

—¿Qué? —el gritó de Chifuyu espantó a los pájaros que estaban en la tienda y a varios transeúntes—, ¿hace cuánto?

—Uh, lo siento —Fue lo único que Baji dijo antes de volver dentro.

Takemichi suspiró, aprovechando que Baji entró para hablar con más confianza con Chifuyu, merecía saber lo que estaba sucediendo, aunque él mismo estuviera muy confundido.

—Hace algún tiempo. Pero estoy bien. Poco a poco lo estoy superando, de todas formas, mientras Hinata sea feliz, yo lo seré también.

Chifuyu no parecía muy contento con esa respuesta, sus labios estaban fruncidos y sus puños apretados en sus costados.

—Takemichi, ¿sabes qué no estás solo? —preguntó su amigo, frustrado—, Incluso Mikey te acompañaría si necesitas charlar. No entiendo por qué amas hacer todo solo.

¿Qué podía responder? Era cierto que estaba acostumbrado a solucionar todo por su cuenta.

—Ya lo sé, pero no quiero preocuparlos, inclusive Mikey-kun, quien se está preparando para el examen de ingreso a la universidad, apenas y puedo verlo, ¿puedes creerlo?

—Si, las ventajas de que tu hermano y abuelo quieren que seas universitario —dijo Chifuyu con una sonrisa—, pero, siempre sacaremos tiempo para charlar contigo.

—Mikey-kun y Haruchiyo-kun serán muy exitosos.

—También tú, no lo dudes —su mejor amigo sí que sabía cómo mejorarle el ánimo—, entonces hay que reunirnos y charlar, quiero saber qué ocurrió.

—Está bien, ahora me iré a casa, planeo cortarme el cabello —murmuró, queriendo zanjarse del tema.

—De ninguna manera, ¿por qué no esperas? Puedo ayudarte con eso. Tienes mal gusto.

—No puedes, ve a trabajar. —Takemichi lo empujó dentro de la tienda de nuevo—. Y no tengo mal gusto, no me ofendas.

Chifuyu siguió insistiendo que no lo hiciera, hasta que finalmente se despidieron y Takemichi pudo irse a casa. Sus padres estaban de viaje y tenía la casa solo para él. Mientras calentaba el agua para el ramen, tomó las tijeras y trató de encontrar la mejor forma de quitarse los cabellos teñidos, cuando por fin lo halló, pensó en irse al baño y cortarse todo, sin embargo, acabó sobresaltándose cuando alguien tocó la puerta como si hubiera una invasión zombi y su casa fuera la zona segura.

¿Quién podría ser tan escandaloso?

Bajó con las tijeras en mano y abrió la puerta con un "no molesten" en la punta de la lengua, cuando de repente palidece, es Mikey... Y Haruchiyo.

El dúo no lo miró directamente a él, sino las tijeras.

—No es necesario que te pongas agresivo, Takemicchi.

—¿Eh? Es para un corte —mencionó risueño.

—¿Podemos pasar? —preguntó Haruchiyo, mirando por sobre el hombro de Takemichi hacia dentro de la casa.

—Uhm, ¿no deberían estar estudiando?

—¿Y no deberías estar trabajando? —replicó Mikey.

De acuerdo, Mikey tenía un punto. Soltó un suspiro y se hizo a un lado, dejando pasar a sus amigos. Algo dentro de él le decía que era mala idea, pero no podía ser descortés, además de que los había extrañado. Dejó las tijeras en la mesa y fue a apagar la estufa, aprovechando que estaban cerca de la cocina.

Los chicos lo siguieron, quedándose en el mini comedor integrado a la cocina.

—Hago un poco de ramen para comer, ¿quieren? —ofreció Takemichi, tomando el empaque de ramen de sabor a pollo.

—No, gracias. Come —dijo Mikey con una sonrisa.

—Planeaba cortarme el cabello primero, pero ya que están aquí puedo comer primero. —Takemichi echó suficiente agua caliente en un plato y luego el ramen, le gustaba de esa forma, además podía hacer la porción exacta para él.

—En serio, no hay problema si te vemos comer, además, queríamos tener una conversación seria contigo, porque estamos muy cansados de tus misterios.

Takemichi se tensó, mirando de reojo a sus amigos, mientras revolvía la pasta dentro de su plato y soplaba un poco el vapor. ¿Se habrán enterado de su rompimiento con Hinata?

—¿Chifuyu les dijo? —preguntó Takemichi, guardándose la indignación en el fondo de su ser.

—¿Decirnos qué? —intervino Haruchiyo, mostrándose tan confundido como Mikey, ambos tomaron asiento en la mesa y toda la atención estaba en Takemichi.

—Ya saben... ¿de qué hablan ustedes? —murmuró, riendo un poco nervioso.

—De tus ausencias, ¿hace cuánto no sabemos de ti?

—No lo sé, no llevo la cuenta, el trabajo es pesado.

—Takemicchi... —le llamó Mikey, sin creerle por un segundo sus excusas.

Odiaba que lo conocieran tan bien, y le enervaba que siguieran insistiendo con temas de los que no quería hablar.

—¡Es que no lo sé! —exclamó fastidiado—. Estoy muy cansado, ustedes deberían irse y estudiar.

Mikey lució por un momento muy dolido y Haruchiyo puso su mano en su hombro. Él nunca decía nada, pero una sola de sus miradas le decía que estaba haciendo todo mal. Takemichi aspiró tembloroso, sintiendo como de repente se le iban las ganas de comer.

—¿Quieres qué nos vayamos de verdad?

—No quiero, lo siento, Mikey-kun, quédate y Haruchiyo también. Solo estoy muy estresado.

—Bien...

Se quedaron en silencio, Takemichi se obligó a dar un bocado al ramen. Estaba siendo muy injusto con sus amigos, quienes solo estaban preocupados por él, incluso hizo sentir mal a Mikey, ¿cómo podría perdonarse por ello?

—¿Y tú collar? —preguntó Mikey, llamando la atención.

Takemichi casi se ahoga con sus fideos, tragando frenético, a la vez que tosía. Mikey se levantó y palmeó su espalda.

—Por ahí, no lo tengo todo el tiempo.

—Claro, como si no lo hubieras llevado toda tu vida.

—No me extraña que lo haya perdido —dijo Haruchiyo un poco divertido.

—Claro que no —Takemichi tenía la facilidad de cambiar de color delante de esos dos—, siendo sincero, no puedo llevar algo que me recuerde a mi exnovia, tal vez estoy siendo un poco inmaduro.

Ahora fue el turno de Mikey de ahogarse. También llegó el turno de Haruchiyo de darle varias palmadas en la espalda a su novio, aunque también luciera como si Takemichi les hubiera confesado los secretos del universo.

—¿Desde cuándo? —preguntó Mikey, recuperándose lentamente de la impresión.

—Hace un tiempo.

—Es decir... ¿es por eso que has estado tan ausente? ¿Hemos charlado varias veces por mensaje y no me dijiste ni de chiste: terminé con Hina?

—No, bueno... no quería preocuparte mientras estudiabas —Takemichi estaba llevando tanto ramen como podía a la boca—, estoy bien, de verdad.

—¿Por qué terminaron? —Mikey se acercó a él, con los ojos fijos en cada una de sus expresiones—, quiero la verdad esta vez, y no decidas qué es lo mejor para mí, ¿cuántas veces te lo tengo que decir?

—Porque las relaciones no son eternas. —Takemichi se sentía muy regañado por Mikey—. Y en serio, no tienen que preocuparse por mí.

—La suya lo era. Ustedes eran el uno para el otro, parecías tan enamorado de Hina-chan, todo lo que hiciste por ella y lo que harías por ella. —Mikey quien sabía mucho de los viajes en el tiempo estaba muy confundido.

—Ella dijo que no puede estar con alguien que no la ama sinceramente, al menos no como pareja.

—¿Qué? —No, Mikey no podía creer aquello, ¿hablaban del mismo Takemichi?

—Tal vez no estaba enamorado, Hinata hizo bien al dejarlo —intercedió Haruchiyo.

Los ojos de Takemichi se llenaron de lágrimas y se le esfumó el apetito por completo.

—Mira lo que haces, Haruchiyo —regañó Mikey a su novio, y se acercó a Takemichi para abrazarlo y darle consuelo.

—Lo siento —se excusó Haruchiyo, desviando la mirada del rostro lloroso de Takemichi. Odiaba que fuera un llorón—, pero es la verdad.

—¡Haruchiyo!

El mencionado rodó los ojos y se cruzó de brazos. Mikey suspiró y regó caricias por los costados y la espalda de Takemichi.

—Es que no lo entiendo, ¿por qué ella piensa que no la amo?

Haruchiyo abrió la boca por otra respuesta, una en la que le dijera que seguramente terminaron porque Takemichi pasaba más tiempo con Mikey y él, haciendo cualquier cosa cuando la Toman todavía estaba activa, e incluso después de esta, que con Hinata, pero Mikey no le permitió continuar con la mirada mordaz que le lanzó. Su novio podía ser muy aterrador. Aunque con Takemichi era muy comprensivo y suave. Haruchiyo no sentía celos, solo que él no podía ser igual, alguien debía ser el rudo de los tres.

—Tal vez ella está confundida, dale tiempo —dijo Mikey.

—¿Y si no vuelve?

—¿Estaremos contigo? ¿Cierto, Haruchiyo? —remarcó la última pregunta hacia su novio, con el ceño fruncido.

Haruchiyo enarcó una ceja, y luego asintió. Todavía debía fingir que le importaba ese rompimiento.

—Mikey-kun —Takemichi dejó de comer y acabó por abrazar a Mikey de vuelta y llenarse por completo de él. Se sentía bien poder hablar de sus sentimientos.

—¿Por qué no me buscas cuando necesitas ayuda?

—No quiero molestarte todo el tiempo.

—Entonces habla con Haruchiyo.

Haruchiyo y Takemichi se miran fijamente unos segundos, y Takemichi es el primero en apartarse, con las mejillas coloradas, ¿de verdad Mikey cree que le agrada a Haruchiyo? Aunque bueno, si lo piensa mejor, Haruchiyo en esa línea nunca había sido malo con él, al contrario, siempre parecía preocupado como Mikey. Los tres compartían un extraño vínculo, Y Takemichi no entendía qué papel cumplía.

—Vamos a cortarte el cabello —sugirió Mikey con tal de aliviar el ambiente. Tenía una sonrisa de la que Takemichi siempre fue débil.

¿Cómo podría negarle algo?

—¿Ustedes? ¿Juntos?

—¡Por supuesto! ¡Manos a la obra!

...

Los tres estaban en la habitación de Takemichi. Normalmente no dejaba entrar a nadie a su lugar de paz, pero Mikey insistió en cortarle el cabello. Takemichi estaba sentado en un pequeño banco, y Mikey tras él, haciendo de peluquero. Mientras Haruchiyo, los veía sin intervenir, a menos que fuera necesario, por supuesto. De todas formas, ver las cosas de Takemichi no parecía mal plan, recorrió el pequeño espacio y se detuvo frente a una pecera pequeña, lo suficientemente llamativa para quedarse más tiempo del que debería observándola.

—No sabía que tenías mascotas —mencionó Haruchiyo, haciendo que tanto Mikey y Takemichi miraran.

—Algunos... yo... pensé que eran buenas mascotas desde aquella vez en la feria cuando me regalaste uno, ¿lo recuerdas?

—¿Y lo conservaste?

—Sí, pero hace unos meses murió y tengo otros, son lindos y callados, no exigen mucho —respondió Takemichi un poco avergonzado—, creo que estoy orgulloso de poder cuidar a otro ser vivo.

—Eres extraño —dijo Haruchiyo un tanto sorprendido, como si él mismo no pudiera creer la forma de ser de Takemichi.

—¿Gracias?

—Takemicchi no te muevas o te dejo trasquilado —Mikey lo agarró de los pocos mechones que le quedaban y lo obligó a quedarse quieto.

—Mikey-kun, eso dolió —se quejó Takemichi de mejor humor. Definitivamente tener a sus amigos con él era muy reconfortante—. Corta todo, de acuerdo, no te contengas.

—Cierto, quieres dejar crecer tu cabello natural otra vez. Adorable, Takemicchi.

—Se verá bien —agregó Haruchiyo.

Takemichi estaba al rojo vivo por los elogios. Así como se sentía reconfortado, también estaba la parte inquieta, esa que le revolvía el estómago y lo sonrojaba cada que alguno de ellos hacía algo lindo por él. Su pequeño mundo era fácilmente desencajado por Mikey y Haruchiyo, ambos en igual medida.

—Dejen de hacer eso. Estoy seguro que se ponen de acuerdo para avergonzarme.

—Por supuesto, mi novio y yo pensamos que eres guapo y sexy también, Takemicchi no puede conseguirse otra novia, porque ahora nos perteneces.

Aunque lo dijo tan casual, Takemichi sintió un tirón cálido en la parte baja de su abdomen. Su cuerpo traicionero que de verdad pensaba que hablaban en serio, pero no, solo estaban tratando de animarlo por su rompimiento con Hinata.

—Mikey-kun, eres un desvergonzado. Deja de decir esas cosas, ¿quieres?

Haruchiyo ni en sueños intervendría en la discusión tan tonta de esos dos, siguió mirando alrededor de la habitación, y además de la pecera, estaba el uniforme de la toman colgando en un gancho y algunos rompecabezas sin armar en unas cajas apiladas al lado de la cama, y luego el buró, una foto de Takemichi sonriendo en medio de los antiguos miembros de la toman, Mikey lo abrazaba de un lado, Haruchiyo apoyado del otro, Chifuyu estaba agachado al frente con las manos extendidas con un signo de paz. Nada mal. No había nada de Hinata, ¿Tan mala fue la separación? Decidió no mencionarlo, no de nuevo.

Al final, le tocó dejar de curiosear para ir a cortarle los últimos mechones a Takemichi. Mikey no era cuidadoso con las partes más pequeñas y antes de que hiciera daño, mejor lo haría él.

El corte terminó aproximadamente treinta minutos después y ahora Takemichi se estaba revisando en el espejo del baño, Haruchiyo estaba con él, lavándose las manos. Mikey se había quedado en la cama, leyendo uno de los mangas que encontró en el buró al lado de la foto.

—¿En serio te gusta ese corte? —preguntó Haruchiyo, mirándolo con una sonrisa burlona.

Era la primera vez que Takemichi lo veía de esa forma tan casual.

—No tiene que gustarme, algún día crecerá y seré un hombre nuevo. —Takemichi estaba tratando de limpiarse, pero los cabellos más pequeños no salían ni con la toalla, tendría que darse un baño después.

—Puede ser.

—Gracias por la ayuda —agregó suavemente. No solo por el corte, sino por la compañía y las risas.

Haruchiyo no le respondió, lo vio luchar con la tolla y después de segundos, tomó del brazo a Takemichi y lo acercó para ayudar. Takemichi abrió la boca, jadeando sorprendido, y de repente se sintió muy intimidado, estaban compartiendo algo muy íntimo en un espacio tan reducido. Incluso el calor de ambos se mezclaba y la respiración.

—¿Me temes? —cuestionó Haruchiyo, pasando la toalla húmeda por la frente de Takemichi, el contorno de su rostro y tras la oreja.

—No estoy seguro —respondió sinceramente, tragando en seco. Estaba temblando peor que su celular cuando era atacado por mensajes.

Haruchiyo esbozó la sonrisa más cautivadora que le hubiera visto, no se alejó y siguió ayudándole como si nada. Takemichi pensó que era todo, hasta que sintió unos brazos rodearle de la espalda y luego un cuerpo pegarse al suyo. Músculos firmes que lo sostuvieron, dejándole incapaz de hilar ideas coherentes.

—¿Por qué tardan tanto?

—Hablamos del corte —contestó Haruchiyo, sin perder la compostura. Bien sabía lo que estaba haciendo con él.

—Pensé que necesitaban ayuda, y vine por ustedes. Se ven tan bien juntos, ¿lo sabían?

Bien, el cerebro de Takemichi hizo corto circuito, y fue mucho peor cuando Haruchiyo se inclinó hacia delante, e inesperadamente besó a Mikey sobre su hombro. Fue un beso corto y simple, pero Takemichi creyó que se moriría allí mismo por el par de desvergonzados. Sin embargo, no fue capaz de moverse ni siquiera para alejarlos. Estaba aprisionado por ambos.

Y joder, ¿por qué estaba sudando?

—Gracias por ayudarme —dijo Takemichi mecánicamente. Eso funcionó para que Mikey y Haruchiyo lo soltaran, y de momento, lo dejaran en paz.

—No fue nada, Takemicchi, creo que ya debemos irnos, pero te estaré escribiendo para preguntar por ti, y si no me respondes, vendremos de nuevo. No lo tomes como una amenaza, porque estaremos ansiosos de verte.

Takemichi asintió y todavía estaba como estatua. Ni siquiera se movió cuando sintió las pisadas de sus amigos que lentamente se alejaban de la habitación y finalmente el portazo de la puerta. Takemichi cayó en el suelo de su baño, con el corazón a mil y el pecho agitado.

¿Qué diablos había sido eso?

Buenas, buenas.

Muchas gracias por los votos y leerme.

Besitos en la cola.

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