XXV
Cuatro meses antes con Keyla.
—Bien, ya lo han condenado a quince años de prisión, ahora, ¿qué se supone que vamos a hacer? —suspira pesado.
—No lo sé Kev, creo que, ¿seguir adelante? Ya no hay vuelta atrás, Harold es un criminal —lo miré, cuando en eso se había acercado aún más George hacia nosotros, a lo que sonreí levemente sintiendo una palmadita en mi hombro que me hizo girar para verlo.
—Keyla, si quieres para pasar este mal trago, ¿será que podemos ir por un café? Me gustaría hacerte compañía.
—Ella no tiene nada que ir a hablar contigo, si bien tú la lastimaste en un pasado, te lo recuerdo —respondió Kevin de forma seca.
—Lo sé, pero deseo compensar lo que hice, Keyla, ¿me aceptas la salida?
—Kevin, tranquilo, solo será un café —le sonreí de forma leve para irme con George a una de las cafeterías que queda cerca del centro.
—No quiero hablar sobre el asunto de tu esposo, pero me gustaría hablar sobre un nosotros Keyla, Harold estará quince años en prisión y tus hijos les hará falta el no tener un padre, sé que suena muy apresurado, pero no quiero que estés sola desde un principio.
—Realmente no me interesa darle un reemplazo de padre a mis hijos aún, por lo que no creo que sea buena idea hablar de esto —suspire pesado para tomar de mi café helado.
—Vale Keyla, pero te lograré enamorar, verás que podrás ser feliz conmigo.
Su confianza me da una pizca de duda frente de que, si pudiera o no sacarle información alguna a George, a lo mejor si aceptaba tener "algo" con él me diría que fue él quien hizo eso de apuñalar hasta matar a Jeison solo para quitar un obstáculo extra del camino, por lo que en ese mismo día fue que acepte sus cumplidos. Al ir pasando las semanas estoy segura de que George pensaba que me tenía comiendo de su mano, siendo la situación contraria, puesto que era yo la que lo tenía a mis pies.
Con mi esposo me comunicaba a través de cartas que Kevin le entregaba, estaba segura al pasar los cuatro primeros meses ya podría sacarle las palabras a George y lograr dejar en libertad a mi amado, lo extrañaba como nunca he extrañado a alguien que inclusive mi bebé, que en esos momentos estaba en mi vientre, también lo sentía, lo cual a veces me preocupaba porque no quería que mi pequeño le pasara algo por mis preocupaciones.
Tiempos actuales.
—No sabía que las embarazadas tenían esos aires de gustarle el sadomasoquismo y menos a ti Keyla, aunque claro siempre he visto esto en las mujeres, pero si quieres tener el control no me opongo —ríe el chico pensando que esta solo quería jugar.
—No seas idiota George, tú eres el único que cree que yo pudiera tener alguna relación con un ser tan despreciable como lo eres tú —apreté bien las cadenas que le impedían el movimiento y le baje el pantalón para con un cuchillo previamente calentado ir acercándolo— ahora me dirás si fuiste tú el que mató o mando a matar a Jeison.
—Keyla, tú no eres capaz de esto, así que no diré una sola palab... —fue interrumpido al sentir como la punta de la uretra se prendía en calor, a lo que solo se podía quejar de dolor— ¡Lo aceptaré, lo aceptaré!
—Así nos vamos entendiendo mejor —separé aquel instrumento para sacar mi celular colocando la grabadora y con una pequeña cámara empezar a grabarlo— bien George, ¿fuiste tú aquel que mato a Jeison?
—Sí... Fui yo el que lo mato y culpo a Harold Contreras para lograr quedarme contigo Keyla...
—apagué la grabadora y empecé a guardar las cosas con una sonrisa satisfecha.
—¿No piensas dejarme aquí o sí? —pregunta con su semblante serio.
—le acomode el pantalón, no era justo humillarlo tanto, pero frente a su pregunta solo asentí— la policía te soltará cuando llegue, adiós, George —sonrió para retirarme de la habitación, dirigiéndome a la comisaria donde tendría una buena charla con el juez a cargo.
—Señora de Contreras, que placer tenerla por aquí, ¿en qué le puedo colaborar?
—Buenas tardes, señor juez, solo vine a enseñarle esta confesión dada por el señor George Wiken frente el caso de Jeison Andrade —saqué de mi bolsa el celular donde está el audio y la grabación de video, notando que este simplemente negaba.
—Esto lo pudo hacer cualquier otra persona con un modulador de voz, su esposo acepto que lo había matado.
—Acepto porque le dije, yo sabía que no creería porque George lo soborno con dinero, así que si usted no aplica la justicia como es, yo tendré que mostrar estos documentos a toda la ciudad y demás entidades pertinentes en el mundo para así demostrar que el juez más respetado realmente no es más que un farsante que se deja sobornar con dineros de un criminal—le extendí los papeles de las transacciones con una mirada de pesar; en ese momento escuche como llamo a un guardia para qué dejará en libertad a mi marido, a lo que solo sonreí para salir de manera victoriosa que al ver a Harold fuera de la prisión simplemente pude correr a él para poder abrazarlo.
—Lo lograste amor —el chico la abrazaba feliz para por fin después de cuatro meses volver a besar sus labios.
—Te lo dije amor, la justicia siempre llega, a veces ha de tardar, pero siempre ha de llegar —sonrió para posar sus manos en mi pequeño vientre— te estábamos esperando.
—He vuelto hijo, pero ¿dónde están los demás y mi pequeña? —le mira haciendo un pequeño puchero.
—Están en casa, vámonos amor, te están esperando —sonreí para tomar un taxi con Harold e ir a casa; realmente uno que otro beso se escapa en el trayecto, esos besos y caricias leves para no molestar a quien conducía; nos hacía mucha falta, cuatro meses sin contacto...
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