Diez en punto de la mañana, narran Harold y Keyla.

El mar siempre ha sido un lugar armonioso y romántico para las parejas, cuándo quieren que solo el sol, la playa y la arena guarden sus secretos. Nos encontramos a dos horas de París, en las famosas playas de Deauville, nuestros invitados se encontraban presentes en espera de nuestra renovación de votos o segundo casamiento. Puedo decir que hemos sido una pareja especial, conocidos no solo por nuestro trabajo crucial dentro de la sociedad, sino por los escándalos de los personajes obsesivos que hemos sufrido; pero ahora nuestro amor se vuelve a reforzar como la primera vez...

—Pero qué hermosa te ves, seguro dejarás a Harold boca abierto.

—Estoy contigo Jen, más bien vamos Key, nos están esperando —sonríe feliz la joven Lupe abrazando a su amiga del brazo.

—La verdad, chicas, es que estoy muy nerviosa y emocionada, siento todo como si fuese la primera vez... —solté un pequeño suspiro con una sonrisa.

—Lo sabemos, pero anda, sal y deslumbra a todos con tu belleza —sonríe su amiga en apoyo para darle un último abrazo y salir de la carpa en donde se encontraban.

—tras escuchar la música de entrada sonar, posicione en mi rostro una bella sonrisa, y más, al salir y ver a mi padre afuera que lo tome del brazo, me daba cierta emoción, puesto que él no me acompañó en mi primer matrimonio; este segundo era definitivamente como Dios mandaba.

—Te ves muy hermosa hija mía —le da una sonrisa mientras le brinda una caricia a su brazo.

—Muchas gracias, padre —respondí sujetándole con ternura del brazo mientras caminaban por el sendero muy bien decorado, siendo recibida por muchos aplausos; Harold se veía hermoso esperando en el altar que al llegar y tomar sus manos sentía que aquel nerviosismo nuevamente intentaba apoderarse de mí.

—Sí que te ves hermosa con ese vestido —susurre en su oreja con una sonrisa.

—Y tú muy guapo con esa camisa y pantalón, todo un hombre decente —susurre de igual forma para después empezar aquella ceremonia mientras recostaba mi cabeza en el hombro de mi marido con una sonrisa de punta a punta.

—Hoy estamos reunidos para juntar de nueva cuenta a estas dos jóvenes, almas que a pesar de los innumerables problemas por los que se han presentado, están hoy aquí amándose como nunca. Keyla Jones y Harold Contreras, una pareja que empezó de forma dispareja y al final demostró algo muy importante que nos otorga nuestro padre celestial y es el amor que debe derrumbar barreras.

Ahora, tras conocer este detalle y evitar tantos protocolo, proseguiremos con los votos matrimoniales, asimismo con los anillos.

—la hija de ambos, con su vestido de flores y una pequeña corona de esta misma como la que llevaba su madre, se acerca con aquella cajita con dos anillos que podría decir que eran más costosos de los que ya tenían, los cuales ya se habían asegurado para dárselos a sus hijos.

—mire aquellos anillos que eran hermosos, observando como mi contrario tomaba uno y lo ponía en mi dedo anular, fijando nuestros ojos en una mirada intensa y pasional.

—Yo Harold Contreras colocó hoy este anillo a mi bella mujer llamada Keyla Jones para volverla a convertir en mi esposa, las promesas siguen en pie, pero hoy las repito...

Keyla, mi amor, mi niña, prometo amarte y respetarte, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza; estar contigo cada que lo necesites y buscar la manera de que este bello amor que hemos formado crezca más de lo que ya se ha fortificado.

Resalto de buena forma lo mucho que te amo, y aun por más personas que alguna vez te quieran alejar de mí nunca lo lograrán, porque este amor será hasta que la muerte nos separe, te amo demasiado Keyla.

—Te amo también —susurre para tomar el anillo mientras las personas detenían los aplausos de felicidad por las palabras de Harold; coloque el anillo en su dedo anular para mirarlo con una sonrisa de punta a punta— yo Keyla Jones te consagro con este anillo nuevamente mi esposo, para amarte y respetarte en la salud y en la enfermedad, en la pobreza o en la riqueza, en todos los momentos de la vida ya sean buenos o malos. Yo deseo seguir siendo aquella mujer que siempre este a tu lado para darte todo mi amor y cuidado.

Que juntos permanezcamos hasta que Dios nos quiera separar, para cuidar de nuestra pequeña y de los que vendrán, puesto que deseo que seas tú el único hombre al que yo pueda ver en las mañanas al momento de despertar, te amo demasiado mi hermoso Harold.

—Si no hay más que decir, aunque estoy seguro de que nadie se opone, es mi deber preguntar. Para todos los presentes, si alguien se opone a que esta unión que Dios realizara hoy y que ningún ser humano puede intentar separar hable ahora o calle para siempre —el padre miraba a todo el público en silencio para poder sonreír— entonces si las cosas son así hoy los declaro marido y mujer nuevamente, puede besar a la novia.

Los aplausos empezaron en aquel momento, cuando fui tomada por mi esposo de la cintura para juntar nuestros labios en un tierno beso donde nuestro amor se desbordaba hacia las personas que celebraban a nuestro lado; la fiesta recuerdo que fue todo un éxito, una fiesta playera que celebrarnos antes de partir a Sicilia donde celebraríamos nuestra luna de miel.

Cada momento de ese día fue inolvidable, me atrevo a decir que esta renovación fue mejor que la mismísima boda, realmente el ambiente fue distinto, pero la felicidad fue la misma, aunque claro está, ahora la familia es más grande que antes; definitivamente después de mal tiempo la buena cara se nos mostró en la moneda, era momento de aprovechar y vivir, eso era lo que pasaba por nuestra mente, aunque claro la tranquilidad a veces tiene precio, y no cualquier precio si no uno muy alto.