XIV
—empezaron a pasar los días y la conversación que se mantenía en la gran familia era sobre nuestra renovación de votos; era el pan de cada día, correr por aquí y por allá con los preparativos de la boda.
—Sí que se emocionan con esto, cariño —sonríe el chico tomándole de la cintura a su cansada esposa que recién tomaba asiento en el sillón.
—Y tú, que ni dudaste en aceptar, fuéramos esperado un poco más Harold —hice un ligero puchero con mis labios, mientras pasaba mis brazos por su cuello en un pequeño abrazo.
—Es que amor, entiéndeme, yo estoy muy feliz al saber que me casaré nuevamente con aquella mujer que se volvió el amor de mi vida, es algo que no puedo evitar sentir, cada que te tengo cerca mi corazón vuelve a latir como el primer día; si fuera por mí nos casaríamos todos los días, para que la gente supiera abiertamente cuanto te amo.
—simplemente, solté una pequeña risita para depositar un tierno beso en aquellos carnosos labios que tanto me gustaban— te amo tanto mi amor, pero eres un loquillo.
—Lo sé y así te gusté desde el primer día —suelta una pequeña risita volviendo a juntar sus labios con los de su esposa en aquel beso donde se demostraban mucho de su amor.
—Pero qué románticos los dos, lamento decirte Harold, que tendremos que robarte a tu esposa por un par de horas —ríe levemente Jennie entrando en la sala junto a Lupe, para ambas sonreír al ver a la feliz pareja.
—¿Cómo que robarme a mi esposa Jen? ¿Por qué sería eso posible o qué? —objeta este al levantar una de sus cejas de forma divertida.
—Porque vamos a ir por el vestido que usara Keyla para la boda, tú también procura empezar a buscar tu atuendo, Harold, recuerda que será de ambientación playera, que no sea tan informal, pero sí bastante bonito, por favor.
—Si será bonito, así como ustedes se van de compras, nosotros también, no es así, Rich —comentan Kevin al momento de ingresar detrás de las chicas.
—Eso, los hombres también salen de compras.
—Como dijo Lupe, cómprense algo bonito y casual o no entran.
—¿Como de qué no? Yo soy el novio —suelta este una pequeña risa junto a sus amigos mientras las tres chicas asentían ante su pregunta.
—No entras a menos que te pongas algo bonito, miren que están advertidos.
—solté una risita negando para tomar la mano de mi esposo y sonreír— compra algo bonito amor, no deseo quedar plantada en la playa porque no tengas algo bonito.
—Compraré algo bonito, tranquila —sonríe dándole un beso corto por el bullicio que los demás empezaron a hacer en tono de burla.
Esa mañana todos salimos de compras al centro comercial, nuestros hijos se quedaron con mis padres, quienes disfrutaban de su nieta, al igual que de los pequeños de Jennie que eran ya como quien dice de la familia; porque nosotros somos una familia de distinta sangre.
Toda la mañana las chicas me hicieron caminar en busca del atuendo perfecto, la renovación de votos normalmente se hace a los veinticinco años de casados, pero con todo esto la idea surgió de mi esposo después de tales tiempos malos que pasamos; y que por poco volvemos a pasar. Jeison y su cómplice que nunca supe su nombre habían sido enviados a la prisión de Alcatraz como ya sabíamos donde no tenían conexión con el exterior según habían informado, pero aquella chica que se nos acercó cuando estábamos mirando los vestidos admito que hizo erizar mi piel; juro que ya no sabía qué hacer con ellos.
—Me gusta mucho este vestido florear, tiene ese toque como casual y no es informal como los otros, perfecto para la boda en la playa.
—Concuerdo contigo, Jen, es pegado al cuerpo y se ve que resalta lo suficiente —reí un poco mirándolas— pero ignorando ese detalle es hermoso, y solo quedan dos de mi talla.
—A mí me gusta, aunque bueno, Keyla, lo atrevido lo debes usar en la luna de miel, debes volver loquito a Harold —deja escapar una pequeña risa siendo seguida por sus amigas.
—¿Más de lo que ya está? —responde Jennie notando como Keyla negaba mientras reía.
—Déjenlo quieto, señoritas, es mi esposo y así todo loco me gusta y siempre me ha gustado, eso lo hace único para mí —sonrió para poner el vestido frente de mí modelándolo a un pequeño espejo cuando mire a una chica por el reflejo que se nos acercó.
—Disculpe, ¿es usted la señorita Keyla Jones?
—Si soy yo, ¿en qué le puedo ayudar? —le mire elevando una ceja para tomar el sobre que me entrego.
—Le envían esto desde un lugar oscuro, que tengan buena tarde —se retira del sitio sin pronunciar palabra alguna e ignorando el llamado de las mujeres, las cuales les pareció extraña tal actitud.
—¿Un sitio oscuro? ¿De qué hablará esta mujer?
—No lo sé, pero vamos a averiguarlo —suspiró mirando el sobre para ver que estaba firmado por una J. A., lo abrí para tomar la carta para leerla en voz baja, pero audible para las chicas.
Carta
Martes 23 de Julio.
Señorita, Keyla Jones.
Princesa, seguro no te imaginarás quién ha sido la persona que te ha enviado esta carta. Ahora sí puedo decir que lograste detenerme lejos y lo entiendo, tienes miedo de ser feliz conmigo, yo soy el amor de tu vida, aunque ahora no lo veas. Harold Contreras es un simple peón en este juego de ajedrez que algún día acabaré terminando por cazar a la reina.
Creo que será más complicado salir de este sitio, en serio me enviaste muy lejos; sé que te casaras de nuevo; piensa bien en lo que haces, me estás perdiendo, aunque no lo creas, pero aún te amo y sé que tú a mí.
Espero no ignores mis próximas cartas, te amo Keyla... Mi hermosa reina de ajedrez.
Atte.
Jeison Andrade.
—Realmente tú si tienes admiradores tan patéticos, Keyla, levantas ganado aún, pero de puro idiota.
—reí un poco para negar y tirar aquel mensaje que en verdad me pareció totalmente ridículo en la cesta de la basura, para seguir escogiendo los trajes que todas llevaríamos, al igual que uno bastante sensual para la noche de bodas.
—Opino que nosotras ya estamos listas para el viernes mis niñas, ¿cómo piensan que les estará yendo a los chicos?
—Conociéndolos deben estar evitando tomar lo primero que vean, solo espero no decepcionarnos.
—Chicas en serio, ellos no serían capaz de eso, olviden lo de la fiesta, lo hicieron para fastidiarlas —reí un poco mientras caminaba con la cesta a la caja para poder pagar, al hacerlo tomamos las bolsas para salir.
—Tú porque sabías de ese plan, lo dices así, pero si Harold no te fuera dicho, estoy segura de que también estuvieras prevenida.
—Lo sé, lo sé y les entiendo, pero tranquilas todo saldrá como lo tienen planeado, ustedes son las mejores —las abrace mientras bajamos al auto para dejar todas las bolsas guardadas e ir a comer algo, para después seguir comprando los demás arreglos que faltaban.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro