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Un par de semanas después
El tiempo empezó a pasar de la manera más tranquila, nos habíamos establecido ya en una casa para no seguir molestando a Jen, mis padres consiguieron un departamento cómodo para ellos dos, puesto que ahora andaban de mil amores como si fuesen unos jovencitos, mientras que Rich y Lupe también consiguieron un nuevo hogar.
Decidí cambiar de número para evitar varios disgustos, en varias ocasiones ese número misterioso que ya sabía de quién venía me molestaba estresándome, aunque Harold no se había dado cuenta del todo, estaba empezando a sospechar que inclusive en todos los años que llevamos casados nunca lo habría imaginado en que este llegaría a requisar mis cosas hasta hoy. Mientras me encontraba saliendo del baño lo encontré con mi viejo celular en sus manos revisando de este, por lo que le di un pequeño golpecito en la espalda asustándolo mientras ajustaba mi toalla.
—A... Amor... —le mira este con cierto nerviosismo en su semblante.
—Harold Contreras, ¿qué crees que estás haciendo? —arqueo una de mis cejas mientras cruzaba mis brazos de manera que este se puso levemente como un tomate por la vergüenza.
—Y... Yo nada amor, ¿por qué la pregunta?
—Que yo sepa ese celular que tienes en manos no es tuyo, ¿qué estabas buscando? No me digas que estás desconfiando de mí.
—Eso jamás mi amor, solo que quería saber que era lo que te atormentaba, últimamente estás triste o pensativa, aunque no te lo exprese o tú no me lo menciones a mí lo noto y no me gusta —le mira suspirando para dejar el móvil en la mesita para tomar a Keyla de su cintura juntando así sus labios con los de la contraria en un beso tierno que al separarse le toma de la mejilla acariciando de esta— ¿quién es el número privado que te llamaba con insistencia?
—trague levemente saliva para suspirar y tomar sus mejillas entre mis manos— te dije que no es nada importante, por favor cariño, no me preguntes sobre eso.
—No quiero que me mientas más o me lo ocultes Keyla, ¿quién es el que te atormenta desde ese número? ¿Es Jeison? ¿El extraño?
—Está bien, te lo diré —le miré resignada para tomar asiento a su lado en la cama— es el extraño Harold, me llamaba diciéndome que me amaba y no sé qué cuanta idiotez más que se le ocurría, por eso decidí cambiar de número mi amor...
—¿Por qué no me dijiste eso antes Keyla? Podíamos llamar a la policía, los pueden rastrear.
—Es que él solo encendía el celular de donde llamaba para molestarme, porque cuando se le quería devolver la llamada salía apagado, no quería darle importancia, porque se supone que estamos en París, y bueno, en serio me quiero convencer de que ese par de locos no llegarían aquí; ya estamos haciendo nuestra vida de nuevo y prefiero dejar, aunque sea un rato esos problemas allá donde se encuentran... ¿Me entiendes Harold?
—Está bien amor, te entiendo... Pero no dudes en decirme si en algún momento te vuelven a querer molestar... Por favor, yo estoy aquí para cuidarte y protegerte, eres mi esposa Keyla.
—Lo sé y eres el mejor esposo del mundo cariño — tomé sus mejillas para plasmar un pequeño beso en sus labios con una sonrisa que al separarme le apreté las mejillas para reír— anda, ve a tomar esa ducha que llegaremos tarde con los demás, me vestiré y empezaré a arreglar a nuestra pequeña Cloe.
—Bien amor —sonríe para levantarse de la cama, introduciéndose en el baño para tomar la ducha reparadora que sentía que necesitaba.
—me levanté de la cama para ponerme mi vestido azul que quedaba un poco sobre las rodillas, con un escote no tan pronunciado a la altura de los pechos, mientras que la espalda se encontraba algo descubierta; coloque primeramente unas sandalias bajas para ir a atender a mi niña.
—¡Mamá, mira, mira! —comenta la menor con tal emoción mientras le enseñaba los dibujos que había hecho en su tablero digital.
—Qué hermosos animales de colores, me encantan —sonreí grandemente para inclinarme ligeramente ante ella tomando su mano para conducirla con el baño— Cloe, tú solita, te vas a empezar a bañar, mamá estará aquí para ayudarte, pero no puede mojarse.
—Ok mamá, tranquila, ya estoy grande para bañarme sola —dice la menor con tal ternura en su hablar, Cloe para solo tener seis años era una niña bastante avispada y que sabía hablar con bastante fluidez hasta las oraciones más complejas.
—sonreí para al finalizar el baño, envolví a mi pequeña en la toalla para salir juntas a su habitación; le ayude a secarse para empezar a con la ropa, sentí una presencia masculina detrás de mí que al girar vi la silueta en la puerta, pero realmente no había nada— ¡Harold!
—se asoma acomodando el reloj en su muñeca para mirar de su esposa— ¿dime amor?
—E... Eh... ¿Amor podrías ponerle las sandalias a Cloe en lo que yo me termino de alistar?
—Si claro amor no te preocupes, pero... ¿Te sucedió algo?
—Te explico de camino a la cena, ¿vale? Solo arreglarla rápido, mientras que yo también me voy a arreglar rápido, ¿sí? —lo mire con una sonrisa levemente apagada.
—Está bien, pero no me asustes así amor que pienso que pasa algo terrible —se acerca para tomar a la pequeña en sus brazos sentándola bien en la cama para ayudarle a acomodar las sandalias.
—salí de la habitación de mi hija para pasar a la de al lado pensando un poco en lo que había visto, me senté en una mesita que tenía para empezar a maquillarme, acomodar mi cabello y cambiar las sandalias por tacones, todo iba bien hasta que levante mi vista y vi aquella sombra de nuevo de forma sonriente; trague levemente saliva para girar a esta viendo que desaparecía y aparecía, a lo que me di cuenta de que era un proyector; por un momento había pensado lo peor, al asomarme por mi ventana vi a un par de hombres que salieron corriendo, no se veían muy jóvenes que digamos, pero suspire ligeramente para salir ya lista de la habitación cerrando toda la casa en la parte superior para el bajar encontrarme con mi esposo y mi hija listos.
—Listo amor, ¿ahora si me dirás lo que paso?
—No te preocupes amor, solo había visto una sombra de un humano y me asusté, pero me di cuenta de que era un proyector y vi a unas personas que al verme a asomar salieron corriendo; fui víctima de una broma tonta —suspire pesado para sonreír tomando a mi pequeña de las manos, abrazando del torso a mi amado— ¿nos vamos amor?
—La gente ya no sabe en qué perder el tiempo, vámonos amor, nos están ya esperando —sonríe para salir en el auto e ir al hotel donde se realizaría una reunión con inversionistas, donde estarían Jennie y Kevin junto a sus pequeños.
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