Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 61 «¿Te casarías conmigo?»

Edward

—¿Escucho campanas de boda? —bromea Thiago a mi lado, mientras observo a Lexie riendo a carcajadas con la institutriz.

—No quiero asustarla. Ella ha pasado por mucho y no sé si ya estoy listo para ser el hombre que se merece.

—Pues si nos das un paso adelante, alguien más lo hará —musita una voz, y parpadeo perplejo.

—¿Phillip? —Nos fundimos en un cálido abrazo y palmeo su espalda—. No creí verte nunca más por aquí.

—Yo tampoco, pero el deseo de mi esposa era recorrer las tierras del que fue su esposo, para tomarlas como suyas.

—¿Piensan asentarse en la zona? —Mi sorpresa aumenta mucho más con el nuevo invitado—. No te creí un hombre de zonas rurales, Phillip.

—No puedo creer que también estés aquí —exclamo, asombrado. El mayor de los Warner se encoge de hombros y toma un sorbo de champán.

—Si Skyler está aquí, mi mujer también —añade Will, y sonríe con amplitud cuando sus ojos recaen en una chica de cabello rojo que se pasea del brazo junto a una rubia. Todos tienes máscaras. Esa es la razón que casi no los reconociera.

—¿Cuándo llegaron a la ciudad?

—Hoy en la mañana —contestan los tres al unísono y reímos a carcajadas.

—Amo cuando ríes así —anuncia Lizzie, acercándose con su hijo Matthew.

—Nuestros esposos se ven muy guapos cuando se relajan —añade la pelirroja. William la acerca a él, y besa la coronilla.

—Oiga, un poco de respeto —interviene Phillip—. Hay menores en la sala —añade, pero le da un corto beso a su esposa en la nariz.

—Esto se siente un poco raro —comenta Thiago y toma a su hijo entre las manos.

—¿Qué quieres decir, cuñado? —inquiere la pelirroja.

—Todos somos menores que Edward y nos casamos primero. —Ellos ríen a carcajadas y pongo los ojos en blanco—. La última noticia es que Amelia dijo que sí.

—¿Es en serio? —musita William—. Oh, me alegro mucho por ellos. Edward, debería darte un poco de vergüenza. Casi tienes treinta y seis y no veo ningún anillo en el dedo de la institutriz.

—Si fuera tú, tendría mucho cuidado —añade la esposa del mayor de los Warner—. Cierto barón ha invitado varias veces a Jena McHall a bailar.

Alzo mi cabeza y frunzo el ceño cuando veo a cierto caballero hablando de forma animosa con Lexie y Jane. Aflojo mi corbata y limpio mi garganta con un carraspeo leve. Pero todo se desvanece cuando unos iris grises chocan con los míos. Me guiña un ojo y se aleja con Lexie.

—Vaya. Sabía que las miradas pesaban. Por lo visto es cierto —comenta Thiago y todos ríen. Phillip me empuja por el hombro y sonrío.

—Oigan, ¿dónde está Erick? —Los carraspeos y miradas esquivas ante mi pregunta indican incomodidad—. ¿Qué ocurre?

—Se dice, y solo lo escuché en rumores, Erick logró conquistar a la italiana.

—¡Qué! —exclamo, perplejo, ante la noticia dada por el príncipe—. Pero si tenía entendido que Michelle...

—Sí, todos sabemos que la italiana también era un alma libre y salvaje como la institutriz, pero al parecer Aurora Azzarrelli no se lo puso fácil —explica William—. Tienen un matrimonio forzado, durante unos cinco años.

—Me lo dicen y no lo creo —musito, perplejo—. No me creo que ella haya aceptado.

—Nosotros tampoco, pero ya viste a Aurora en acción el día de la boda de... Bueno... Ya sabes. Cuando golpeó al Regente con la bandeja de plata —tartamudea Phillip, con vergüenza.

—Solo tienen que esperar un año y medio más

—Yo conozco a esa italiana, amor —comenta Phillip—. Michelle es una persona complicada. Pero, si hasta ahora no hemos escuchado noticias alarmantes como un cuchillo o tenedor enterrado en la mano de Erick o Michelle encerrada en las torres, creo que pueden sobrevivir.

Mis ojos se abren, aterrados. No creí que fuera algo tan excesivo o drástico.

—¿Es...? ¿Es en serio? —insta Lizzie, con voz preocupada.

—Nada que esos dos no puedan solucionar —insiste el príncipe, pero la preocupación sigue palpable en nosotros.

Una melodía llega a mis oídos y sonrío. Esa pieza es tocada por Lexie en el pianoforte. Rodeamos a mi pequeña mientras toca con una agilidad increíble. Un mozo choca conmigo, y sigue de largo. La institutriz atraviesa el alumbrad salón y se inclina levemente.

—¿Me concede este baile, Su Excelencia?

Tomo su mano y caminamos al centro de la estancia. Ella se inclina hacia a mí y hago lo mismo, nos dejamos llevar por la melodía que toca Lexie y los violines se le unen al mismo tiempo llenando la atmósfera de amor y magia. No puedo apartar mis ojos de ella. Estoy hipnotizado. Alzo a la institutriz en el aire y le doy una vuelta, causando aclamaciones de todos lados. Ella sonríe, pero su mirada no se separa de la mía.

Seguimos bailando, dejando que la atmósfera cargada de sentimientos nos envuelva. Mi corazón late acelerado por el simple de hecho de estar a menos de un metro de ella. Quisiera decirle tantas cosas, todo aquello que he hecho para seguir adelante, aun sabiendo que ella no volvería. ¿Pero para qué hablar del pasado y de mis logros, cuando puedo construir un futuro con ella? Empezar de nuevo. Por ella me esforcé en luchar contra todos y todo. Luché contra mí mismo.

Lo único que quiero es ver esas estrellas en sus ojos cuando me mira. Sus ganas de amarme con una caricia o una sonrisa. Que su tacto sea tan abrazador que no quiera separarme de ella ni un solo minutos del día. Vivir aquello que deseamos. Vivir nuestros sueños de ser feliz junto a la persona que amamos, y cuidarla como se merece. Jane no es una mujer frágil que requiera de mi presencia todo el tiempo. Pero el día que ella lo necesite iré sin protestar.

La pieza termina y ella me abraza sin pudor. Muchos nos miran sobresaltados, pero no me importa. La atraigo más a mi pecho y beso su cabeza. Me alejo y meto la mano en mi bolsillo para tomar el pañuelo y entregárselo a ella, pero frunzo el ceño. Parpadeo perplejo al reconocer la superficie de terciopelo y la forma cuadrada.

«El mozo que chocó conmigo», analizo, e intento localizarlo entre la multitud. Mi sonrisa se amplía cuando reconozco a Elijah entre los mozos vestidos de rojo.

Jane intenta alejarse, pero la retengo. Sus ojos me miran, confusos. La melodía suave y baja de los violines me acompaña ya que aún seguimos sumidos en el silencio.

«Dios mío, ayúdame», suplico en mi interior, cuando una idea alocada surge en mi mente. Solo espero recordar las palabras de su libro favorito.

—¿Edward? ¿Qué ocurre?

No me importa caminar. No hay distancias cuando se tiene un motivo. Mi motivo siempre fuiste tú, pequeña salvaje. He luchado en vano. Ya no puedo más. Soy incapaz de contener mis sentimientos. Permítame que le diga que la admiro y la amo apasionadamente. —Su vista se nubla por mis palabras. Las reconoce—. Si sus sentimientos son aún los mismos que en el pasado, dígamelo de una vez. Mi cariño y mis deseos no han cambiado. Al contrario, solo se han reforzado con el tiempo, pero con una sola palabra suya no volveré a insistir más. Te amo, Jane. Para muchos eres la duquesa McHall, pero siempre serás mi institutriz.

—Oh, Dios mío —musita y cubre su boca con la mano.

—Jane —Dejo ir su mano, y apoyo mi rodilla derecha en el frío mármol. Muchos de los invitados ahogan exclamaciones—, ¿te casarías con este duque bravucón?

Abro la caja de terciopelo gris, mostrando al mundo el anillo de plata con la piedra de rubí brillante. El silencio cae sobre nosotros. Su indecisión comienza a preocuparme.

—Yo... Yo —tartamudea. Trago en seco y dejo escapar un suspiro de derrota.

—Muchacha, por Dios, que Edward se va a quedar sin rodilla por tanta espera —interviene la condesa—. ¡Acaba de decir que sí!

—Sí —musita la institutriz con voz quebrada y elevo mi cabeza—. Claro que me casaré contigo.

Cuando saco el anillo de la caja, Lexie llega a nosotros y se la lleva entre sus manitas. Coloco el círculo de plata en su dedo y sonríe. La institutriz me atrae a ella y me besa.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro