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Capítulo 46 «De vuelta a casa»

Jane

La noche se cierne sobre nosotros. Amo la oscuridad que nos brinda el bosque. Algunos de los aulladores ríen y cantan alrededor de la fogata. Todo ha acabado. Junto a mi venganza con el Regente, encontraron su libertad. No más miedo a ser sacados de sus casas y mucho menos pagar más de lo que deben, aumentando así la avaricia de alguien con mejor rango que aquellos.

Me levanto del tronco, sin que nadie lo note y me alejo. Necesito estar sola. El día de hoy ha estado cargado de demasiadas emociones fuertes. Mi venganza contra el Regente, la separación de la mansión. De Lexie.

De Edward.

No quiero llorar. Lo evito a toda costa, pero es imposible no sentirse triste. ¿Qué hice para merecer ser alejada de esta forma de la persona que más amo? A mi cabeza llegan miles de formas, pero el destino se empeña en evitar la idea de dejar mi corazón en las manos de alguien. ¿En verdad no tengo derecho a ser feliz? Sé que Edward es un hombre obtuso, que cuando se ciega solo le importa su forma de pensar, pero creo que eso fue lo que me enamoró en primer lugar.

Todo me fue arrebatado desde hace años. Mi inocencia, de forma cruel. Las probabilidades de quedar embarazada hace un año cuando fui raptada y abusada de forma constante. Mis noches se basan en pesadillas constantes. La historia con el Regente ha terminado por completo, pero la inseguridad se ha vuelto mi compañera, y mi corazón está tan destrozado que tengo miedo de entregarlo una vez más. Sí, todo ha acabado, ¿pero a qué costo?

—No hagas eso, por Dios Santo. —Doy un salto en mi lugar cuando la voz llega a mis oídos—. Cada vez que desapareces, siento que debo rastrearte otra vez.

—Ya no tengo razones para huir, Erick.

—Y aun así, te has escurrido del campamento de forma sigilosa.

—¿Cómo me encontraste? —Pasa su brazo por mis hombros y me atrae hacia él.

—Elijah y Lazlo te siguieron los pasos.

—¿En serio? Vaya. Les enseñé demasiado bien.

—No sería la primera vez. Desde que los encontraste, juraron lealtad a ti.

—No podía dejarlos en esas condiciones, Erick. Sus casas estaban hechas cenizas y perdieron su familia frente a ellos.

—No te culpes por haber llegado tarde. Por ti están vivos y tuvieron un propósito todos estos años.

—Lo sé, pero no puedo dejar de culparme.

—Es normal, pero no eres dueña del tiempo. Están agradecidos por salvarlos ese día. Para ellos, eso es suficiente. ¿En verdad vas a regresar con Murray y Kate?

—¿A dónde más voy a ir, Erick? Nada me detiene en Netherfield y el Regente ya no molestará en una temporada —musito, y bajo mi cabeza, esperando que no note mi voz quebrada y las lágrimas que acaban de nublar mi vista.

—¿Y qué hay de ese espíritu aventurero?

—Se desvaneció. Hasta el día de hoy tenía un solo propósito. Acabar con las penurias de aquellos que vivieron bajo el temor al escuchar sobre el Regente. Hasta pensé en quedarme aquí y comenzar algo nuevo, pero ya vez como todo terminó.

—Cuando fuimos por tu medicina, el doctor nos comentó sobre Edward. Al parecer se dio cuenta de su error en lo referente y quedó completamente devastado.

—El Duque arrasa y quema todo a su paso cuando la rabia lo ciega. No podía quedarme ahí, Erick. Ya no aguantaba más. Bastante vergüenza y humillaciones pasé a su lado. Me alejé de él por elegirme a mí, y ahora me siento una cobarde por no haberlo intentado más u obligarle a escucharme.

—No digas eso. —Me gira hacia él, agarrándome por los brazos con suavidad—. Quedarte en un lugar donde ya no es seguro para ti y dejaste de ser prioridad, es muy peligroso. El amor es cosa de dos, Jane. Si uno de los dos sigue tirando solo de carreta, llegará un momento donde no podrás más y cederás por el cansancio.

—¿Esto fue lo que sentiste cuando Michelle se fue?

La tristeza embarga sus ojos verdes. El simple hecho de nombrar a la italiana, desestabiliza a Erick. Él se aleja y deja escapar un suspiro.

—Ella siempre ha sido y será todo para mí, pero tenemos un enorme puente entre nosotros, y no hablo solamente de la diferencia de clase social —murmura—. Sabes que a ella eso no le importó al principio.

—Siento mucho haberla nombrado. No sabía que aún te afectaba.

—Volver a casa implica tenerla por los alrededores, y eso va a doler. Pero tú eres lo que importa. Michelle sabe que siempre tendré los brazos abiertos para ella. Imagino que no era nuestro momento. A lo mejor en nuestra próxima vida podremos tener otra oportunidad.

Me atrae hacia él por los hombros una vez más y nos quedamos en un cómodo silencio.

A la mañana siguiente, tengo que llorar. Todos mis hombres me abrazan y me dan las gracias por haberles ayudado y salvado en su momento.

—Estaremos atentos a cualquier cambio en Netherfield. Y eso incluye a Edward y Lexie.

Mi mirada se entristece con las palabras de Elijah.

—Gracias. No es necesario.

—Lo sé, pero de todas formas lo haremos —insiste y me abraza una vez más—. Casi todos hemos encontrado trabajo en la zona. Claire no da abasto con tantos encargos de los pueblos vecinos.

—Así que Claire, ¿eh? ¿Cuándo comenzaste a tutearla? —El rubor sube a las mejillas de Elijah y río por lo bajo—. Sé feliz. Te lo mereces. Pido perdón por no salvar a tu familia ese día.

—Ver a mi esposa e hijo morir degollados frente a mí, me rompió por dentro. Pero estoy vivo gracias a ti, y Dios me dio la oportunidad de conocer a una mujer increíble que hace unos panes y dulces exquisitos.

—Y yo pensando que la mujer increíble era yo —protesto, con un puchero, y él ríe mientras revuelve mi cabello.

—Cuídate mucho, Capitán. Te extrañaremos.

Erick y yo subimos a la grupa de nuestros caballos. Nos quedan varios días de viaje antes de llegar a nuestro destino.

—¡Jane, espera! —espeta William, abriéndose camino entre los hombres.

—¿Todo bien? —pregunto, preocupada, pero su sonrisa amplia me dice que hay buenas noticias.

—Lizzie está embarazada.

—Oh, Dios mío. —Salto de mi caballo y le abrazo con euforia—. Muchas felicidades, Will.

—Vas a ser tío finalmente —secunda Erick—. Enhorabuena.

—¿Cómo están tu padre y tu hermano?

—Ambos muy felices —explica, emocionado y me abraza una vez más—. Muchas gracias, Jane.

—Pero si yo no hice nada. —Me aparto, confundida.

—Puedes irte en paz. Dejaste milagros en Netherfield otra vez. Muchas gracias, Capitán.

Un nudo se asiente en mi garganta y mi mentón tiembla.

—¿Y ahora qué dije? —inquiere, preocupado al ver mi mirada nublada por culpa de las lágrimas.

—Solo estoy feliz por ti y tu hermana. Sé que ella lo desea desde hace tiempo. ¿Descubriste quién le dio las hierbas para que perdiera el primer bebé?

—Nos llevó a un callejón sin salida, pero ahora estaré más atento, y Thiago igual.

—Ese bebé será una gran bendición para ustedes. Un saludo a Lizzie de mi parte y dile que estoy muy feliz por ella.

—Serán dadas, Jane. Tengan un buen viaje. Por favor, escribe. Ya conoces a mi hermana.

—Lo haré —declaro, y le abrazo una vez más antes de subirme al caballo y partir.

Dos semanas después atravieso el enorme portón de la mansión McHall. Un relincho familiar llega a mis oídos.

—Ve. Yo me encargo de decirle a los duques donde encontrarte.

Corro hacia las caballerizas y mi sonrisa se amplía al ver a mi hermoso caballo elevado en sus dos patas.

—Hola, precioso. —Mi caballo relincha y mueve sus patas delanteras aún en el aire—. ¿Me extrañaste?

Hiram da un salto tan alto que sobrepasa su puerta y corre a mi encuentro. Es tan fuerte que al llegar a mí, ruedo por el suelo y río a carcajadas. Mi caballo corre a mi alrededor sin dejar de relinchar. Se eleva en sus patas traseras y cuando cae, pisotea el suelo bajo su pata delantera derecha.

—Vamos a cabalgar. —Se inclina un poco y salto a su lomo.

Ambos salimos a todo galope de la mansión, atravesando el pueblo de forma fugaz. Mi caballo me conoce. Sabe que necesito salir de esos muros, aunque acabo de llegar. El aire golpea mi rostro cuando salimos de la ciudad en dirección al campo más cercano. no me importa no llevar montura. Montar a pelo es algo que extrañaba de este caballo. Cabalga sin parar como si estuviera sacando toda la energía de haber estado en las caballerizas todo este tiempo. Una vez que se detiene, acaricio su cuello y lo abrazo.

—Muchas gracias, Hiram. —Escucho el sonido proveniente de él y sonrío por lo bajo.

Al llegar la tarde, regresamos. Saludo algunos campesinos y estos agitan sus brazos al reconocerme. El bullicio de la ciudad nos recibe. La música proveniente de alguna fiesta llega a mis oídos, así como las carcajadas de los niños mientras juegan en las calles. Extrañaba este lugar. Mayfield siempre ha sido considerado como una ciudad llena de buenas personas y honradas.

Le doy a mi caballo un baño merecido, y una vez seco, cepillo su sedosa crin con parsimonia, susurrándole al oído lo grandioso y majestuoso que es.

—Creí que te romperías el cuello cuando saltaste la valla de las caballerizas.

Mis labios se curvan en una sonrisa al reconocer la voz de mi padre.

—Lo que bien se aprende, nunca se olvida. —Dejo el cepillo en su lugar y me acerco a abrazarlo—. Eso me lo dijiste tú.

Mi padre abre sus brazos y no puedo evitar no llorar cuando me encierra en un cálido abrazo.

—Bienvenida a casa, cariño.

Creí que había terminado de llorar cuando salí de Netherfield, pero al parecer, algo queda en mi interior. Fue sentir el amor que transmite papá, para romperme de nuevo como niña pequeña que perdió su juguete favorito. He vuelto a casa, a mi lugar seguro. He vuelto con mi familia. Si estaba bien al atravesar esa verja enorme plateada, ¿por qué me siento tan incompleta? Cierto. Unos ojitos azules y sonrisa dulce es lo que me faltan. ¿Y a quién engaño? También lo extraño a él.


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