Capítulo 16 «Impactado»
Edward
Sus palabras se repiten una y otra y otra vez en mi cabeza mientras bajo las escaleras: "Las embestidas eran cada vez más recurrentes y los gritos rasgaban mi garganta a medida que sentía algo romperse dentro de mí cuando, a veces, eran dos al mismo mientras otros dos mordía mis pezones causándome un dolor extremo. Arcadas subían por mi garganta las veces que tuve sus asquerosos miembros en mi boca. Morder no era una elección, porque empeoraba las cosas para mí. No sé de dónde saque las fuerzas. Un día más, y te juro que hubiera perecido.".
Mi garganta se cierra al pensar las penurias que pasó cuando desapareció hace más de un año. Entro al hall y agarro a Gregory por el cuello de su camisa y lo estampo contra la pared.
—¡Edward! —grita William a mis espaldas. Los ojos verdes del oficial se abren con asombro.
—¿Por qué no me lo dijiste? —murmuro y lo empujo una vez más. Gregory cierra los ojos por el fuerte golpe en la cabeza.
Erick intenta tomar mi brazo libre y lo alejo con fuerza. Un quejido de dolor de su parte llega a mis oídos, pero mis ojos siguen fijos en el hombre frente a mí. Rechino los dientes mientras siento como mis orejas comienzan a tornarse calientes.
—Edward, por favor, suelta al muchacho —suplica Murray y aprieto con más fuerza el cuello de la camisa del oficial—. Edward, lo estás lastimando.
—¿Por qué no me lo dijiste? —espeto furioso.
—No sé... —intenta decir, pero la falta de aire no le permite casi terminar y su rostro comienza a tornarse rojo —. No sé... de qué estás... hablando.
—¿Por qué no me dijiste que mi mujer fue abusada después de ser raptada, Gregory?
—¡Cómo! —espetan al unísono el duque y Thiago a mi lado. Por el rabillo del ojo noto que el primero parpadea confundido.
—Edward, no es lo que estás pensando —inquiere William cerca de mí—. Te vamos a contar todo, pero debes soltar a Gregory.
—Prometiste que la ibas a cuidar, Willmort —añado con los dientes apretados y golpeo con el puño la pared cerca de su rostro enviando señales de dolor hasta mi hombro.
—Edward, suéltalo ahora—ordena el mayor de los Warner con voz autoritaria.
Luego de un gruñido, dejo libre al oficial. Este comienza a toser y tocar su garganta con desespero por la falta de aire.
—¿Cómo pudo pasarle eso? —inquiere el padre de Jane con voz quebrada—. Mi niña pequeña, mi tesoro más valioso, ella...
Debo agarrar a Murray antes que termine en el suelo. Erick acerca un taburete para sentarlo. Sus piernas le habían fallado por tan impactante noticia.
—Lo siento mucho, Murray —añade el rubio agachado frente al duque con la cabeza hacia abajo—. Prometí encontrarla y les defraudé.
—No digas eso, Erick —interviene William—. Todos saben que fuiste el que más sufrió por su desaparición. A penas dormías por estar rastreándola junto a Elijah y los demás. Edward, Gregory no tiene la culpa de nada. Tanto él, como Erick y yo, hacíamos recorridos todos los días buscando el mínimo rastro, pero se habían ocultado bien. Encontrar a Jane no fue nada fácil.
—Díganme que mataron a esos malditos —insiste Murray—. Por favor, Erick, dime que...
—Casi arrasamos con todos —añade Gregory con voz cortada—. Algunos lograron escapar y fueron los causantes del fuego donde la vida de Lexie corrió peligro. Me disculpan, pero Jane no está segura aquí y ustedes tampoco si sigue por los alrededores. Quien sea que esté detrás de esto conocen sus puntos débiles.
—Podemos llevarla a...
—No, Thiago —interrumpe William—. Tu casa no es opción. Mi hermana no perdió al bebé porque quiso. Alguien influyó en que eso pasara.
El rostro de mi amigo palidece y se acerca a la pared trastabillando.
—Esa es la razón de su lejanía hacia ustedes —termina por decir Erick y se pone de pie—. Por más que queramos sacarla de aquí, ella no va a querer. No cuando tiene cuentas pendientes que saldar.
—¡Maldita cabezota! —espeto furioso—. La quiero fuera de Netherfield a penas se recupere.
—Sí, claro —añade Erick con ironía y chasquea la lengua—. Parece mentira que no la conozcas.
—Edward no deja de tener razón, pero Jane no es de las que huye, amigo —recalca Thiago más recompuesto y cruza los brazos en su pecho—. Además, ¿desde cuándo es tu mujer? —Trago en seco y el calor sube a mi rostro cuando todas las miradas recaen en mí.
—Olvídenlo —protesto y añado para desviar la conversación—. ¿Qué piensas hacer?
—Dos de los nuestros ya entraron a Francia. —Mis cejas y las de Murray se disparan hacia arriba al escuchar las palabras de William—. No se preocupen. Todo está bajo control. Esperamos tener noticias pronto.
—Muchachos, perdón la interrupción —interviene Chloe—. ¿Saben si Amelia ya regresó de la ciudad?
Por el rabillo del ojo noto como Gregory frunce el ceño y aprieta el mentón mientras abre y cierra sus manos en puños.
—Aquí tienes, Chloe —interviene la aludida, con una sonrisa pícara en sus labios, entregando unos pequeños frascos y una bolsa de pan—. Perdón por la demora. Se me hizo tarde en... en el pueblo.
—Amelia...
—Voy a ver si Jane necesita algo —la joven interviene la posible reprimenda de su hermano y desaparece al subir con rapidez las escaleras. Nuestras miradas inquisitivas recaen en la cocinera y ella se va con paso veloz.
—¿Qué rayos está pasando? —pregunta Thiago.
—Pasa que tu querida hermana está babeando por el maldito panadero. ¡Eso es lo que pasa! —espeta un furioso Gregory elevando sus brazos hacia arriba.
—¿Y tú cómo sabes que es Josh? —pregunta Thiago acercándose al oficial—. ¿La has estado espiando?
—Porque los ojos se hicieron para ver —rebate el oficial mientras sus ojos verdes lanzan dagas invisibles hacia mi mejor amigo—. Ella fue a la ciudad por medicina para Jane, ¿y regresa con una bolsa de pan? Por favor, Colin no es tan bondadoso a menos que le saque provecho. Sabe que Amelia es muy querida por Edward y ese estúpido viejo barrigón nunca tiene las de perder. Con su permiso.
Gregory se retira con paso fuerte y a lo lejos escuchamos un sonoro portazo que podría haber hecho temblar los cimientos de la mansión.
—¿Pero y ahora que tiene?
—¿Eres ciego o te lo haces, muchacho? —añade el padre de Jane más recompuesto—. Ese joven bebe los vientos por tu hermana.
—¿Gregory? Por favor, Murray, ese oficial nunca...
—No nos mintamos, Thiago —interviene Erick y chasquea la lengua una vez más—. Nada más hay que verle la cara a Gregory cuando tu hermana está por los alrededores.
Mi mejor amigo parpadea perplejo y William ríe entre dientes. Erick niega con la cabeza y añade:
—Lo importante ahora es...
—Hola. —Todos nos giramos hacia la voz que nos habla desde la puerta. Mi sonrisa se amplía cuando veo a Jane siendo impulsada en la silla de ruedas por la hermana de William—. ¿Qué fue ese sonido?
—Solo Gregory, cariño —añade Murray mientras se acerca a su hija y la abraza con ternura—. El pobre joven solo tiene mala suerte cuando del corazón se refiere. —Inca su pierna derecha en el suelo y acaricia la mejilla de Jane—. ¿Quieres salir al jardín? Tu madre y Lexie están ahí. Creo que estaban sembrando nuevas flores.
—Eso sería asombroso, papá. ¿Quieres venir, Lizzie? —La aludida mira a mi mejor amigo y este asiente con la cabeza.
Los tres se retiran de la estancia y dejo escapar una bocanada de aire.
—Es imposible que a Gregory le guste mi hermana —recalca Thiago y cruza los brazos en el pecho.
—¿Por qué no? —preguntamos el resto al unísono.
—Estamos hablando de Gregory Willmort.
—¿Y eso que tiene? —comenta Erick y William pone los ojos en blanco.
—Que es... es... Oh, por favor, es imposible. Siempre ha sido un libertino y un fanfarrón.
—Cuñado —William atrae a Thiago por el cuello hacia él y palmea dos veces el pecho de mi amigo—, es más fácil creer que Gregory se enamoró de tu hermana a que el Duque haya caído en las redes de la institutriz. Y si lo segundo pasó, lo de Willmort es tontería.
—¡Oye! —protesto y todos ellos ríen a carcajadas.
Niego con la cabeza y me uno a ellos. Para qué negarlo, si es completamente cierto.
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