Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo único

La mansión Hizuri estaba en todo el esplendor de las fiestas, la enorme y lujosa sala lucía más espléndida y mágica que de costumbre, y el fabuloso árbol resplandecía con los focos dorados y la enorme estrella en la punta.

La señora Hizuri no podía evitar fantasear cuando pasaba por su sala y eso a pesar de que ya debería estar bastante acostumbrada. Sus hijos, por su parte, ya estaban acostumbrados, a la mágica decoración y a las reacciones de su madre, así que solo soltaban tiernas sonrisas divertidas cuando la veían entrar en "Lalalandia", con tanta facilidad como si fuese una contemporánea suya. Pero bueno, no hace falta decir que ese aspecto de ella les encantaba a ellos y, en especial, a su padre. Los pequeños Hizuri eran cuatro: Ren, el mayor de los hermanos, era protector y bastante maduro a pesar de tener apenas siete años de edad —muy parecido al personaje al cual le da honor su nombre tanto físicamente como en personalidad—, luego están los gemelos Kanae y Hozu —una verdadera mezcla de lo mejor de sus progenitores— de cinco años, y por último la pequeña y soñadora Rose, de tres años, muy parecida a su madre en carácter pero con la apariencia física completamente idéntica a su abuela paterna y a su padre.

Esa mañana de navidad fue como cualquier otra, los niños fueron los primeros en despertar y sin pensarlo corrieron a la habitación de sus padres y saltaron en la cama de ellos haciéndoles cosquillas hasta que ellos se levantaron. Una vez que el matrimonio abrió los ojos, riendo por el entusiasmo de los pequeños, saludaron todos a la señora de la casa por su cumpleaños, y los niños y su marido le sorprendieron con un pastel y un desayuno especial hecho por ellos y ayudados por su niñera. Luego del desayuno lleno de amor, bajaron a la sala y abrieron los regalos. Todo estaba en armonía hasta que repente alguien tocó la puerta y la ama de llaves se dirigió a abrirla. Fue entonces que la enorme puerta de la sala de estar se abrió de golpe, de par en par, dejando pasar un trineo con renos —¡Renos de verdad! — dentro de la nada. No necesitaron más explicaciones, pues las típicas risas de San Nicolás que invadieron la sala ya lo dejaba todo muy claro.

— ¡Jo,jo,jo...! —retumbaba en el lugar— ¡Feliz navidad! —exclamó Lorian Takarada triunfal, vestido de Santa Claus, conduciendo el trineo hasta detenerse delante de la atónita familia.

— Presidente...

— Boss...

Los jóvenes esposos suspiraban al mismo tiempo con una sonrisa resignada.

— ¡Tío Lory! —los niños corrieron hacia el trineo.

—¡Boss, es injusto! —se escuchó en la entrada con un tono de gran indignación— ¡¿Qué no le dije que yo iba a ser Santa Claus! —dando zancadas se aproximó Kuu Hizuri, "el abuelo", vestido de la misma forma que Lory, es decir con un disfraz de Santa Claus, y con una expresión furiosa que se transformó en puchero— ¡Ya me había puesto el traje! —se cruza de brazos cuando se detiene ante su familia.

— ¡Ya, cariño, deja de ser infantil! —le decía Juliena a su esposo, al cual sostenía del brazo, reprimiendo una risa por la situación.

— ¡Abuelos! —los niños corrieron a abrazar a los mencionados— ¡Feliz Navidad!

— ¡Feliz navidad, niños! —llenaron a sus nietos de besos y abrazos sofocante y luego, con ellos en brazos se acercaron a sus hijos— ¡Feliz cumpleaños, hija!

Luego de los cariñosos saludos, cantarle el "Feliz cumpleaños" a Kyoko, y los reencuentros, Lory y Kuu tenían una competencia —no declarada— de regalos. Ambos se miraban retadores mientras los niños y Kyoko abrían los incontables regalos que cada uno trajo en un enorme saco. También estaban ahí Yashiro, Jelly Woods y Kanae disfrazados de duendes —obviamente en contra de su voluntad, a excepción de Jelly— y les ayudaban a abrir los regalos. Kyoko, como siempre, abrazaba calurosamente a Kanae y le comentaba lo linda que se veía con el odioso disfraz. Kanae, ya acostumbrada, le correspondía feliz, porque había pasado mucho tiempo y la extrañaba; pero obviamente nunca tan eufórica como su amiga. No hace falta decir que Kuon Hizuri, al fin, al fin, se vengó de todas las tomaduras de pelo que su mejor amigo y representante le jugó en el pasado, mientras Yashiro solo podía aguantar las disimuladas burlas del actor y ahora padre de familia.

María Takarada también era infaltable en la reunión, ella ya era una señorita, y por videochat se comunicaba con su novio, Hiou, quien estaba en Tokio filmando una película. Él ya era un joven, mucho más alto y apuesto de lo que todos se hubieran podido imaginar. Kyoko se sorprendió y se llenó de melancolía cuando se enteró que en Japón Hiou-kun era el Tsuruga Ren del momento, el mejor actor y el más deseado. Curiosamente, María y Hiou tenían la misma diferencia de edad que Kyoko y su ahora esposo, lo cual le dio bastante melancolía a la mencionada. Ella también se sorprendió de lo dulce que era con María —aunque el chico seguía siendo algo tsundere— y mirando al joven por el móvil de María, mientras este le saludaba por su cumpleaños y le deseaba feliz navidad, pensaba:

"Y pensar que su primer amor fue Moko-chan"

Cuando todos los regalos fueron abiertos, finalmente se declaró al vencedor. Y, aunque en un principio fue Kuu, terminó siendo Lory pues, al ver que iba a perder, dio una última jugada desesperada al regalarles a los niños el enorme trineo con los renos incluidos... Y así, pese a las protestas nerviosas de la señora de la casa, consiguió la victoria. Entonces, los niños, acompañados por todos, salieron a jugar con los regalos en los enormes jardines llenos de nieve de la mansión, uniéndose también los señores del Daruma-Ya, que recién se habían despertado por la confusión horaria. Kyoko y Kuon fueron los únicos que se quedaron en la sala, en total tranquilidad. Ellos veían, a través de su ventanal, a sus retoños divertirse con la familia y, luego de un suspiro de ternura y cargado de un sentimiento de realización, el señor Kuon Hizuri rodeó con su brazo la cintura de su sorprendida y sonrojada esposa. Él soltó una risita al verla, le dio un beso en la frente y, con esa mirada de "Emperador de la noche", le susurró en el oído: "Ahora es tú turno de recibir tu regalo y acabar lo que no pudimos con eso de la fiesta sorpresa de anoche". Kyoko iba a responder, pero su voz se apagó de pronto cuando sintió que su marido con delicadeza le mordía el lóbulo de la oreja. Ante esto, muy sonrojada y casi en un ataque cardíaco, le respondió con un chillido.

— ¡Kuon!

Él solo sonrió y le dijo que iría a tomar una ducha y que "ya verían cómo encargarse de eso después". En esos momentos se escucharon las risas de María, que los observaba desde afuera y les tapaba los ojos a los niños Hizuri, lo cual solo sonrojó a la joven señora Hizuri más y huyó a la cocina.

Una vez ahí, Kyoko y el equipo de cocineros se encargaban de preparar todo para el festín navideño de ensueño que tendrían en un rato. Ella seguía sonrojada por eso de su regalo, y es que tal vez ya había pasado por años de matrimonio, pero él seguía poniendo su estado emocional como si fuese una adolescente enamorada por primera vez. En eso volvió a sonar el timbre, Kyoko fue quien abrió la puerta está vez.

—¡Hey, linda mansión! —sonríe con burla— Nada mal, aunque sigo diciendo que conmigo te hubiese ido mejor...

—¡Ja! —bufó Kyoko— Repítetelo hasta que te lo creas —se ríe—... ¿Cómo va el idiota más idiota de Japón?

— No tan bien como a la mujer más tonta de Japón, te lo aseguro...

Se miraron con desafío y al final se rieron juntos recordando sus viejas peleas.

— ¿Y a qué vienes, Shotaro?

— ¡¿Es en serio?! ¡¿Yo, el fabuloso Sho, vengo a visitarte a tu mansión aburrida por Navidad y me recibes así?!

— Shotaro... —le miro divertida con las cejas arqueadas.

— Ya tú sabes... —le miró con seriedad y un ligero sonrojo.

Kyoko al darse cuenta casi estalla en risas y luego, cuando se calmó, le hizo pasar.

—¿Y los monstruos? —preguntó Sho.

— Están afuera jugando, les va a gustar jugar con el tío Sho...

— Esos monstruos... —Sho sonrió con ternura.

— ¿Y tú para cuándo? —sonríe de lado mientras sacaba el pudín del refrigerador— Ya son años que estás casado con Ruriko...

— Vamos con calma, apenas tengo veintiséis, no estoy tan apurado como tú que te casaste apenas a los diecinueve —mira burlón—, yo sí sé ser joven —le saca la lengua—. ¿Y qué hay del gigantón?

— Ah —se sonroja.

— ¡¿Es enserio?! —la miró impresionado— ¡Llevas ocho años durmiendo con ese gigantesco yankee japonés y te sigues poniendo así?! —se comenzó a carcajear como siempre.

— ¡Cállate, Shotaro!

— ¡No has cambiado nada! —se revolcaba en el suelo.

— ¡Mira quien habla, estúpido Shotaro!

— Ya solo dame mi pudín...

— ¡No, para ti ya no hay pudín!

— ¡Quiero pudín!

— ¡No!

Y así inició una pequeña persecución, Kyoko corría con el pudín en la mano y Sho le perseguía para quitárselo. Cuando ya parecía no haber escapatoria del "oxigenado monstruo come pudín", Kyoko sintió que por detrás alguien le abrazaba y por la expresión de Sho sabía quién era.

— Yo también quiero pudín —le besa el hombro—, pero ese pudín es de los que no me puedes dar en público —mira al frente, fingiendo recién darse cuenta de su presencia—. Hola, Shotaro-kun —con su sonrisa falsa saludó.

— Ahg, pareja de pervertidos —pone los ojos en blanco—, mejor me voy con mi pudín —le quita el pudín de las manos a Kyoko la gigantesca bolsa de pudines que sacó de la nevera, aprovechando que sigue paralizada y sonrojada por las acciones de su esposo, y se dirige a la puerta para dedicar una última broma— ¡Adiós tórtolos, que se diviertan, pero si tienes otro hijo más, yankee, te volverás calvo, y, Kyoko, tu abdomen será flácido y tendrás estrías como las viejas!

— ¡¿Eh?! —Kyoko al fin reaccionó— ¡Deja de hablar estupideces, tú, idiota! —él se encogió de hombros y cerró la puerta— ¡Shotaro! —le quiso reclamar pero ya se había ido.

— Bueno, con abdomen flácido o no, seguirás poniendo de cabeza mi mundo —le dijo Kuon a su esposa mientras le acariciaba el rostro con ternura.

— Con cabello o no seguirás siendo —se sonroja y le da un beso en el cachete—... Mi rey de las hadas...

—Bueno, ya que estamos solos —el "Emperador de la noche" regresó en todo su esplendor.

Kyoko ya estaba preparada para besarlo, pero de repente un grito les llamó.

— ¡Onee-sama, Kuon-sama! —María entró emocionada— ¡Yashiro-san le está pidiendo matrimonio a Kanae-san!

El joven matrimonio Hizuri salió tras la jovencita hacia donde les guiaba. Ya ahí, se encontraron con la tierna escena, Yashiro arrodillado con firmeza, a pesar de que sus ligeramente temblorosos brazos delataban su nerviosismo, y Kanae mirándolo atónita. Sin embargo, la tensión silenciosa se acabó cuando pronto Kanae se recompuso de la sorpresa, soltó un suspiro y con la sonrisa más dulce de su repertorio dio un seguro y sereno "sí, acepto". Una nueva fiesta comenzó en la mansión luego de aquella respuesta, seguida de un cándido beso aplaudido por todos. El único no tan contento con el show fue el pequeño Hozu Hizuri, quien soltó un sonoro:

"¡Iuk, enamorados!"

Muy opuesto a lo exclamado por su gemela y su hermanita menor, quienes entre suspiros, a una sola voz: 

"¡Qué romántico!"

Luego todos se adentraron en el maravilloso comedor para el festín navideño.

— ¡Mamá, mamá, queremos pudín!

Kyoko entonces se quedó helada.

— ¡Shotaro, dejaste a mis hijos sin pudin otra vez! —maldecía mirando al cielo con el puño alzado.

— Fue el tío Sho... —Kuon se dirigió a sus niños.

— Tío Sho —suspiraron todos resignados pero luego se volvieron más enérgicos.

Se miraron, y entonces como si ya estuviera previamente acordado, salió Ren como un diplomático que se encargará  de representar la voluntad de los hermanos Hizuri.

— Por esta vez lo pasamos pero —declaró con solemnidad y luego hizo pausa para  dramáticamente agregar—... El pudín es sagrado.

Todos en la mesa estallaron en risas por tales palabras y la forma en la que fueron dichas, mientras que los niños Hizuri acordaban que a partir de este día guardarían su pudín en cajas fuertes.

La fiesta de navidad fue maravillosa, incluso con todos cansados por la fiesta sorpresa de la noche anterior con motivo del cumpleaños de Kyoko, la casa se llenó con todos los parientes y amigos. Al final, cada uno de los invitados se fue contento, deseando que todas las navidades sean igual de felices.

El joven matrimonio Hizuri se quedó lavando los trastos hasta tarde, juntos, como siempre. Y, aunque no hablaban, se reían como adivinando los pensamientos del otro, al tiempo en que se miraban con amor del más intenso y apasionado.

— Kyoko, aún no te he dado tu regalo... —le toma de la cintura y se aproxima a su boca.

— Kuon... Aq... ¡¿Aquí en la cocina?! —estaba totalmente escandalizada y alterada.

—Sí, aquí —le da un corto beso y se aparta de ella—... Cierra los ojos, ahora vuelvo.

Ella obedeció, sorprendida y sintiéndose tonta por mal pensar todo este tiempo acerca de su regalo. Aunque debió suponerlo ya que "hacerlo" era demasiado habitual en ellos como para ser un regalo. De hecho, más que habitual era algo que hacían casi a diario, por algo los cuatro hijos.

Pasaron los minutos y, cuando ya se había cansado de esperar a su esposo y estaba a punto de abrir los ojos, sintió los labios de Kuon besándola de tal forma que casi se derretía.

— Ábrelos —le susurró cuando se separaron para tomar aire, porque solo la falta de oxígeno los podía separar una vez que sus labios se juntaban.

Los párpados de Kyoko se abrieron, para de inmediato encontrarse frente a ella a una preciosa cajita musical. Con las órbes ambarinas iluminadas la abrió y descubrió a una pequeña pareja de figuras de fino cristal.

Kuon le dio vuelta al tornillo dorado debajo de la caja y una hipnótica música comenzó a sonar, al tiempo en el que la pequeña pareja de cristal danzaba al ritmo.

Kyoko miraba embelesada el regalo y su esposo le miraba embelesado a ella. Él, con una sonrisa, dejó el regalo en una mesa y con actitud principesca le invitó a bailar. Ella aceptó sonrojada la propuesta de su amado, y en medio del hechizo del romántico vals que la cajita musical tocaba, se dedicaron un "te amo" y lo confirmaron con un beso, secretamente observado por sus pequeños. No hizo falta muchos pasos para que ellos descubrieran las furtivas risas de los espectadores clandestinos, y cuando esto sucedió, Kuon corrió tras ellos para atacarlos con cosquillas en castigo por no dormir a tiempo.

Kyoko se quedó sola en la cocina observando su regalo.

"Gracias... por darme mi soñado final feliz... "


--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Este es un antiguo oneshot al que decidí darle independencia de un fanfic en el que estaba incluido como especial, ojalá lo disfruten. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro