Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO VEINTISIETE

AMANDA

Completamente desnuda, abrazada a Trevor como única fuente de calor en la habitación, tiemblo horas más tarde. El sol se ha entrado, el lugar está en penumbras y comienzo a sentir hambre.

Trevor ronca dulcemente, tendido con el rostro libre de emociones y el cuerpo sin tensión.

Se lo merece, no puedo culparlo tras el par de rondas que tuvimos, yo misma debería estar descansando siquiera algo, pero no puedo. Todos mis sentidos están alertas, despiertos al pendiente de él.

Su brazo se tensa abrazándome, dejándome saber que ha vuelto de la inconciencia.

—¿Qué hora es? —pregunta estirándose.

—Falta poco para que Carlston vaya a abrir —Chequeo mi teléfono. Tiene un par de mensajes en espera, con solo abrir el primero, me hace sonreír.

De Leah:

Sé que estás en la ciudad, exijo verte para el ensayo de la banda, ¡ingrata!

Beso el hombro frío de Trev y me pongo de pie.

—Levántate, tenemos que ir con los chicos.

—No quiero —protesta sentándose y volviendo a desperezarse con los brazos hacia el cielo. Se ve magnifico desnudo; detengamos esta imagen, es todo piel morena y tatuajes de tinta negra. Podría comerlo, pero eso ya lo hice y lamentablemente, muy lamentablemente no podemos seguir aquí encerrados.

—Tan pronto como salgamos, será lo pronto que volvamos después. —Canturreo a mi espalda.

De buen humor a pesar de la somnolencia, Trevor me sigue de un brinco. Nos movemos por su departamento con complicidad, tomo una ducha tan caliente como mi cuerpo es capaz de soportar mientras que él baja por algo de comer al restaurante. La cocinera Tammy sabe que estoy aquí arriba, me vio al llegar y si su sonrisa me dijo algo, es que estaría encantada de atendernos. Ella es dulce, al igual que su cocina. Y, a decir verdad, estoy tan famélica que todo suena al cielo.

—He traído un par de sándwich, jugo y café. —Trevor deposita su botín en la mesa y descorre una silla. —Después de tocar hoy, vamos a ir a cenar solo tú, yo y algunas velas, ¿qué te parece?

Hay energía infantil saliendo de él. Su rostro brillante, relajado.

Me acerco hasta su asiente y peiné su cabello hacia arriba, en pequeños picos.

—Te amo —declaro viéndolo a los ojos. Sí, lo he dicho.

Trevor se tambalea.

—¿Tú me...? —No termina aquella pregunta para ponerse de pie y abrazarme. Sus labios caen sobre mi rostro como lluvia; mis parpados, mejillas y frente los reciben, antes de reclamar mi boca. Me río con miles de mariposas aleteándome en el estómago. Mariposas que saben dar golpes de karate.

Podemos decir que él estaba esperado esas palabras.

—Te amo tanto como el ratón ama el queso; como el gato ama al ratón y como el perro ama al gato. —digo según lo que recuerdo haber leído.

Y... está bien, eso suena extraño. Tenía mucho más ritmo en el libro de niños con el que me entretuve en el vuelo a casa.

—Pero el gato no ama al ratón, —Trevor se aparta. Puntos a su favor, no se está burlando. Su expresión es totalmente comprometida —solo desea comérselo, así mismo el ratón con el queso. Y estoy bastante seguro de que el perro odia al gato.

Me encojo sin preocupación alguna. Disimular y fingir confianza es la madre de las mentiras blancas. Mis manos se cierran detrás de su cuello, anclándome a su rostro.

—Pues para que veas que te amo de maneras alocadas. Y que te amo incluso cuando te estoy odiando. —insisto. —Eso deberías saberlo a estas alturas.

—Estoy seguro de que esta es la declaración de amor más bizarra en la historia del romance, pero a la mierda, me encanta. —Trevor está emocionadísimo. Me toma por el medio cuerpo y me levanta en un abrazo tan estrecho que duele, de la clase de buen dolor.

La comida se pasa en silencio, con mi mano en la de Trevor. Es cursi y lindo. Tanto, que no nos soltamos ni siquiera cuando viajamos al bar en el carro. Trevor se las arregla para manejar con una y pasar su pulgar por mi palma con la otra.

Aunque los chicos nos obligan a separarnos una vez en Carlston. Mi hombre es reclamado para resolver asuntos de músico tras el telón del escenario y dejando a Trevor ir, me arrastro resignada en dirección contraria, a donde Leah está esperando con los brazos en jarras.

Camino con los pies arrastrando hasta ella, como un prisionero ante su verdugo. Lo sé, la jodí al no avisarle que estaba poniendo mi trasero en un avión de vuelta a casa, pero ella tiene que entenderme. Su cabeza tampoco está sobre sus hombros todo el tiempo, de modo que levanto una mano cuando la alcanzo.

—Antes de comiences, mamá gansa, necesitaba tiempo con mi hombre. Tú tienes a Efren a cada momento que quieres, no sufres de deseo insatisfecho. —abogo a mi causa.

—¡Dejen de pensar que lo único que hacemos es tener sexo! —grita con sus mejillas sonrosadas y toda su fachada molesta cae.

—¿Me lo vas a negar? —Alzo mis cejas, imitando su gesto de manos a las caderas y ella se ve derrotada.

—Ese no es el punto, tú y yo vamos a tener una charla —Jala mi mano y me sienta en un taburete. —Suéltalo.

Por primera vez, hablar de Trevor es un placer y no uno culposo.

—Estamos juntos, te conté eso. Ahora es algo más formal, supongo —Me desentiendo. No necesito que Trevor me llame su novia para saber que estamos en algo serio. —Le he dicho que lo amo y él a mí. Aunque él fue primero.

Leah se ve complacida.

—Eso es importante. Ya sabes, esa bobería de que quien primero lo dice...

—Es quien está más enganchado —concluyo por ella. Es algo tonto, pero nunca está de más, ¿no? —Lo sé, sé que es algo grande.

—¿Confías en él? Las relaciones necesitan de eso, Mandy. —Leah es seria. —¿Confías en él de verdad, ya quedó todo atrás?

Mis manos sudan un poco con ello... pero con las memorias frescas de la reciente tarde y su manera de ser conmigo, no tengo más remedio que asentir.

Hay algo entre nosotros que, si no estás dentro del barco, no puedes entenderlo. Y es tan difícil de explicar.

—Odiarlo toda la vida iba a ser demasiado doloroso, sin mencionar que una parte de mi aun lo quería. Está todo atrás, tanto como se puede. —Leah me da una mirada de entendimiento.

Uno puede perdonar; pero perdonar no significa olvidar, nunca. Porque si olvidas, las enseñanzas no pueden quedarse. Es algo que va de la mano.

—Comprendo.

—He estado con él; me he entregado. Hemos tenido sexo alucinante en su casa, en la sala específicamente y ha sido... tú sabes, cuando estás completamente expuesta, cuando no se trata solo de follar, es más como el momento previo, cuando te detienes a sentir a la persona con la que estás... incluso, el momento posterior, cuando estás jadeante y vulnerable... es algo que no comprendes nunca del todo, pero que está ahí y es tan fuerte que aterroriza y para mí, eso significa que lo he perdonado del todo.

Llegar a esa conclusión justo después del sexo, fue lo más revelador que he sentido tras una experiencia física de ese tipo. Fue un shock completo.

—Aunque hay algo que sigue molestándome; Trevor es descarado y apasionado respecto a las cosas diarias, y en cambio, en la cama es como si otra persona poderosa se apoderara de él. Es dulce y preocupado y toma todo lo que yo le dé. No me presiona y está preocupado de cada una de mis reacciones. —Hago una mueca.

—No me dirás que eso es lo que te molesta —acusa Leah incrédula. —Mandy, ¿no debería ser así?

—Lo es, pero siento que se está conteniendo. Tiene tanto miedo de que me eche atrás que hay una parte de él que falta cuando estamos juntos. —No quiero ser quejica, aunque estoy aquí con mi amiga, se me permite darle voz a mis dudas. —No estoy diciendo que quiera que sea un idiota bruto a cada momento, solo que me dé todo de él. —Leah sigue luciendo perdida y quizás, nunca lo entienda, así que me sacudo del tema. —Me lo prometió.

Mi amiga mira a nuestro alrededor, tomándose su tiempo.

Su cabeza se dirige al escenario por un instante y luego regresa a mí, sonriendo.

—Ustedes son tan intensos. —dice al fin. —Siempre supe que había algo ahí aun cuando no estabas lista para admitirlo. Había algo ahí, todo el tiempo.

Sí, bueno, ella no tiene idea.

Los trabajadores del turno de noche comienzan a llegar. Algunas de las meseras nos saludan; hay caras nuevas desde que me fui a Boston, nuevas colegas de Leah que se niega a dejar de trabajar con tal de mantener su cabeza despejada.

—De todos modos, ¿tú que tal estás? —Es mi turno de las preguntas.

Leah suspira preparándose.

—Estoy bien. Me he estado quedando con Efren, mis padres están bien con ello y no tengo deseo de volver a casa, así que... —Ella deja la frase perderse. Puedo decir que se ve mucho más repuesta que la última vez que la dejé. El tiempo está haciendo lo suyo, al igual que su novio. Su cuerpo ya no tiene signos de haber sido atacada por su jefe, es por ello que su mente es la que me preocupa. Estar tan lejos cuando ella necesita de mí, a pesar de callarlo, es horrible.

—Supongo que hay que darle gracias a tu chico ojos de venado —río aligerando el ambiente y ella se me une. —Es bueno para ti, me gusta que ponga ese brillo en tu mirada.

—Me gusta que Trev te plante cara —Ella devuelve.

—Es bueno en ello. —Le guiño. —Entre otras cosas.

—No quiero escuchar nada más, con eso tengo. —Ella se pone de pie y me tira en un abrazo. Es pequeña, siempre lo ha sido. Mi mejor amiga, alias mi hermana de distinta madre.

—Lindo, chicas. Muy lindo.

Me echo atrás para ver a Johnny llegar con Efren hombro con hombro.

—¿Qué quieren? Estamos ocupadas. —digo de manera cortante. No he tenido mi dosis de tiempo de chicas y no estoy dispuesta a que me arrebaten el poco que puedo conseguir.

Efren se acerca a Leah para besar su cabello.

—Yo solo vengo a buscarlas, queremos que escuchen algo. Trev te llama, Mandy. —No hay duda de la sorna en la voz de Efren, por lo que le saco la lengua al pasar por su lado.

—Oh, ¿así que ahora es así? —pregunta Johnny deteniéndome —¿Trevor te llama y corres, Mandy? No sabía de ello.

Me giro hacia él.

Johnny es generalmente simpático. Hoy, él se ve algo molesto.

—No es de tu incumbencia, Johnny, pero sí.

Él mira entre todos nosotros. Leah y Efren siguen caminando.

—¿Desde cuándo esto está pasando? —Él demanda saber y hay algo que...

—¿Qué sucede? —Trev aparece a mi lado y me recargo hacia él como atraída por un imán. Lo sé, es ridículo.

—Nada —digo tomando su mano. —¿Qué quieren mostrarnos?

—Dime algo Trev, ¿desde cuándo estás con Mandy? —Johnny se dirige a él. La mirada de Trevor se estrecha.

—No te metas donde no te llaman, amigo. —responde arrastrando las palabras. Trevor se pone inmediatamente tenso. Aprieto mi agarre sobre él solo por si acaso. El aire se siente denso en una respiración.

He visto a estos dos hombres trabajar juntos como musculitos y golpear un par de tipos en variadas ocasiones, no puedo ni imaginar cómo sería una pelea entre ellos.

Y me temo que es lo que pasará, huele a eso. A testosterona revolucionada.

—¿O qué? Como si fueras a hacerme algo —Johnny se ríe. El tipo es tan grande y tan confiado de ello. Él mira a Trev insidioso y luego hacia mí. —Me caes bien Trevor, pero me gusta mucho más Mandy —Trev tironea hacia adelante y lo freno.

—No caigas en niñerías. —Lo jalo para alejarnos, hacia donde Leah y Efren nos esperan.

Pero Johnny se carcajea fuerte y fingido, de tal manera que me hace sentir frío bajando por la columna.

—Siento curiosidad acerca de algo, —dice pasándose la lengua sobre los labios. —¿Mandy sabe qué hace unas noches atrás le estabas metiendo la lengua en la garganta a una amiga mía aquí en la barra?

El tiempo se congela.

—¿Qué? —Mi reacción es instantánea. Me volteo hacia Johnny y doy pasos medidos cerca de él. —¿De que estás hablando? —exijo, pero él no me ve a mí. Mira directo a Trevor que se ha convertido en una estatua.

La peor sensación se filtra en mí, volviendo mis extremidades de gelatina.

—No es una broma divertida. —Me quejo y no sé si sea lo que le digo o cómo lo digo, que reclama su atención.

—No estoy bromeando. Me gustas, pensé que si estabas con Trevor, sabrías ese detalle, lo vi besarse con una chica aquí hace tres noches atrás. —explica con calma.

—Nunca sabes cuándo dejar las cosas ir, ¿no, Johnny? —dice la voz ronca de Trevor y tiemblo como un papel en el viento. Tiemblo con miedo profundo.

—Amigo...

—No me llames amigo —Él gruñe entre dientes apretados. Puedo escuchar el crujir. Y yo estoy aquí, parada en medio de estos dos hombres sin saber qué hacer. A dónde mirar. A quién creer... después de todo, ¿de qué se trata esto? ¿Qué está pasando? Por todo lo que es sagrado, no puede ser lo que Johnny dice, incluso aunque lo he escuchado yo misma.

—Hombre, esto es un juego donde el mejor gana —Johnny levanta sus manos, marchándose.

—Esto no es un juego para mí —Escucho a Trevor responder. ¿Y qué importaba? Johnny se ha ido, no hay nadie más cerca y yo me he convertido en una roca.

Pasa un segundo... luego un minuto, y más de estos sin que me pueda mover. Estoy entumecida, completamente helada porque hay algo en mí que todo este tiempo supo. Algo en mí, que no dejaba de rondar en mi cabeza...

—Amanda, no es como suena, puedo explicarlo...

No es como suena...

No es como suena.

Oh Dios.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro