Capítulo 11
Los labios pintados por la naturalidad de Andrea se mueven explicando algo que en realidad no escucho. Mi sentido auditivo se ha bloqueado para que sólo preste atención a la voz que está dentro de mi cabeza y no se cansa de decirme un montón de cosas que me llevan hacia un lugar sin retorno, sin salida. Es la afirmación de una conclusión que ya había sacado hace mucho tiempo: Ellos miente. Algo esconden que no quieren que sepa y me pregunto, ¿por qué?. Pero sobre todo me intriga saber, ¿qué será?.
Algo grave es, lo pude notar en la negativa de Schmidt y en la desesperación de confesarlo de Penz.
Andrea deja de mover su mano en dirección a lo que me estaba ensayando, su mirada se agudiza y camina hasta quedarse frente a mí, y aunque veo su mano subir y bajar, no escucho lo que me dice cuando deja caer su mano por cuarta vez y la lleva hasta los bolsillos de su bata blanca.
Sigo en ese viaje de deducciones, de una afirmación que me lleva hacia una nueva suposición y está dando alimento a algo que no quiero confirmar como una verdad. Mi recuerdos son esporádicos, pocos y a veces no le encuentro sentido alguno, pero esta vez, cuando escuché ese no rotundo de la boca de Schmidt, las imágenes del día en que yo y él nos vimos cara a cara, por primera vez, llegaron a mi cabeza.
-Mucho gusto señorita Baermann -Extiende su mano hacia mi- Liam Schmidt.
-Baermann -digo, aceptando su mano.
-Espero se lleven bien, porque desde ahora ustedes serán uno solo -dice una voz detrás de mí.
La primera vez que nos vimos no fue en el centro como él lo hizo aparentar aquella vez, nos conocemos de antes, y por el brillo que vi en su mirada en aquel recuerdo, era un encuentro que él había querido desde hace mucho, algo diferente a la primera vez que nos vimos en el centro, cuando dejó caer aquellos oscuros e implacable sobre mí.
Parpadeo cuando noto los dedos de Andrea sobre mi hombro, sacudiéndome y nublando el recuerdo. Al notar que estoy de regreso de mi largo paseo, el desconcierto en su rostro sutilmente maquillado es lo que veo.
-Te estaba diciendo que te vinieron a buscar.
-¿Quien? -pregunto, buscando con la mirada.
-Vaya, si que estabas en otro lugar. Es broma -sonríe -.Me gustaría saber dónde estaban tus pensamientos, porque es claro que aquí no estaban. ¿Dónde estaba tu cabeza esta vez?
Sonrío con suavidad, tratando de restar importancia al hecho de que, mientras ella me hablaba sobre lo que encontró en el dedo que halle cuando seguí al extraño en medio del jardín en la casa de los Baermann, mi cabeza estaba en otro lugar, lejos de aquí, de su voz, de lo que me decía. En cambio, estaba allí, con ellos, con aquellas pocas palabras que salían de sus bocas.
Andrea no cree en el intento que he hecho, me lo hace saber cuándo inclina su cabeza hacia la derecha, recuesta su cadera del escritorio y sus cejas se juntan para luego subir. Era obvio que intentar quitar importancia aquello que me perturba con una sonrisa tranquila, no sería suficiente para ella, no para Andrea que parece leer hasta lo más insignificante de ti. Es una mujer muy meticulosa, nada se le escapa y es sabia cuando decide preguntarte algo al respecto.
Miro alrededor mientras dejo caer una mano en mi cuello, ella entiende y asiente en medio de un silencio que rápidamente lleno con una duda que había tenido antes de que mi mente decidiera poner en pausa todo a mi alrededor.
-Solo me quede pensado que...
-¿En qué Luz? -pregunta cuando no continuo la frase.
-Fíjate en esto -Amplio la imagen y le muestro lo que me causó confusión e intriga -,esta forma en su huella dactilar me llama la atención. No es normal. Solo existen tres tipos de huellas dactilares en el mundo, y lo que la hace única es la forma, el tamaño, el número y la disposición de pequeños detalles en estos patrones de acá.
Y es aquí donde está el problema y mi confusión, todos tenemos uno de cada uno, no todos a la vez. Este dedo tiene los tres tipos de huellas, y eso no es normal a menos que haya sufrido una modificación. ¿O puede existir ese caso?
-A mí también me llamó la atención eso. -comenta perdiendo su dedo en los puntos de inicio y fin de las tres formas -. Las huellas dactilares no cambian nunca, ni con la edad, a menos que la capa profunda o basal se destruya o se modifique intencionadamente por medio de cirugía plástica.
»En este caso la huella fue alterada mediante cirugía, pero en realidad no borraron la original, solo combinaron la de arcos y espirales, con su huella original que es de curvas. Gracias a que no borraron la original fue que pudimos descubrir quién es el dueño del dedo.
-¿Crees que este muerto?.
-Sabiendo cómo se mueven ellos -Su mirada cae brevemente en mi, luego en la pantalla donde aún sigue su dedo trazando puntos -,dudo que Colombo siga con vida.
-No sé cómo tomarme esto -admito dejando descansar mi espalda en la pared y mirándola al mismo tiempo.
-¿Te sientes culpable?
-¿Por qué debería sentirme culpable?. Son muchas las cosas que he hecho, ¿por cuál de todas me preguntas?
-No puedo preguntarte sobre las que hiciste, esas no las recuerdas, me refiero a ahora.
-No -respondo.
-Que bueno, porque la culpa no está en el sentimiento, sino en el consentimiento -la escucho susurrar.
-Entiendo -Acomodo mis manos dentro los bolsillos traseros de mi pantalón -.¿Alguna vez has consentido que la culpa se apodere de ti?
-Una vez -responde dejando su dedo descansar.
-¿Y qué pasó? -pregunto, con cautela, curiosa.
-Solo sirvió para recordarme que debo hacerlo mejor la próxima vez. Que fallar está permitido, pero darse por vencido, no.
-Parece que darme por vencida no es una opción.
-Esa afirmación sonó a pregunta.
-No te preocupes, es una afirmación -contesto, viendo el mensaje de Ava parpadear en la pantalla de mi celular.
-¿Ya tienes que irte? -Asiento contestando el mensaje -. Está bien, cuando tenga algo más te dejo saber Luz.
-Perfecto, por lo menos ya sabemos de quien es solo falta saber que significa el mensaje -digo caminando hacia la puerta -Ah, casi se me olvida, ¿me puede averiguar información sobre un tal Christopher Duck?
-Claro.
Cuando las puertas metálicas del ascensor estaban apunto de cerrarse, alguien atraviesa su mano en medio y espera para que estas se vuelva abrir para poder entrar. Me hago a un lado, leyendo la respuesta que Ava me había contestado unos segundos antes de salir de la oficina de Andrea, no hace falta que levanta la vista para saber de quién se trata, su perfume juguetea en mi nariz, reconociéndolo sin tener que mirar su rostro.
Siento su mirada, su cercanía y un poco de su molestia al ver que no he levando mi rostro de la pregunta que le estoy contestando a Ava, lo escucho toser para llamar mi atención y es a la tercera que desvió la mirada de la pantalla y espero que diga lo aquella falsa tos le impidió decir, al notar que no cederá y que quiere que sea yo la que da el primer paso, vuelvo mi vista hacia la pantalla y envío mi respuesta.
-¿Se puede saber por qué quieres tomar el riesgo de una segunda sesión?
-¿Vas a decirme eso que tú y Penz me ocultan por "mi bien"? -contraataco. No dice nada -.¿Recuerdas que me dijiste que aunque dudara de ti, tú seguirías confiando en mí? Yo espero lo mismo también.
-No es tan sencillo -admite observándome de reojo.
-Sí lo es -digo conteniendo la bola de rabia en mi garganta -.Que no lo quieras hacer es muy diferente.
-Es por tu bien.
Sale de mi una risa molesta, indignada.
-¿Por mi bien? ¡De que bien me hablas! ¿Has leído mi reporte médico Schmidt? -lo confronto -Ya, a estas alturas, nada, salvo ayudar a desmantelar lo que un día construí, me hará bien. ¿Y sabes por qué? ¡Lo sabes!
-Luz.
-Por qué no tengo remedio.
-Tienes que calmarte -me recomiendo en un tono que me hace callar -,las cosas funcionan de una manera que tú aun no quieres terminar comprender, y por tu bien, espero que lo has de una vez por todas -aconseja con una molestia que no disfraza en lo más mínimo -.No todo puede ser cómo y cuándo quieras, las cosas ya no son así Baermann. Ahora no es a tú modo, es al mío. Y si no te gusta cómo va todo esto, si no puedes con todo esto, házmelo saber ahora mismo y aquí se acaba, ya buscaremos a alguien que esté capacitado.
»Fue un error confiar en que tú, en tu condición, nos serviría para esto -admite, pero no le veo el arrepentimiento, al contrario, la molestia se a convertido en rabia -.¿Te vas a morir cuando lo atrapes?. Contesta. No, no puedes hacerlo, verdad. Te responderé: No morirás. Así que termina de entender que las cosas ya no son como antes, compréndelo de una vez por todas. Conoce tu maldito lugar en este equipo, deja de estar lamentándote por los putos rincones como una niña malcriada que cuando no obtiene lo que quiere y por eso hace un maldito drama. No eres ninguna niña, no eres una indefensa o frágil, ¿qué demonios te pasa?
»Esta es tu única oportunidad Baermann, y como un día te lo ofrecí, te la puedo quitar. Así que tú decides, tomas las cosas a mi manera o estás a tiempo de que te ponga las esposas, total, si lo que quieres es tiempo para recordar, para donde pretendo enviarte tendrás mucho tiempo, no solo para recordar, también para arrepentirte.
Las puertas del ascensor se abren dejando correr como hiedra venenosa la tensión que se había acumulado piso tras piso. Las personas que esperaban el momento para subir, se nos quedan mirando, salgo, directo hacia el carro que me esperaba afuera, seguido de los pasos de Schmidt que detiene la puerta cuando estoy a punto de cerrarla.
-Parece que ya tomaste tu decisión -evalúa ocultado la furia y la victoria que esconden sus ojos detrás de aquellas gafas oscuras, pero que desde cerca, se perciben.
-¿Tengo otra elección? -aprovecho ese momento, cierro la puerta y le hago saber con una mirada compartida por el retrovisor al chofer designado por la OFIC, que puede arrancar el auto.
Me atrevo a mirar atrás, en parte él tiene razón, pero es difícil tratar de hacer todo esto sabiendo y entendiendo lo que sé de mí, de mí vida, de mí salud, de lo que correr dentro de mí y en cualquier momento puede parar y reducirme a nada. Tengo miedo. Y ahora más que sé que ellos saben cosas de mí que me quieren ocultar a como dé lugar, no entiendo porque, cual es el motivo de no decirme la verdad, al fin y al cabo, es mi vida y ellos la están manejando a su antojo, a una conveniencia que no me ha quedado de otra que aceptar ya que no tengo alternativa.
Mi pasado, mi presente y mi incierto futuro me están llevando al camino de la desesperación, de la angustia al notar que no puedo hacer nada, salvo lo que está en mis manos, y no es mucho, es algo, poco, casi nada en comparación con que lo que un día hice.
De eso se trata todo esto.
Secretos en mi cabeza que se han ido desvelando cuando quiere, cuando desea, a su manera.
La vida parece que viene acompañada por la palabra secreto, parece que vivir, significa esta sujeta a una cadena llena de candados con múltiples llaves que te dan una solo opción. Una. Una sola. Una miserable oportunidad de desenterrar eso que quieres saber y la vida se encarga de ocultar para que no sepas sin antes luchar, sin antes pelear, sin antes dejarte la piel en el intento.
Es así, se mueve de esa manera.
Se regocija haciéndome sentir de aquella forma que solo ella puede hacerme padecer. Me siento arriba, luego abajo, en el medio para luego estar arriba, para luego bajar. Me hace sentir todo que parece que no siento nada. Me hace pensar que siento cuando en realidad es su juego, juega conmigo, se divierte a mi costa mientras me ve luchar, descifrar a qué vine a este mundo, a donde voy. Y ella, como la amiga esclava que es, me sujeta a la realidad. Me esclaviza a hacer su voluntad, a hacer eso que es correcto, cuando en realidad me está arrastrando a sus agua engañosas.
¿Qué te propones?
¿Cuál es tu plan?
Miro las cadenas de la realidad atadas a mi cuerpo, a lo lejos está la llave, brillando, llamándome. Me agacho sintiendo el dolor de ellas marcar mi cuerpo con mi pasado, queman, pero no me importa. El dolor es casi insoportable, mi piel se adhiere a ellas mientras más intento alcanzarla. La llave me llama diciéndome su nombre cuando ve que estoy a nada de desistir: Atreverse, así le llaman.
Para lograr lo que estoy haciendo sin tener la más mínima idea, solo un presentimiento, antes de la culpa, de que lo que estoy haciendo está bien, sé que la llave que abre mi cadena se llama atreverse, sino lo hago, lo que siento cuando mis manos hormiguean al tener contacto con esta adrenalina que come mi cuerpo de forma lenta y exquisita, no podré liberarme.
Es extraño, lo sé.
Mi condena no es mi pasado, es mi mente que se esfuerza por hacerme ver algo que puedo cambiar con una acción. Sin duda, una deuda con tu mente es peor que una deuda con el diablo, a él sabes que tarde o temprano le pagaras, no te atormentara con moras porque te cobrar hasta el más mínimo interés. En cambio, tu mente, es ponzoñosa, malévola, desgraciada, ella, si dejas que haga lo que quiera contigo, te cobra día a día, poco a poco, volviendo una sombra, un fantasma, un títere de su poder.
Porque no hay poder más grande que el de la mente.
-Baermann, llegamos. -Abro los ojos y miro el lugar que le dije que visitáramos antes de ir a la casa de los Baermann. Volvemos a compartir la mirada por el retrovisor, asiente en silencio cuando entiendo que tengo que hacer esto sola, trato de sonreír para corresponderle, pero solo dibujo una mueca en mis labios -. Ve tranquila, yo aquí te espero.
-No tardo Alex.
La brisa corre por el frío lugar de una manera armónica, avanzo sintiendo la presión en mi pecho asentarse y comenzar a crecer a medida que observo a la gente a mi paso que vienen a recordar a los suyos dejando flores frescas, llenas de vida y anhelo aun lado de las lápidas de sus seres queridos, yo, en cambio, tengo una flor llena de culpa, vergüenza, y desazón.
Mi pies quedan justo enfrente de su tumba, cierro los ojos y su rostro ilumina mi mundo oscuro, el nudo que se formó en mi garganta sale convertido en lágrimas que no cae por mis mejillas, se quedan en mis ojos, esclavizadas. Unos mirada desafiante, junto a una sonrisa que pareciera nunca acabar, le hacen saber a esa parte de mi que no murió junto con mi recuerdos, que lo que sentí cuando me entere de lo que me atreví hacerle, no es nada con lo que siento ahora que estoy aquí frente a ella.
Acerco el fósforo a la vela del mismo color del suspiro, sonrío enormemente y pongo el trozo de bizcocho encima del plato adornado con pequeños suspiros de diferentes tonalidades de azul como la vela y trozo de pastel. Gracias a la llama logro llegar sana y salva a nuestra habitación, nada más faltaba que se repitiera el incidente del año pasado, voy directo hacia la mesa de noche que está en medio de nuestras camas y dejo el plato ahí.
Relamo mis labios, me odiara por lo que le hare, pero necesito hacerlo. Me agacho, hecho mi cabello hacia atrás, acerco mis labios hasta y oído: -FELIZ CUMPLEAÑOS -grito lo bastante fuerte para hacerla caer de la cama.
-¡Estás loca! -Me arroja una almohada.
-Tenias que ver tu reacción -digo entre risa.
Cuando logro calmarme, voy hasta su lado y la abrazo como sé que no le gusta que lo haga. Ella se queja, pero sabe que es peor. Comienzo apretarla más y cantar feliz cumpleaños con mi mejor voz. Finge llorar por mi tortura, pero en realidad está feliz.
-Feliz cumpleaños amiga.
-Gracias -sopla la vela de su pastel después de haber pedido su deseo.
-¿Te parece si nos escapamos del internado para celebrar tu cumpleaños?
-¿Te acuerdas lo que paso la ultima vez? -cuestiona con la boca llena.
-Está bien... pero mi oferta no tiene fecha de caducidad. -Muerdo un poco del bizcocho -Por cierto, ¿él vendrá?
-No sé y ni me importa.
-No entiendo tu rencor. Ya quisiera yo tener a alguien...
-¿Cómo? ¡Pero me tienes a mí! Me siento ofendida. No que somos como hermanas, como es eso que te sientes sola.
-Tú tienes una familia, iras con ellos cuando se acabe el año. Yo no tengo a nadie. No sé qué haré.
-No te basta con esta sexy rubia despampanante -Mueve sus pechos -Además, quien te dije que me iré con él... Ays, vamos hablar de otra cosa. ¿Dónde está mi regalo? No lo veo.
-Espero te guste -digo pasándole la caja.
Perdón, es lo último que digo dejando la flor encima de su lápida y marcharme.
Alex, el chofer-guardaespaldas que Ava contrato tras el infortunio de mi accidente, abre la puerta y me tiende su mano para ayudarme a salir. Alex Klein es un personaje, su nombre lo desconozco, solo sé que le dicen Zic y es un agente de la OFIC, ellos se encargaron que fuese una de los seleccionado por la abogada.
-Por fin llegas -dice Ava con una taza de café en las manos.
-¿Dónde están?
-En el jardín -responde mirándome con una advertencia en los ojos.
-No te preocupes, no hare nada malo -le digo -.Por ahora.
Desde el marco los veo almorzando con una tranquilidad inigualable, es como si lo ocurrido el día de ayer no hubiera sucedido. Entre el césped, hay unas baldosas blancas que conducen hacia un gazebo rústico donde ellos comen intercambiando una que otra mirada, un comentario tras algún bocado.
-Buenos tardes familia. -Sin esperar respuesta o invitación arrastro una de las sillas que quedaba disponible -.Que mal educados, pensé que me esperaría para almorzar juntos, como una familia finalmente unida.
Donovan me observa detenidamente, detallado mi rostro mientras seguía comiendo, mi presencia era algo que a él le daba igual. David dejo el tenedor aun lado, se acomoda con aquella sonrisa que me deja saber que disfruta de la tensión que hay, en cambio, Deborah se ve incómoda, nerviosa por la reacción de su abuela. Carola es serena, trata de controlar a su hermana sosteniendo su mano.
-¿Quién te dijo que eras bienvenida?
-Él mismo que dijo en su testamento que yo -Hago énfasis en la ultima palabra hacía Amalia -,era la dueña de todo esto. Por tanto me creo con todo el derecho de no solo ser bienvenida, también de quedarme en esta casa...abuela.
-¿Cuanto quieres a cambio de que te vayas de aquí?
-Amalia, por Dios -Por primera vez habla Carola, tiene una voz dulce, cariñosa.
-No creo que con lo que tienes puedes comprarlo, ¿o sí?.
-Lo mejor que puedes hacer es irte Luz, volver a dónde estabas, lejos de aquí, de nosotros -Sus palabras no eran el problema, lo que me afectaba era el tono con que lo decía. Podía oler desde aquí como ella me estaba haciendo de nueva una invitación, no con la intención de hacerme sentir mal o humillarme ante el hecho de que no este aquí con ellos, al contrario, era como si ella me tratara de decir que estaría segura lejos de aquí, lejos de ellos -.Aquí solo vivirás un infierno.
Como ella dice aquella palabra pareciera que la conoce bien, que la tiene en su piel.
-No tiene que preocuparse, estoy acostumbrada a vivir en el -Me levanto de mi asiento -¿Quieres saber por qué?
Su mirada se suavizo de una manera que se volvió transparente, tanto, que podía descifrar los pensamientos que pasaba por su mente, por su corazón. Su mirada clara como la cercanía del mar, se tornaron tormentosos, grandes olas se orillan pero no llegan a fundirse en la arena de sus mejillas. Se quedan ahí, golpeándose una con otra, disolviéndose en la profundidad de su mirada para que la lágrimas, muchas veces símbolo de debilidad, no dañe lo que ella llego hacerme sentir.
No espere mas, me aleje de ahí tomando el mismo camino de antes.
No lo voy a negar, ella hizo que algo dentro de mí se contrajera y que la inquietud de antes se convirtiera en una afirmación. La segunda que tenía en el día. Ella esconde algo más que el dolor, más que rabia, algo que quiere decirme pero no se atreve por una razón que se no se trata de mi rechazo a conocerla, se trata de algo más, de algo que se escapa de sus manos.
Guiándome de las indicaciones que me había dicho Ava cuando nos encontramos en la sala de estar mientras ella revisaba unos papeles junto a su taza de café robusta, su favorito me hizo saber, me detengo al final del largo pasillo enfrente a una puerta blanca que está entreabierta, me adentro y descubro mi nueva habitación con extrema curiosidad.
Las paredes están pintadas por colores relajantes, armoniosos entre sí. Según me dijo Ava, acompañándome hasta el primer escalón de las escalares, esta era la habitación de Diego, el escape de él cuando no podía salir de la ciudad. Giro, encontrarme con la cama y dos mesas de noche blancas, a juego con el resto de los muebles de la hitación. Encima de la cama hay tres cuadro peculiares, rompían absolutamente con la calma que hay. La luminosidad de la habitación era gracias al balcón que esta aun lado corto de la cama, entraba aire fresco junto a unos rayos de sol, me acerco, dejo descansar mi mano en el barandal y contemplo la vista que tengo enfrente.
-Con razón este lugar era tu escape.
Las maletas reposaban en una esquina de la habitación justo al lado de una de las dos puertas, una era la del closet y la otra era la del baño.
-¿Puedo pasar? -pregunta Ava asomando su cabeza.
-Claro -respondo saliendo del closet con las manos dentro de mi pantalón.
-¿Qué te parece tu nueva habitación?
-Está muy linda, me gusta.
-Pronto te sentirás mejor aquí Luz. Amalia solo siente dolor, aun, a pesar de todos los años, no ha superado la muerte de tu padre. -Me deja saber con una sonrisa que trato de corresponder -.Aparte de ser la habitación de inspiración y el escape de Diego, está también era la habitación de papá, le gustaba pintar, y lo hacía bien. -Señala los cuadros que están encima de la cabecera de la cama -.Por eso Diego tomo esta habitación, sin borrar la esencia de tu padre, como un lugar de escape. Por eso consideré pertinente que te quedaras aquí, nadie tiene más que tú tiene derecho de estar este lugar que tiene momentos significativos. Sé que aquí, aunque ahora no lo veas, encontraras todo lo que necesitas.
-Esta habitación tiene mucha historia.
-Solo tiene una -afirma volteando a verme -,y es la mejor de todas.
Sonríe.
-¿Me la cuentas?
-Con mucho gusto.
Al finalizar el último escalón ocultar mi sonrisa sería una falta de respeto, el camino hacia acá, desde la habitación, Ava se encargó de contarme cómo fue que en aquella habitación Diego encontraba la inspiración. Ava guarda la compostura, busco que la hizo disimular su sonrisa y me encuentro con la mirada de todos ellos, no les di importancia alguna, a excepción de una, la de él que miraba como si yo fuera responsable de un castigo por el cual no he sido condenada.
-Luz, espera -Deborah hace que vuelva a enfrentarme ante las miradas de todo ellos, la de él es la que más me hace querer irme -Me alegro tanto de que estés de vuelta, que decidieras volver con nosotros.
-Sabes que no estoy aquí porque quiera, ahora son ustedes lo que me necesitan.
-Bueno -Entrelaza sus dedos -.Es solo que...
-No seas irrespetuosa, ¿acaso toda esa cara educación no sirvió de nada? -Amalia se pone de pie, con ayuda de él.
-Para lo que usted quería, no. No sirvió de nada -Escupo con rabia. Los ojos azules, un poco más claro que lo de su hermano David, pero no tanto como los de Amalia, miran los míos con timidez. -Discúlpame, es solo que estoy algo estresada. No es fácil asimilar de la noche a la mañana que si tienes familia.
-Entiendo -musita por lo bajo, desviando su mirada a un lado mientras retuerce sus dedos. De repente, como si ella recordara algo significativo, vuelve a mirarme. -¿Te parece si vamos a cenar?
Deborah es una persona que dan ganas de abrazarla, de protegerla, de cuidarla para que nada malo le pasara. Pero se nota, que aun sea así, ella no se inmuta en atrever aunque salga herida en el intento. Me lo hizo saber cuando volvió a mirarme sin importar si la rechazaba a o no.
-Me muero, como los viejos tiempo -David nos rodea a cada una con los brazos, nos atrae a su cuerpo y deja un beso en la cabeza de cada una -Ahora sí nadie podrá con nosotros, si de pequeños éramos el tormento de esta casa, ahora que somos niños grandes, seremos...¿Me ayudan con algo? No puedo usar la palabra tormento, menos infierno, eso sería demasiado para este hogar.
-Ustedes no serán nada -exclama Carola sonriendo.
-Claro tía, no seremos nada -susurra afirmando algo que se nota a leguas que es mentira. Nos acerca lo bastante para que ambas, solo nostras, escuchemos -Es mentira, lo dije para que no le salga otra cana más. Seremos como los Ángeles de Chalie, versión encerrados.
-¿Cuando vas a crecer? -Deborah quita el brazo de su hermano y acomodo su cabello.
-Ya crecí, no quiero crecer más y ser una persona aburrida. -Hace una divertida mueca que logra que Deborah ponga los ojos en blanco -.Gracias a Dios aun eres joven, puedo rescatarte y hacerte eternamente divertida. Con ella ya perdí las esperanzas, es la mayor, por eso me lleva ventaja.
-Estás loco, pero me encanta.
-Lo sé.
El timbre de la casa suena, no veo de quien o que se trata ya que David me tiene sujeta.
-Disculpe señorita Baermann, esto es para usted -dice la chica que atendió la puerta con un enorme arreglo florar en sus manos.
-Gracias -le digo cuando deja el arreglo rosas azules sobre el el mueble.
-Son muy lindas -halaga Deborah con una sonrisa.
-Sí, pero lo importante no es eso, es saber de quién son -David agarra la tarjeta, pero, antes de entregársela, su entrecejo y nariz se arrugan, acerca la tarjetilla hasta su nariz , oliendo la. La comisura de su labios se alzan, junto a sus cejas sugerentes, me pasa la tarjeta diciéndome: -Tiene buen gusto, tienen mi bendición.
Abro la pequeña tarjeta, contenido el hormigueo que se generó en mis labios cuando aquel inconfundible aroma acarició con su sensualidad desgarradora mis pensamientos. Saco la pequeña nota, sencilla y concreta, escrita a mano con una delicada letra que no pudiera creer que sea propio él, el mensaje es claro: Me cita en un lugar, dentro de dos horas.
Era él.
El Maestro me estaba pidiendo vernos.
Pero no era eso lo que estaba haciendo que el hormigueo de antes se esparciera por todo mi cuerpo como si fuera un polvo picante, era el hecho, de que el aroma que tiene la tarjeta me trajera una imagen que no he podido sacar de mis pensamientos desde aquella vez que se asentó en mi como la mayor verdad que pude haber tenido, haber hecho, haber aceptado.
Hola, hola caracolaaaaa ¿como están? Espero que muy bien.
Oigan, este encuentro lo vengo ansiando desde hace varios capítulos yo estoy que se me acercan y prendo. ¿Qué creen ustedes que pasa? Les dejo una pistica. El capitulo estuvo intenso, el Schmidt se nos volvió loco o que paso, solo le falta crucificarla porque ella quería saber qué ocultan, ¿qué creen que sea.
Muero... Por saber qué les pareció el capitulo, el avance de la historia.
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