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-¿Para qué vinimos aquí, Kook? -Yoongi pregunta curioso, mientras lo observa leer algo en su celular. El pelinegro le hace una seña para que le dé unos minutos en lo que termina su lectura.
-Necesito comprar unas cosas -dice, luego de terminar el capítulo del libro que le mandaron a leer en la universidad. A los segundos, vuelve a mirar su celular cuando escucha el sonido de una notificación, sonriéndole levemente a la pantalla. Yoongi frunce el ceño, mostrándose confundido y un poco preocupado.
-¿En la droguería? ¿estás enfermo y no me lo habías dicho? -se cruza de brazos -un poco indignado-, esperando una respuesta por parte del más alto. Jungkook no pudo evitar reír cuando volteó a verlo.
Su primo era igual de exagerado que su hermanito.
-No, idiota -el pelimenta no mide su fuerza al golpearle el hombro al escucharlo.
-Idiota su culo, imbécil -Jungkook niega con la cabeza, sobándose el hombro sin dejar de sonreír. No puede evitar pensar que Yoongi se ve tierno cuando insulta a alguien. Su primo se la pasa maldiciendo a todos; pero para él siempre se verá como un gatito bebé intentando morder la mano de su dueño-. Ya no me vuelvo a preocupar por usted nunca más, Jeon.
Yoongi hace el amago de irse de ahí, pero el abrazo que le da Jungkook lo detiene a solo unos pasos. Se vuelve a cruzar de brazos, moviendo la cabeza de lado a lado, ignorando la de Jungkook y su sonrisa burlona.
-Ya, Yoonie, sabes que cuando estoy mal eres el primero al que acudo -dice, apretandolo en un fuerte abrazo, haciendo reír a Yoongi, el cual se quejó falsamente.
-Y si me sigues exprimiendo así, no tendrás ni a mi fantasma para que te visite y así no podré jalarte las patas cuando te portes mal -Yoongi se removió, intentando salir del encierro de esos letales brazos. Una vez lo consiguió, le mostró la lengua a Jungkook junto a su dedo del medio.
-No gracias, no quiero tenerte rondando cerca mío y sin la posibilidad de poder molestarte -respondió, devolviéndole el mismo gesto, pero de manera más infantil. Tomó nuevamente su celular, buscando en el blog de notas qué era lo que tenía que comprar-. En fin, los medicamentos no son para mí, son para mi vecino.
Yoongi separó los labios sólo un poco, entendiendo al instante la situación.
-¿El que es lindo para ti? -preguntó con una sonrisa pícara en la cara, Jungkook rodó los ojos, pero asintió en su dirección, haciendo que la sonrisa de su primo creciera aún más-. Aunque bueno, ese chico es lindo para todo el mundo, hasta para mí. No te vayas a aprovechar del pobre muchacho.
Jeon volteó a verlo incrédulo.
-Por supuesto que no, me ofende lo que acabas de decir, Yoongi, yo no soy como esas personas.
-Obvio que no lo eres -le dice, dándole una mirada burlona, queriendo molestarlo, susurró-, eres peor que esas personas.
Jungkook agarró un frasco del estante que estaba frente a él y se lo tiró sin pensar. Yoongi lo esquivó por poco, haciendo que el frasco de plástico se estrellara contra la pared, haciendo que el dueño de la tienda los volteara a mirar con una ceja alzada cuando escuchó el ruido.
-Fue él -Yoongi lo acusó rápidamente.
Jungkook suspiró, recogió el frasco del suelo y miró al dueño con una sonrisa avergonzada.
-Perdón -dejó el objeto en su respectivo sitio, dirigiéndose al otro lado de la tienda, empezó a buscar los remedios que sabe le van a servir a su vecino. Yoongi lo alcanzó, aguantando la risa en una mueca, Jungkook lo fulminó con la mirada apenas el más bajito llegó a su lado-. ¿Ya ves lo que me haces hacer, idiota?
-Primero que nada, aquí el idiota eres tú, no me vengas a ceder tu puesto que no lo necesito, gracias -observó el medicamento que estaba leyendo el pelinegro, su curiosidad saliendo a flote-. ¿Qué tiene el chico? ¿es algo de lo qué preocuparse, o neh?
-Definitivamente para preocuparse -ignorando todo lo demás dicho por el pelimenta, Jungkook le contestó las preguntas con otra pregunta-. ¿Te conté lo que le pasó la semana pasada? -Yoongi frunció el ceño, negando suavemente.
-¿Qué le pasó?
-Digamos que ese viernes no fue su día -al terminar de encontrar los medicamentos que necesitaba, le hizo una seña a Yoongi, ambos se dirigieron hasta la caja para pagar-. Gracias -le dijo a la chica que estaba detrás del mostrador una vez canceló lo que había comprado.
-No hay de qué, vuelvan pronto -le respondió tímidamente, pero con una sonrisa amable en la cara.
Ambos salieron de la droguería luego de hacer una pequeña reverencia hacia la cajera, caminando hasta la casa de Yoongi. Luego de unos minutos en silencio, el pelimenta volvió a hablar.
-¿Y bien? ¿qué fue lo que le pasó?
-Ah, sí, te iba a contar -Yoongi sonrió por la mala memoria que tenía su primo, lo miró de reojo para ponerle atención cuando este empezó a decir-. Taehyung estudia y trabaja al mismo tiempo, la universidad en la que está, le queda muy lejos de su hogar, como a unas tres horas. Ese viernes le había tocado quedarse a terminar no sé qué con unos compañeros, terminaron un poco tarde y de milagro alcanzó a coger el transporte. Él siguió de largo a su trabajo, sin tener tiempo de descansar al menos unos minutos.
-Espera, ¿cómo sabes todo eso? -lo interrumpió, ladeando la cabeza, totalmente curioso por la relación de Jungkook y ese chico lindo.
-No me interrumpas si quieres que te cuente -dijo, volteando en una esquina. El mayor guardó silencio, dejando que Jungkook continuara hablando -. En fin, ninguno de los trabajadores se había imaginado que ese día los iban a robar -Yoongi abrió su boca en una pequeña 'o', mirándolo con los ojos abiertos-. Eran como unas seis personas contra diez ladrones, también tenían armas que usaron para amenazarlos. Todos entraron en pánico, excepto Taehyung. Él no se dejó intimidar por esos desgraciados, mucho menos cuando uno de esos tipos intentó manosear a una de sus compañeras de trabajo. Aunque no pudo hacer mucho, logró defender a la muchacha, pero terminó muy lastimado.
Yoongi negó con la cabeza, totalmente sorprendido. Odiaba con todo su ser a esas personas que se aprovechaban de los demás. Jungkook siguió contando.
-Los tipos se llevaron unos cuantos productos y todo el dinero, al igual que las pertenencias de los trabajadores. Se fueron felices de la vida luego de robarlos -hizo una mueca al recordar la imagen del pelirrojo maltratado, apretó inconscientemente sus manos formando unos puños-. Taehyung terminó con el brazo derecho roto, al igual que dos costillas, un esguince de tobillo, muchos moretones y unas cuantas cicatrices; porque el malnacido abusador ese se defendió apunta de navaja, luego llegaron otros más para terminar de joder al pobre Tae.
-Que hijos de puta -opinó, totalmente indignado-. ¿Al menos presentaron una denuncia? -Jungkook asintió, mirándolo con una sonrisa decepcionada-. ¿Y si hicieron algo al respecto? -el pelinegro soltó una carcajada falsa.
-Vamos Yoongi, estamos hablando de la corrupción y el vandalismo en esta sociedad de mierda, eso lo prevalecen por encima de la vida humana -responde con asco-. Denunciarlos no les ayudó en nada, los hijos de puta siguen intactos mientras siguen haciendo de las suyas.
-Bueno sí, tienes razón -una vez llegaron a su hogar, sacó las llaves de su bolsillo. Volteó a mirar a Jungkook, preguntándole con la mirada si iba a pasar o si seguía de largo.
-Yo me voy ya, se está haciendo de noche y Taehyung me necesita -Yoongi sonrió burlón, alzando ambas cejas de arriba a abajo. Cuando captó lo que el pelimenta quiso insinuar, Jungkook lo golpeó en el pecho, mientras una sonrisa ladina aparecía en su rostro-. Dile a tu mente pervertida que se vaya a dormir, porque mis intenciones con Taehyung no son nada de lo que sea que estés pensando.
El mayor hizo una mueca de decepción junto a un puchero.
-Que aburrido le saliste a mi tía, Jungkook.
-Y tú le saliste muy pervertido a la mía -respondió, y girando en sus talones, se despidió de su primo-. Nos vemos el lunes, puerco.
-Sí, sí, lo que digas, se me olvida que eres un pan de Dios -Yoongi entró a su casa y, antes de cerrar la puerta, le dijo-. Sé un buen cordero de Dios y ve a ayudarle a tu lindo vecino. Me cuentas si el gran samaritano Jeon Jungkook hace algo malo, te juro que no iré a la iglesia a acusarte con Diosito -levantó la mano derecha, haciendo una promesa que no piensa cumplir.
Primero, porque nunca ha ido -ni piensa ir- a la iglesia, no es una persona creyente así que no le ve sentido ir. Y, porque vamos, si Jungkook hace algo malo, sería una hazaña que pasaría cada mil años, claramente él no se quedaría con la boca cerrada ni loco.
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Hace treinta minutos había llegado a la casa de Taehyung, golpeó como unas quince veces y este aún no le abría. No quiso ser paranoico ni pensar negativamente, pero su mente ya lo estaba haciendo inconscientemente.
¿Y si se cayó mientras se duchaba? ¿y si se quemó mientras cocinaba? ¿y si entró alguien a robarlo?
Un poco -por no decir bastante- preocupado, volvió a golpear la puerta con más fuerza, mordiéndose la uña del dedo pulgar, un hábito que hacía cada vez que se ponía ansioso.
-¿Por qué no abre este tonto? -agarró el teléfono para marcarle -al nuevo número que le había pasado Taehyung a los dos días que había pasado lo del robo- y esperó unos segundos hasta que en la otra línea la suave voz de Taehyung sonó. Jungkook suspiró aliviado.
-Yo aquí, ¿quién allá?
-¿Estás bien? -fue lo primero que preguntó, oyendo la tierna risa del pelirrojo.
-Pues, sigo teniendo el brazo roto y las costillas medio mejorando, aún camino con ayuda de la muleta, las cicatrices van sanando y los moretones van desapareciendo de a poco, pero lo importante es que sigo vivo. Así que síp, estoy bien -respondió, curioso por la llamada de su vecino-. ¿Por qué me llamas? ¿necesitas algo? -soltó un suspiro triste-. No creo que pueda serte de mucha ayuda en estos momentos, Kookie.
-¿Estás en tu casa? -escuchó el sonido afirmativo que hizo Taehyung, y ante su respuesta, frunció el ceño-. ¿Entonces por qué carajos no me abres la puerta? Llevo una hora golpeando a lo pendejo -exageró.
-¿Y qué haces en mi casa? -preguntó, mientras se levantaba como podía del sillón, apoyándose de la muleta, caminó lo más lento y cuidadoso que pudo hasta la entrada-. Da igual, ya te abro, dame unos minutos.
-Vale.
Jungkook colgó, ya más tranquilo al saber que Taehyung estaba bien. Esperó paciente a que este abriera, repasando en su memoria una vez más si en la gran maleta gris que llevaba estaba lo necesario para cuidarlo adecuadamente.
Una vez Taehyung logró llegar hasta la puerta principal, se apoyó contra la pared, abriendo la puerta. Jungkook frunció los labios, su pecho contrayéndose al ver al mayor. Taehyung lo recibió con una gran sonrisa, aquella hermosa y singular sonrisa, opacaba los moretones que tenía en la cara.
Le dolió verlo así.
-¡Holis! -el pelirrojo lo saludó animado, abriendo más la puerta para dejarlo pasar.
-Hola, Tae -Jungkook abrió levemente la boca una vez estuvo dentro del hogar del pelirrojo, sorprendido al ver la casa tan desorganizada -sabiendo de antemano que a Kim no le gustaba la suciedad ni el desorden-. Entonces, lo volteó a ver, cayendo en cuenta en la apariencia del contrario; una polera blanca ancha que dejaba ver sus lindas y firmes clavículas, una pantaloneta de color verde oscuro que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, tenía una sola media -en el pie que no tenía lastimado-, el cabello lo tenía como si no se hubiera bañado en meses, se le veía un poco reseco y sucio. Sin embargo, el lugar no tenía mal olor, es más, olía a canela, algo muy característico del mayor.
Taehyung agachó la cabeza, sonrojándose un poquito.
-Que vergüenza -se rió, cerrando como pudo la puerta-. Tú solo ignora el desorden y mi vestimenta, no tenía idea de que ibas a venir -caminó lento, intentando no hacer ninguna mueca de dolor o sonido que lo delatara-. Por cierto, ¿por qué estás aquí? -preguntó, sonriendo tímido cuando Jungkook lo miró con una ceja alzada, sintiéndose intimidado ante ese simple gesto-. Digo, no es que me moleste que vengas, pero es raro que lo hagas -soltó una risa nerviosa-. No sé si me explico...
Jungkook suavizó la mirada, soltando una risita antes de acercarse para ayudarlo.
-Te entiendo, tranquilo -contestó, tomando con sumo cuidado la cintura de Taehyung, intentando ser su soporte-. Y vine porque sí.
-Eso no es una respuesta.
-Claro que sí.
Caminaron unos cuantos pasos más hasta que llegaron a la sala, Jungkook ayudó a Taehyung a sentarse donde estuvo hace unos minutos atrás.
El pelinegro observó sin disimular el lugar; envolturas de comida tiradas por todos lados, el televisor proyectando la imagen de un hombre guapo con un lazo blanco en la frente, el cual tocaba un instrumento del que no tenía idea el nombre, mas el parlante que estaba al lado del televisor, entendió al instante el porqué no le había abierto la puerta antes.
Taehyung se rascó la nuca, un poco incómodo al recibir a su vecino en esas condiciones.
-Y bien... ¿por qué estás aquí? -preguntó otra vez, ladeando la cabeza al notar la gran maleta gris que trajo el otro-. ¿Te botaron? -se llevó la mano que tenía sana hasta la boca, mostrándose genuinamente sorprendido.
Jungkook frunció el ceño, soltando una carcajada.
-No, Tae.
-¿Entonces? -hizo el amago de cruzar los brazos, olvidando por milisegundos su brazo roto, el movimiento brusco lo hizo soltar un sonido de dolor, alarmando al pelinegro-. Puta madre, se me olvida que tengo inservible el brazo.
Jungkook se arrodilló rápidamente, quedando un poco más bajo que Taehyung, miró el yeso, dudando si lo podía tocar o mejor dejaba sus manos quietas, optó por la segunda opción.
-¿Te lastimaste mucho? -Taehyung negó con la cabeza, haciendo un puchero involuntario, sus ojos reteniendo las lágrimas traicioneras que querían salir para delatarlo.
-No... creo.
Jungkook lo miró a los ojos, volviendo a fruncir el ceño, esta vez confundido.
-¿Por qué putas no llevas el coso ese azul en el brazo? -Taehyung trató de ignorar el dolor en su brazo, mirándolo con una sonrisa burlona ante lo dicho por Jungkook.
-¿El cabestrillo?
-No sé cómo se llama, pero sí -respondió, haciendo reír al pelirrojo-. ¿Por qué no lo estás usando?
El mayor señaló el lugar donde estaba dicho objeto, volviendo a rascarse la nuca.
-Al tercer día de usarlo, lo ensucié con chocolate mientras desayunaba -contó, mirando los ojos ajenos, perdiéndose unos segundos en esa mirada sinceramente preocupada. Sonrió en sus adentros, sintiéndose un poquito feliz ante la sensación cálida que sintió en su corazón-. Intenté lavarlo, pero no sé qué le pasó a la lavadora porque dejó de funcionar, traté de lavarlo a mano, pero no soy muy bueno con la izquierda, así que terminé regando el cloro encima del cabestrillo, quise arreglarlo pero no pude y de alguna forma que aún no entiendo, terminé rompiéndolo -se encogió de hombros, sintiéndose nervioso al sentir las suaves caricias inconscientes que le daba Jungkook en la rodilla, se aclaró la garganta antes de volver hablar-. Desde entonces no lo he vuelto a usar, supongo que mi brazo va a tardar más en recuperarse.
Jungkook cerró los ojos y soltó un suspiro, negando suavemente con la cabeza. Taehyung sonrió incómodo, sabiendo lo que el pelinegro estaba pensando.
-No me regañes, ya sé lo que me vas a decir -interrumpió a Jungkook cuando este quiso hablar, agachando la cabeza, empezó a murmurar entre dientes, desviando su mirada a cualquier lugar que no fuera los ojos expresivos de su vecino-. Sé que estás ocupado con tus estudios y tu trabajo, no quise ser una carga para ti y molestarte cuando no tienes tiempo ni para descansar, por eso no te dije nada.
-Siempre tendré tiempo para ti, tonto -su voz salió por si sola, ni siquiera dándole tiempo de asimilar lo que dijo. Taehyung lo miró con una sonrisa tímida, sus hermosos ojos miel brillaron cuando escuchó las palabras de Jungkook, el cual carraspeó mientras se levantaba, sintiendo sus mejillas calentarse rápidamente, por lo que caminó hasta estar cerca del cabestrillo y lo recogió-. Me hubieras escrito o llamado, no importa lo que estuviera haciendo, tu salud es mucho más importante que cualquier otra cosa.
Tú eres más importante. Quiso decirle, pero se lo guardó para sí mismo.
Taehyung empezó a jugar con el borde de su polera, sintiendo su corazón latir un poco más rápido de lo normal.
-Perdón-
-No te disculpes por eso -lo interrumpió, sabiendo de antemano lo que iba a decir, caminó nuevamente hasta quedar frente a Taehyung-. Te dejo claro desde ya, escúchame bien, que me puedes escribir o llamar a la hora que sea que necesites ayuda. Luego no me pongas esa excusa barata de que no me querías molestar, porque te estoy diciendo y dando el permiso para hacerlo. No tengo ningún problema con que lo hagas, ¿de acuerdo?
Taehyung asintió, un poquito abrumado, pero realmente feliz de tener a Jungkook en su vida.
-Sip, gracias, Kookie -ignorando las ganas de sonreír al escuchar el apodo salir tan natural de los labios del pelirrojo, Jungkook dejó el cabestrillo en la mesa de centro y tomó la maleta que trajo consigo, colocándola en el sillón, a un lado de donde estaba Taehyung, quien la observó curioso-. ¿En serio no te botaron?
Jungkook rió, empezando a sacar las cosas para mostrarle a Taehyung. Entonces, Kim se dio cuenta, mirando interrogativo al pelinegro.
-Estas son algunas cosas que te ayudarán a recuperarte más rápido, o al menos, a aliviar aunque sea un poco el dolor -puso cuidadosamente en el regazo ajeno lo que compró en la droguería apenas salió de la universidad, había investigado y preguntado arduamente qué era lo mejor para que Taehyung se recuperara pronto, frunciendo el ceño al recordar el cabestrillo-. Pero ahora falta esa cosa para que te ayude a sostener el brazo.
-Jungkook... -sorprendido por el gesto que tuvo el menor con él, Taehyung aguantó las ganas de largarse a llorar. La idea de ir a abrazar a su peluche favorito a su cuarto mientras lloraba sin cesar, pensando en lo lindo que era Jungkook, fue muy tentadora-. De verdad no era necesario esto, dime cuánto fue y te lo devolveré apenas pueda.
-No me vengas con eso ahorita, Taehyung -habló serio, observando al mencionado a los ojos-. Si me llegas a dar dinero se lo regalaré a la primera persona que pase a mi lado -advirtió-. No hago esto porque quiera algo a cambio -dejó de hablar unos segundos, contradiciendo lo que acababa de decir-. No mentiras, págame de esta manera -Kim le puso mucho cuidado a lo que estaba por decir-. Usa y toma todo lo que te compré y mejórate pronto. Es lo único que quiero a cambio.
Taehyung sintió sus ojos picar otra vez, hizo un puchero pronunciado, mirando con ojos de cachorro a Jungkook.
-Juro que si no estuviera así, ya me habría tirado a abrazarte -estiró su brazo sano hacia el menor, Jungkook lo observó curioso, pero no dudó en tomar la mano contraria. Su corazón se derritió ante el pequeño y sutil beso que dejó Taehyung en su dorso, sintió sus mejillas arder-. Gracias por esto, Jungkook, eres lo mejor que pudo llegar a mi vida.
Jungkook quiso tirarse encima del mayor y llenarlo de muchos besos, pero se contuvo, teniendo como prioridad la salud de Taehyung, -además que aún no se había confesado-. Así que, simplemente le dio una sonrisa sincera, soltando la mano contraria luego de dejarle también un corto beso en esta, para seguir sacando lo que había comprado.
-Te traje también algunos dulces que te gustan -le entregó los mencionados, sonriendo con cariño al ver los ojos de Taehyung brillar, demostrando su felicidad de la manera más natural y sincera como solo él podía hacerlo-. No te los vayas a comer todos ya, no quiero ser el culpable de que luego te dé diarrea.
Taehyung frunció los labios, abrazando las envolturas de las golosinas.
-¿Cuál es el chiste entonces? -preguntó, comenzando a abrir el envoltorio del Gansito con un poco de dificultad-. Gracias por esto también, me vienen de maravilla en estos momentos.
Jungkook asintió sin dejar de sonreír al ver a Taehyung feliz, por su mente pasó la pregunta que lo había estado atormentando desde que sabe que Taehyung está herido y que este vive solo, decidió aclararla de una vez.
-Tae.
-¿Sip?
-Dime la verdad -Taehyung frunció el ceño, mirándolo a los ojos cuando notó el cambio de actitud en el pelinegro-. ¿Has comido como se debe?
Taehyung abrió la boca para cerrarla al instante, dejando sus labios en una fina línea, miró las botas negras del menor como si fueran lo más interesante del mundo.
Su reacción le dio la respuesta a Jungkook.
-Taehyung -su voz sonó a reclamo, se enderezó, cruzándose de brazos. El nombrado le dio una pequeña sonrisa-. ¿Por qué no me lo habías dicho? Tener una buena alimentación también te ayudará a mejorar más rápido.
El de cabellos rojizos empezo a jugar con la envoltura del Gansito, sintiéndose como un niño cuando su madre lo regañaba por hacer algo malo.
-Ya sé, pero no me puedes culpar, prefiero comer comida chatarra que terminar dañando mi mano sana o la cocina -se excusó haciendo un puchero, Jungkook suspiró por enésima vez desde que llegó a la casa de Taehyung.
-Me hubieras llamado, tonto -antes de seguir sacando lo que había en la maleta, se dirigió a la cocina. Taehyung lo siguió con la mirada, sonriendo culpable-. ¿Qué quieres comer? -preguntó, pero frunció el ceño al ver los estantes y la nevera vacíos cuando buscó la comida, entonces, se giró para mirar al mayor, cerrando los ojos, se sostuvo el puente de la nariz-. ¿Hace cuánto no tienes comida, Taehyung?
Escuchó la suave risita de Taehyung y lo miró mal. El mayor desvió la mirada hasta el televisor.
-Hace cinco días...
Jungkook abrió los ojos, muy sorprendido y preocupado, suspiró nuevamente, sabiendo claramente que Taehyung no podía salir solo en su estado, se dirigió hasta quedar frente a él.
-Dime qué quieres para comer -le pidió, mirándolo directamente a los ojos, pero vio a Taehyung negar con la cabeza-. Tae.
-Nop, no vas a gastar más dinero en mí -le dijo, totalmente serio, Jungkook rodó los ojos-. Ya es más que suficiente con lo que me trajiste, no quiero abusar de ti de esa manera.
-¿Quién dice que lo estás haciendo?
-Yo -respondió, intentando verse seguro ante su negativa. Desde que conoce a Jungkook nunca le ha podido ganar, en ningún aspecto, quiere creer que esta vez va a salir victorioso-. Y ya dije, no vas a gastar más plata en mí.
Jungkook sonrió ladino, negando ahora él con la cabeza.
-Que lindo te ves cuando te quieres ver decidido -dijo en cambio, sus comisuras elevándose al ver las mejillas del mayor teñirse sutilmente-. Yo no te estoy diciendo que voy a gastar mi dinero en ti, aunque no me dolería hacerlo -aclaró-. Simplemente te pregunté qué vas a comer, para ver si a mí también me gusta y podemos comerlo juntos.
-¿Y lo que me trajiste te apareció de la nada?
-No, eso te lo estoy dando para que te mejores, no estoy malgastando mi dinero -contestó, tocándole la punta de la nariz-. Si la situación fuera al revés, estoy seguro que harías lo mismo por mí, así que no me puedes pelear.
-Te odio -giró la cabeza, tratando de ignorar la sonrisa victoriosa que tanto le gustaba ver. Algún día él le ganaría a Jungkook, y cuando eso pasara, se lo iba a restregar en la cara hasta que se cansara. Algún día... -. Quiero pasta.
Jungkook carcajeó, tocando ahora la mejilla del mayor, la cual sintió caliente, así que frunció el ceño, tocándole la frente, hizo que Taehyung girara la cabeza de nuevo para verlo con una ceja alzada.
-¿Te sientes bien? -le tocó el cuello con la mano izquierda, poniendo la otra mano cerca de la nariz para sentir el aire que exhalaba, -así fue como su abuela le enseñó para saber si la persona tenía fiebre o no-, pero Taehyung estaba normal.
-¿Por qué?
-Tienes las mejillas calientes, pensé que tenías fiebre... ¿no tienes, verdad? -Taehyung sonrió nervioso, negando rápidamente. Se sintió atrapado por unos segundos, pero agradecía que Jungkook fuera un poco lento para algunas cosas.
-No, no. No te preocupes, estoy bien.
Jungkook lo miró dudoso, entre cerrando sus ojos.
-Bueno... cualquier cosa me avisas, ¿vale? -Taehyung asintió-. Bien, entonces pasta será -cambió de tema-. Voy a ir a comprar lo necesario para la comida de hoy y para el fin de semana por el momento.
Ante eso, Taehyung frunció el ceño, mirándolo interrogativo.
-Espera, ¿de qué me perdí?
-Ah... ¿no te dije? -preguntó, viendo al otro negar suavemente, Jungkook se golpeó mentalmente-. Juro que pensé que te lo había dicho -soltó una risa forzada, sintiéndose como un idiota-. Sorpresa, yei.
Taehyung sonrió, sin tener la más remota idea de lo que hablaba Jungkook, pero le pareció realmente tierno escuchar la palabra 'Yei' provenir de él.
-Jaja, no entiendo.
Jungkook quiso pegarle, pero con cariño.
-Que me voy a quedar contigo todo el fin de semana, tonto -Jungkook se acostumbró a decirle tonto cada vez que quería insultarlo, porque era incapaz de decirle de otra manera ya que sentía que de alguna u otra forma lo lastimaría. Tonto era una palabra más suave, según él, además Taehyung ya se había acostumbrado y él sabía que no se lo decía con malas intenciones.
El pelirrojo tardó unos segundos en asimilar lo que Jungkook dijo, abriendo sus ojos una vez entendió.
-¿Qué? -cuestionó incrédulo, su corazón empezando a latir rápido-. ¿No tenías trabajos que hacer? Además me habías dicho que en tu trabajo te tocaba doble turno porque te tocó sustituir a un compañero tuyo -entrecerró los ojos, señalando acusadoramente al menor, Jungkook rápidamente corrió hasta la puerta principal soltando una carcajada-. ¡Jungkook mentiroso!
-¡No me demoro! -recibió como respuesta, escuchando la puerta ser cerrada.
Sintiéndose cómodo al estar solo, -ya que se podía expresar como quisiera-, pudo sonreír con libertad mientras sentía su cara calentarse con el pasar de los segundos, observó con cariño los medicamentos y las golosinas que le trajo Jungkook, sintiendo su corazón acelerarse por su bonito gesto.
-Ah, cada día me enamoras más, Jeon -se quejó, mirando ahora al televisor-, alguien más te está quitando el puesto, Lan Zhan.
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Gracias por leer 🖤
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