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“Necesitas dejarlo ir ahora antes de que te ahogues”

Al fin había terminado el último año de Universidad para SunJi y sus amigos, y a pesar de que eso no significaba libertad sino más esfuerza, trabajo y dedicación. Estaban listos para comenzar sus vidas y construir sus futuros.

— Hey — NamJoon corrió hasta la chica y tomó su mano. — ¿Ya te vas? ¿Así sin mas, sin despedirte?

— Nam, te voy a ver cada día de mi vida, ¿por qué me despediría? — rió un poco.

Habían pasado dos meses desde lo sucedido con Park Jimin, ya todos habían aceptado y comprendido su muerte menos ella. Ni siquiera podía creerlo aún y eso la estaba matando, esperarlo cada día como si fuera a volver y que nunca lo hiciera la estaba haciendo sufrir. Sabía que debía dejarlo ir, pero simplemente su corazón no estaba listo para ello aún. Quería aferrarse un poco más, solo un poco.

— ¿Qué vas a hacer para Navidad? HyeSan quiere reunirnos a todos y pasarla juntos, como una familia — NamJoon estaba destrozado al verla así, SunJi parecía estar bien, pero nadie la conocía mejor que él y sabía que estaba sufriendo.

— Estoy bien, solo quiero quedarme en casa con mi pequeño y pasarla juntos, solos.

— Ese pequeño aún no a nacido y ya te está robando de nosotros. — acarició la barriga de su amiga y sonrió. Al menos tendría algo por lo que seguir adelante, ese niño le traería verdadera felicidad. — Pero no tienes que quedarte sola, ¿por qué no quieres ir? Anda, siempre pasamos Navidad juntos.

— Esta vez no, por favor, déjame quedarme en casa, ¿sí? Solo esta vez.

El peliblanco suspiró derrotado y aceptó. Si ella se sentiría mejor estando sola la dejaría, tal vez necesitaba ese tiempo consigo misma para poder aceptar la realidad.

SunJi volvió a casa luego de pasar por el Hospital, había tenido varios problemas con su embarazo y por eso debía ir con mayor regularidad a chequearse. Por suerte, el doctor le dijo que todo estaba perfecto esta vez.

Llegó a casa y abrió la puerta, nadie estaba allí para recibirla. No había nadie que le sonriera por estar de vuelta, y pensó en Jimin. Él había estado toda su vida sólo y cuando encontró a alguien con quién estar ella simplemente se había alejado causando todo lo que había pasado. Se sentía mal, aún se sentía culpable. Y temía que ese sentimiento no se fuera nunca de su corazón.

Luego de darse una ducha y comer algo se sentó frente a la televisión, quería despejar su mente un poco. Sintió varios toques en la puerta y se levantó para abrir.

— YoonGi. — sonrió feliz. El pelinegro se había ido de la ciudad por problemas de trabajo pero al parecer ya estaba de vuelta. — Pasa, me alegra mucho verte. ¿Cómo te fue?

— Normal — se alzó de hombros y se sentó en el sofá a su lado — ¿Cómo estás? — preguntó preocupado y acarició la barriga de SunJi, aunque aún no se notaba mucho a todos les encantaba acariciar su panza.

— Bien, acabo de terminar la Universidad y me he quitado un gran peso de encima. Al fin graduada y lista para trabajar.

— ¿Vas a comenzar a trabajar? — alzó una ceja. — ¿Y el bebé?

— Estaré bien los primeros meses, luego pediré una licencia por maternidad. No te preocupes, lo tengo todo pensado.

YoonGi sonrió, SunJi sería una gran madre. Estaba seguro de ello.

— Por cierto, tengo algo para ti — sacó un sobre de su bolsillo y se lo entregó. — Es de Jimin.

— ¿Qué? — lo tomó rápidamente para saber lo que era.

SunJi abrió el sobre y comenzó a leer, algo dentro de ella volvió a romperse. No pensó que quedaría nada pero se equivocó, tuvo la esperanza de que fuera una carta diciéndole que estaba bien, pero no era nada de aquello.

— Solo donalo a Hospitales y Orfanatos.

Dijo con lágrimas en los ojos, el papel era un certificado donde dejaba en claro que todo lo que poseyó en vida Park Jimin iba a ser para ella, pero no lo quería. No quería nada de él, solo quería que volviera y eso nunca iba a pasar.

— ¿Segura? Necesitas el dinero, al menos una parte. Mira, Jimin era prácticamente la persona más adinerada de Corea, puedes tomar una parte y la otra donarla. Pero necesitas pensar en tu bebé.

La chica suspiró, no tenía ganas de lidiar con eso en ese momento.

(...)

— SeokJin, ya basta. — se cruzó de brazos molesta. Tenía ganas de darle una patada al chico y hacerlo  volar — No me gusta esa cuna.

— ¿¡Por qué no!? Es hermosa, y mira trae todo rosa para tu linda bebé.

— ¿Qué sabes tú si es niña? Puede ser niño — alzó sus cejas. Amaría a su bebé fuera lo que fuera, pero esperaba que fuera un niño.

— ¡No! Niño no que luego se parecerá demasiado a Jimin y no puedo lidiar con otro como él.

— Jimin nunca te hizo nada... — dijo en voz baja.

— SunJi...

— No, no vamos a hablar del pasado, ¿sabes? Tengo mucho sueño, ya te puedes ir. — se levantó y le abrió la puerta al pelinegro.

— Me estás echando — parpadeó y se levantó cruzado de brazos. — Eres muy mala, muy mala. Me voy — le sonrió y besó su mejilla antes de marcharse.

La chica cerró la puerta y miró el arbolito de Navidad apagado, lo encendió y sonrió al ver las pequeñas luces encenderse y apagarse. Apagó todas las luces de la casa y subió las escaleras para subir a su habitación, se paró frente a la ventana para cerrarla y notó algo extraño.

Al otro lado de la calle había alguien mirando hacia donde ella se encontraba. Juraba que había sentido ese sentimiento antes, tuvo un deja vú y entonces lo supo.

— ¿Jimin?...

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