18
“La alegría y el caos, los demonios de los que estamos hechos”
SunJi no se había dormido, no podría después de un día tan agotador tanto emocional como físicamente, sobre sus hombros caía la culpa y el dolor, y si bien sabía que no era de mucha ayuda para Jimin, también sabía que sin ella él no podría seguir. Era su luz y su oscuridad, se había vuelto todo aquello para él sin poder hacer nada.
Acarició los cabellos claros del chico y sonrió, Jimin era realmente hermoso. Todo en él era perfecto por fuera, pero por dentro. Algo mucho más grande que él lo estaba consumiendo y no pararía hasta quedar vacío, completamente desecho.
Suspiró y recordó sus palabras horas atrás.
— Ni siquiera te dejaré vivir.
No iba a mentir respecto a aquello, SunJi temía a las palabras de Jimin, más porque ya había presenciado por sí misma de lo que era capaz si no conseguía lo que él quería, y sacar de quicio al pelirubio era muy fácil últimamente. Sólo con pronunciar las palabras Me voy, todo podía volverse un caos de inmediato.
No sabía que iba a hacer, la verdad su intención no fue nunca alejarse de Jimin, tan solo quería hacerle entender que si él seguía siendo de esa manera ella no se quedaría a su lado. Pero no contaba con que Jimin se aferrara a ella de esa manera.
— SunJi — sintió su voz llamarla y cuando lo miró se dio cuenta de que estaba despierto, él sonreía. Como si antes no le hubiera dicho que era falsa, esa sonrisa ¿Cuándo sabría cuál era la verdadera? — Tengo algo para ti.
Se levantó de la cama y abrió las puertas del gran armario. SunJi observó varias chaquetas de trajes, camisas y más ropa de hombre. Mucha ropa, tal y como le gustaba a Jimin. A pesar de vivir en esa época al chico le gustaba vestir trajes finos y ropa elegante. Sacó un vestido azúl terciopelo de vuelos pequeños junto con zapatos negros de tacón.
— Mañana es mi cumpleaños, quiero que los uses para mí. — sonrió y miró la máscara colgada detrás de la puerta. — ¿Sabes? Este es el cuarto de mis padres, odiaba entrar aquí cuando estaban discutiendo. Sentía mucho miedo, tanto que con tan solo escuchar la voz de mi padre temblaba porque sabía que le haría daño a ella....
SunJi bajó la cabeza, no sabía que decirle. Simplemente se quedó callada.
— Ese día cuando me dio la máscara, de verdad creí que tenía magia. Porque ocultó sus ojos tristes y los cambió por una sonrisa, me mantuve feliz todo ese día porque ella podía sonreír al fin.
— Son todas falsas. Esas Jimin, son sonrisas falsas, devoradoras de almas. Esas, te queman desde adentro sin dejarte salir.
Recordó las palabras de su abuela y apretó sus manos, no importaba cuán falsas eran si lo mantenían sin temor ni dolor. Por intentar dejarla atrás fue que todo eso sucedió, y estaba dispuesto a ser él mismo de antes. Paso a paso, no importaba sobre quién tuviera que pasar. No sería vencido, SunJi no se iría de su lado.
— Iremos a ver a TaeHyung.
Dijo de la nada y SunJi lo miró con los ojos muy abiertos, Jimin había enterrado a Tae en algún lugar desconocido y desde ese día no había vuelto a ir, nunca le llevó flores ni lo visitó. Muchas noches tuvo pesadillas y se levantó gritando el nombre del castaño, por esa razón ambos habían decidido que no hablarían nunca más de él. Pero ahora quería ir a verlo, y la llevaría con él.
— ¿Estás seguro? — preguntó y se levantó caminado hacia él hasta quedar frente a frente.
— Sí. — asintió. — Quiero ir a verlo.
— No creo que sea buena idea, ¿y si nos quedamos aquí? Es tu cumpleaños Jimin, no quiero que pases un día triste.
— ¿Triste? — alzó una ceja y negó. — Vi morir a mi madre y maté a mi padre el día de mi cumpleaños número catorce, ¿algo peor podría pasar?
Rió y besó la mejilla de SunJi.
— Estoy bien cariño, no tienes que preocuparte por mi.
(...)
Min YoonGi salió de la estación de policía luego de terminar de revisar el expediente del caso de incendio en dos mil nueve, se subió a su auto y bajó la ventanilla sacando un cigarrillo para fumarselo, dio una calada y soltó el humo segundos después.
Chasqueo la lengua y arrancó el auto tomando camino hacia el Hospital en donde se encontraba SeokJin, no sabía por qué Jimin le había hecho eso al pelinegro. Quizás fue por su idiotez de enfrentarlo cara a cara, pero de algo estaba seguro. No se quedaría quieto esperando a que le hiciera lo mismo.
No tenía nada en contra de Jimin, y su empeño en él no era personal como era el de SeokJin. Él tan solo quería hacer su trabajo y porque le daba bastante curiosidad esa familia que se vio destruida por mentiras y maldad.
— NamJoon — llegó a la sala y vio al amigo de Jin allí con él. — Puedes ir y descansar, me quedaré con él esta noche.
— No gracias, yo lo cuido — el peliblanco sonrió falsamente para que el mayor se diera cuenta.
— ¿Pasa algo?
— No, nada — habló con un notable tono sarcástico. — Sólo que tú, siendo un profesional y mucho más maduro que nosotros decidiste seguirle la corriente a SeokJin y que terminara en este estado.
El pelinegro frunció el ceño.
— No tengo nada que ver con lo que le pasó, todos sabemos quién fue y solo trato de ayudarlos.
— No lo necesita — respondió. — Lo dejé porque Jimin se había ido y esperaba que su odio hacia él se acabara en cualquier momento, luego Jimin volvió y seguí dejando a Jin meterse en eso porque sabía que no llegaría a nada. Pero ahora es diferente, han cabreado a Park de verdad y no voy a quedarme sentado y esperar a que maten a mis amigos y a mi. Porque sí, cuando Jimin lo decida y lo quiera nos puede despedazar a todos sin que nadie se entere.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro