17
“Algo tiene que ceder, algo tiene que romperse”
SunJi se estremeció al escuchar esa canción salir de los labios de Jimin, su voz delicada y dulce hacía que fuera aún mas tenebroso que cuando lo cantaba su yo de seis años. Esperó que el niño apareciera en algún momento pero no fue así, tal vez al final se había perdido totalmente dentro de él mismo, y esa parte de Jimin que quería ser salvada había desaparecido para siempre. Y ella no había podido hacer nada, tan solo lo había hecho caer en la oscuridad.
— Te amo... — susurró él y acarició la mejilla de la chica con delicadeza. — Eres hermosa, desde el primer día que te vi decidí que te haría mía fuera como fuera, y aquí estamos.
Se acercó a sus labios y los besó. SunJi se removió incómoda y aunque intentaba escapar de los labios de Jimin era bastante difícil para ella, lo amaba también. Y para ella Jimin era el chico más hermoso de todo el mundo, sus sentimientos no se habían acabado, seguían ahí como fuego vivo. Pero si volvía a dejarse llevar, si volvía a pretender olvidar todo. Jamás lograría que el pelirubio cambiara de una vez por todas.
— Jimin... — susurró entre sus labios sintiendo la respiración del chico sobre sus propios belfos. Una corriente recorrió todo su cuerpo y mordió su labio intentando contenerse, pero simplemente no era fácil. Le encantaban esos gruesos y dulces labios.
— SunJi... — la observó y sonrió, pasó su mano por su cintura y la apretó un poco haciendo que la chica soltara un jadeo. — Solo somos tú y yo aquí, no lo hagas más difícil...
Volvió a besarla y la chica siguió su beso deseosa de él, habían pasado meses desde la última vez que habían estado juntos y lo extrañaba. Extraña su piel y sus caricias. Llevó sus manos a su cuello y lo abrazó sin separarse de sus labios.
Ambos se separaron jadeando por falta de aire y Jimin aprovechó para cargarla y llevarla arriba. Era la primera vez que la tendría en esa casa, era lo que había deseado desde que comenzó a repararla. Comenzar de nuevo con SunJi era todo por lo que volvió, pero las cosas se habían complicado y no iba a dejar que todo se desmoronara de nuevo. Pasaría por encima de quién tuviera que pasar con tal de llevar a cabo su deseo.
— Te amo, Jimin...
Susurró entre sus brazos, sintiendo su piel desnuda contra la de él y el sonido de sus cuerpos chocando mientras se besaban sin parar, ambos se habían extrañado demasiado el uno al otro.
— Yo te amo más — pronunció cerca de su oído y dejó pequeños y mojados besos por todo el cuello y pecho de la chica haciéndola estremecer.
Unió sus manos con las de ella y la observó con una sonrisa sin dejar de mover sus caderas dando pequeñas pero placenteras embestidas al cuerpo de su amada, y fue entonces. Que una lágrima salió de sus ojos y recorrió su mejilla, esa única lágrima que tal vez no significaba nada, pero tal vez significaba mucho.
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