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"¿Acaso alguien... me dejará ver la luz dentro de las sombras de los árboles oscuros?"

SunJi no supo como reaccionar ante aquello. Le había dicho a Jimin que la dejara en paz, pero nunca creyó que el pelirubio fuera capaz de pasar por su lado sin siquiera mirarla. Algo dentro de ella volvió a romperse, no importaba cuantas veces se reconstruyera a sí misma. Al final Park Jimin terminaba dejando todo en pedazos con sus acciones.

Su cuerpo no se movió de aquel lugar, se negaba a irse y dejar a Jimin. Estaba preocupada por muchas cosas, temía por YoonGi. Temía por Jin, pero al final por quién más temía era por Jimin. Al final de cuentas él no estaba metiéndose con nadie, por primera vez Jimin no era quién había comenzado el juego. Y le dolía que todos fueran contra él.

Apretó sus manos con los ojos llenos de lágrimas y decidió que todo acabaría de una vez. Jimin debía irse, y estaba dispuesta a hacer de todo por sacarlo de allí y mantenerlo a salvo, lejos de todo su pasado.

Dentro de la mansión estaban los dos chicos. YoonGi se sentó frente a Jimin y lo observó, ¿cómo podía ser que ese rostro tan angelical tuviera esos ojos tan oscuros? Llenos de soledad y dolor. ¿Cómo era posible que alguien tan joven podía estar tan roto y haber cometido tantos crímenes?

— Han hecho un gran trabajo reconstruyéndola — comentó y Jimin dirigió su vista hacia el manteniendo el silencio — He visto una foto de dos mil nueve y debo decir que es idéntica. Como si nada hubiera pasado, supongo que estás muy feliz. Al observarla puedes tener los recuerdos de tu pasado de vuelta, los años de infancia. Esos son los mejores recuerdos.

— ¿Tú crees? — el pelirubio se levantó y le dio la vuelta al sofá observando cada rincón de la sala — No todos vivimos una infancia bonita y no todos tenemos bellos recuerdos del pasado — lo miró otra vez — Pero bueno, no has venido aquí a hablar de cuando era niño, ¿no?

Ambos se observaron por unos segundos en los que intentaron analizarse. YoonGi quería comprender hasta donde podía ser capaz de llegar Jimin, y éste, quería saber la verdadera razón del desconocido de estar allí y intentar hacerlo hablar de su pasado. Jimin no era estúpido, y sabía muy bien que el pelinegro sabía más de lo que aparentaba.

— Cierto — suspiró y juntó sus manos — He estado investigando, no hay muchos registros del incendio. Pero en los que encontré pude notar que tal vez lo que sucedió no fue solo un accidente.

— No me interesa saber si lo fue o no — contestó de mala gana y volvió a sentarse frente a YoonGi — No recuerdo haber pedido que el caso se abriera. Además, en ese entonces dijeron que fue un error de algún empleado.

YoonGi sonrió de lado y eso hizo hervir la sangre de Jimin.

— Eso no puede ser posible — el dueño de la casa frunció el ceño — Ese día en la noche ya no habían empelados en la mansión — alzó una ceja — Fueron despedidos esa misma tarde por tu abuela, solo estaban en la casa, ella, tu primo y tú.

Jimin mordió su lengua molesto, ese chico era demasiado inteligente. No podía ir a la ligera con él, en su interior sintió altas ganas de clavarle un cuchillo en su rostro. Sacarle los ojos y luego la lengua. Así no se metería en asuntos que no son de su incumbencia.

— Por cierto, ese era otro tema que quería hablar contigo. — el pelinegro se acomodó en el sofá — Kim TaeHyung, tu primo ¿Sabes dónde puede estar? Desde el año pasado no se sabe nada de él.

El corazón de Jimin comenzó a latir muy rápido, que le hablaran de Tae en esos momentos solo lo desestabilizaba más y temía cometer un error frente a YoonGi.

— No sé — contestó intentando parecer clamado — Fue adoptado luego del incendio, no he tenido contacto con él.

— Pero él estuvo aquí el año pasado, incluso fue algunos días a la misma Universidad que tú — ladeó su cabeza — ¿Cómo es posible que no lo hayas visto?

Jimin perdió el control por un momento y observó el filo del cristal de la mesita a su lado. Lo mataría antes de que pudiera hacer algo contra él.

— ¡Jimin!

SunJi entró a la sala y los vio, Jimin la observó fijo.

— Necesito hablar contigo.

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