“Las personas como tú siempre quieren recuperar lo que no pueden tener”

— No entiendo por qué te comportas tan infantil — se quejó HyeSan mientras curaba el labio de SeokJin — Deja que SunJi y Jimin arreglen sus problemas, no sé por qué te sigues metiendo.

Jin bufó y se separó de ella disgustado. La chica miró a su novio y le hizo señas para que dijera algo.

— Hye tiene razón, Jin... — habló NamJoon — Es cierto que el chico es un cabrón, pero nunca le a hecho daño a SunJi. Además, ese ya no es problema tuyo amigo, nunca lo fue. No al menos desde el momento en que ella dejó de amarte y lo empezó a amar a él

— ¡Ustedes no entienden! — gritó molesto y se volvió a sentar en la silla poniendo su rostro entre sus manos. SeokJin se sentía destruido por varias cosas y la primera era de la que sus amigos hablan, ellos tenían razón. SunJi ya se había olvidado de él y nada cambiaría eso. Pero había algo que podía hacer, y eso era destruir a Jimin y alejarlo de ella. — Es un asesino, joder, mató a su propio primo ¿Creen que le sería difícil hacerle algo a ella?

Los otros dos que se encontraban con él se miraron sin saber qué decir ni hacer. Era verdad lo que el pelinegro decía, Jimin era peligroso y quizás SunJi estaba en peligro. Pero no podían hacer nada, ella había decidido por sí sola lo que quería hacer. En el momento en que hizo desaparecer el pasado de Jimin y se quedó a su lado firmó su propia condena. Y SeokJin también estaba firmando la de él al no olvidarse de todo y seguir adelante.

(...)

SunJi se detuvo frente a la mansión y observó el lugar iluminado por las luces del patio. Le era imposible descifrar si Jimin había regresado a casa o no y temía que algo malo hubiera pasado.

Se arrepentía de haberle dicho esas cosas, ella no tenía el derecho de abrir esa herida y mucho menos hacerlo de esa manera tan horrible cuando le prometió a él que nunca lo culparía por ese suceso al verlo llorar cada noche por el error que había cometido.

Decidió entrar y tocar la puerta varias veces esperando a que el pelirubio abriera. Se impresionó cuando la puerta fue abierta y pudo ver a Jimin tras esta, el chico frunció el ceño y la miró confuso.

— Jimin yo...

— ¿Lo sientes? — no la dejó terminar de hablar. Él sabía que más que a él mismo, a ella le habían dolido esas palabras porque sabía que le había hecho daño. — ¿Por qué estás aquí? ¿Tan sólo para pedir disculpas? No las necesito, sabes muy bien que lo único que necesito es que estés a mi lado.

— No volveré a ti, Jimin — negó con los ojos llenos de lágrimas — No se puede arreglar lo que ya está roto.

— No estoy roto — dijo mirándola a los ojos — Yo seré quién quieres que sea. Solo elije cuál de mi usar.

SunJi mordió su labio y sus lágrimas corrieron por sus mejillas. Le dolía tanto cada palabra de él, le dolía porque comprendía que Jimin nunca dejaría sus máscaras y que él solo le diría la cara que ella quería ver. Pero al final de cuentas todo estaría siendo una mentira, porque no sería él verdaderamente. Tan solo sería un filtro.