“Pensé que había encontrado una manera. Pero tú nunca te vas”

SunJi suspiró al estar frente aquella casa. No podía creer que Jimin hubiera mandado a hacerla exactamente como era antes, la misma arquitectura y hasta los mismos colores. Miró hacia el gran ventanal y observó las cortinas oscuras. Incluso las cortinas eran exactamente iguales.

¿Qué trataba de hacer? ¿Acaso no odiaba aquel lugar? Porque ella, a pesar de no haber vivido ni sufrido lo que él. Sentía sumo desespero al ver esa casa en pie. Todo lo que vio tiempo atrás volvía a su mente como imágenes de una película, ¿cómo pudo el volver a construirla sin sentir que todo volvía? Incluso la muerte de TaeHyung había ocurrido allí. Todas las desgracias de su vida habían ocurrido en aquel maldito lugar.

— ¿¡Por qué!? — gritó desesperada al no encontrar respuesta.

Necesitaba una desesperadamente.

— Solo quiero comenzar de nuevo — escuchó esa voz detrás de ella y se sintió en ese momento la persona más vulnerable de todo el mundo.

¿Por qué Jimin la hacía sentir así? Después de todo Jimin seguía haciéndola sentir como una persona totalmente diferente, porque estaba loca por aquel chico.

No lo había visto, solo sintió su voz y todo su mundo se vino abajo. Incontables recuerdos de la última vez que se vieron, las últimas palabras y miradas.

— SunJi... — susurró el pelirubio e intentó acercarse a ella.

— No te acerques a mi, no des ni un paso más — su voz salió rota a pesar de haber intentado sonar normal — Vete, Jimin, no debiste volver.

Dijo y comenzó a caminar sin mirar atrás. No podía hacerlo porque presentía que todo se iba a derrumbar si veía su rostro. Y todo aquello que logró se iba a perder con tan solo mirarlo, porque iba a caer en sus brazos nuevamente como si nada hubiera ocurrido y entonces él volvería a ser el de antes. Una y otra vez quitando y poniéndose su máscara, porque al final: Jimin seguía siendo siempre el mismo.

(...)

— ¿La han terminado ya? — preguntó HyeSan dejando la bandeja sobre la mesa y sentándose frente a su amiga.

SunJi asintió y tomó el vaso de agua llevándoselo a la boca mientras imaginaba que era alcohol. Luego de unas cuantas borracheras HyeSan le prohibió beber.

Otro largo suspiro salió de sus labios.

— ¿Por qué? — sus ojos se cristalizaron — ¿Por qué tuve que conocer a Jimin? Mi vida se volvió un caos desde que apareció frente a mi...

— SunJi — su amiga puso su mano sobre la de ella — No pienses más en eso, ¿sí? Solo olvida a Jimin y sigue adelante. Es lo mejor que puedes hacer, preguntarte por qué pasan las cosas no va a resolver nada.

— Ve a trabajar, me voy — se levantó y sonrió — Iré a dormir porque estoy muy cansada. Oh, por cierto. NamJoon me dijo que estaba aún en la Universidad estudiando, que pasaba a recogerte.

— Vale — dijo feliz con una amplia sonrisa.

— Tórtolos.

SunJi salió del bar donde trabajaba su amiga a medio tiempo y caminó hacia su casa, le quedaba cerca así que optó por caminar.

Luego de un rato caminado se dio cuenta de que alguien la seguía, era el mismo sentimiento de aquellas veces que la siguió el hombre que la acompañaba hasta la puerta de su casa y como tiempo atrás, hizo lo mismo. La chica llegó a casa y se paró en la ventana, él estaba parado allí en la oscuridad sin poder ser reconocido por la pelirubia. Pero las luces de un auto que pasaba por allí en ese momento descubrió la cara de aquella persona.

En el fondo siempre había sabido quién era, después de todo SunJi sabía que quién la seguía era Jimin.

Ver su rostro solo la hizo querer llorar, y antes de enseñarle cuanto le dolía verlo. Cerró la ventana para que no la viera llorar.

Se acostó en su cama y cerró sus ojos para conciliar el sueño, pero esos conocidos pasos la hicieron abrirlos.

— Salta, salta sin parar. Corre,  corre o te atrapará.

Jimin estaba de vuelta, y había venido con todas sus máscaras.