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¿Qué es la Felicidad?

Empezar a buscar la felicidad. En cada encuentro de lo que llamo "docencia terapéutica" -charlas participativas centradas en el cambio-, y especialmente cuando voy a hablar de temas acerca de los cuales todo es opinable, lo primero que pido es que los presentes se animen a dar su opinión, a decir lo que realmente piensan.

Si estuvieras aquí sentado entre otros yo te estaría preguntando: "¿Existe la felicidad? Y si existe, ¿qué es?".
Y probablemente contestarías algunas de las cosas que otros contestaron:

• Para mí, la felicidad es una palabra que integra un montón de conceptos, sensaciones, sentimientos... es parte de la vida, momentos que se van dando a lo largo de la vida...

• La felicidad como estado no existe, a lo sumo existen momentos felices. Yo me acuerdo cuando nació mi hijo; en ese momento era absolutamente feliz, pero después, cuando me presentaron la cuenta de dos días de sanatorio, la felicidad desapareció.

• La felicidad es algo que en un momento nos hace sentir plenos; quizá sean momentos efímeros, quizá pocos en la vida, pero bien vale la pena vivir para disfrutar de cada uno de esos momentos a medida que se van presentando.

• La felicidad pasa por disfrutar los momentos buenos y tomar los momentos dolorosos con estoicismo.

• En cada momento de la vida, uno tiene diferentes metas y a medida que vamos llegando a esas metas, llegamos a la felicidad. Por ejemplo, a mí en este momento me gustaría conseguir algo y para mí eso sería la felicidad.

• La felicidad es un invento de los políticos y los psicólogos pero en realidad no existe, es una zanahoria para que sigamos empujando.

• La felicidad es recorrer el camino que conduce a algo que uno cree que es la felicidad.

• La felicidad es la tranquilidad interior. ¿Y cómo se consigue? Con mucho trabajo personal.

• Para ser feliz se necesita mucha terapia, porque sin las cosas claras no se puede ser feliz.

• Felicidad es sentir la alegría de vivir.

• Ser feliz es haber hallado a Dios en cada cosa.

• Estar bien, estar contento y tener cerca a los que uno más quiere, sobre todo a la familia.

• Ser feliz es que no te falte nada... No tener problemas.

• Para mí la felicidad es netamente una sensación. Tener un hijo es algo concreto y tomar decisiones, hacerte cargo, puede no ser tan concreto, pero te hace feliz.

• En el mundo de hoy ser feliz es tener un millón de dólares, un millón de horas para gastarlos y un millón de amigos con quienes compartirlo.

Cabe preguntarse entonces...
¿Se corresponde la felicidad con alguna de las definiciones y no con las demás?
¿Será la suma de todas las posturas enunciadas?
¿Estará la verdadera definición desparramada en fragmentos de cada una de las posiciones?
Responder a estas preguntas será nuestro segundo paso, porque antes deberíamos intentar una mínima coincidencia sobre lo que es importante y lo que no lo es.

El primer paso no es encontrar la propia definición de felicidad sino darse cuenta, como ya dije, de la importancia que tiene buscar esa definición. Que cada uno de nosotros acepte que tiene por delante este desafío, porque sin esta coincidencia primaria, desconfío de que valga la pena que sigas adelante con este libro.
Después de valorar la necesidad de encontrar tal definición, y después de saber de qué hablamos, podremos encarar este recorrido que considero el más importante y trascendente de la vida: el camino de la felicidad.
Con el mínimo acuerdo que justifique la necesidad de las definiciones, me animo a agrupar las opiniones mencionadas al comienzo del capítulo en tres posturas base.

a) La felicidad no existe o no es posible-: de los ESCÉPTICOS IRREDUCTIBLES.

b) Existe pero son solamente momentos felices: de los POSITIVOS CON LIMITACIONES.

c) Existe y se puede conquistar en forma definitiva-: de los OPTIMISTAS INCURABLES.

Y una posición más (que no voy a incluir en la lista), la de los SOFISTICADOS DILETANTES INSOPORTABLES que dicen cosas más o menos así:"De algún modo, esta clase de cuestionamientos que evocan el concepto y la idea de felicidad está ligada a un trascender del self voluntario o accidental hacía puntos tangibles o intangibles, en espacios que el ego conquista en determinado momento, consciente o inconscientemente, y que en modo permanente o transitorio devienen en un trastrocamiento de la esencia en más".

No voy a ocuparme de los primeros porque de todas maneras no van a estar leyendo este libro y, en todo caso, aunque lo estuvieran leyendo no estarían dispuestos a revisar su posición por lo que yo opine.
Con los últimos tampoco quiero extenderme demasiado por dos razones. La primera, porque reconozco que alguna vez caminé por esa vereda y todavía tengo las suelas de mis zapatos apestando a mierda. La segunda razón la resumiré plagiando la frase con la que Giovanni Papini hace referencia a su segunda esposa: "No hablaré de ella porque una palabra no alcanzaría y dos sería dedicarle demasiado tiempo".
Este descarte autoritario no es tan grave como parece, dado que la posición restante representa por lo menos noventa por ciento de las creencias de la gente común acerca de la felicidad.
Sin embargo, hay entre ambas una gran diferencia si uno se anima a pensarlas en profundidad, empezando por el punto de vista meramente semántico:

¿NO es lo mismo SER feliz que ESTAR feliz?

La idea de estar feliz, relacionada con la suma de momentos de plenitud, implica un concepto de lucha: tratar de estar alegre cada vez más tiempo, conseguir cada día más buenos momentos, trabajar para buscar ese estado de goce, intentar estar contento con más y más frecuencia. En definitiva, saberse feliz sin perder de vista que solamente son momentos, que no se trata de serio sino de estarlo: estar feliz. Si se consigue encadenar estos momentos, sostienen algunos, se podría hasta tener la "falsa idea" de que se ES feliz, por lo menos hasta que un duro revés nos despierte a la realidad.

La idea de la felicidad como la capacidad de soportar estoicamente los momentos dolorosos, si no se puede evitarlos, pertenece también a este grupo, sosteniendo un estar feliz vinculado a momentos gloriosos y plenos que uno intentaría prolongar no permitiendo que nada los interrumpa o, en un sentido más amplio, decidiendo que dichos momentos de dolor son el precio a pagar para acceder a los otros, los momentos felices.

Aceptar que existe el concepto de ser felíz tiene punto de partida en una posición absolutamente distinta. La felicidad se constituye aquí en un estado más o menos permanente y más o menos divorciado de los avatares del "mundo táctico", aunque no esté bien definido por dónde y con qué se accede a ese estado.
Realmente, la generalidad de las personas parece acordar más con el primer concepto que con el segundo, al que se suele calificar de ingenuo, cuando no de malintencionado o engañador.

La mayoría de la gente que admite cierto grado de felicidad en su vida dice que no se ES feliz, sino que, cuando mucho, se puede ESTAR feliz algunas veces o por épocas.

Con gran esfuerzo conseguiremos que acepten, en todo caso, que existen los "muy afortunados", es decir, los que ESTÁN felices más tiempo.

Tal concepto reafirma el testimonio de todos aquellos que han tenido y siguen teniendo muchos momentos de alegría y satisfacción y muy pocos de lacerante angustia, y se declaran felices justificándolo en una especie de "promedio emocional".
En lo personal, no creo que la felicidad crezca en los momentos de esplendor ni que necesariamente deba derrumbarse en los episodios dolorosos.

En mi opinión, quienes creen que la felicidad consiste en instantes no han podido incorporar todavía el concepto de que incluso los malos momentos forman parte de un fenómeno más general, el cual podría configurar un contexto donde sea posible ser feliz.

Encontrar lo bueno dentro de lo malo, por ejemplo, te permitiría casi con seguridad sentirte más feliz incluso en momentos difíciles.
Tampoco parece muy útil esperar la felicidad como un momento de compensación a un precio pagado en sufrimiento. Sería mejor construir una realidad que permita sentirla sin que dependa del alivio de los malos momentos previos (recuerda el síndrome del zapato dos números más chico que conté en Recuentos para Demián):
La verdad es que la búsqueda de la felicidad es inherente a nosotros, lo sepamos o no y sea cual fuere la forma en que la denominamos. Llamémosla el deseo de pasarla bien, el camino del éxito o la necesidad de autorrealización, esta búsqueda forma parte irrenunciable de nuestra vida.

Y con la idea que cada uno tenga respecto de ella, iniciará este camino cuando lo desee o cuando llegue a él, o cuando no le quede más remedio.

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