Cuentan una vez...
Sing, el carpintero, se dirigía con su aprendiz hacia el reino de Chí a hacerse cargo de un trabajo cuando, al pasar por la ciudad de Chuan, descubrió un roble que servía de lugar de reunión a la población. El árbol se erguía sobre un montículo y sus ramas más bajas eran tan grandes que se hubiera podido construir con ellas varias embarcaciones;
tenía unos veinte metros de altura y más de veinte metros de diámetro; su copa era tan grande como para dar sombra a un centenar de animales.
La muchedumbre se congregaba alrededor del árbol como lo hace en la plaza del mercado. Sin embargo, nuestro carpintero ni siquiera lo miró cuando pasó a su lado.
Su aprendiz, que no cesaba de mirarlo, se dirigió a Sing diciéndole:
-Maestro, desde que soy tu alumno jamás había visto un árbol tan hermoso como éste.
Pero tú has pasado a su lado sin echarle un vistazo.
-Ese árbol es inútil -replicó Sing. Si hiciera una barca se hundiría; si construyera ataúdes se pudrirían; si lo aprovechara para hacer herramientas se romperían de inmediato; si hiciera una puerta rezumaría resina; si hiciera vigas las termitas acabarían pronto con ellas. Es una madera inútil que no sirve para nada. Por eso ha vivido tanto.
Cuando el carpintero Sing retornó a su casa, el roble sagrado se le apareció en sueños y le dijo: "¿Con qué me comparas? ¿Me comparas acaso con los árboles útiles como los cerezos, los perales, los naranjos, los limoneros, los toronjos y los demás árboles frutales? A ellos se les maltrata cuando la fruta está madura, se les quiebran las ramas grandes y las pequeñas quedan maltrechas. Su misma utilidad es la que les amarga la vida. Por eso llaman la atención de la gente vulgar y son talados antes de llegar a la vejez. Así sucede con todo. Hace mucho tiempo que intento ser inútil y, aun así, en ocasiones casi han conseguido destruirme. Al final, sin embargo, he llegado a ser completamente inútil, lo cual me resulta muy provechoso. ¿Crees que si hubiera servido para algo me habrían permitido llegar hasta aquí? Además, tanto tú como yo somos cosas y... ¿cómo puede una cosa juzgar a otra? ¿Qué puede saber una cosa mortal como tú sobre un árbol inútil como yo?".
Sing, el carpintero, despertó y trató de comprender su sueño.
Entonces su aprendiz le preguntó:
-Si quiere ser inútil, ¿por qué sirve de santuario a la población?
Yo quisiera poder contestarle al aprendiz: el árbol inútil era una personalidad oculta del árbol sagrado, El héroe de cada uno de nosotros contiene a la persona que cada uno es y que está orgullosa, de ser así.
Que conoce lo que puede. Y que también conoce -sobre todo conoce, digo yo- lo que no puede.
Ser un superhéroe es no avergonzarnos nunca de no saber, de no poder o de no querer.
El desafío no es ser otro. El desafío es ser uno mismo.
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