El personaje que Hoffman sabe bordar.             30 de julio de 2016.

En el cine hemos visto muchas historias de personas extrañas y heridas que sueñan con encontrar a alguien que les comprenda y les quiera tal como son. En mi Humilde opinión y por mucho que me joda Hoffman no pasará a la Historia como director, sí como uno de los mejores actores de su generación. Como es lógico se reserva para sí mismo el papel central. La cuestión es que, como se suele decir, el amor está en todas partes, incluso para los que no se creen merecedores de él. 

El amor, probablemente, es la cuestión más recurrente en el cine. Rara es la película en la que la temática amorosa no asome en algún tipo de relación personal de los personajes. Es más, si nos ponemos exquisitos, el amor aparece prácticamente en cada rincón de cada filme, incluso en las más sangrienta, ya sea de manera tradicional entre dos personas (o tres, o las que sea) o de una manera más sutil y menos común, como puede ser el amor a cualquier elemento externo. La fuerza de la película reside precisamente en eso: en la calidad de las actuaciones de quienes se ponen en la piel de personas corrientes con problemas de sobreadaptación a la hora de relacionarse, quizá no tan comunes.

Una cita para el verano no es cine hecho para el disfrute sin ganas de desgastar la cabeza del espectador. El regocijo es sutil, intuitivo y está en los detalles, en abrirse al goce situaciones y personajes que toman direcciones radicalmente opuestas. Por el camino, mentiras, paciencia, traición, confianza, fidelidad, esfuerzo y superación...

https://youtu.be/lbU47Nyr1W0

A destacar la escena de la debacle final en la que los personajes se permiten joder toda la historia poniendose hasta el culo de fumar y de coca para llegar a la antitesís del momento en que estalla la tensión acumulada para ponerse todo en su sitio. La película no es nada nuevo en si pero me dejo llevar a la hora de puntuarla por la debilidad que siento por el gran Philip Seymur Hoffman.