9 🥀
él solía llamarme veneno, como si fuera hiedra venenosa
Dos semanas equivalen alrededor de trescientas sesenta y seis horas. Seungmin lo sabía, porque cuando Changbin daba ultimátums a los clientes que se atrevían a desafiarlos y robarles desviando las ganancias de sus negocios, le gustaba hacerlo diciendo las horas de vida que les quedaban como marca de tiempo, en vez de días o semanas. Nunca meses, ni mucho menos años, su padre solía decir que dejar vivir a un hombre por más tiempo significaría más riesgos.
Dos semanas y tres días era lo que llevaba encerrado en una habitación de aquella mansión, y si tan solo pudiera reunir el valor suficiente, él se lanzaría desde el gran ventanal por el que cada día entraba la luz para nutrir a las pequeñas plantas de la esquina de ese cuarto. No sabía de qué tipo eran, pero sabía que ellas estaban felices de estar ahí, si es que la felicidad de las plantas se podía medir en base a su color. Él no lo sabía, pero era la conclusión a la que había llegado después de tanto tiempo perdido viéndolas.
Al pie de la cama yacía una pila enorme de libros. Su vista estaba terriblemente deteriorada seguramente, pero no le importaba mientras tuviera otro método de distracción. La comida se servía en horas puntuales por órdenes de Hyunjin, aunque ciertamente era de esperarse considerando su terrible manía por la perfección y el orden.
A las nueve de la mañana desayunaban, a las tres de la tarde comían, y a las siete de la noche servían la cena. La merienda, según le habían dicho, era a la una. Él no había bajado ni una sola vez desde entonces, y al cuarto día, alguien tocó a su puerta a esas mismas horas para dejar una bandeja con comida. El hambre lo venció, y tuvo que aceptar aquella comida.
No había hablado con Minho desde entonces, ni siquiera sabía de él. Después de que no logró encontrarlo ese día, la idea de que lo hubieran matado no dejaba su cabeza. De hecho, en todo ese tiempo en el que llevaba encerrado y fuera de contacto, la única vez en la que había visto a Hyunjin había sido para preguntarle acerca de eso. Él ni siquiera le dio una respuesta, tan solo le dijo que podía tomar libros de su biblioteca si es que se encontraba muy aburrido.
Temía por su vida hasta hace una semana, pero verse todos los días en el espejo con los ojos rojos y hundidos en sus ojeras moradas era agonía suficiente. No sabía para qué lo quería Hyunjin, ni por qué Changbin no había venido a rescatarlo si ni siquiera se habían ido del país. ¿Sería posible que en serio lo hubieran abandonado?
Escapar, desde luego, tampoco había sido nunca una opción. Habían dos guardaespaldas afuera de su puerta que lo escoltaban hasta la biblioteca cada que necesitaba salir.
Conocía al encierro como a un íntimo amigo, sabía de todos sus trucos para enloquecerlo, y también del delirio que representaba pasar mucho tiempo a su lado. No era la primera vez que lo enfrentaba.
—¿Qué se supone que debo hacer con él si actúa como si fuera mi prisionero?—Suspiró con cansancio Hyunjin.
—Demostrarle que no lo es. O darle tiempo. Mira, básicamente lo secuestraste, Lee no aparece y tu fama es el de un sanguinario, agregándole que tienes a dos guaruras afuera de su puerta. Es obvio que piensa que le harás algo.—Explicó Rowoon encendiendo un cigarrillo por él.
—Christopher sigue sin responder el teléfono.—Gruñó intranquilo.—¡Se lo llevó! Y nadie de ustedes idiotas lo detuvo.
—Te dije que escaparon por la ventana.—Repitió como el diálogo de una comedia.
—El idiota pensó que mataría a Minho, y ahora no sé qué mierda hacer para que se digne a aparecerse por aquí.
—Tendrás que acudir a la ayuda de Jisung.
—Ya lo he hecho, esta mañana. Lo llamé y dice que mandará a sus hombres para investigar, pero Chris es prácticamente un investigador profesional, si hay alguien que sabe cómo esconderse, es él.
Rowoon pareció pensarlo por un momento. La idea carburando en su mente, indeciso de sugerirlo sin recibir una negativa agresiva. Prendió un cigarro para sí mismo.
—Tal vez si aceptas la propuesta de Seo... el mocoso te tendrá más confianza.
Hyunjin arrugó la boca. Se detuvo de voltear los ojos, pero estaba a punto de hacerlo.
—No. De ninguna manera dejaría entrar aquí a uno de sus hombres solo para que Seungmin salga de su escondite.
—¿Y entonces? Estás siendo un poco cruel permitiéndole aislarse. Se volverá loco.
—¿Esto es cruel?—Preguntó con burla.
—Cruel considerando que quieres enamorarlo.—Razonó.
Hyunjin negó obstinado. No había forma en el mundo en que él fuera capaz de aceptar que alguno de los hombres que trabajan para Changbin entraran a su casa solo para ser las niñeras de Seungmin, aún así éste estuviera hundido en una estúpida depresión. Sin embargo, la forma que tenía Rowoon de mirarlo para advertirle sobre algo en que la estaba cagando era tan sutil pero funcional, que lo puso a considerarlo.
A la tarde, recibió una visita inesperada. Se trataba de Im Jaebom, quien últimamente había estado actuando demasiado despreocupado para su gusto. Era como si el hombre no tuviera pena alguna de visitarle en plena luz del día, como si no fuera tan fácil que alguien de los Seo lo vieran. Sobre todo ahora, que seguramente Changbin habría mandado halcones para vigilarlo.
—¿Puedo saber a qué debo tu visita?—Preguntó Hyunjin, ni un poco complacido de verle. Jaebom se adentró una vez se hizo a un lado, dirigiéndose directamente a la sala de estar.
—¿Es cierto que tienes a Seungmin aquí?—Lo interrogó volteando a inspeccionar sus alrededores, como si de suerte pudiera cacharlo por ahí.—Hyunjin, esto se pondrá demasiado violento si no te apresuras a hacer lo que sea que estés pensando.
—Vamos, Jaebom.—Sonrió.—No actúes sorprendido, como si no supieras lo que iba a hacer.
—Caray... pero cuando te dije lo de Seo, me imaginé de todo menos un secuestro a su hermano. Pensé que lo chantajearías o algo por el estilo.
—¿Y por qué crees que no se ha atrevido a hacer nada contra mí? Hablé con él después de que traje a Seungmin. Ya sabe que sé lo de su negocio con Zhang, así que si sabe lo que es bueno para su organización, no actuará de inmediato en contra mía si no quiere que tener problemas con nuestros proveedores por estar vendiendo en nuestra zona.
—Ah, los Wang sin duda son de armas tomar. No les gustará saber que los Zhang están metiéndose en su negocio de coca en Corea.
—Fue lo que le dije a Changbin, y al idiota no le quedó otra opción mas que hacer caso. Estas semanas no ha hecho nada para venir a buscar a Seungmin.
—¿Y qué me dices sobre Minho?—Preguntó tomando asiento en un sillón individual. Aceptó un trago que el dueño de la casa le tendió.
—Agh, por Dios.—Se quejó Hyunjin igualando su acción.—Christopher se lo llevó, pensó que lo mataría y huyó con él.
—Pues mas te vale encontrarlos pronto, porque te aseguro que Changbin no está sentado tranquilo en su mansión. Él es peligroso, y si se trata de Seungmin...
—Ya lo sé, carajo, ya lo sé. Toda la familia de Lee son unos malditos matones ¿Por qué crees que no he salido de esta casa todas estas semanas? Solo necesito un tiempo para hacer lo que acordamos. Tendrás que esperar un poco más.
Jaebom se acomodó alisando su fina corbata. Lo miró condescendientemente, su ceja levantada y una expresión de incredulidad.
—¿Cuánto tiempo? Seo empieza a sospechar de sus aliados, y entre ellos estoy yo. Si nos descubre antes de tiempo, se joderá todo.
Hyunjin suspiró pesadamente.
—Ganarse la confianza de Seungmin es... difícil, por decir lo menos.
—Ja, desde luego. Todos en la organización Seo sabían lo cerrado que puede llegar a ser. Además es un niño consentido, no está acostumbrado a que le digan que no.
Eso resonó en la cabeza del pelinegro como el zumbido de una campana tocando en lo alto de una iglesia. Miró hacia un lado con la boca en una línea, su expresión para cuando algo cruzaba por su mente. Tal vez Rowoon tenía razón después de todo.
—Nayeon está en Alemania ahora mismo, la mandé lejos por si las cosas se ponen difíciles.—Comentó cambiando el tema, Hyunjin se obligó a no rodar los ojos. Sabía muy bien a donde quería llegar el político.—Cuando vuelva, espero que hayas cumplido con tus promesas... nuestra alianza, si triunfa, sin duda será muy beneficiosa para ambos.
—Sin duda lo será.—Comentó aparentando estar dándole la razón.
—Aunque, sabes que siempre podríamos afianzarlo con un matrimonio.
Y claro, ahí estaba. Desde luego que un rico como lo era Im Jaebom haría las cosas a su manera, asegurando sus relaciones públicas con matrimonios como si se tratara de otro empresario más y no un delincuente. Eso era común entre la alta sociedad, siempre destinando a sus hijos a condenarse en un compromiso por conveniencia. Pero lo tenía claro, él no se mezclaría públicamente con ninguna de aquellas figuras. Él no pertenecía a ese mundo, a pesar de que fuera más rico que algunos, su fama lo precedía.
Y él estaba bien con eso. Le gustaba ser Hwang Hyunjin, el ex ladrón de arte dueño de una parte de la ciudad y su vida nocturna, que convirtió a una pandilla en toda una mafia que ahora está trabajando para él. Su vida estaba en las calles y su fortuna estaba manchada, pero qué más daba. Tenía a políticos y figuras públicas comiendo de su mano, como al que estaba en frente.
La diferencia era, que a diferencia de los demás tipos de su clase, Jaebom no le tenía miedo a la crítica social si es que lo encontraban relacionado con mafias u organizaciones criminales. Era un hombre con un poder tal que podría simplemente manipular a los medios para desmentir los historiales delictivos de ciertos mafiosos. Y mientras estuvieran de su lado, tenían la seguridad de que no habrían agencias policiales detrás de ellos porque tenían el amparo de Im.
Pero él no quería eso, no le importaba tener su reputación limpia por medios de comunicación comprados ¿De qué serviría? Solo un iluso podría creerles. La gente del país sabía que aquellas notas y artículos eran falsos, pero no hacían nada al respecto porque de todas maneras no había mucho que hacer. Hubieron varios líderes que se dejaron deslumbrar por la idea de pertenecer a la alta sociedad, a ese círculo de ricos que venían de años y años de generaciones aristócratas. Eso les había costado su caída en el bajo mundo, y Hyunjin no estaba interesado. Ahora que podría eliminar a Seo Changbin del tablero, solo quedaría espacio para un rey, y no lo echaría a perder por un estúpido matrimonio.
—No.—Espetó firme y claro.
—Vamos, Hyunjin... prometiste que lo pensarías.
—Y lo hice, esta es mi respuesta: No. No me casaré con tu hija. Por Dios, me sorprende que estés de acuerdo en casarla con un delincuente.
—Sabes que siempre podemos hacer que los medios desmientan tus–
—"¿Rumores?"—Lo interrumpió haciendo comillas y completando lo que, estaba seguro, iba a decir. Habían tenido esta conversación antes.—El problema es que no son rumores. Es la realidad. ¿No te preocupa que tu hija corra peligro al casarse conmigo?
—¿Piensas que los desampararé? ¡No! Tendrán a los militares para cuidarlos.
—Mis hombres son más que suficientes.—Aseguró rechazando la oferta.
—Eres tan difícil de convencer.—Admitió Im riéndose y negando con su cabeza ante su obstinada actitud.—Más allá del provecho que podríamos obtener si te casas con Nayeon, estoy pidiéndote esto por ella. Sabes que te quiere.
—Soy un capricho suyo. No puedes comprarme como si fuera un maldito pony o un vestido que quiere, y que no dudas en dárselo.
—Bien, aparentemente necesitas pensarlo un poco más.—Presionó levantándose de su asiento, estaba listo para marcharse.—Pronto verás todo a mi manera, Nayeon será una excelente esposa para tí.
Una vez que Jaebom se fue, Hyunjin se dispuso a su habitación para arreglarse. Esa noche sería la primera vez desde que tenía a Seungmin en la casa en la que se dispondría a salir para arreglar unos problemas financieros sobre uno de los bares fuera del país que había intentado ser incendiado. Tenían la clara sospecha de quien estaba tras aquello. Hubieron algunas pérdidas que tenían que gestionar, y aunque estuvo insistente en que la reunión se llevara a cabo en su hogar, Han Jisung no podía salir de Daegu por un tiempo para controlar la zona.
Subió las escaleras arrastrando sus pies con cansancio, había muchas cosas rondando su mente que tenía que despejar y aclarar. Necesitaba pensarlo con cabeza fría antes de cometer un error, sobre todo ahora que la tensión entre ambas organizaciones estaba tan estirada como una liga de goma que está a punto de romperse.
Llegó a su habitación y tomó la maleta que había mandado a hacer en la mañana, peinó su cabello y se puso un pantalón de vestir. Tomó una camisa blanca de manga larga y la arremangó hasta sus codos, dejando también su pecho ligeramente descubierto a la altura de los primeros tres botones. Tomó su arma y la escondió en su cadera y se dispuso a bajar al segundo piso.
Su vista inevitablemente se posó en una persona que vestía un pantalón suelto de color gris y una gran camiseta del mismo color. Sus pies estaban sólo cubiertos por unos calcetines blancos, y su pelo estaba húmedo y disperso. Estaba dándole la espalda en medio del gran corredor, admirando uno de los cuadros que mantenía en ese piso.
Al parecer, el joven había salido de su cueva para bajar a explorar sus cuadros. Parecía que estaba en un museo por la manera en la que su mirada atenta no se despegaba de aquella pintura rusa a la que inspeccionaba en silencio. Hyunjin se acercó despacio provocando en Seungmin la distracción de su apreciación, el menor no dijo nada al percatarse que se había puesto a lado suyo exactamente. Sus hombros distanciados por apenas unos centímetros. El menor regresó su atención al cuadro.
—¿Cómo se llama?—Preguntó sin mirarlo.
—Unequal marriage. Es obra de Pukirev. ¿Lo conoces?
—No.—Admitió con franqueza.—Pero recuerdo haber visto la pintura en la escuela hace años. La clase de arte me aburría, así que no recuerdo nada.
—¿En serio te aburre el arte?—Repitió incrédulo.—Con razón rechazaste mis nenúfares.
—Pensé que sería una trampa. Además ¿Qué se supone que hiciera con ellos?
—Siguen siendo tuyos si los quieres.—Le aseguró el pelinegro.—Como sea, el cuadro en sí se explica solo. En esos tiempos era común ver matrimonios arreglados...—Tomó una pausa de su explicación y lo miró de reojo.—Aunque supongo que no ha cambiado mucho, eh.—Musitó.
Seungmin se tensó a su lado. Era una indirecta concisa, tan acertada al por qué de su especial interés por la obra. Él siguió negándose a mirarlo.
—Pero ella está casándose con alguien mucho mayor y viejo. Eso es horrible, podría ser su abuelo.—Murmuró con indignación.
—Así era.—Concluyó.—Es una buena pintura, pero es muy triste si ves los ojos de la chica. Expresan mucho y siempre están rojos. Como los tuyos.
Seungmin sí volteó a mirarlo esta vez. Su ceño estaba ligeramente fruncido, y la calma que antes irradiaba empezaba a dispersarse. Sus ojos, en efecto, estaban un poco hinchados. Había estado llorando hace diez minutos antes de decidir dar un paseo por los pasillos aprovechando el silencio de la casa. Sus guardaespaldas tampoco estaban, y apenas empezaba a cuestionarse duramente el por qué no intentó escapar ante eso.
La verdad era que tenía miedo de intentarlo por sí mismo. Todavía estaba inevitablemente aferrado a que la ayuda llegaría en algún momento.
—¿A donde vas?—Evadió aquello al fijarse en la maleta que tenía en el piso. Hubo una luz de esperanza que se le iluminó por un breve segundo, antes de que Hyunjin se encargara de destruirla.
—Tengo que salir, regresaré mañana por la noche así que no me extrañes.—Indicó. Pareció adivinar lo que Seungmin estaba pensando, porque inmediatamente agregó:—No te dejaré solo, si eso es lo que piensas. Mis guardaespaldas y Rowoon se quedan contigo, puedes comer a la hora que tú quieras, lo que quieras y hacer lo que quieras. Ayer ordené para que arreglaran la alberca y pusieran sombrillas, si es que quieres salir a tomar el sol.
Seungmin lo miró aprehensivo.
—¿Desde cuando los prisioneros podemos salir a tomar el sol?
—Tú no eres un prisionero, Seungmin.—Reiteró con ese tono cantado empleado que se usa cuando ya le has explicado a alguien las suficientes veces una cosa que sigue sin quedar clara.—Tú actúas como uno por gusto propio.
—¡Ja! ¿Entonces qué se supone que soy si estoy aquí retenido contra mi voluntad? Me ofreces salir a tomar el sol, como si para empezar tuviera la ropa o algo por el estilo. ¡No quiero tomar el sol, quiero irme de aquí!
—Te dije que podías pedir la ropa que quisieras y me mandaste al diablo. Tuve que atinar a tu talla con lo que te mandé.
—Y me queda gigante, por cierto.
Hyunjin no pudo evitar reírse. La verdad era que el chico estaba nada do en esa ropa cómoda, era lo único que le había mandado. Pants y camisetas, para evitar el uso de cinturones que venía con los jeans, y que al pequeño Seo no se le ocurriera apuñalar con una hebilla a alguien. No es que les fuera a hacer daño, puesto que era al menos cinco veces más delgado que sus musculosos hombres, pero nunca estaba demás prevenir.
—Escucha, no puedo dejarte ir. Por algo estás aquí. Tu hermano sabe porque te tomé.
—¿Esta es tu venganza por Felix? ¡SUPÉRALO!
—Esto son los gajes del oficio. Si tu hermano tuviera en su poder información mía como la que yo tengo de él, definitivamente también me habría chantajeado con algo. Es matar o morir, creo que lo sabes mejor que nadie, mocoso.
—No soy un mocoso, deja de tratarme como un niño.
—¿Oh? El cachorrito está enojado.
—Dios, eres tan estresante.—Espetó exasperado.
—Como sea, tengo que irme en veinte minutos. Tienes ese tiempo para decidir si quieres quedarte aquí, solo, con mis guardaespaldas. O si quieres venir conmigo a Daegu, al menos podrías salir.
Seungmin tenía levemente su nariz fruncida y sus labios en un puchero, era una expresión que hacía inconscientemente cuando pensaba algo.
—Estaré en el auto.
Entonces se alejó, el menor se quedó observando cómo bajaba las escaleras y tuvo que tomar una decisión. No le tenía miedo todavía, pero sí que estaba temeroso por saber que es lo que había sucedido con Minho. Si viajaba con él, tal vez podría averiguar que era lo que había sucedido con su hyung. Era arriesgado, pero tenía que hacerlo.
Posiblemente Minho tendría más información que él, si es que seguía vivo. Se dirigió a su habitación y se sintió desorientado al darse cuenta que no tenía una maleta donde llevar sus cosas, porque ni siquiera tenía cosas como tal. Se puso unos zapatos y arregló su pelo para ir hacia el garage de la mansión.
Al llegar, había un conductor en traje esperando fuera del carro con una mano sobre su muñeca y esa mirada estoica que parecía ser un requisito para trabajar con Hwang Hyunjin. Cuando lo vio, tocó con sus nudillos la ventana blindada del automóvil negro donde se transportarían, e inmediatamente le abrió una puerta indicándole que se adentrara.
Hyunjin tenía en su regazo una laptop donde tecleaba algo, y únicamente le dirigió una mirada cuando sintió su presencia. Sonrió satisfecho, hasta que inspeccionó su falta de equipaje.
—No tenía donde poner mi ropa.—Murmuró.
El pelinegro asintió comprendiendo.
—Te compraré más cosas allá si te portas bien.—Condicionó con una voz gentil.
Seungmin sintió su interior removerse con la forma en la que el mayor se había atrevido a tomarlo del mentón para prometerle aquello. Se sonrojó y volteó la cabeza.
Si estaba viajando con Hyunjin, era únicamente para averiguar lo qué pasó con Minho. Nada más.
🥀
hyunmin sexo en daegu vamoooos
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro