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aliados secretos
Abrió los ojos acostumbrándose a la luz de una gran habitación con ventanales, el sol arremetía contra su recién despierto rostro que se esforzaba en enfocar la mirada y contemplar en dónde estaba. Vagos recuerdos de lo que había pasado iluminaron su mente, se deshicieron tan pronto como su propio cuerpo reaccionó sin darle tiempo a reunir las piezas.
Se levantó y sintió como si alguien hubiera estado detrás de él esperando el momento en que se despertara abruptamente para pegarle en la cabeza con un objeto tan pesado como un sartén. El dolor de cabeza era infernal y lo mareó desestabilizándolo por unos minutos. Escuchó voces furibundas a lo lejos, un barullo de palabrerías intentando sobreponerse por arriba de la otra.
—¡Eres un maldito traidor!—Reconoció la voz enseguida. Un escalofrío recorrió su espina dorsal terroríficamente.—¡Voy a matarlos cuando salga de aquí!
Minho estaba ahí, en ese lugar a tan solo unos metros de él y sonaba demasiado enfurecido mientras soltaba aquellas amenazas envalentonadas.
—¡Ya te dije que yo no sabía nada!—Replicó alguien más.—Maldita sea, ¿Cómo iba a pensar que Hyunjin enloquecería?
—Yo estoy completamente cuerdo.—Interrumpió a quien reconoció como Hyunjin.—Ehh, y no es secuestro si el mocoso quiso venir conmigo.
Aquella afirmación hizo que su piso se tambaleara aún más, el desconcierto lo hizo temblar hasta su epicentro. No recordaba nada sobre cómo había llegado, pero definitivamente sabía dónde estaba parado. Así como también sabía lo terrible que era.
—Min, deberías irte ya...—Intentó persuadirlo una de las voces, una súplica manchada de advertencia sobre algo malo que podría ocurrir si no se marchaba.—Corres mucho peligro aquí, y–
—¡Cállate, imbécil! ¡Debí saber que tarde o temprano te meterías con mi familia!—Lo encaró con su mezquina impiedad característica de su bien acreditada reputación como matón.
Minho sonaba fúrico, la clase de cólera que te deja una traición por parte de alguien de quien sabías que era probable a cometer una vileza en contra tuya. Darle la confianza a alguien en quien sabes que no debes confiar y aún así ser decepcionado, el rencor con uno mismo de haber sido lo suficientemente iluso como para caer. Debajo de toda aquella capa roja de sentimientos negativos, se podía percibir el duelo.
—Minho, yo– ¡Carajo! Admito que sí le dije a Hyunjin las cosas que necesitaba saber, pero nunca involucraban negocios o cosas que pudieran ponerte en riesgo a tí así que no pensé que–
—¿¡No pensaste qué!?—Espetó desde su lugar.—¿¡No pensaste que darle información sobre Seungmin para que él pudiera fácilmente saber dónde, cómo y cuándo secuestrarlo me afectaría!?
—¡Él quiso ir con Hyunjin!
—¡Porque lo estuvieron manipulando todo este tiempo!—Contraatacó. No había manera de que aquella riña verbal pudiera enfriarse pronto, y a decir verdad, mientras Seungmin más escuchaba, más miedo tenía.
Decidiendo poner fin a aquello e ignorando las alertas rojas sobre la sospechosa y cuestionable conducta de Minho, tocó la gran puerta de madera detrás de la que había estado escondiéndose para escucharlos. Golpeó con ambos puños y gritó el nombre de Minho a la espera de que todo aquello no fuera solo una alucinación producto de alguna droga. Sonaba demasiado real.
Hubo un silencio antes de escuchar los pesados movimientos del otro lado, logró distinguir una silla siendo recorrida y chillando contra el suelo, al igual que unas fuertes pisadas. Siguió tocando hasta que alguien abrió la puerta, y entonces fue recibido por Rowoon, quien se movió hacia un lado dándole paso a ver la forma en la que tenían amarrado con esposas contra el escritorio a Minho, y sus pies estaban atados también con unos cordones en la silla.
Palideció mientras miraba a su Hyung de esa manera, con una cinta en su boca y los ojos desorbitados intentando sugerir algo de lo que no tenía idea. Negaba con la cabeza reiteradamente, y el cuerpo de Seungmin se inmovilizó cuando Hyunjin apuntó un arma detrás de su cuello. La manera en la que lo veía le daba escalofríos terribles, pero no se encontraba con la posibilidad de apartarle la mirada.
Chan se levantó abruptamente, dirigiéndole al jefe una amenazadora mirada y con la mano en la pistola que cargaba en el pantalón.
—Si lo tocas, yo te mato Hyunjin.—Le advirtió severamente.—No me importa que seas como mi hermano.
El pelinegro lo señaló con su cabeza y después a la silla detrás del escritorio, ordenándole sentarse ahí. Seungmin lo hizo sin rechistar.
—Parece que Minho vino a salvarte.—Comentó retirando su arma y tomando un sorbo de su ginebra con total paz.
—Me pregunto si todas nuestros encuentros van a terminar en mi secuestro.—Le dijo Seungmin con una nota de indignación. Volteó a mirar a Minho, un tanto preocupado por él.—¿Qué haces aquí?
—Vine por tí en cuanto supe que no aparecías, y tuve la sensación de que tenía que ver con algo de lo que hablé de más con cierto idiota aquí.—Le explicó, a su lado, Bang Chan se removió incómodamente. Seungmin no supo cómo tomar eso de la mejor manera.
—¿Tú... estuviste hablando con él?—Lo señaló a él y luego al rubio.
—Yo diría que hacían más qué hablar.—Comentó Hyunjin. El menor agrandó sus ojos.
—¿¡Estás involucrado con ellos!?—Le reclamó, ahora desconfiado.
—¡No! Escúchame, puedo explicarte.
—¿Explicarme cómo nos has estado traicionando?
—Nunca, en todo el tiempo que me he visto con Christopher, le he dicho algo sobre nuestra organización. Ni viceversa. Tampoco solíamos preguntarnos nada involucrado con nuestro trabajo, hasta hace poco. Sé que no es una excusa, pero a mí también me traicionaron y por eso estamos aquí.
—Minho, no te he traicionado yo.—Volvió Bang Chan a intentar explicarle, pero un gruñido de parte del matón fue lo único que recibió.
—Lamento este mal entendido entre ustedes, pero deberías creerle. Fui yo el que le ordenó que sacara esa información de tí, Minho, pero era para una buena causa.—Intervino Hyunjin otra vez.
—¿Una buena maldita causa secuestrarme?
—Por si no lo recuerdas, mocoso, fuiste tú el que quiso venir aquí. ¿Acaso ya lo olvidaste?
Las mejillas de Seungmin se encendieron violentamente. Removió su mirada con su puchero pintado en su boca, y evitó la expresión interrogatoria de Minho ante su reacción.
—Creo que deberíamos dejarlos por un tiempo para que solucionen sus problemas de pareja. Vamos, Seungmin.—Le ordenó Hyunjin, a lo que el nombrado desobedeció. Exasperado, el pelinegro lo tomó de la muñeca obligándolo a pararse sobre su lugar a la fuerza.
El menor chilló siendo mangoneado al antojo del fuerte hombre, y pese a los reclamos de un alterado Minho, Hyunjin terminó por llevárselo. El guardaespaldas salió atrás de ellos, y acató las órdenes de su jefe sobre quedarse a vigilar a la pareja en el estudio.
Lo dirigió hacia el tercer piso, abrió una de las puertas al final del pasillo y entonces cerró el seguro tras de ellos. El diablo tenía muchas formas de manifestarse, pero ninguna era tan hipnotizante como la del rostro depredador de Hwang Hyunjin cuando quería a alguien. Las rodillas de Seungmin temblaron, y retrocedió cuando el mayor fue acercándose a él hasta hacerlo chocar contra la cama. Con un leve empujón, el hombre lo sentó en la mullida superficie sin quitarle los ojos de encima todavía. El menor sentía cómo su respiración le comenzaba a faltar.
Hyunjin acercó su mano hacia su rostro y trazó delicadamente con aquellos finos dedos de exquisita estructura desde su rostro hasta su boca, donde sus labios temblaron al saber a dónde se dirigían aquellos dos dígitos con los que tanto fantaseó en noches prohibidas.
Debería haberle mordido, haber intentado escapar y hacerle daño, pero estaba completamente a su merced. Todas las advertencias recibidas en algún momento fueron en vano, porque su mente daba borrón y cuenta nueva como si hubiera un corto circuito que reiniciara su sistema cada que entraba en contacto con aquella fría piel. La calidad de prohibido lo hacía querer desearlo más, y cuando sus labios fueron acariciados, no pudo evitar lamerlos.
Hwang lo miraba desde arriba con su expresión estoica a pesar de mantener un brillo en la oscura y pesada mirada, que ponía sobre la mesa sus intenciones. Había estado esperando tanto por este momento, así que no lo desperdiciaría. Fue a por ello inclinándose y asegurando su agarre en el mentón del rostro ajeno con su mano, lo acomodó y unió sus labios en un beso codicioso.
Sus lenguas entraron en una lucha por el control, mordiendo y chupando como si la enemistad de aquellas organizaciones a las que pertenecían se reflejaran en sus propios deseos. La confusión, la frustración y las ansias de seguir profanando sus cavidades bucales hasta estar satisfechos. Pero cuando Seungmin gimió lentamente, Hyunjin sintió que la espera había valido la pena.
El mocoso sabía besar como un maldito ángel, la tersa piel y la carne avivándose con cada succión y mordida, la lengua explorando con libertad total tras la sumisión de Seungmin al haberse abierto para él. Sus manos subieron hasta su torso y arrugaron la tela de su camisa blanca de botones, la energía recorriéndolos por todo el cuerpo y picando en la punta de sus dedos para hacerlos entrar en fricción.
La polla de Hyunjin se retorció en su lugar, maldiciendo internamente por estar disfrutando tanto el momento. Aunque lo culpó en el estrés y la falta de buen sexo que había tenido en un largo tiempo. No era mucho sacrificio besarlo si el joven era algo hermoso también. Cuando se separaron, las mejillas del menor estaban coloradas, sus ojos parecían soñadores.
—Vas a tener que pagar si quieres su libertad. Lo sabes ¿Cierto?—Susurró sobre aquellos labios húmedos.
Seungmin sintió un escalofrío recorriendo su espalda. ¿Qué demonios acababa de hacer? Se reprochó fuertemente por su debilidad ante alguien tan despreciable como lo era Hyunjin. A pesar de que estaba enojado y confundido por la presencia de Minho, era su familia, y al final del día, no parecía ser más fuerte que él si estaba todavía entre los brazos del enemigo.
—¿Vas a matarlo?—Le preguntó, no queriendo saber la respuesta en el fondo. El tipo lo miró con un poco de condescendencia, dejándole entre ver que habría una posibilidad de negociarlo.
—Puedo hacerlo...—Empezó, asegurándole aquello como si se tratara de algo tan simple como sacudir el polvo de un estante. Marcó desde su mejilla hasta su boca con las caricias de sus dedos.—Pero ¿De qué serviría? Me tendrías miedo, y yo no quiero que me temas.
—Yo no te temería nunca, tramposo cobarde. Menos si actúas para jodernos cuando Changbin no está cerca porque sabes que te mataría sin rodeos. Toca a Minho, y perderás a todos tus hombres. Tócame a mí, y serás tú el hombre muerto.
Hyunjin sonrió con cinismo. Algo sobre ese malcriado tono en el que hablaba y amenazaba, sabiéndose tan seguro y protegido, calentaba su interior. Era un deseo intrínseco por destruirlo, por quitarle la seguridad de su rostro y reducir su altanería a la sumisión. Sonaba como un buen reto.
—¿Crees que necesito esconderme de tu hermano para hacerte algo?—Le preguntó, como si la declaración de Seungmin fuera irrisoria.—Si yo quisiera hacerte daño, ya lo habría hecho.—Le aseguró.
—¿Entonces qué es lo que quieres?—Lo interrogó el menor con los ojos entornados. Su mirada no podía despegarse de aquellos labios carnosos, rojos y brillantes de saliva.
Hyunjin no respondió nada, simplemente se acercó hasta cerrar la distancia entre ellos con la intención de volver a tomarlo en un beso. Seungmin alejó la cabeza antes de que lo lograra, su lengua remolinando entre sus dientes por soltar otra excusa para hacerlo desatinar.
—¿Y tu novia Nayeon?—Le preguntó con sorna, y no por que realmente le importara besar al novio de su amiga.
Podrían llamarlo hipócrita, pero sabía que ella tampoco tendría esa consideración por él si tuviera la oportunidad con Jaehyun, o cualquier otra pareja de la cual gustara. De hecho pasó dos veces, si los chicos con los que Seungmin se enrollaba tiraban para ambos bandos, entonces la chica estaría saliendo con ellos la semana siguiente. Nunca le importó lo suficiente para reclamarle, porque no era del tipo de poner chicos sobre amigas. Además, ella era una traidora al haberse metido con Hyunjin, sabiendo perfectamente de la rivalidad que tenía su familia con él.
Bueno, lo último lo quitaría. Seungmin no era mejor que ella, porque también había caído rendido ante Hwang Hyunjin.
—¿Y Jaehyun?—Le devolvió el hombre. Mostró con una sonrisa su hilera de dientes aperlados.—¿Qué diría tu prometido si te viera ahora aquí? En este mismo instante, temblando en mis brazos...—Susurró en su oído.
Mordió el lóbulo, sus dedos recorriendo desde sus mejillas hasta su nuca. Una vez ahí, enredó las manos en el cabello y tiró de su cabeza hacia atrás. Seungmin no pudo evitar soltar un leve gemido por la exquisita fuerza del hombre sobre su cuerpo, la forma en la que imponía su autoridad y lo manejaba a su antojo.
—Preguntaría si eso es todo lo que tienes para calentar a alguien.—Respondió. Su boca se secó cuando los ojos de Hyunjin se oscurecieron aún más, si eso era posible.
Lo doblegó con más fuerza sobre la cama y continuó a restregar su rodilla contra su entrepierna, estimulando su erección. Las mejillas de Seungmin prendieron en llamas, su cuerpo empezó a restregarse mientras Hyunjin hacía su trabajo excitándolo con veneración, grabándose los bonitos gemidos que de su boca salían y los labios hinchados por todos sus besos.
Al diablo. Él mandaría todo al diablo en este instante.
—Voy a hacerte rogar por mí.—Musitó con sus manos peregrinando hasta el sagrado cuerpo. La piel caliente debajo de su delgada camisa satinada.
Cuando Seungmin escuchó aquello, su sistema se puso alerta.
—¡No!—Se levantó y lo empujó, sus manos de repente reuniendo la fuerza suficiente para alejarlo.
Hyunjin lo miraba perplejo. Tenía en su rostro una mueca de confusión y lo veía como si le hubiese crecido una tercera cabeza, aunque sabía con seguridad que no lo había lastimado ni de chiste, de ser así, estaba seguro de que le hubiera devuelto el golpe.
—¿Qué mierda? Te restriegas contra mi pierna, pero dibujas la línea cuando quiero tocarte.—Dijo Hyunjin.
No parecía enojado, como todos esos patanes frustrados que intentaron meterse en sus pantalones antes, sino que lo había dicho en un tono algo burlesco. Seungmin jadeó intentando recomponerse, de pronto la oscuridad de la habitación dejó de parecerle algo sensual y empezó a tornarse en algo sofocante. La sonrisa de Hyunjin instantáneamente se borró.
—Aguarda... ¿No eres virgen, o sí?—Preguntó dando un paso para atrás. El menor ni siquiera se molestó en atender aquella duda y dejó que el silencio hablara por sí solo.—Carajo...
Seungmin se echó para atrás en la cama, sus manos aferradas a las sábanas. Si no fuera porque estaba intentando derribar todos sus pensamientos intrusivos, se sentiría ofendido por la cara de incredulidad que el imbécil de Hwang estaba dedicándole. ¿Acaso pensaba que era alguien fácil que le abriría las piernas? Bueno, tal vez haber estado gimiendo bajo él hace unos minutos podía confundir a cualquiera, pero seguía defendiendo su postura acerca de tener derecho a estar molesto. Maldito idiota.
—Changbin va a matarte cuando sepa esto...
—Oye, yo no abuse de tí ¿De acuerdo? Tú estabas disfrutándolo hasta que decidiste apartarme, y no estoy forzándote.
—¿Así como te aprovechaste de que estaba drogado para hacerme venir aquí y excusar tu secuestro con que yo quise venir contigo?
—Auch, me haces sonar como un maniático que sabe lo que está haciendo.
—Eso es justamente lo que eres.
—De acuerdo, de acuerdo. De todas formas tienes que dejar de pensar que Changbin vendrá a rescatarte, tengo un gran presentimiento de que eso no sucederá por un tiempo. Tú estarás conmigo un buen rato, y él ya lo sabe. No hay nada que pueda hacer al respecto.
Seungmin entornó sus ojos con molestia, el temor apenas una chispa dando vueltas por su mente.
—Él lo hará.
Hyunjin dejó escapar una pequeña risa tormentosa. Parecía muy divertido acosta suya.
—¿Crees que Changbin vendrá atrás de tí y de Minho a rescatarlos, sabiendo que son unos traidores?
—¡Yo no lo soy!
—¿Y Minho? ¿Crees que decirle a Christopher todo acerca de dónde estarían pasando sus vacaciones con la familia de tu noviecito no es considerado traición?
Seungmin enmudeció. El temor en su cabeza avivándose con cada argumento que la venenosa lengua de Hyunjin formulaba. No, su hermano lo amaba, su hermano nunca le haría esto.
Y por otro lado ¿¡Qué demonios estaba diciendo acerca de Minho!? Él lo conocía, la persona en la planta baja que estaba amarrada contra una silla, y que había venido detrás suyo para rescatarlo no podía ser un traidor. No después de todos los años de amistad entre los Lee y los Seo, ni la forma en la que él junto con Changbin lo cuidaron mientras crecía. Se negaba a creer que era capaz de hacerlo algo así, a no ser de que tuviera un buen motivo.
—¿Con que lo estás sobornando? ¿De qué se trata todo esto?
—Yo no necesité chantajearlo ni sobornarlo con nada...—Concedió Hyunjin gustoso.—Él mismo se metió en todo esto, y gratis, que es lo peor de todo. Aunque tal vez Chris lo folla demasiado bien si es que suelta la lengua tan fácil como lo hace.
Las nauseas lo atacaron de repente. Seungmin incluso sentía que estaba un poco verde cuando escuchó aquello, sus orbes horrorizadas y su boca en una fina línea presionada contra sí. El mundo parecía dar vueltas.
—¿M-minho y Bang Chan?
—Desde luego ¿O es que no lo sabías? Ellos han sido amantes por un buen tiempo.
La mera idea le revolvió el estómago y apretó su garganta como un nudo, el sudor bochornoso y la sensación tan inquietante de descubrir algo que hubieras estado mejor sin saber, sobre alguien a quien haz idealizado tanto tu vida entera, alguien en quien piensas que sería el menos posible a lastimarte.
—No... él no... estás mintiendo.
—¿Por qué lo haría? Yo nunca miento sobre algo que sé que no tendrá fundamentos suficientes para sostenerse. Mentir no es un juego, es un arte, pero sigo prefiriendo la verdad. Y considérame un gran amante de cualquier arte, así que no, no estoy mintiéndote. Puedes comprobarlo por tí mismo, tal vez Minho siga amarrado a esa silla ahora mismo.
Seungmin se levantó sintiéndose mareado, todo de repente caía sobre él con un peso que logró desequilibrarlo. Salió corriendo escaleras abajo hasta el segundo piso y se dirigí a la puerta de la oficina en la que antes había estado, entró para encontrarse con la habitación donde se despertó. Se quedó en su lugar por un tiempo, asimilando la confusió hasta que sintió la presencia de Hyunjin atrás.
—Esta es mi habitación. Si estás buscando a Minho, probablemente no esté aquí.
Seungmin se apartó y caminó hasta la puerta que, según recordaba, conectaba al estudio. Abrió la puerta para registrar el salón entero, oscuro por la tenue luz amarilla del escritorio que era todo lo que alumbraba el lugar.
No había nadie ahí, los lazos con los que antes había estado amarrado Minho estaban sobre la misma silla. Se había ido, y sus escalofríos cada vez recorrían su espalda con mucha más fuerza.
Si Minho era un traidor, y se había ido, entonces ¿Eso significaba que estaba atrapado solo con Hwang Hyunjin?
Hasta antes de la noche de su cumpleaños, Seungmin tenía una vida estable.
Changbin y Felix recientemente se habían comprometido, la noticia había sido dada a los más cercanos apenas, pues esperarían un poco de tiempo para anunciarlo públicamente y no opacar su compromiso con Jaehyun. Honestamente, todavía le causaba más felicidad el compromiso de su hermano con Felix, que el suyo propio, sin embargo estaba contento de que muy pronto Changbin podría encontrar la felicidad.
De vez en cuando pensaba en lo que sería de su vida si se casaba sin amor, y especialmente a una edad tan joven como la suya, pero a pesar de su temor, sabía que no tenía ninguna escapatoria. No existía ningún príncipe azul que viniera a rescatarlo, y aunque él lo detestara, tenía una responsabilidad que cumplir para con su organización.
Pero ahora, su mundo empezaba a desmoronarse frente a sus ojos, las personas que creía conocer resultaban ser completos desconocidos, y las dudas le carcomían el cerebro.
—Ahora eres mío, mocoso.
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perdonen la tardanza TwT por fin pude publicar cap <3
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