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my burning sun will someday rise
Hwang Hyunjin era una persona paciente, aunque no estrictamente tolerante. Era un buen depredador que sabía camuflajearse entre las malezas y esperar el momento indicado, tan hábil para la discreción que todo alrededor de él era sigiloso, calmado y fluido. Tan meticuloso y letal como cualquier reptil, imponente y siempre arrastrándose por los suelos para utilizar ese factor sorpresa a su favor cuando lo necesitara.
Le gustaba el equilibrio en su vida, saber que tenía el control sobre la mayoría de las cosas que sucedían a su alrededor y ser obedecido. Era por eso que era tan detallista en cada aspecto de su vida, una obsesión con la perfección que elevaba sus expectativas muy sobre los cielos, haciéndolo difícil para los demás cumplir con ellas.
Con una vida tan llena de presión, era certero decir que muy pocas personas estaban dispuestas a seguirle el ritmo. Él estaba acostumbrado a desechar todo, consumirlo como lo harían las brasas ardientes de un incendio. Hasta ese momento, él solo había conocido a un amante que fue capaz de amoldarse a su forma de vida, mismo al que había amado con tanta intensidad como la radiación de un Sol naciente. Felix era su Sol, aquella estrella gigante con luz propia que iluminaba su vida.
Pero si se ponía en una balanza, la traición pesaba el doble que un amor a pesar de toda la pasión que alguna vez haya existido. Se recordaba a diario que un amante y un enemigo tienen la misma posibilidad de destruir tu vida.
Fue de su agrado saber que la espera había valido la pena, luego de largos meses en los que su plan fue puesto en pausa. La tarde en la que Chan llegó a visitarlo anunciando que tenía noticias, había estado ocupado actualizando la lista de sus hombres para rotarlos como acostumbraba ya rutinariamente.
—Pensé haberte dicho que estaría ocupado hoy.—Le recordó revisando los expedientes sobre su mesa. Tenía una lista donde tachaba a aquellos que vivirían o no, dependiendo de cuánta posible información tenían de su organización, y rayaba sobre ella como si se tratase del boleto de lotería.
—Lo hiciste, pero creí que no te molestarías cuando supieras la razón de mi visita.—Explicó Chan sentándose en la silla de cuero frente al mueble, su camisa Versace estaba abierta un centímetro más abajo de su pecho y las cadenas doradas daban vida a la pálida piel.
—¿Y bien?—Interrogó Hyunjin, empezando a estar solo un poco impaciente.
—El "niño bonito"–mencionó haciendo comillas con sus dedos–estará celebrando su cumpleaños esta noche en uno de mis clubes. Hay una reservación a nombre de 'Doble J'.
—¿Cómo es que no saben que están reservando para tí?—Se preguntó genuinamente. Sabía que esa familia era descuidada, pero no tanto como para no revisar donde festejarían públicamente un evento tan llamativo como lo era un cumpleaños.
—Lo adquirí apenas como un pago a una deuda que el propietario no podía pagar. Está fuera de la ciudad, muy–enfatizó– fuera de la ciudad, como a cinco horas. Ellos están pasando unas vacaciones ahí, y honestamente nunca lo habría adivinado de no ser porque el antiguo dueño mencionó algo acerca de unos cumpleaños de niños ricos.
—¿Y cómo estamos seguros que se trata de Seungmin? Se ve más inteligente que eso. Si tuviera al menos dos neuronas trabajando, sabría no dejar huellas.
—Esa es la cosa. Ellos están teniendo unas vacaciones familiares en ese condado, es una residencia elitista y privada con un gran lago. Son invitados del empresario Jeong. Su hijo fue el que hizo la reservación en este club, pagó por la terraza. Jeong Jaehyun, 'Doble J'.
—Sigo sin saber cómo eso se relaciona–
—Jeong Jaehyun, genio, ha estado metiéndose en los pantalones del mocoso.—Le expuso más a fondo.—Han salido por un tiempo, Rowoon los ha visto. El padre es dueño de la constructora más grande e importante del país, y es amigo de la familia. Son tradicionales y, no sé si lo dijo como broma pero ya sabes quién, dice que están buscando un matrimonio con el mejor postor.
—Seungmin...—Atinó Hyunjin. Su atención estaba ahora completamente puesta en la información que Chan le proporcionaba.—¿Por cuánto tiempo dices que han salido?
—No lo sé.—Admitió el rizado.—Es decir, esto no es nuevo. ¿Recuerdas la primera vez que viste a Seungmin? El día en que todo este absurdo plan tuyo comenzó. Esa noche estaba besándose con un tipo hasta que mandaste a Rowoon a intervenir.
—¿Ese es el tal Jaehyun?
—El mismo. Jeongin dice que conoce al padre, me dijo que conocía a la familia también. Dice que hasta hace medio año eran clientes frecuentes en sus casinos, así que era de esperarse que dejaran de acudir alrededor del tiempo en el que Seo y Jeong empezaron a relacionarse por la parejita. Eso es todo lo que sé, todo lo que he reunido este tiempo, así que deja de romperme las pelotas obligándome a hacerla de Sherif. Yo manejo clubes, no expedientes carajo.—Soltó exasperado. A veces en serio se cuestionaba el por qué le seguía la corriente a Hyunjin en sus absurdos juegos de tira y afloja.
—¿Hay más información al respecto?—Insistió el jefe. Había esperado lo suficiente como para tener al menos un informe decente, aunque debía admitir que estaba complacido con las cualidades investigadoras de su amigo.
—La hermana mayor de Niño Bonito 2.0–apodó a Jaehyun– fue comprometida y casada en Estados Unidos hace cuatro años. Ella vive ahí con su esposo, otra familia de ricos con ascendencia coreana que es dueña de una refinería. Por lo tanto, el negocio de la constructora pasará a manos de él, suponiendo claro que contraiga matrimonio según el patrón tradicional de su familia. ¿Estoy dando muchas vueltas al asunto?
—Sí, ve al grano.—Ordenó Hyunjin repiqueteando en la mesa con su pluma.
—Bien. De políticos no nos sorprende saber que suelen relacionarse en este mundo ¿Cierto? ¿Pero empresarios conocidos? Eso es algo que se lleva muy por debajo de la mesa. Estas empresas financian las carreras políticas de los candidatos y blah blah blah, cosas que tú ya sabes a juzgar por la forma desesperada en la que me estás viendo.
—¡Continúa!
—¡De acuerdo!—Alzó sus manos en señal de rendición.—La política, el crimen organizado y la evasión de impuestos suenan como un buen negocio para mí. Y Seo Changbin lo sabe muy bien, así que básicamente están planeando conseguir nuevos aliados para protegerse. Tampoco creo que confíe en Im.
—Es un movimiento inteligente...—Admitió, porque honestamente lo era.—Aún así, volveremos a la acción ahora que sabemos todo esto.
Chan, quien estaba sentado con la espalda relajada y las piernas demasiado abiertas, se incorporó rápidamente.
—¿Tan pronto?
—He esperado lo suficiente.—Dijo Hyunjin regresando a su lista. Christopher seguía indeciso.
—Oye... ten cuidado con lo que haces.—Advirtió severamente. El pelinegro sonrió y asintió pretendiendo que haría caso a la petición. El rizado gruñó exasperado a sabiendas de que Hwang haría las cosas a su manera al final del día.—Hablo en serio, idiota. ¿Qué vas a hacer?
El hombre cerró el estuche de su cara pluma con cuidado, se puso su anillo y se puso de pie.
—Iré a una fiesta de cumpleaños, desde luego.
Seungmin estaba feliz, lo más feliz que había estado en algún tiempo. Llegaron al condado turístico al que Jaehyun tanto insistió en llevarlo, y honestamente estaba mucho más emocionado por saber que Minho, Felix y su hermano habían accedido a acompañarlo.
Inició el día con un fuerte abrazo de parte de Changbin, quien con ayuda de Felix, tapó sus ojos hasta bajar a la primera planta donde le tenían preparado un lindo cartel con la leyenda de feliz cumpleaños, y un pastel con betún de queso crema que tenía la forma de un cachorrito poodle. Que le cantaran feliz cumpleaños a esa edad debió haberse sentido vergonzoso, y sin embargo habían sido tan pocos los cumpleaños que pasó con sus seres queridos reunidos todos al mismo tiempo, que en serio lo apreciaba.
Sonaba pretencioso decirlo en voz alta tal vez, pero incluso lo prefería sobre las cosas materiales que no tenían ni el más mínimo detalle o intención detrás, tan solo un valor monetario. Claro que como a todo joven de su edad le gustaba tener cosas lindas, pero también le gustaba ser tomado en cuenta.
Jaehyun lo tomaba en cuenta algunas veces, y gracias a su nula experiencia con parejas sentimentales, se sentía deslumbrado por la atención que recibía de él. En un principio, la idea de que estuvieran intentando emparejarlos no le agradó en absoluto, incluso la detestaba. Estaba avergonzado por lo que habían compartido antes, aunque solo se haya tratado de una noche.
Pero Felix lo convenció para que le diera una oportunidad, y al hacerlo todo tuvo la ilusión de acomodarse. No tenía que ocultarse, se distraía en sus citas y disfrutaba de su compañía. No era tan diferente del Jaehyun que conocía antes, la única diferencia era que ahora tomaba su mano, lo agarraba de la cintura y lo besaba. Y claro, la sortija que compartirían tarde o temprano.
No podría decir a ciencia cierta que estaba enamorado todavía, pero le gustaba no estar solo, la calma y la rutina. Estaba en una zona de confort en la que podría trabajar involucrando sus sentimientos más adelante.
Para su fiesta de cumpleaños, Changbin dejó que Felix lo acompañara. Minho y él desentonaban a seguido por la brecha de edades, su tipo de fiestas eran más formales y lujosas que una terraza privada con luces led cegándoles la vista. Al pecoso le encantaban ambos tipos de ambientes después de todo, así que estaba feliz de saber que a lo largo de los últimos meses, la alianza hubiera podido acreditarles una confianza sólida en base a sus méritos.
Felix había sido aceptado como uno de los suyos oficialmente, y Seungmin había demostrado ser lo suficiente maduro como para acceder gustoso a una relación que les favoreciera a todos. Ya no habían ejércitos de escoltas tras ellos todo el tiempo para vigilar que no cometieran imprudencias, tan solo los típicos guardaespaldas para protegerlos en caso de un intento de ataque. Hay mucho loco suelto por ahí, solía decía Changbin.
Seungmin estaba un poco preocupado sabiendo que no conocía a nadie más allá de Felix y su novio, que según le había dicho, había invitado a varios conocidos a la fiesta. Desde el incidente en la casa de los Zhiang que él no había vuelto a contactarse con ninguno de sus amigos o compañeros de la universidad.
Al anochecer partieron hacia allá acompañados de sus guardaespaldas, era un evento privado así que estarían seguros en aquella zona residencial. Una vez llegaron, Jeon los llevó hacia la terraza donde estaban sus amigos también. Tomaron asiento en uno de los sillones donde estaban sentadas unas chicas, aparentemente novias de los amigos de Jaehyun.
El servicio llegó con botellas, no estaban planeando emborracharse sino pasarla bien, y lo demás que surgiera en el camino entonces sería parte de la noche. La música zumbaba fuerte en todo el lugar, retumbando en sus oídos e incitándolos a bailar con la soltura que el alcohol les ofrecía. Las botellas en cubetas frías, el licor más caro y de calidad del que disponía aquel club. Tras unas copas, Felix empezó a bailar acompañado de una de las chicas.
Seungmin estaba disfrutando del espectáculo ridículo que ofrecían, algo cohibido de ir con ellos pues Jaehyun tenía su brazo a su alrededor suyo mientras fumaba un cigarro y despedía el humo hacia otro lado. Los amigos hablaban con ellos haciéndolo reír a costa de burlas hacia su novio, y aunque éste pretendía enojarse, también se divertía aceptando los comentarios.
Cuando sus abstenidas mentes propusieron ingerir algo para encender el ambiente, fue persuadido por el mayor para que tomara aunque fuera una pastilla. Aparentemente no podían pasar una buena noche sin el concepto de una droga alterando sus sistemas. Felix se acercó a él para intervenir en caso de que se sintiera demasiado presionado, lo cual agradeció bastante en realidad, ya que se sentía un poco dubitativo acerca de intentarlo. Intoxicarse de tal manera nunca le salía bien.
Felix aceptó un churro de marihuana que le ofrecieron, aunque sólo se trató de unas caladas antes de devolverlo. Con la sola mirada fue capaz de comunicarle a Seungmin que no tenía que hacer lo mismo si es que no quería. Él lo dudó, pero pensó que valdría la pena intentarlo para empezar a relajarse.
Cuando el ambiente empezó a encenderse una vez la madrugada arribó, estaba demasiado absorto bailando en compañía de Jaehyun. Sus músculos estaban relajados, la mente nublada y deslumbrada entre las luces rojas que esporádicamente cambiaban a tonalidades moradas, el sudor de los cuerpos juntos moviéndose al compás del ritmo de la música.
Jeong susurró algo en su oído lo cual entendió a medias, distorsionado de su capacidad auditiva. Simplemente le siguió el juego con una actitud risueña, la forma en la que Jaehyun empezaba a devorarlo con la mirada debió haber sido una pista de lo que pretendía llevándolo ahí.
Al entrar había poca gente para su sorpresa, pues ningún baño de un club (por más barato y corriente que fuese) estaría nunca tan vacío. De todas formas, esto no representó ningún contratiempo para los fines lascivos que tenían en mente. Tener a Jaehyun en su cuello lo estaba distrayendo mientras su cabeza volvía a recuperar un poco de sentido común, el efecto de la droga muy lentamente bajando. La cordura regresaba paulatinamente a su ser, al menos lo suficiente para ser consciente de sus alrededores, y entonces se cuestionó las cosas que había estado ignorando. Sin embargo, seguía en un estado bastante maleable y dócil.
¿Por qué de pronto la insistencia de Jaehyun le resultaba agobiante? Empezó a golpetear sus hombros levemente susurrando que deberían parar. Un faje era a lo más que ellos habían llegado en ese punto de su relación, y en lo personal, Seungmin tampoco se había aventurado a tener algo más allá con alguien todavía. Pese a esto, se sentía en una nube que lo hacía incapaz de tener la mínima fuerza de voluntad para negarse a algo, porque todo le resultaba o muy gracioso o muy borroso.
No se percató del momento en el que unos hombres entraron a aquellos baños, su mente pérdida apenas enfocó las nuevas presencias que mandaron escalofríos a su espalda. Hizo el amago de empujar al hombre que marcaba su cuello, aplicando un poco de presión extra para que éste lo atendiera. Lo miró confundido hasta entender el por qué de la interrupción, y es que la figura de un hombre fuera de la puerta era identificable incluso para sus intoxicadas mentes.
Enojado y engreído se dispuso a abrir de par en par para enfrentar al susodicho. Lo que encontró del otro lado, les heló la sangre lo suficiente como para hacerlos reaccionar y regresar a la realidad. Todo se volvió nítido cuando hubo una pistola apuntada a la cabeza de Jaehyun, éste alzando sus manos y retrocediendo lentamente.
—¿Quieres dinero?—Preguntó el mayor.—¿De nuestra droga? ¿Qué quieres? ¡Baja el arma, te lo daremos!
Seungmin ni siquiera parpadeaba, atento a la terrorífica escena frente suyo que lo tenía tan pegado a la pared que le sorprendía que todavía no estuviera fundiéndose en ella. La cara del hombre estaba tapada por una máscara, pero en el momento en que volteó a mirarlo directo a los ojos, fue imposible no reconocerlo. Estaba casi seguro de que sabía quién era.
Apuntó con la cabeza hacia fuera del cubículo para indicarle que saliera, lo hizo sin rechistar. Escuchó a Jaehyun barboteando acerca de eso y solo soltó un grito horrorizado cuando el hombre lo golpeó con el arma en la cabeza. Fue tan rápida la movida, que de un momento a otro estaba saliendo por una puerta que no había visto al llegar. Caminaron por un pasillo largo que los sacó a la parte trasera, tenía las manos del sujeto ayudándolo a mantenerse de pie.
La idea de saber de quién estaría esperándolo del otro lado cruzó su mente, y mentiría si dijera que no estuvo un poco asustado por comprobarlo. Con todo y su temor, también tenía una gran curiosidad que le picaba por todo el cuerpo.
Había una gran camioneta negra y blindada que le fue abierta e indicada para entrar en ella. Lo hizo, y su corazón estuvo a punto de parar cuando se encontró con un rostro muy familiar. Uno con el que había pasado los últimos meses intentando refundir en lo profundo del laberinto de sus pensamientos, los más recónditos y prohibidos.
Hwang Hyunjin lo esperaba con su típica sonrisa presuntuosa, bribona y petulante. Tenía un cigarro de tabaco en la mano que exhaló antes de sacudir la ceniza y tirarlo fuera de la ventana. Seungmin había enmudecido por completo.
—¿Tú?—Preguntó anonadado. Estaba nuevamente en sus manos, y lo supo cuando el automóvil ya había cerrado sus puertas y estaba sobre la marcha.
—Hace tiempo no escuchaba de tí.—Le dijo Hyunjin inalterable.—¿No te dijeron acaso que es de mala educación irse sin despedirse? Ni siquiera tuviste la decencia de declinar mi oferta.
—¿¡Qué es todo esto!?—Exigió el joven, con su mejor intento por sonar demandante. Aún así, no estaba tan desesperado como lo tendría que estar suponiendo que, por segunda vez, aquel idiota lograba sacarlo de un club. Coincidentemente de la misma manera.
—Necesitaba ver al cumpleañero para entregarle su regalo, desde luego.—Le explicó lacónicamente
De su bolsillo sacó un collar que rápidamente supo identificar. Era su gargantilla, una que había perdido hace tiempo, y ahora volvía a verla guardada en una pequeña caja aterciopelada. Una avalancha de sensaciones se derrumbó en su interior, la mirada de aquel hombre aseguraba un triunfo sobre él cada que conectaba con esas orbes.
—No ibas a regresar a mí por cuenta propia.—Manifestó recogiendo la fina pieza en sus manos. Se deslizó en los asientos y se acercó a él, por mero instinto Seungmin se hizo a un lado.
Hyunjin de todas formas volvió a intentarlo y logró su cometido cuando el menor se quedó helado en su posición mientras sentía unas frías manos tocar su pálido cuello, la tensión los abrazaba tan fuerte que ninguno de los dos estaba en total control de sus acciones, aún sin la necesidad de inhalar ningún estupefaciente. Tener acceso a una zona tan íntima como lo era el cuello estaba haciendo algunos circuitos dentro suyo.
Aseguró el broche y se mantuvo en la misma posición cerca del joven, que lo miraba tan inocentemente con aquellos grandes ojos anfitriones de la más bonita ejemplificación de ingenuidad. Eran unas pupilas café oscuras grandes que, junto sus mejillas, aniñaban su rostro y lo inmortalizaban en el tiempo desafiando la edad. Era no más que un ciervo fuertemente atraído hacia su cazador.
Recorrió con ambas manos desde su cuello hasta acunar tal rostro apaciguado, estimulando el sonrojo de sus mejillas calientes al tacto. Seungmin parpadeó y remojó sus labios.
—¿Vas a lastimarme?—Interrogó expectante.
—Por supuesto que no.—Prometió con un susurro. No por ahora, pensó agregar.—Vendrás conmigo.
Seungmin asintió, la cercanía con aquel líder criminal era tan embriagadora que lo hacía olvidarse de las consecuencias que tendría que enfrentar después. Un sudor frío transitó por toda su espalda, se inclinó hacia el toque disfrutando de ese roce del que había estado tan privado.
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¿qué creen que vaya a hacer Hyunjin con Seungmin? TwT
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