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La casa del lobo feroz

Cuando Seungmin despertó, el dolor de cabeza taladraba su ser con ímpetu, la luz tenue de una habitación con cortinas cerradas que dejaban asomar a pequeños rayos de sol que a contraluz exhibían las partículas de polvo volando en el aire, se notaba que la habitación había estado desocupada por un tiempo. Era amplia y olía a pintura fresca, pulcramente blanca en las cuatro paredes.

Se alarmó. ¿En dónde estaba? Los recuerdos de la noche anterior se estrellaron contra él bombardeándolo con destellos de momentos en los que había estado demasiado borracho para siquiera funcionar, y de ahí en adelante una pantalla negra bloqueaba el paso de cualquier otro recuerdo. Pensó que estaba en la casa de Jaehyun, la simple idea lo alarmó y las sospechas se triplicaron cuando se percató de su pecho desnudo entre las sábanas y sus bóxers como la única prenda que llevaba puesta.

Con esfuerzo se levantó de la cama y se dio cuenta que aquella habitación estaba demasiado vacía como para ser de su compañero, es decir, ni siquiera lo conocía demasiado pero una pieza tan vacía no iba con el estilo maximalista de él. La cerradura estaba bloqueada cuando intentó abrir, así que golpeó la puerta confundido de la razón que tuvo para encerrarlo ahí después de tomar su virginidad. Y lo peor de su primera vez es que ni siquiera lo recordaba.

—¡Jaehyun!—Golpeteó una vez más llamando su nombre.—Déjame salir–

La puerta entonces se abrió delatando la presencia imponente de un hombre que entró haciéndole trastabillar hacia atrás. Su altura le sacaba mínimo cuatro cabezas, con el pelo negro y los ojos de venado más redondos y bonitos. Su expresión era tranquila, pero su semblante divertido y astuto lo intimidó.

—¿Q-quién eres tú?—Preguntó Seungmin alejándose lo más posible. De pronto, una mirada a esos ojos destellaron como una memoria fugaz y todo hizo clic de repente. Era el chico del club con el que se besó en los baños. —¿T-tú? ¿¡Tú y yo!? Se señaló a sí mismo y luego a la cama destendida en la que se había despertado.

—¿Qué hacía un niño tan bonito tan solo en los baños?—Preguntó mofándose mientras se tocaba los labios.—No quise desaprovechar nuestra oportunidad, así que te trajé aquí. La pasaste muy bien.

El estómago de Seungmin se revolvió ante aquellas palabras, sintió como su alma abandonaba su cuerpo y de pronto una sensación de desnudez lo dejó indefenso. ¿Pero qué había pasado? Unas cuantas copas no pudieron dejarlo tan inconsciente para llegar a ese punto.

Las carcajadas del hombre frente suyo rompieron la burbuja de estrés que empezó a acarrearlo, al imbécil le resultaba muy gracioso al parecer. Se volteó para que el tipo dejara de ver su pecho, se subió a la cama y buscó su ropa del otro lado.

—Oye niño, no empines ese culo para mí así. Es de mala educación.—Lo molestó cuando hizo el amago de agacharse por su camiseta.

Seungmin sintió sus mejillas colorearse agresivamente ante el comentario del tipo, se vistió lo más rápido posible y lo encaró con los brazos cruzados y su cara más seria, que no se notara que estaba temblando como venado aprendiendo a caminar.

—¿Qué me hiciste, idiota? ¡Contesta!—Exigió con un bufido.—No sabes con quién te metiste, imbécil, mi hermano va a volarte los sesos–

—Pero si ya sé quién eres, lindura. El mocoso malcriado es como se te conoce por aquí, aunque ayer nos sorprendiste a todos. Llevabas tiempo sin dejarte ver y tus años de adolescencia te sentaron bien.—Admitió el hombre, Seungmin cada vez estaba más confundido. ¿Lo conocían?  Bueno, no le sorprendería.

—Yo no soy ningún mocoso y mucho menos malcriado.—Espetó ofendido.

—Así es como el jefe te dice.—Declaró hundiendo los hombros.—Aunque hoy está dispuesto a ser un niñero, ven conmigo para que lo conozcas.

—No soy un idiota, yo me quedaré aquí hasta que mi hermano venga. ¿Qué es lo que quieren? ¿Dinero? ¡No era necesario secuestrarme!—Los incriminó con furia.

El idiota del club se rió de él como ya lo había estado haciendo, quiso arremeter contra él y, de hecho, no lo hubiera dudado de no ser por el arma que llevaba escondida en su pantalón. Alguien cuya familia se dedica a eso sabría fácilmente defenderse, pero el problema con Seungmin era que ni siquiera se había molestado bien en aprender después de las insistencias de Changbin. Se arrepentía gravemente en estos momentos.

—Si no vas a ir con él, entonces él vendrá a tí.—Advirtió el hombre antes de salir rápidamente y dejarlo encerrado nuevamente. Seungmin intentó detenerlo, pero su agilidad no era precisamente la de una gacela.

Refunfuñando fue a ponerse los zapatos para estar listo por si se daba la oportunidad de escapar, aunque cuando se acercó a la ventana de más de un metro y removió la pesada cortina, chilló para sus adentros. Estaba en un tercer piso, con vista a un jardín hermoso y verde con una bonita fuente en medio pero con demasiados guardias portadores de pistola. Empezaba a creer que lo estaban reteniendo por algo más que por dinero.

Entonces la puerta se abrió interrumpiendo su revelación, un hombre alto, tal vez un poco más bajo que el de antes, con pelo negro y una mirada tan hipnotizante que sería inconfundible. Estaba jodido.

—No puede ser ¿Tú? Esto tiene que ser broma.—Se lamentó Seungmin pegado a la ventana, casi como si quisiera fundirse con ella.—Escucha, los problemas que tengas con mi hermano resuélvelos con él ¿Sí? ¡De seguro esto es por Felix! Maldita sea, secuéstralo a él no a mí. Yo tengo muchos años por vivir.

—Veo que sigues siendo respondón.—Comentó con algo de gracia, llevaba en la mano un puñado de frutos secos.—Es agradable verte de nuevo, mocoso. Aunque no te prometo ser tan tolerante si no controlas esa boquita tuya.

Hwang Hyunjin estaba frente a él, con una sonrisa victoriosa y la mirada más espeluznante que tenía para dar. Definitivamente Seungmin no estaba ahí para tomar el té. No solo le preocupaba él, bueno, era la principal prioridad salir con vida claramente, pero también le preocupaba demasiado su alianza. Los Seo y Lee se consideraban prácticamente familia, y en las ocasiones en que uno de ellos era secuestrado como ahora para conseguir dinero, ambas familias se ayudaban mutuamente como una sola. Sabía perfectamente que cuando Changbin se enterara donde estaba, iba a haber otro enfrentamiento y esta vez ni siquiera quería pensar en las consecuencias de su familia.

—Hyunjin, por favor piensa bien lo que vas a hacer. No puedes poner en riesgo a tu gente y a tu familia por una tonta disputa porque cuando Changbin sepa–

—Saber le tomará un tiempo, te lo aseguro. Era de esperarse que el hermanito menor y consentido iba a tener un rastreador consigo, Rowoon ya te lo sacó.—Dijo señalando al hombre del club. Entonces parecía que ese tal Rowoon trabajaba para él.—¿Y de qué disputa hablas? Si nosotros no haremos nada malo. Es más, tu hermano debería estar agradecido. Te salvé de ser abusado en los baños del club de Bang, y por mí puedes omitir esta parte con Changbin para que no te encierre el resto de su vida.

—No te creo, hay un truco en esto.—Acusó Seungmin con seguridad.—Tú no vas a dejarme ir por nada del mundo.

Hyunjin y Rowoon se rieron sorprendidos, burlándose de él.

—Está bien cariño, si tanto quieres ser la bella de mi bestia... Aunque en ese caso tu familia sí te buscará, encontrarán con quién estás y esa disputa de la que hablas se va a hacer realidad. Vamos, ven por el resto de tus cosas y podrás irte después de desayunar.

—¿¡Desayunar!? Por Dios, tú estás tramando desayunarme descuartizado de seguro. No puedes estar hablando en serio.—Soltó con incredulidad, aún aferrado a la ventana.

—Lo hago.—Dijo sin redondeos.

—¿Entonces por qué me quitaste mi rastreador?—Preguntó a la defensiva.

—No me apetecía tener que lidiar con ráfagas de balas en plena madrugada si Seo te buscaba antes. Creo que de todas formas ya estás en problemas, tú y ese fortachón de pelo rosa.

Seungmin entonces recordó. Palmeó su frente y negó con los ojos cerrados fuertemente recordando a Wonho, su pobre culo seguramente estaría siendo amenazado a muerte en estos instantes. Su intención no era esa, él tenía planeado regresar a su casa para intervenir por él.

—Tengo a alguien vigilando solo en caso de que tu familia se dirija hasta aquí, ellos pueden asumir fácilmente que te secuestré o algo así.

—¡Eso es lo que hiciste!

—Oye, yo solo te estoy dando hospedaje. De no haber sido por mí estarías arrepintiéndote toda la vida. Solo baja a desayunar y podrás irte con tus cosas.

—No quiero desayunar, solo dame mis cosas. Y para que lo sepas, por si esto es lo que planeas, mi familia no te va a deber ningún favor solo por haberme salvado ¿Entendiste?

—Yo no planeaba exigirles nada, la deuda conmigo la tienes tú.—Explicó calmado mientras se hacía a un lado para dejarlo pasar y salir de la habitación.

Seungmin dio un suspiro. Él estaba acostumbrado a cosas caras, grandes y lujosas casas, pocas veces algo podría robarle el aliento como esto. Pero para ser un ladrón de arte, Hyunjin tenía sin duda exquisitos gustos por el mural que adornaba el camino de las grandes escaleras en caracol de la mansión.

—¿Te gusta lo que ves?—Preguntó Hyunjin a sus espaldas, susurrando en su oído.

—Es un lindo mural.—Admitió.—Ahora devuélveme mis cosas.

Hyunjin lo guió hasta un estudio en la segunda planta. Seungmin iba en medio de él y Rowoon, temiendo por su vida. Al entrar, la habitación más sofisticada y opulenta se abrió para él. Era de tonalidades café, con decoraciones de oro y estantes que mostraban esculturas y objetos que parecían de un museo, seguramente robados. Había también grandes óleos sin terminar, sin empezar o terminados en una esquina y unos caballetes. Al fondo había un escritorio con estantes atrás. Para ser una oficina estaba algo desordenada.

—¿Y mis cosas?—Volvió a exigir, sintiéndose un tonto cuando cruzó los brazos y pudo sentir al tal Rowoon tras de él haciendo lo mismo en burla. Deseaba tanto estrellar su puño contra ambos idiotas.

Hyunjin tenía una actitud despreocupada mientras rebuscaba algo bajo su gran escritorio. Cuando lo sacó, era una bolsa negra con una etiqueta en la que se leía 'Mocoso'. Seungmin rodó los ojos y la tomó rápidamente, rasgándola para encontrar su chamarra, un brazalete, su cartera y su celular.

Pegó un grito enorme cuando encontró la pantalla de su móvil estrellada y con un gran hueco en medio, como si alguien la hubiera roto de un martillazo. Miró a Hyunjin con la rabia latiendo, tocar su celular había sido el límite. Lo arrojó a la cara del hombre aunque los reflejos de éste lo desviaron del camino, Seungmin necesitaba contar hasta tres.

—¿¡Qué mierda hiciste con mi celular!?

—No me mires a mí, esto fue culpa de Rowoon.—Alzó sus manos declarando inocencia.—Seguro pensó que podrían rastrearte a través de tu celular.

—Bastaba con apagarlo, inútil. No tenían que destruir mi vida entera.—Exageró pensando en sus fotografías y contactos, aunque no eran muchos. Las notas donde llevaba su diario anotado. Los hombres frente a él, como ya era costumbre, se rieron de su infantil actitud, aunque esta vez trataron de disimularlo.

Cuando pretendieron bajar para desayunar, Kim se plantó obstinadamente en su lugar, negándose a comer con aquellos hombres y suplicando que lo dejaran ir. Hyunjin simplemente lo ignoró mientras lo encerraba en su estudio a pesar de los intentos desesperados del menor por escapar, y a través de la puerta le aseguró que volvería para liberarlo.

Seungmin caminó por todo el lugar procesando la rabia que sentía y el problema sobre sus hombros, su piel de gallina por los escalofríos que lo recorrían de pensar que el idiota de Hwang nunca lo dejaría en libertad. Subió al segundo piso esperando encontrar una ventana por la que pudiera salir con vida. A este punto, intentaría lo que fuera.

La sorpresa se la llevó cuando vio una escultura de la Loba Capitolina amamantando a Rómulo y Remo. Era idéntica a la de los museos capitolinos de Roma, se acercó un poco más para valorar si era la auténtica o no, pues aunque le costaba creerlo, no dudaría de la ingeniosa habilidad de un ladrón de arte como Hwang Hyunjin. Cuando se acercó, encontró una cabina de vidrio donde yacía una colección de libros con un aspecto antiguo. Tal vez incluso eran primera edición, pero tan solo paseándose alrededor de la caja, pudo distinguir grandes títulos desde La Odisea hasta Don Quijote de La Mancha.

Ni la grandeza, la elegancia, la riqueza o los grandes murales de la mansión Hwang lo habían sorprendido tanto como este pequeño rincón del segundo piso del estudio de el increíble idiota que lo había raptado.

—¿Te gustan?—Preguntó el susodicho asustándolo. Ni siquiera sabía en qué momento había regresado, ni mucho menos tenía conciencia del tiempo qué pasó husmeando por ahí.—Si te gusta alguno, puedes llevártelo. Son primera impresión.

Seungmin sonrió porque sabía que lo eran con simplemente echar un vistazo a las tapas. La jaula le recordaba a la serie de un psicopata que había visto en Netflix hace algún tiempo.

—Sí, claro. ¿Qué? ¿Planeas encerrarme ahí dentro? Entraré a tomar mi libro favorito y cuando voltee estaré atrapado aquí para siempre.

Hyunjin lo miró con una ceja levantada y con la mirada divagando entre él y la jaula, como si lo estuviera pensando. Seungmin había estado siendo sarcástico, pero ahora se arrepentía de abrir la boca. Honestamente ¿Quién le daba ideas de secuestro a un secuestrador?

En un rápido movimiento Hyunjin lo cargó como a un costal de papas e ignorando todos sus gritos e intentos para que lo soltase, se adentró en la jaula con él. Lo bajó y cerró la puerta con una llave.

—Todo esto, contrario de lo que tú piensas, no me lo robé. Fue el pago de una persona que me debía la vida y la de su familia, así que me pareció un trato justo sacarle a ese aristócrata en quiebra su colección de libros clásicos de primera impresión. Uno pensaría que los originales son conservados ¿No? Pero hay gente que no sabe apreciarlos.

Seungmin estaba hiperventilando tan cerca de Hyunjin, le daba ansiedad que el hombre sanguinario y frío que por años había sido rival de su familia, ahora estuviera frente a él incitándolo a llevarse un libro de su costosa colección.

—¿Por qué quieres que me lleve uno? ¿Se lo das a cada persona que dejas libre?

—No todos aprecian los libros.—Manifestó.—Tampoco pensé que tú lo harías, pero cuando te vi husmeando no pude evitar observarte. Pensé que intentarías robarte algo, pero al parecer tu cerebro va más allá que el del mocoso promedio.

—¡Yo no soy un muerto de hambre!—Recriminó indignado nuevamente.—Y para tu información, soy el promedio más alto en mi generación. No soy ningún idiota.

—Las calificaciones no son igual a inteligencia.

—Sí lo son.

—No. Puedes estar matándote día y noche para un examen y entregar todo, pero no significa particularmente inteligencia.

—Hablas como si hubieras ido a la escuela. ¿Qué se estudia exactamente para ser un ratero?—Lo provocó tentando su suerte

—Arte, desde luego. Aunque en lo demás fui autodidacta, leí todo en esta biblioteca.—Informó saliendo de la cabina para recargarse frente a un barandal.

Seungmin quien mantenía una enorme sonrisa la desvaneció lentamente y cambió su postura. No era posible. Su biblioteca era enorme, en serio enorme. Más de la que él tenía en casa. No solo era esa esquina de libros coleccionables, eran hileras e hileras completas de estantes altos con libros perfectamente apilados.

—No es posible.—Lo contradijo una vez más. Si lo que decía Hyunjin era cierto, entonces había encontrado a alguien que había leído más que él.

Es decir, claro que él sabía que no era la persona con récord de más libros leídos o algo así, pero otra vez, en su ambiente y forma de trabajo, todos estaban metidos porque amaban el dinero y los lujos que las vidas ostentosas podían darles. Muchos eran buenos en sus trabajos de delinquir, matar o traficar, lo que mejor se les diera. Pero eso no significaba siempre que fueran las personas más cultas del mundo, y a él le daba cierto aire de superioridad saber que era distinto. Hyunjin era un líder, no podía haber tenido tiempo para leer todo en esa biblioteca.

—Si no me crees, pregúntame sobre cada libro. Recordaré al menos el prefacio.—Con su postura recargada en el barandal y sus piernas cruzadas, parecía muy seguro de sí mismo para estar mintiendo.—¿Cuál es el problema, niño? No me digas que en serio pensabas que eras el más inteligente por aquí. Leer no te hace único y diferente, y si lo eres en tu familia por esa razón, entonces eso habla mucho de la mediocridad de tu gente.

Seungmin entornó los ojos y sintió un coraje genuino por primera vez desde que se habían estado burlando de él. No, de su familia nadie iba a estar hablando. Si lo que Hwang Hyunjin quería era a un niño respondón y obstinado, entonces eso tendría. Ni siquiera se molestó en filtrar sus palabras cuando ya las tenía fuera.

—Lo que pasa es que cuando hay tantas arribistas y tantos vividores cerca de tu familia, uno se acostumbra a sus cabezas huecas. Como la de Felix por ejemplo, con gente como él a lado mío parezco un genio. Ni siquiera estoy seguro de si sabe leer.

El rostro de Hyunjin se había deformado por completo ahora. Su expresión vencedora era aplastada por su mandíbula apretada, y en una zancada llegó hacia él para tomarlo de la muñeca fuertemente.

—Felix es más listo de lo que tú crees, para tu información. Es una lástima que tu potencial lo estés gastando porque te convenciste a tí mismo que haber leídos unos cuantos libros de cultura general te hacían alguien importante, pero la realidad es que no podrías leer ni la cuarta parte de mi biblioteca antes de aburrirte y rendirte.—Expresó Hyunjin mirándolo fijamente a los ojos, con su maldita expresión de suficiencia.

—Yo puedo hacerlo, e incluso en menos tiempo del que tú lo hiciste.

Hwang se separó de él con su escéptica mirada.

—¿Estás apostando, mocoso?

—Solo porque sé que puedo ganar.—Respondió levantando el mentón en un intento de parecer menos amedrentado.

—Llévate unos libro entonces, y veremos en cuanto tiempo me los regresas. No te creo capaz de hacerlo en menos de un mes.

—Podría hacerlo en una semana.—No podría, pero estaba mintiendo. Hyunjin lo observó atentamente, como esperando a que recogiera sus libros.

Entonces iba en serio. Seungmin pensó que esta era su oportunidad, tomar unos libros e ir a casa, hacerle creer que los devolvería por esa estúpida apuesta. Tomó ocho para que pareciera que todo estaba en su contra y que perdería, pero se volteó y dijo con seguridad:

—Puedo terminar los ocho en un mes.

Hyunjin asintió lentamente y después giró ligeramente el mentón hacia un lado, como diciendo 'Vaya'.

—Los espero de regreso en un mes.

Hyunjin y Rowoon lo miraban desde la puerta de la mansión mientras Seungmin se alejaba. Lo había dejado ir con sus pertenencias y ocho libros encima.

El guardaespaldas todavía no parecía convencido.

—Aún no creo que sea una buena idea. Digo, es el hermanito menor de Seo. Cuando se entere, no quiero ni imaginarme lo que va a hacer.

—El mocoso no dirá nada.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

Hyunjin terminó de darle una última calada a su cigarro.

—Algo me lo dice.—Respondió sin más.

Rowoon le dio un sermón acerca de cómo él nunca antes se guiaba por corazonadas, y que su plan de venganza era estúpido y poco probable a funcionar. Blah blah blah.

—Es decir ¿En verdad crees que no solo va a huir y encima con tus jodidos libros viejos?

—Algo me dice que Seungmin va a regresar, solo tengo que ser paciente.

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hola :) perdón por haber dejado con un solo cap esta historia, estaba terminando semestre de la u T_T ya voy a actualizar todo <3

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