16 🥀
pretends he doesn't know that he's the reason why you're drowning
Minho estaba furioso cuando se enteró acerca del incidente en la cocina. Los gritos de Christopher se escuchaban por todo el segundo piso, pero los de Minho retumbaban por toda la mansión. O al menos eso le parecía a Seungmin. Cuando era pequeño, sus padres también solían discutir de esa manera.
Hyunjin no lo había visitado desde lo que había sucedido con el extranjero, y por alguna razón ese hecho le molestaba. Pensó que la indiferencia del hombre podría terminar tras el suceso en la mañana, pero nada había cambiado, seguía siendo un prisionero.
Esa noche escuchó unos golpes fuera de su puerta y reconoció enseguida que se trataba de Minho. Se levantó para abrirle, y los ojos rojos e hinchados de su mayor sacudieron su corazón.
—Minho...—Pero no se atrevió a hacer la pregunta.
—Lo siento, Seungmin.—Susurró adentrándose al cuarto seguido del menor, quien lo reconfortó acariciando su espalda.—Soy un asco total protegiéndote, le estoy fallando a tu hermano, le fallé a mi padre, a nuestra familia... Y todo por un idiota como Christopher.
—¿Qué fue lo qué pasó ahora?—Preguntó comprensivo. Siempre que Minho acudía a él producto de una pelea con Bang, Seungmin se sentía con la responsabilidad del mayor.
—Le dije que quería hablar con Hyunjin acerca de tí, los amantes que frecuenta son de un lugar conocido por ser el favorito de muchos políticos. ¿De dónde crees que conoce a Im? Y esto es desagradable de admitir, pero tu hermano también. Tuvimos problemas menores con los trabajadores sexuales de ese lugar porque, a menos que sean unos completos locos como Felix, suelen estar de lado de los políticos. Muchas de las pandillas bajo el manto de los Seo llegaron ahí buscando protección por haber confiado en esas put–
Minho usualmente se consideraba una persona sin prejuicios ni estigmas hacia ningún trabajo, pues sería hipócrita desde luego. Carraspeó y optó por otra elección de palabras.
—Por hombres y mujeres de compañía. Muchas veces incluso son infiltrados de organizaciones policiales. Christopher dijo que Hyunjin conoce a ese niño, el que te enfrentó, desde hace un buen tiempo y que solo lo frecuenta a él. ¡Pero aún así! Aunque debería estar más preocupado por el bienestar de esta organización, yo sigo teniendo una responsabilidad contigo y con tu hermano. Si Hyunjin permite la entrada a gente cualquiera que podría estar trabajando con el verdadero enemigo, entonces te está exponiendo a un peligro. ¡Y para eso está Wonho aquí! Con un maldito tatuaje como el mío.—Alzó su brazo cicatrizado.—Christopher defendió a Hyunjin cuando le dije que no estaban cumpliendo su parte del trato, así que discutimos porque se atrevió a cuestionar mi lealtad hacia él con el estúpido argumento de que "insisto mucho por Wonho" ¡Maldito sea Christopher! He perdido todo por él y sigo a su lado, pero se niega a darse cuenta. ¿Crees que es justo que siga tratándome y celándome como si fuera un traidor?
—Creo que el problema eres tú.—Espetó Seungmin.—Eres una persona que lo da todo a cambio de nada, con todos. Lo haces porque esperas tener la aprobación de la persona a la que le entregas tu vida y ese es el problema. Estás metido aquí porque pensaste que era culpa tuya que Hyunjin me hubiera secuestrado, a pesar de que yo vine por voluntad propia. Te mortificas por protegerme porque piensas que se lo debes a Changbin por haber "arruinado" su reputación como líder de nuestra organización, y aún así, tú no eres responsable de las decisiones que pusieron a mi hermano en la cuerda floja. Diste todo por los Seo para que tu padre estuviera orgulloso, pero no es tu responsabilidad renunciar a tu felicidad por el bien de una familia en la que no decidiste nacer. Y creo que si Bang no es capaz de ver eso, entonces es un idiota que no te merece.
Minho tragó duro, los ojos volvieron a brillar empapados de lágrimas.
—Tal vez tengas razón, pero no puedo dejarlo. Aunque quisiera, creo que prefiero mantenernos a salvo incluso si eso implica soportarlo cuando desconfía de mí. He pensado en escapar muchas veces, serían tan fácil para mí... pero cuando lo veo a los ojos, no puedo hacerlo porque lo amo.
—Es un hombre necio, y tú eres muy obstinado. Todavía sigo sorprendido de que hayan durado tanto tiempo.—Admitió Seungmin haciendo sonrojar levemente a Minho.
—Te sorprendería saber lo fácil que es doblegarlo.—Le dijo el mayor, sus orejas coloradas hubieran sido absolutamente tiernas de no ser por las implicaciones del comentario hecho.—A cualquier hombre, de hecho.
Seungmin parpadeó con una idea iluminándose en su mente. No dejó que se reflejara en su rostro estoico el cual pretendía ignorancia.
—¿Así has conseguido que no seamos terriblemente asesinados por ese par de idiotas?—Preguntó Seungmin, aunque la respuesta era bastante obvia desde hace tiempo.
—Sí, y así planeaba conseguir que nos dieran a Wonho. Pero ahora que descubrí los celos de Christopher, tiene sentido el por qué siempre se niega a interceder por mí ante Hyunjin. Ese idiota.—Farfulló.—Necesitamos convencer a Hyunjin directamente.
Seungmin se mantuvo neutro, la idea que antes brillaba ahora alumbraba por completo en su cabeza.
Él mismo conseguiría a Wonho.
🥀
Seungmin entró a la oficina de Hyunjin solapado por Inseong, a quien tuvo que convencer asegurándole que era urgente hablar con él, y después de unas bromas gastadas hacia su persona que tuvo que soportar, finalmente lo dejó entrar.
"Que sea rápido" le había advertido. Sí, claro.
Hyunjin no levantó la mirada cuando entró a la oficina, y contrario a lo que Seungmin pensó que estaría haciendo, el hombre pintaba un cuadro en la esquina de su gran lugar. Debió pensar que se trataba de uno de sus hombres porque cuando Seungmin habló finalmente, sí obtuvo una reacción por parte de Hyunjin.
—Sabía que vendrías.—Admitió regresando a su actividad.
—Entonces ya sabes lo que vengo a pedirte.—Aseguró Seungmin acercándose con cuidado. Pasó por su escritorio y vio el arma de Hyunjin puesta sobre la mesa, lo que de alguna forma lo tranquilizó.
—Ilumíname, por favor.
—Quiero que te deshagas de ese niño.—Ordenó.—Al menos durante el tiempo que me tendrás aquí.
Hyunjin se rió maliciosamente como si la audacia de Seungmin le pareciera el mejor chiste.
—Ese "niño" tiene más años que tú.
—¿En serio estás defendiéndolo?—Preguntó con indignación.—No me importa si es un anciano. No quiero verlo aquí a él, ni a ningún otro amante que pueda agredirme cuando se le dé la gana.
—Lo haces sonar como si tuviera varios.—Reprochó.—Además, tengo... necesidades. Prometo que no te volverá a hablar–
—¡No!—Se encaprichó Seungmin aún más haciendo manerismos con los puños.—En serio, no quiero que traigas a nadie.—Le pidió con los ojos más grandes que pudo poner.—Dijiste que harías cualquier cosa por mí.—Le recordó, a lo que rápidamente obtuvo una mirada exhausta por parte de Hyunjin.
—Bien.—Accedió a secas. Le desesperaba la poca habla que Hyunjin tenía siempre que retrocedían en su relación.
—Y quiero a Wonho aquí también.
Hyunjin lo miró como si le hubiera crecido una tercera cabeza antes de burlarse, como mucho le gustaba hacerlo.
—Estás exigiendo demasiado, mocoso.
—¿Ahora soy mocoso y no soy tu corazón?—Preguntó Seungmin con las manos en la cintura. Había decidido que usaría todas las tácticas de Hyunjin en su contra, él también podía jugar ese juego.—Además, me lo debes.
—¿Te lo debo?
—Sí. Por tu culpa me quedé sin protección de nadie, y la única persona a la que le confiaría mi vida aparte de Minho, es Wonho. Él te ha sido leal todo este tiempo ¿Qué te cuesta dármelo? ¡Tú sabes que vino aquí para cuidarme!
Hyunjin pareció pensarlo por un momento, sus puños se apretaron y sus labios también. Seungmin tenía que actuar rápido y aprovechar la maleabilidad de Hyunjin respecto a sus peticiones. Conocía esa expresión en su rostro y sabía que el hombre lo estaba considerando arduamente, solo necesitaba un incentivo.
—Si lo haces...—Condicionó reuniendo el valor para terminar la frase.—Si lo haces, voy a chuparte.
Aquello tomó desprevenido a Hyunjin, y nunca lo había visto abrir sus ojos de la forma en la que los abrió. Su mandíbula había caído y sus pupilas seguían escaneándolo y luego.... Luego el maldito se rió. La carcajada fue tan sonora como nunca la había escuchado antes, a Hyunjin le encantaba mofarse de él.
—Esto tiene que ser una broma.—Se dijo Hyunjin a sí mismo sosteniendo el puente de su nariz, como si lo que le acabara de decir Seungmin fuera la cosa más hilarante del mundo.—¿Vas a chuparme qué exactamente?
Seungmin se sonrojó, obviamente no queriendo decir la palabra en voz alta. Si lo hacía se daría mucha vergüenza propia, pero aún así no retrocedió.
—No finjas que no lo quieres.—Espetó Seungmin acercándose a él.—Apuesto a que puedo hacerlo mejor que esa puta.—Minho lo hubiera reprendido fuertemente por ese lenguaje. Él mismo no se sentía cómodo usándolo, pero recordar al amante de Hyunjin paseándose por su mansión como si fuera su casa, y atreverse a faltarle al respeto de esa manera como si tuviera más derechos que él hacía que la sangre de Seungmin hirviera.—Apuesto a que puedo hacerlo mejor.
Hyunjin parpadeó, la incredulidad en su rostro era como un nuevo accesorio que no había visto antes.
—Deja de hablar así... pareces uno de ellos.—Ordenó de inmediato como si estuviera asqueado y entonces Seungmin supo que le había dado justo en el nervio.
—Así te gusta.—Contradijo Seungmin demasiado cerca del espacio personal de Hyunjin.
—Si no te he tocado, no es porque no quiera.—Le dijo el mayor, sus ojos oscureciéndose cada vez más.—Es porque no eres como ellos.
Al demonio. Esto ya no se trataba sobre convencerlo, esto era ya una cuestión de orgullo para Seungmin. El idiota de Hyunjin seguía mirándolo como a un mocoso al que podía vacilar, y eso lo enojaba. Le enojaba lo reservado que podía llegar a ser el hombre como si no fuera una persona obsesiva que lo engatusaba constantemente. Si no podía descifrar las verdaderas intenciones de Hyunjin, al menos sacaría provecho.
Seungmin tomó las manos de Hyunjin y las puso sobre su cintura, se acomodó bien dentro de su espacio y serpenteó sus brazos hacia la parte trasera del cuello del pelinegro. Las manos de Hyunjin lo apretaron.
—Bésame.—Pidió con un susurro.—Por favor.
No tuvo que pedirlo dos veces antes de sentir esos labios conocidos sobre los suyos, besándolo intensamente y sosteniendo su cabeza. La lucha por el poder sobre ambas bocas era una clara advertencia de los sentimientos que ambos habían estado reprimiendo debido a su orgullo, pero la tensión finalmente había estallado como una liga estirada hasta su máximo punto.
Las manos de Hyunjin viajaron contorneando hacia su trasero y lo atrajo hacia él con necesidad, como si no pudiera respirar si dejaba de besarlo. Las manos ambiciosas de ambos exploraban y recorrían sus cuerpos, el beso subió de nivel demasiado rápido.
Hyunjin se deshizo de la camisa de Seungmin con rapidez, su menudo cuerpo se mostró ante él con una pálida y tersa piel a la que el hombre reaccionó con apetito.
—Déjame marcarte.—Suplicó Hyunjin con voz ronca.
Seungmin abrió sus ojos ante el tono que había empleado y pensó que estaba alucinando. Asintió sin poder hablar, totalmente consumido por el deseo. Hyunjin se apresuró a chupar sus clavículas, su lengua marcando con ansias. El pelinegro lo tomó de los muslos y lo llevó hasta su escritorio, las mejillas de Seungmin se calentaron cuando recordó lo que habían hecho ahí la última vez.
Sus propios pantalones fueron abiertos, llevó una de sus manos a su boca para acallar los sonidos cuando sintió que su miembro estaba siendo acariciado por Hyunjin. Se miraron a los ojos, los dos contenían en sus orbes el reflejo de un intenso deseo que ardía como la llama de un incendio, un fuego incontrolable. Las manos grandes y tatuadas empezaron a bombear el miembro de Seungmin, y éste sólo pudo responder con un gemido mal amortiguado y una incontrolable sacudida. No podía aguantarlo demasiado. Sintió un nudo dentro de su abdomen cuando supo que estaba cerca, y al parecer Hyunjin también lo había notado, pues lo masturbó con más rapidez para hacerlo venir pronto.
Cuando por fin logró su cometido, Seungmin respiraba lentamente, su pecho subía y bajaba y su cara entera ardía. De haber estado más lúcido, le habría avergonzado lo poco que duró, pero no tenía cabeza para eso ni para nada que no se concentrara en la forma que tenía Hyunjin para mirarlo. Con una sonrisa que no exudaba ninguna mala intención detrás, y unas leves caricias dadas con su dedo pulgar en sus piernas que estabilizaban a Seungmin. Sus párpados pesaban y tenía mucho sueño, tanto que ya estaba siendo tomado en brazos por Hyunjin de nuevo. Le gustaba eso, le gustaba la forma que tenía ese hombre para sostenerlo como si fuera un objeto preciado.
Cuando despertó más tarde, estaba envuelto en unas suaves sábanas, caliente bajo el fuerte brazo que lo rodeaba y que lo apretaba contra un pecho plano y musculoso. Checó la luz del ambiente y supo que había entrado la madrugada cuando divisó una luz azul colándose por la gruesa tela de las cortinas. Logró escabullirse cuidando bien que sus movimientos no despertaran al hombre que dormía pacíficamente en su mullida cama y se dirigió al baño. Tocó con cuidado alrededor de su cuello y su pecho, antes libre de marcas que ahora contenía tonos morados y azulados que parecían haber sido salpicados sobre su piel sin ningún cuidado.
No supo cuánto tiempo estuvo atrás de la puerta del baño simplemente observando su reflejo en el espejo y contemplando su realidad como si fuera una visión ajena y no algo que viviera en carne propia. Aunque lo odiara, el pensamiento de Hyunjin poseyéndole ya no le revolvía el estómago como solía hacerlo. Y justo como si lo hubiera invocado, el hombre apareció después de lo que se sintió como un periodo de tiempo muerto, su cabello despeinado y los ojos somnolientos pero bien descansados. Parecía que ninguno de los dos había podido conciliar bien el sueño en el tiempo reciente.
Ninguno dijo nada porque sabían que las palabras entre ellos eran como el combustible de un fuego eterno, y por otro lado, el silencio era estático y tranquilo como la corriente de un pequeño lago que brinda calma.
Hyunjin acarició las marcas que había dejado sobre el cuerpo de Seungmin con mucho cuidado, procurando que las yemas de sus dedos fueran una pluma aterciopelada. Sobó con suma delicadeza antes de detenerse a besar las marcas violetas, unos picos íntimos como la cercanía de ambos. Seungmin se dejó hacer en sus brazos una vez más.
Cuando terminó, sus bocas se buscaron de nuevo, esta vez con serenidad y templanza. Los besos ya no eran hambrientos ni desataban sentimientos de recelo, eran besos de certidumbre. Lentos y mansos, casi inofensivos.
—Seungmin...—Llamó Hyunjin con un susurro aterciopelado, tan suave como su contacto.—Déjame protegerte.
Seungmin tragó duro, preguntándose si aquel hombre tenía alguna clase de poder hipnotizador sobre él que lo pusiera en una posición de subordinación inmediata. Acababa de hacer una petición, mitad imposición mitad cuestionamiento, pero eso no borraba el hecho de que la oferta era justamente lo que Seungmin había querido desde que lo buscó en su oficina.
—¿Cómo vas a darme protección si no eres capaz de darme lo que te pido?—Lo retó.
—Porque lo que pides no son cosas fáciles, Seungmin. Hago todo lo que puedo.
—Haces todo lo que quieres.—Le corrigió.—De eso no hay duda.
Hyunjin suspiró exasperado, la posibilidad de negociación aluzando su rostro. Sus expresiones se tornaban suaves y fáciles de leer cuando estaban a solas.
—¿Qué es lo que quieres?—Preguntó Hyunjin con sus manos codiciosas todavía sobre Seungmin.—¿Qué puedo hacer para que te sientas más seguro a mi lado?
—Dame a Wonho devuelta.—Insistió el menor enseguida, las manos de Hyunjin se alejaron.—Que trabaje en esta casa cuidándome como originalmente debió de ser.
—No.—La respuesta fue rotunda.
—Por favor, Hyunjin. Es la única persona que puede hacerme sentir a salvo.—El pelinegro pareció enfurecer más ante tal afirmación, y su ceño se frunció.
—Para eso estoy yo, yo puedo protegerte.
Seungmin rodó los ojos indignado.
—Sí, es lo mínimo que esperaría después de hacer que me corrieran de mi familia.—Respondió.—Eres tan egoísta todo el tiempo.
Hyunjin lo miró aturdido, sus labios apretados en una fina línea.
—Si te doy a Wonho como guardaespaldas...—Empezó Hyunjin.
—¡Haré lo que me pidas!—Se apresuró Seungmin.
—¿Pero serás más feliz?—Preguntó ignorando sus palabras. Seungmin ladeó su cabeza ante aquella pregunta.—¿Serás feliz aquí si traigo a Wonho?
—Sí.—Aceptó Seungmin asintiendo.—Crecí con él, Hyunjin. Me ha cuidado desde que era pequeño, y no puedo dejar de pensar que me siguió hasta aquí para seguir cuidándome. Nunca voy a olvidar eso. Dime uno solo de tus hombres que haría eso por tí.
Hyunjin pareció pensarlo, aunque sabía que la respuesta era Inseong, la verdad era que la lealtad de Wonho hacia Seungmin era una en un millón. Tomó en sus manos el rostro del menor y acarició sus mejillas con sus pulgares.
—Haré lo que sea para hacerte feliz.—Le dijo besándolo en la frente.
Seungmin lo miró sorprendido, como si ese susurro hubiera sido un secreto sagrado. Su corazón se calentó con una sensación de tranquilidad y seguridad frente a ese hombre y sus ojos negros que nunca dejaban de mirarlo como si fuera la flor más bella. No pudo evitarlo y se aventó a sus brazos chocando sus labios, la respuesta inmediata provocó cosquillas en su estómago que fueron rápidamente intercambiadas por un profundo deseo.
La proximidad de sus cuerpos se acortó y el calor emergió de ellos como si fueran uno mismo mientras exploraban sus cuerpos como la primera vez. Las manos de Hyunjin se colaron por debajo de sus muslos y una vez más lo alzaron hasta llevarlos a la cama, en donde lo recostó sobre el mullido colchón y comenzó a decorar su cuerpo expuesto con besos codiciosos.
El pelinegro se arrodilló de forma que su cara estaba a la altura de sus piernas abiertas, la ropa interior de Seungmin era una barrera para la voracidad de Hyunjin. Lo despojó de sus prendas, y entonces se encontró con las lechosas piernas del joven. Lamió sus labios con anticipación, la cicatriz de sus piernas era un recordatorio permanente de que Seungmin nunca volvería a ser marcado por otra boca que no fuera la suya. Acarició las cicatrices de sus piernas y las besó sintiendo la tensión del muchacho cuando se aproximó a esa zona.
—Eres hermoso.—Hyunjin afirmó con una voz de seda, las sensaciones palpables en cada articulación de la oración.
Inclinó su cabeza y lamió el interior de sus muslos, la respiración de Seungmin se cortó al instante. Aún con la más profunda de las lujurias, sus ojos todavía veían con total sacramento a la persona abierta ante él como un regalo. Los ojos de Seungmin eran tan redondos y oscuros, con un brillo que revivía cuando tenían cualquier intimidad. Era como si el afecto mutuo estuviera bajo reserva para sí mismos.
—Hyunjin...—Lo llamó Seungmin, sus manos buscando las suyas para entrelazarlas. El mayor se las concedió, con una sonrisa sobre sus labios.—Quiero estar contigo.
Hyunjin se paralizó en su lugar.
—¿En qué sentido?
—En todos.
Hyunjin se levantó de su lugar y reposicionó a Seungmin encima de su regazo. El menor se acurrucó rápidamente en su pecho, su rostro caliente haciendo contacto con la piel de su cuello tras haberse escondido allí.
—Estaré contigo cuando estés listo.—Aseguró acariciando sus caderas, las cuales se mecían sobre su erección tímidamente buscando el propio placer.—Quiero tomarte cuando estés seguro, que seas mío cuando quieras entregarte.
Las manos de Hyunjin ayudaron a Seungmin a terminar de moverse encima de él, los leves gemidos de Seungmin eran la única respuesta a sus palabras estimulantes. Tomó el miembro del contrario y empezó a trabajarlo en busca de su pronta liberación, la cual no tardó en llegar.
Seungmin mantuvo su rostro enterrado en su cuello todo el tiempo, su respiración agitada empezaba a regularizarse.
—Gracias.—Murmuró con una sonrisa. No supo cómo Hyunjin logró percibir el nerviosismo y la gran expectación que sentía respecto a perder su virginidad en ese exacto momento, pero agradecía que se hubiera dado cuenta de su pérdida de confianza a tiempo.
No empujó sus límites más allá, y esa paciencia tan armoniosa lo hacía sentirse cómodo entre los brazos de aquel hombre que acariciaba su pelo con las yemas de sus dedos. Pronto Seungmin se quedó dormido escuchando el latido del corazón de Hyunjin que podía escucharse en sus oídos, y que lo arrullaron como si fueran una tierna canción de cuna.
🥀
AL FIN VAN A ESTAR JUNTOS ESTOS PENDEJOS SE VIENEN COSITAS *el sufrimiento inherente de su relación prohibida*
hice un esfuerzo para publicar antes pq alguien lo pidió en tw así q he aquí >:)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro