Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13 🥀


"Estos paisajes de agua y reflexión se han convertido en mi adición"

Hyunjin

Cuando se enteraron, mi teléfono celular no dejó de sonar un día entero, todos los que trabajaban para mí querían un pedazo de mi tiempo para reclamarme los movimientos idiotas e irracionales que estaba haciendo en medio de una guerra por el control (que por cierto, íbamos definitivamente ganando) contra nuestros rivales de años.

Yo mismo sabía lo peligroso que era estar metiéndome directamente con el núcleo principal de los Seo, porque para él, que hubiera secuestrado a Seungmin significaba incluso una perdida más grave que si hubiera matado a todos sus hombres en una misma noche. Changbin era un hombre de familia y de eso no cabía ni una sola duda. Su punto débil era justamente lo que alguna vez a mi me hizo blando, y esa persona era el motivo del por qué estábamos metidos en este enrollo.

Años y años de paz entre nuestros bandos, de controlar cada quien nuestros negocios en cada punta de la ciudad, para que finalmente lo echáramos todo a la borda por un tipo que hasta hace un tiempo había estado trabajando en bares de mala muerte. Sonaba como toda una trama de telenovela mediocre que se lleva el estelar en el horario de la noche, pero era nuestra realidad y yo no planeaba resignarme a ser el villano vencido.

Yo sabía que nunca recuperaría el amor que Felix tuvo alguna vez por mí, e incluso ese maldito e insoportable dolor del corazón roto no se comparaba con la angustia terrible que me provocaba el saber que se habían reído de mí, que me habían traicionado. Yo necesitaba imponerme y demostrar que ni ahora ni nunca permitiría que se burlaran de mí, así que pensé muchas noches en algo que les dolería a ambos hasta que por fin lo encontré.

Christopher estuvo de mi lado al principio, investigando y trayéndome toda la información que conseguía sacarle a su... lo que fuera Minho para él. Nunca quise interponerme en esa relación pese a que me tocaba un nervio pensar en que Chan pudiera soltar su boca de más, pero al final del día estábamos hablando de Christopher Bang. No lo consideraba mi brazo derecho por nada, y pronto supe que a la larga sería un beneficio tenerlo metiéndose en las sabanas del enemigo. Mi padre siempre solía decir que era mejor mantenerlos cerca.

Yo conocía al mocoso de tiempo atrás, aunque todo mundo lo hacía incluso antes de que sus padres murieran en el accidente de tráfico que los dejó huérfanos a temprana edad. Corría el rumor de que el menor de los Seo había heredado la facilidad de usurpar con sigilo como la que había tenido su madre en vida. La mejor ladrona de joyas en todo Corea, como solía llamarla mi madrastra.

Nunca me pareció que las personas especularan así alrededor de un niño que acababa de perder a sus padres y que, como yo, como Changbin o como Minho, había tenido la desdicha de nacer en una familia cuyo historial delictivo era más largo que el listado de bienes patrimoniales legítimos. Pero a mi yo de ese entonces no le podía importar menos las habladurías que rodeaban como cuervos a la familia Seo, estando demasiado concentrado en obtener la validación de la única persona que me quedaba en el mundo.

Sully era la mujer de mi padre desde que tenía memoria, aunque me cuesta trabajo describirla; Sully era no más que la sombra de lo que son las segundas opciones, de aquellas otras mujeres que se mantienen fieles a sus maridos a pesar de que éstos las dan por sentado. Sully era Sully, la estricta y poco afectiva mujer que me había criado junto a mi ausente padre, quien de lo único que heredé fue su monstruosidad y frivolidad para estar al frente. No lo culpo sin embargo, porque Sully toda su vida se encargó de hacerme saber que él me quería, pero que le era más importante seguir cosechando los cimientos de nuestra organización. Ella siempre decía que papá era un hombre visionario.

Dos años después de la muerte de Seo Eunkwang y su esposa Hyelin, lo encontraron dormido en la bañera a causa de un aparente suicidio que no había dejado huellas ni pistas como los robos maestros que Hyelin ejecutaba. A Sully y a mi nos molestaron cosas distintas a partir de aquella decisión egoísta, mientras que ella se encontraba dolida por la ausencia de una carta que explicara los motivos que lo habían llevado a esto, mi fastidio radicaba en cómo todas sus responsabilidades habían pasado instantáneamente a ser mías con mi nula experiencia al frente.

Sully era una mujer de perfil bajo que no había podido soportar la extravagancia de alguien como mi padre, pero estando yo a su cuidado me enseñó todo a lo que se había dedicado antes de conocer a mi familia. El arte era su segundo gran amor, algo trágico para alguien cuyo trabajo había sido el de una mediocre ladrona de cuadros en Europa que hacía eso para subsistir. Decía que tomarlos era adictivo por la sensación de euforia que se sentía al robar y burlar sistemas de seguridad enteros, pero ella describía la culpa y el arrepentimiento que venía después con el de arrancar una rosa. "Es difícil destruir algo que amas porque se supone que lo debes admirar y preservar, pero cuando necesitas hacerlo para sobrevivir, tienes que encerrar la sensibilidad" Me dijo en una ocasión.

Mi tiempo replicando su antiguo 'trabajo' había sido corto y realmente no era algo que se esperaría del hijo de un líder criminal, pero me consagró en ese mundo como una especie de debut en tributo a Sully. Fue una desventaja tener que competir contra las expectativas que había fijado Changbin cuando empezó siendo un peleador callejero, algo considerado rudo y un trabajo pesado a comparación con lo que yo empecé.

Las organizaciones tienen estructuras y una planificación detrás, solo por no llamarlo costumbres. La forma jerárquica en la que se manejan, los tatuajes y sus simbologías, las leyes dentro de cada una de éstas e incluso la forma en la que eligen a su líder. Usualmente los hijos de los jefes son los que toman el mando, pero como tienen que demostrar que son aptos para hacerlo, empiezan desde cero en alguna rama criminal hasta que demuestran el suficiente ingenio.

Mi padre por ejemplo comenzó como un sicario instruido por mi abuelo, Changbin por su parte repitió los pasos de su progenitor e inició siendo un luchador de peleas callejeras instruido por su tío Lee Junho, y yo por mi lado, empecé robando cuadros de arte instruido por mi madrastra. Nunca supe si la muerte de mi padre tuvo que ver con la decepción de mi elección de iniciación, pero cuando él murió no importó más.

La organización no tenía mucha esperanza sobre mis cualidades porque pensaron que había crecido demasiado influenciado por el lado femenino de Sully durante mi adolescencia, pero ante la perspectiva del suicidio de nuestro líder y la forma en la que éramos percibidos como débiles ante los ojos de los demás, no tuvieron otra opción más que confiar en mí. Y en mi opinión, si es que puedo darla, hice un buen trabajo a lo largo de los años. Nos respetaban y nos temían, controlábamos la zona sur con absolutismo y habíamos progresado en el negocio familiar gracias a mi resilencia.

Pero justo ahora, mi gente se encontraba intranquila. Aunque debía admitir que tenían una razón más que suficiente para sospechar y cuestionar mis decisiones. Lo peor de todo el asunto que había consumido mi cabeza el último año, tiempo en el que había estado tramando y configurando cada aspecto de este plan, era que yo mismo me sentía un poco fuera de control últimamente.

Intenté sobreponerme, me armé de paciencia y esperé el momento adecuado para actuar, pero ni todo el tiempo que Cronos poseía me podría haber preparado para el contratiempo más seductor y absorbente del mundo. Pensar que empezaba a suponer un problema me causaba una sensación de intranquilidad que se multiplicaba cada vez que encontraba en mí los patrones que tuvo Christopher antes de que viniera a confesarme que estaba enamorado como un idiota.

Yo había estado enamorado una vez, y lo que había sentido no se comparaba en nada con la forma en la que me sentía alrededor de Seungmin. Es decir, no podía realmente concebir la idea de que terminaría algún día perdidamente enamorado de él como lo estaba de Felix porque ambos eran totalmente distintos, y el menor de los Seo tenía unos zapatos bastantes grandes que llenar. La forma en la que el mocoso se había metido en mi piel era impresionante, sí, tanto como para hacerme perder el control y meterme en líos matando a un desgraciado sin un motivo verdadero y solo porque quería ganarme su confianza, pero no lo suficiente como para hacerme olvidar el aroma de Felix y la forma en la que su tersa piel se sentía en mis dedos como la seda de sus conjuntos de noche.

Aunque me había condenado a sentirme así por cuenta propia, también habían motivos de fuerza mayor que movían mis intenciones. La venganza y el poder eran mis platillos favoritos, y prepararlos ameritaban su tiempo cada uno. Supe que todo había valido la pena cuando las semanas siguientes pude pasar más tiempo con Seungmin.

Yo mismo le había dicho que sería mi pareja eventualmente, y aunque era cierto lo que pretendía, mi propósito iba más allá que simplemente enamorarlo y después romperle el corazón. Eso sería demasiado banal y simple, porque un corazón roto siempre puede volver a sanar si lo sabes tratar, mas no es lo mismo con la confianza. Muchas personas dirán que es al revés, uno creería que el dolor de una pérdida amorosa es más lacerante que la de una confianza quebrantada, pero en realidad ambos van de la mano. Si un día una relación de años se termina porque se ha desgastado, porque crecieron y necesitan pasar la página, ambos sufrirán la ausencia del otro... pero si la relación se termina a causa de una infidelidad, la confianza dañada arderá para siempre.

El amor es incondicional y tiene su autonomía propia sobre nosotros, él mismo decide cuando se va y cuánto tiempo se quedará, hacia quién se entregará y con cuánta intensidad lo hará. En cierta parte, esa es la parte mágica de estar enamorado. Pero el amor también es ciego, su voz de la razón es la confianza quien recibe las puñaladas y las resiente con memoria propia como los elefantes.

Si yo lograba hacer que Changbin se reencontrara finalmente con Seungmin, mi satisfacción no solo se saciaría condenándolo a verlo perdidamente enamorado de mí, sino ver la forma en la que su decepción se atoraría en su garganta al enterarse que su preciado hermano había revelado secretos íntimos. Me costaría mucho lograrlo, pero con cada día que pasaba, podía sentir agrandándose la necesidad que Seungmin emanaba por acaparar mi atención y conseguir el más mínimo de mis afectos.

Christopher no estuvo de acuerdo cuando le ordené que investigara a Han Youngmin, y mucho menos cuando supo de mis intenciones tras esa orden. Desde que habíamos traído a Seungmin y a Minho, él había estado llevándome la contraria en casi todo. Parecía arrepentido de haberle hecho lo que le hizo a Lee, pero ya no había vuelta atrás a este punto y lo sabía. Chan me advirtió sobre los problemas que nos traería liquidar a Youngmin, no necesariamente porque fuera un tipo con influencias o algo por el estilo, sino porque estaríamos causando un escándalo innecesario considerando que nunca había hecho algo contra nosotros. Y claro, ese detalle alteró a todos en la organización cuando lo supieron.

Pero pensar en Seungmin y las marcas de sus piernas, el terror que se acunaba en sus ojos cuando lo revivió otra vez, me hizo sentir impotente. Si quería que confiara en mí, tendría que demostrarle mi parte sensible y sobre protectora para que pudiera venir hacia mi, incluso si todo lo que estaba montando era parte de una mentira y venía impulsada por la venganza, yo tenía muy en claro que lo quería.

Llámenlo capricho o no, pero había llamado mi atención desde la primera vez que lo vi después de tantos años. Había dejado de ser un niñato que se ponía rojo cuando lloraba, ahora tenía otro tipo de encanto en su siempre enfurruñada carita de porcelana y sus labios finos aplastados en una línea que formaban los más adorables pucheros. A pesar de que sabía con certeza que no estaba enamorado de Seungmin, no podía negar lo mucho que me atraía incluso fuera de quien era su familia.

Una semana después de lo sucedido estuve intentando contactar a Jeongin para que presionara a los Wang en la entrega de mercancía para suministrar a los distintos clubes del norte del país. Usualmente Xiaojun nunca se atrasaba en sus diligencias, pero su hermano había tenido un altercado con Chris desde la última vez porque se enteraron que estábamos intentando buscar una alianza nueva con los Zhang.

Durante ese tiempo, no pude evitar notar la presencia de cierta persona que merodeaba constantemente fuera de mi oficina y pretendía pasar desapercibido. Unos días después lo vi cambiando su estrategia para llamar mi atención cuando por la ventana lo divisé caminando por los jardines de la mansión, y sin poder resistirme ni un poco más, me acerqué a él.

Fue extraño haber entablado una conversación común y corriente sin que el sarcasmo o los insultos abundaran. Simplemente era él preguntándome cosas acerca del jardín y observándolo con un brillo en su mirada mientras caminábamos a la par, puesto que me había ofrecido a enseñarle los jardines. Eran ciertamente grandes, con postes de luz adornados con luces amarillas y un estanque al final que había sido alguna vez un lugar rebosante y lleno de naturaleza viva.

—Este lugar era mucho más bello bien cuidado.—Admití echando un vistazo a lo descuidado que estaba.

—¿Por qué está así?—Preguntó Seungmin acercándose un poco más, la hierba crecida sobrepasaba sus rodillas.

—Porque nadie tiene permitido entrar hasta esta parte más que yo.—Lo cual no era del todo una mentira.—Ten cuidado en donde pisas.—Le advertí desde mi lugar.

—¿Qué tiene este lugar de especial si ni siquiera lo cuidas?

—Tiene recuerdos.—Respondí suplicando para que aquello no despertara más su curiosidad y no preguntara más respecto al tema, pero era un niño obstinado. Desde que estaba aquí nunca dejó una pregunta sin responder.

El estanque era un lugar que mi padre había mandado a crear para Sully como muestra de que en realidad la amó en algún determinado punto de su vida. Cuando mandé a remodelar el resto de los jardines para Felix, lo único que rescaté fue la zona del estanque y el gran quiosco cerca de éste en donde pasábamos tardes enteras simplemente existiendo. Seungmin pareció ver en mi semblante que no estaba muy dispuesto a hablar del tema, y entonces comentó:

—Está demasiado descuidado para ser algo tan preciado.

No pude evitar sonreír ante la franqueza nata con la que soltaba sus comentarios intrépidos pero siempre bien acertados. Él tenía razón, pero lo cierto era que frecuentar el lugar por mi mismo me arrojaba a un abismo de pensamientos sobre mi tormentoso pasado del que me costaba escapar. Era como si tan solo pisarlo fuera un despertar de los escasos momentos felices que recordaba en mi vida, y eran tan nítidos que constantemente me encontraba queriendo cerrar los ojos, retroceder en el tiempo y quedarme ahí para siempre.

—Tal vez unos nenúfares le vendrían bien.—Añadió Seungmin señalado el estanque.

Pude percatarme por la forma rápida en que pronunció aquellas palabras y el rubor espolvoreado sobre sus mejillas que estaba haciendo una referencia a la serie de cuadros que intenté regalarle hacia un tiempo, y que por cierto, rechazó. Saber que él todavía lo tenía presente me dio luz verde a seguir presionando sus límites.

—Son algo laboriosos de plantar.—Respondí ignorando el tema y desviándolo para orillarlo a mencionarlo él mismo.—Originalmente vienen de Egipto y América del Sur.

—Monet contrató a un pequeño ejército de jardineros para que le plantaran sus nenúfares en su jardín.—Y ahí estaba otra vez, sin darse por vencido o echarse para atrás. A pesar de que no buscaba mi mirada, podía discernir sus sentimientos a través de su voz.—Deberías hacer lo mismo.

—Pensé que no estabas interesado en ellos.

—No lo estaba, pero no tengo nada que hacer. Si no lo recuerdas, me has tenido secuestrado por un buen tiempo, pero tus libros son interesantes.

—Bueno, al menos puedes decir que aprendes algo nuevo cada día.

—¿En verdad son los originales?—Me preguntó dándose finalmente la vuelta.

—Lo son, al menos los que te ofrecí. No los robé como tú piensas, mocoso. Varios de la colección se perdieron en un incendio, otros han sido robados, subastados, y los que quedan permanecen en museos. Yo los gané en una subasta que hicieron.

—¿Es cierto eso de que... él destruyó algunos? Recuerdo que lo mencionaste la vez pasada junto con lo del incendio.

—Eso es verdad.—Le conté acercándome un poco más.—Fueron quince en total, y lo hizo justo antes de que fueran exhibidos en París. Era un perfeccionista auto destructivo diría yo.

—Se parece a alguien que conozco.—Musitó encarándome. Las comisuras de mis labios se levantaron al comprender que era una indirecta hacia mí, y una comparación certera.

—¿Quieres que plante nenúfares para ti?—Ofrecí alcanzando su rostro y con mi mano acunando su mejilla, la sentí calentarse al contacto con mi piel.—Dímelo y lo haré.

—Es tu jardín, deberías decidirlo tú.—Manifestó inseguro de exteriorizar su deseo.

—Si lo hago ¿Aceptarás los cuadros?

Seungmin pareció pensarlo cuando sus ojos se desviaron y sus labios se apretaron sobre si mismos, luego los lamió y me observó con un matiz de pena apenas brillando en sus profundas orbes.

—Si los plantas, entonces tal vez puedas inspirarte y pintarlos tú mismo, a tu manera. Si lo haces, aceptaré tus pinturas.

Algo que me encantaba de Seungmin era el reto que representaba para mí en todos los aspectos, e incluso si era complicado obtener su satisfacción, me gustaba perseguirlo hasta que lo tenía como ahora. En mis manos, apaciguado y expectante a mi siguiente movimiento. Definitivamente había sido la persona más interesante y tediosa de conquistar, pero cada minuto de la espera valía la pena si podía recompensarme probando su boca.

Me acerqué e inclinó su cabeza para mí, sus ojos cerrados y el anhelo en su respiración cortada que se escapaba de entre sus bonitos labios. Tenía recargado su rostro sobre mi mano como lo haría un pequeño cachorro que recibe las caricias de su amo por primera vez en el día, y prácticamente nuestras narices estaban rozándose. Me incliné hacia el lado contrario para que pudiéramos encajar en un beso, y cuando me lo concedió, sentí su deliciosa y preciosa suavidad.

No estaba enamorado de Seungmin, pero si me había vuelto un adicto a él.








🥀

casi nunca escribo en primera persona, pero consideré que entenderían un poco mejor los sentimientos de hyunjin y seungmin si lo redactaban ellos dos 

para no estar enamorado, hyunjin lo remarca muchas veces 👀

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro