12 🥀
sangre en las calles
Decir que fue inútil intentar escapar con pequeñas navajas era un eufemismo. Desde luego que ni siquiera pudo poner un pie afuera antes de que Minho estuviera reprendiéndole por "arriesgar su vida" cuando en realidad lo que estaba en verdadero riesgo era su cordura.
Estaba harto de que toda su vida, sin importar que tan bien o mal le estuviera yendo, tuviera que esconderse en cuatro paredes. Él mismo sabía que Changbin se lo había impuesto por una razón, mas el pasar la mayoría del tiempo encerrado a tan temprana edad y en el pleno desarrollo de su adolescencia, lo hizo convertirse en alguien que buscaba y carecía de la más mínima atención.
Cualquier toque que le daban era suficiente para tenerlo embobado, su oído era fácil de endulzar la mayoría del tiempo. Cuando estaba encerrado, vigilado y protegido, no tenía tiempo de divertirse o relacionarse de forma normal y natural como las personas de su edad lo hacían.
Pese a eso, consideraba que no era alguien ingenuo. Al menos no tanto, o más bien, a él le gustaba creer que no lo era. Se convenció con el paso del tiempo que sabía lo que hacía, pero cuando su cuerpo entero temblaba ante la cercanía de Hyunjin, su propio concepto de chico astuto se desmoronaba.
Los siguientes dos días no cambiaron mucho excepto por el pequeño detalle de que Minho y Bang Chan parecían haberse mudado a la mansión, al menos temporalmente por lo que pudo adivinar a partir de las maletas que fueron llevadas a una habitación de huéspedes.
Minho parecía haber discutido con Chan, porque éste estaba de un genio de mil demonios que incluso se sentía mal por todos aquellos que tenía a su servicio. De todas formas, eso no impidió a Minho para visitarlo en su habitación e insistirle en que debía comer. Su huelga de hambre necesitaba detenerse.
—¿Por qué vinieron aquí?—Preguntó Seungmin al segundo día.
Hyunjin se había ido desde el altercado en el baño y no lo había visto en la mansión durante ese tiempo. Aunque debió ser algo que lo aliviara, picaba su piel por saber acerca de su paradero. ¿Tendría algo que ver con lo que le había dicho Minho?
Éste simplemente le hacía compañía día y noche, incluso se había quedado a dormir porque se rehusaba a regresar a la habitación de huéspedes con Chan.
—No lo sé.—Dijo su hyung honestamente.—Chris parecía muy enojado cuando Hyunjin se fue después de lo que pasó en el baño. Discutí con él porque piensa que yo tuve la culpa de eso.
—¿Bang Chan y tú suelen pelear todo el tiempo?—Se sentía incómodo llamarlo por su nombre. Christopher, Chris. Minho parecía acostumbrado.
—No hasta que decidió secuestrarnos y obligarme a estar con él traicionando a mi familia.—Dijo y agregó con sarcasmo:—Creo que, quitando ese pequeño detalle, nunca tuvimos otro problema.
Seungmin pensó severamente lo siguiente que iba a preguntar.
—¿Lo amas?—Cuestionó con cuidado, temiendo escuchar una respuesta positiva.
Minho se inclinó más sobre el sillón donde estaba y suspiró pesadamente.
—No lo sé.—Admitió.—¿De qué sirve si lo amo de todas formas? Lo nuestro está muy mal. Changbin nunca me lo perdonaría, nadie en la organización lo entenderá. Yo pensé que esto no pondría en riesgo a lo que yo más quiero, a ustedes que son mi familia, pero lo hizo. Christopher me traicionó porque para él lo primero siempre será complacer a Hyunjin, ayudar a su organización. ¿Qué importa si tiene que pasar por encima de mí? Él sabe que me jodió ¿Y sabes lo qué me dijo? "Ven conmigo, hablaré con Hyunjin para que te acepte"
—¿Entonces va en serio con lo de tenerte?—Preguntó Seungmin impresionado, por primera vez la magnitud de todo ese asunto caía sobre él como una cubeta de hielos fríos.
Él entendía a Minho hasta cierto punto. Suponía que debía de ser triste tener que amar a escondidas, confiar en otra persona a pesar de que te dijeron toda tu vida que no debías hacerlo, que te lastimaría y a pesar de eso, enamorarte para que terminara delatándote y arruinando tu vida.
Si regresaba con Changbin, él no comprendería las razones, estaría absorto en su furia y su dolor de pensar que su casi hermano tuvo el valor de traicionarlo, aunque desde un principio, esa nunca fue la intención.
—Sí. Él sabe que si intento regresar con ustedes no me aceptarán de vuelta, así que prometió que me cuidaría. Pero tan solo ve como tratamos a Felix cuando tu hermano lo llevó.—Dijo con bastante pena y algo que sonó parecido al arrepentimiento.—¿Qué me espera a mí?
—Minho, espero que sepas que no me iré de aquí sin tí.—Espetó Seungmin severamente.—Así que si sigues con esa idea de protegerme hasta que Changbin se digne a venir por mí, vete deshaciendo de ella.
—Minnie...
—¡Y mucho menos ahora que sé lo que les hicieron pasar a tí y a Wonho!—Exclamó todavía más indignado.—Encontraré la manera de liberarnos a los tres.—Prometió a pesar de saber lo difícil e imposible que aquello sonaba.
Empezaba a creer que regresar a casa nunca había sido más difícil.
—Ojalá la encuentres.—Dijo Minho con ese tono condescendiente que utilizaba con él siempre que se acomodaba a su voluntad.
Cuando Seungmin era más pequeño, no hubo nada que se le negara. Si leía en un libro de fantasía que los duendes eran reales, iría hasta Minho o Changbin para convencerlos de que tenían que ayudarle a escarbar en los jardines de su hogar hasta encontrar un duende real. Hubo un tiempo en donde su hermano empezó a dejar de tener tiempo para eso, y aunque Minho tampoco disponía de muchos ratos libres para seguir jugando, sí que le seguía el hilo en cada una de sus ideas locas e infantiles.
De repente hubo un escándalo que resonó por toda la casa. El fuerte bullicio de lo que parecía la voz de Hyunjin, sonando terriblemente molesta, junto a unos lamentos que suplicaban perdón.
Seungmin y Minho se miraron a los ojos por un instante antes de bajar hacia la planta baja para averiguar qué era lo que sucedía. El mayor yendo por delante, Seungmin estaba terriblemente asustado e intrigado. ¿Con qué los sorprendería Hwang Hyunjin ahora?
Ninguna de las cosas que pudo imaginar lo pudieron preparar en definitiva para lo que presenció. Su corazón empezó a galopar, lo sentía latiendo sobre su garganta y la sangre corriendo por su cuerpo pareció drenarse.
Frente a ellos, yacía el hombre que Seungmin más odiaba en el mundo. Lo miró y las náuseas aparecieron junto con el sudor frío, no podía creer que Hyunjin realmente se hubiera atrevido a hacer lo que tuviera que haber hecho para traerlo frente a él.
Youngmin lucía demacrado, sus ojos hinchados y con un color horrible entre morado y negro, el azul apenas asomándose. Tenía suciedad en toda la cara y su camisa blanca estaba mal abrochada, manchada de sangre y rota al igual que sus pantalones.
—¿Qué mierda?—Vociferó Minho indignado.—¿¡Qué pretendes trayendo a este idiota hasta aquí!?
Hyunjin lo ignoró para posar su mirada en la de Seungmin. Él estaba todavía perplejo en su lugar, pero al encontrar sus ojos, ninguno de los dos pudo romper aquella conexión establecida. Hwang tenía esa mirada de te lo dije, y por su parte el menor empezaba a tomar en serio lo que le había dicho en el baño.
—No quiero ensuciar mi pulcra entrada con una porquería como tú.—Dijo Hyunjin al hombre que tenía sometido y de rodillas, con su pistola apuntando a su cuello.—Pero Seungmin ya está aquí, así que aceleremos esto. Míralo.—Le ordenó tomándolo por la camisa y sacudiéndolo.
Youngmin parecía estar a punto de llorar como el maldito cobarde que era. Sus orbes reflejaron estar realmente asustado, el miedo en sus ojos era algo que nunca antes había visto, aquella sonrisa triunfal y altanera de su rostro que Seungmin recordaba y vivía en sus pesadillas ahora no era más que una compungida mueca de dolor y desesperación.
La cosa acerca de caer en manos de Hwang Hyunjin no era solo saber que morirías, eso podías tomarlo como un hecho, era más bien la incertidumbre de saber cuánto tiempo estaría torturándote y sobre todo el cómo lo haría. Habían muchas leyendas alrededor del hombre que con solo diecinueve años rebanó cada uno de los dedos de un viejo que quiso pasarse de listo haciendo negocios con él y después los mandó por paquetería a sus pequeños hijos.
Eso era lo distintivo de los Hwang, de lo que siempre le advirtieron mientras crecía. Aunque los Seo siempre se aseguraban de obtener la confianza y lealtad de su gente a la buena, si uno de sus aliados los traicionaban, serían sus seres queridos los que lo pagaran. Para muchos, ese era el peor castigo de todos, vivir el resto de tu vida sabiendo que condenaste a la persona que más amabas en tu vida.
Pero para algunas ratas como Han Youngmin, era más importante mantenerse con vida y seguir aprovechándose, haciendo tratos sucios para obtener dinero, siempre corriendo y escondiéndose cada que su ambición lo metía en problemas. Terminar de la noche a la mañana en manos de alguien tan temible, de quien estuvo intentando alejarse justamente para no buscarse este final, lo tenía haciéndose del baño en sus pantalones.
—¿Creíste que nunca pagarías por haberte metido con él?—Preguntó Hyunjin todavía sometiéndolo.—Yo sé que el que mataran a tu familia te debe tener extrañándolos todo el tiempo, así que te dejaremos verlos otra vez.
Minho, Seungmin y Chan estaban todos atentos y en silencio sin poder creer la decisión de Hyunjin tan obstinada para hacer pagar a este hombre, como si hubiera cometido la peor traición en contra suya o si fuera algo personal. Chan nunca antes había visto que Hyunjin se desviara de su propio camino por jugar a ser un justiciero.
—¡P-por favor! ¡Lo siento tanto! ¡No merezco su perdón, perdóneme joven Seungmin!—Empezó a recitar el hombre con una desesperación tal que estremecería hasta a la alma más gélida. Parecía realmente aferrado a su vida, y Seungmin no podría despreciarlo más incluso si intentara.
—Púdrete.—Espetó todavía con esa mirada perdida y mordiendo el interior de su mejilla.
Los ojos suplicantes de su transgresor rápidamente se modificaron dejando ver el verdadero arrepentimiento, el cual por cierto era nulo, y ventilaron todo su odio.
—¡No!—Gritó cuando sintió unas manos fuertes levantarlo jaloneando sus ropas.—¡Suéltenme! ¡Quítenme las manos de encima!
Hyunjin había ordenado a Rowoon que recogieran a Youngmin y lo sacaran de la casa. Él ya había tomado una decisión, y todo mundo lo supo por la forma en la que su rostro parecía brillar de tan solo pensar en la venganza que estaba a punto de cobrar.
—Hyunjin, piensa lo que vas a hacer.—Le advirtió Bang Chan como su pequeño grillo de la conciencia.
—Yo sé lo que estoy haciendo, Christopher.
—Idiota.—Respondió el rizado tomando la muñeca de su amante. Intentó tirar de él hacia arriba de las escaleras, pero Minho puso resistencia.
—Déjame, tengo que quedarme con Seungmin.—Protestó tratando de deshacerse de su agarre.
—¡No!—Pronuncio firmemente exasperado.—Deja que Hyunjin y Seungmin sigan con su mierda. Y si Seungmin es lo suficientemente listo—Volteó a verlo directamente—Sabrá mejor que esto.
—¿Estás idiota o qué?—Peleó Minho con su tono de bravucón.—Ustedes son los que están jugando con su estabilidad trayendo a ese idiota de Youngmin aquí, no sé qué es lo que esperan. Seungmin no tiene nada que ver.—Finalmente se soltó y se apartó bajando un escalón.
Seungmin seguía mirando como, a la distancia, caminaban Hyunjin y sus hombres arrastrando al hombre que había protagonizado cada una de sus pesadillas desde que era un adolescente. Ahora, en su transición a la vida adulta, pensaba que había logrado superar el tema hace tiempo. Nunca lo violó, nunca logró ensuciarlo ni tomar lo que quería de él, pero entonces ¿Por qué todavía se sentía asqueado cada que alguien intentaba sobrepasar ese límite a pesar de que él mismo imploraba por la atención de los chicos?
Únicamente volteó sobre sus talones y escuchó a lo lejos la forma en la que Chris y Minho seguían discutiendo acerca de él y Hyunjin. Era un desastre, un preludio de todo lo que serían.
—Estaré en mi habitación.—Dijo como lo haría cualquier niño con familia disfuncional y que encuentra consuelo alejado de los gritos y bravatas constantes. "Estaré en mi habitación" como si tuviera tarea pendiente por hacer, y no pensar acerca de su agresor sexual mirándolo a los ojos por última vez.
—¿Qué?—Preguntó Minho desconcertado por lo sereno que Seungmin lucía.—Iré contigo.
—No. Quiero dormir un poco.—Demandó antes de alejarse por su cuenta.
Había entrado en una especia de shock que no le permitía expresar nada, porque hacerlo le gastaba esfuerzo. Se dijo a sí mismo toda la vida que esto era lo que se dedicaban, pero aunque lo sabía no dejaba de ser menos escalofriante. Nunca creyó que Hyunjin fuera a llegar tan lejos para demostrarle algo.
Dio mil vueltas por la cama intentando acomodarse y no lo consiguió, estaba exasperado y dubitativo. Calculó al menos una hora metido en su cama y sus pensamientos, hasta que se hartó y fue a buscar a Minho. Alguien tenía que traerlo de vuelta a la tierra y darle un motivo para aferrarse a rechazar la necesidad de ir con Hyunjin.
Para verlo, para preguntarle por qué había desaparecido para buscar a Youngmin, para gritarle que lo estaba volviendo loco y que su encierro estaba haciéndolo delirar. No pudo, porque al llegar a la puerta de la habitación que Chan y Minho compartían, escuchó los gemidos que provenían de adentro. Se sonrojó y negó decepcionado con la cabeza.
Todo lo que Minho le decía sobre Bang Chan siendo una persona terrible y aprovechándose de él, en este momento no importaba, porque Minho parecía nunca aprender.
Y entonces se rió incrédulo de su osadía para juzgarlo a él y sus acciones mientras arrastraba sus pies hacia la oficina de Hyunjin. De nuevo ¿Era mejor que Minho?
Al llegar no encontró a nadie en el primer piso, las ventanas estaban abiertas y sobre el alféizar reposaba un cenicero con un cigarro a medio consumir. Los pocos papeles del escritorio estaban apilados en una esquina, y el resto de cosas estaban guardadas en las gavetas bajo llave. Lo único a la vista era un cuadro que estaba sobre un caballete en la esquina del estudio a medio pintar.
El lugar siempre se mantenía recogido y limpio, sencillo a excepción de ese rincón que desentonaba con los colores neutros de los muebles. Habían más cuadros en el piso, botes con brochas y pinceles en todos lados. Seungmin se acercó para darle un vistazo más detallado a la pintura inconclusa que estaba colocada, pero la puerta se abrió haciéndolo saltar en su lugar.
Nunca había visto a alguien tan imponente. Las gotas de sangre salpicadas en su cara, que apostaba no eran suyas en absoluto, el pelo recogido y los nudillos ensangrentados de igual forma.
—¿Qué haces aquí?—Preguntó Hyunjin con un tono de voz más pesado del que hubiera querido utilizar.
No le gustaba la idea de que invadieran su espacio cuando él no estaba presente, pero la idea de que fuera Seungmin el que se acercaba a curiosear no lo ponía a la defensiva ni remotamente.
—Necesitamos hablar.—Aseguró todavía mirándole las manos. Tragó duro cuando se movió hacia su escritorio, como si temiera el menor ataque.
—Si quisiera lastimarte, Seungmin, ya lo habría hecho.—Murmuró con la llave de sus cajones en la boca y sacando materiales para desinfectar y vendar. Claramente no era la primera vez.
—¿Lo mataste?
—Sí.—Asintió Hyunjin después de un momento.
—¿Por qué?
Hyunjin no respondió a eso en tanto se disponía a deshacerse de la sangre en su rostro. Seungmin se acercó con pasos más firmes esta vez, se sentó en frente suyo y preguntó de nueva cuenta:
—¿Por qué lo mataste?
Cuando era niño, su cuento favorito había sido el predilecto de todos. El principito, con todo y el nudo en la garganta que se le formaba cuando éste partía o cuando se despedía del zorro. Recordaba la insistencia del principito, que tal parece había adquirido desde esa edad también, porque no habría forma en el mundo en que Seungmin dejara una pregunta sin responder.
—Porque lo merecía.
—¿Pero qué te hizo creer que lo merecía? ¿Fue por lo que te conté?
—Obviamente.—Asintió Hyunjin.—Te dije algo cuando te encerraste en el baño y quisiste asesinarme con navajas de afeitar ¿Recuerdas? Hoy solo te lo demostré.
—Pero ni siquiera me quieres, ni yo a tí. ¿Por qué debería aceptar ser tu pareja?
—Porque yo quiero que lo seas.
—Eso no es un argumento.—Debatió enfurruñado.—No podemos ser pareja ¿Qué dirán tus minions? Te estarás metiendo con un Seo ¡No solo eso! Tú y tu hombre de confianza también, porque Bang Chan parece muy serio respecto a tener a Minho. Los demás no estarán bien con eso.
—En lo que a mi respecta, tú vas a ser un Hwang en el momento en que me aceptes.—Aseguró Hyunjin.
Seungmin abrió los ojos. Se humedeció los labios y negó profundamente indignado.
—Te volviste un poco delirante si ya estás pensando en matrimonio. No me casaré contigo.
—Já.—Se mofó Hyunjin limpiando la herida.—Nunca dije nada sobre casarnos, mocoso, eso no tiene ningún sentido para mí.
—¿Entonces vas a seguir pretendiendo que no te mueres por poner una sortija en mi dedo?—Mordió Seungmin, secretamente ofendido de que Hwang no lo considerara como material para esposo todavía.
Se reprendió mentalmente. ¿Qué pasaba por su cabeza últimamente? No podía estar necesitando tan desesperadamente la atención de este hombre, ni tampoco debería buscarlo o mucho menos codiciar su mirada y desear que pensara en él tanto como Seungmin lo hacía.
—De las muchas cosas que quiero hacerte, la última es ponerte una sortija y arruinar mi vida.
—Arruinarías tu vida incluso si no me propones matrimonio. No sé quién te dijo que tomarme como tu pareja era buena idea, pero olvídate de eso porque no va a suceder.
Hyunjin alzó las cejas y sonrió de lado.
—Es que no lo has comprendido, Seungmin.—Se levantó de su asiento y se acercó hacia él, lo rodeó mirándolo a los ojos y disfrutando de cómo el mocoso se negaba a bajarle la mirada.—No te dije que quería que fueras mi pareja de esa manera.
—¿Entonces? ¿Vas a decirme que imaginé todo?
—Me refiero a que no fue una propuesta.—Hyunjin se acercó más, había dejado de rodearlo y estaba en su espalda ahora.—Te lo dije para que supieras mis intenciones y te hicieras a la idea. ¿Querías saber por qué estás aquí, no?
—Quería saberlo.—Le concedió la razón.—Pero no significa que voy a aceptarlo.
—Tengo confianza en que lo harás.—Musitó Hwang con su aliento caliente chocando contra la sensibilidad de su piel.
Seungmin se removió sintiendo que en su estómago habían mariposas revoloteando con vigor. Los brazos de Hyunjin serpentearon por su torso hacia su cintura y tuvo que concentrase en no pensar en lo fuertes que se sentían apretándolo, con las mangas hasta los codos que dejaban ver sus tatuajes.
—Nunca me pondré tu tatuaje.—Siseó todavía intentando controlarse.
Hyunjin recorrió su cuello con los dedos, y al primer contacto sintió su piel ponerse calentarse.
—Minho decía lo mismo de Christopher cada vez que intentó convencerlo, y míralo ahora.—Pronunció con gusto.—No te atormentes pensando en eso, Seungmin. Yo no necesito rogarte para que te pongas mi tatuaje, va a llegar el momento en que tú mismo vendrás a mi rogándome para obtenerlo.
Seungmin se soltó del agarre y con su ceño fruncido se alejó del hombre. No dijo nada más, no porque no quisiera, sino porque no tenía nada para decir. Le hubiera gustado asegurarle que se equivocaba, insultarlo en todos los idiomas existentes y burlarse de su terrible arrogancia, pero no podía. Por la manera en la que Hyunjin parecía tan seguro de sí mismo, empezaba a creer que era fácil caer ante él.
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ahora sí viene lo chido 😈
la idea es que en los siguientes dos capítulos veamos cómo se van acercando más, así que disfrútenlos antes de que le meta el inicio del conflicto 🧍🏻♀️
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