10 🥀
back to black
Durmió la mayor parte del viaje, aunque se cuestionaba demasiado por haberse relajado de tal manera en manos del enemigo. No pudo evitarlo, hacia muchas noches que no dormía bien. Muchas personas considerarían inadecuado e incómodo dormir en un auto, pero cuando despertó, se dio cuenta que su sillón estaba recostado y alguien lo había tapado con un saco. Supo inmediatamente de quien se trataba, el olor era inconfundible.
Estaban parados, y no había nadie en el auto. Se asomó por la ventana, vio al chofer fuera de su puerta en la misma posición que lo había encontrado cuando bajó al garage. Parecía un estacionamiento subterráneo debido a la poca luz y las paredes de cemento, pero notó que habían solo otros dos automóviles estacionados, el resto de los cajones estaban vacíos. Tocó la ventana para llamar la atención del chofer y éste inmediatamente se volteó para abrirle la puerta.
—El señor Hwang ordenó que me quedara con usted hasta que se despertara. No quiso interrumpir su sueño.—Explicó.
—¿Dónde estamos?—Preguntó estirando sus piernas y brazos una vez que salió.
—En el estacionamiento de un hotel. Venga conmigo, lo llevaré a su habitación.—Ordenó señalándole el camino.
Seungmin caminó con él tan solo un paso atrás. Llegaron a un elevador, y pensó que ésta sería su oportunidad perfecta para pedir ayuda y escapar, pero se obligó a pensar en Minho. Tenía que averiguar lo que estaba sucediendo.
—¿Cuál es tu nombre?—La pregunta había salido un poco dubitativa, como el tipo de charla que pretendes hacer en un momento incómodo.
Sin embargo, le respondió:—Me llamo Jeno.
Asintió mirando su reflejo en el espejo del elevador, sus ojeras lo hacían lucir realmente demacrado. Cuando llegaron al piso destinado, se abrió ante ellos una recepción hermosa que lo obligó a admirar la belleza de su arquitectura.
Un candelabro brillante que colgaba del alto techo y unas paredes celestes que daban el aspecto de un viejo cuarto juvenil de un castillo. Jeno pareció marcar a alguien y dar aviso de que ya se encontraban dentro del hotel.
—¿Por qué tuvo que viajar hasta acá?—Preguntó Seungmin mirando todavía hacia arriba, los detalles en el techo eran prolijos y bonitos de admirar.—Me refiero a Hyunjin.
—Me temo que no lo sé, y si lo supiera, no podría decírselo.—Expresó el hombre después de haberse tomado su tiempo para responder.
Sabía que no conseguiría sacarle información si es que el tipo era lo suficientemente inteligente como para temerle a su jefe, pero al menos valía la pena intentar hablar con alguien que no fueran o Hyunjin o Rowoon. Y casi como si los hubiera invocado, ambos susodichos salieron del elevador cuando éste abrió sus puertas con un sonido similar al de una campana.
—Parece que el bello durmiente ha despertado.—Comentó el matón de Hyunjin con su típico tono burlesco que utilizaba cuando se dirigía a él.
—Pensé que Hyunjin dijo que no vendrías.—Respondió con una expresión disgustada.
—Eso era para jugar a ser tu niñera, pero estás aquí, así que podrá cuidarte de cerca.—Intervino Hwang divertido de la ocurrente rivalidad entre ambos. Eran como perro y gato.
—¿Ah?—Titubeo.—Dijiste que me sacarías.
—Así que ya no aguantas estar encerrado sin salir a gastar ¿Cierto?—Se rió negando.—Me siento un poco utilizado.—Puso su mano en su pecho con fingido pesar.
—No quiero tu dinero. Solo quiero que no me dejes encerrado, o voy a volverme loco y me aventaré del balcón.—Prometió con demasiada confianza. Estaba a un paso de la histeria.
Hyunjin pareció borrar su sonrisa, así que con una mirada le ordenó a sus empleados que no le siguieran. Le indicó el camino a Seungmin instigándolo a seguir, y él, por alguna extraña razón que no supo explicar, de sentía incluso más en confianza estando solo con él que con Rowoon y el chico Jeno a su lado. Cuando había alguien más, la tensión y altanería de Hyunjin se sobrecargaban contra él.
Subieron el elevador y llegaron a lo que presumiblemente era un penthouse, cuando se dio cuenta de que era el mismo donde Hwang se estaría hospedando, volteó a mirarlo con una expresión hastiada, harto de sus juegos. No pretendía Hyunjin que durmieran juntos ¿O sí?
Se dio cuenta que sí cuando simplemente asintió de forma condescendiente, sin necesidad de haberle preguntado su sospecha.
—¿Recuerdas lo que dije sobre Rowoon siendo tu niñera? Bien, cierta parte es verdad. Él tiene la tarea de cuidarte y estar al tanto de que no hagas nada estúpido, ni que te intenten lastimar. Pero, bueno, presentí que no querrías dormir en una habitación con él.
—¿Y no pudiste pagar una para mí?—Espetó echándose en la cama.
—¿Qué parte de tengo que vigilarte no entendiste?—Farfullo.—Ahora, tengo que salir. Tienes dos opciones: esperar a que regrese, con Rowoon fuera de tu puerta, y después te llevo a cenar. O venir conmigo y quedarte con Rowoon todo el tiempo, después iremos a donde tú quieras.
—¿Rowoon es necesario en todos los planes?
—Sí, no confío en nadie como confío en él.
—¿Y Jeno?
—Es solo un chofer, y no está a discusión.—Dijo deslizando un reloj en su muñeca. Llevaba una camisa de seda blanca con olanes en el cuello y pantalones negros hasta sus tobillos. Se veía ridículamente elegante, sobre todo considerando que sus tatuajes se traslucían a través de la tela blanca.—¿Y bien?
Seungmin pasó sus manos por toda su cara. Se volvería realmente un loco si decidía quedarse encerrado todo el día.
—Iré contigo.
Terminó acompañando a Hyunjin hasta un restaurante. Durante todo el camino, estuvo convenciendo con insistencia que reconsiderara la idea de dejarlo con Rowoon. Volvió a sugerir la idea de que Jeno podía echarle el ojo, y utilizó toda su fuerza de persuasión que empleaba contra Changbin cuando era más pequeño y éste se rehusaba a comprarle algo. Podía ser realmente molesto si se lo proponía, y de eso se enteró Hyunjin cuando llegaron y salió del automóvil dando un portazo, exasperado por Seungmin y con Rowoon un poco menos renuente respecto a cuidarlo.
Hyunjin mandó a Jeno a bajarse del auto y dejar su posición habitual. Ingresaron los tres juntos, y le dio la orden al chofer sobre esperar por ellos en el área de restaurant. Más adentro, había una zona de bar exclusivo en el que él estaría con Rowoon para la reunión por la que habían ido a Daegu.
Inicialmente, Seungmin no estaba pensando en comer, sobretodo indignado de que Hyunjin no lo hubiera adentrado a la reunión y tan solo lo hubiera dejado afuera para que se entretuviera comiendo. Pero después de haber estado rechazando a la grosera mesera que parecía odiar que alguien estuviera ocupando la mesa en vano, pidió un platillo. Jeno no se había sentado en ningún momento, estaba parado a un lado de su mesa, parecía nuevo en el trabajo de guardaespaldas, aunque técnicamente lo era.
Estaba increíblemente aburrido, al cabo de una hora y media y sin ningún dispositivo móvil, empezaba a impacientarse. Ni siquiera sabía si en realidad encontraría alguna pista sobre el paradero de Minho, o si sería esta su última cena antes de ser crucificado.
De pronto, una cabellera rosa inconfundible llamó su atención. Pensó que estaba alucinándolo, pensó que tal vez Hyunjin había ordenado que pusieran veneno en su comida y ahora se encontraba muerto, excepto que aquella persona que de espaldas parecía ser Wonho estaba demasiado vivo para ser una alucinación. Se paró y anunció que iría al baño, a lo que, como era de esperar, Jeno le dijo que lo acompañaría.
Seungmin necesitaba encontrar una excusa convincente. Dejó que lo siguiera hasta la puerta de los baños, y entonces se adentró esperando despistarlo. Había visto que Wonho se dirigía hacia afuera, por lo que aprovechó la posición estratégica de los sanitarios cerca de la entrada para escabullirse atrás de un grupo de hombres en traje que salían sacudiendo sus manos. Lo sentía tanto por Jeno, pero agradecía internamente que no estuviera para nada familiarizado con este trabajo. Salió hacia la calle, donde Wonho parecía estar esperando a alguien. Iba de traje negro, camisa de cuello alto a pesar del calor de la ciudad.
—¡Wonho!—Llamó su atención. Él volteó de prisa como si no pudiera creer la voz que reconocía. Su cara fue un teleidoscopio de emociones pasando primero por la sorpresa, después el alivio, la alegría y por último, el temor. Se acercó hasta él y jaló de su mano hasta una esquina, pero estaban muy expuestos todavía.
Hacia adentro empezaba el ballet parking, y caminaron hacia allá procurando mirar atrás, donde habían demasiados vehículos llegando y aparcando en la lujosa entrada del lugar.
—¿Qué haces aquí? ¿Estás con mi hermano?—Preguntó desesperado. Algo dentro de él le decía que no era así, pero quería creer que esta pesadilla pronto terminaría.
—Ahora trabajo para Bang Chan.—Dijo directo y sin rodeos. El semblante de confianza y esperanza que Seungmin tenía pronto se rompió.
—¿Q-qué?—Tartamudeo.—¿Desde cuándo? ¿Y Changbin? ¿¡Cómo pudo tú lealtad cambiar de la noche a la mañana!?
—No fue así.—Se defendió Wonho, su mirada herida por las sospechas que le eran levantadas. Con sus dedos le indicó que guardara silencio y posteriormente señaló a los monitores intrauditivos, como diciéndole que estaban siendo escuchados.
Seungmin se fijó en la pulsera que llevaba sobre su mano derecha y la gargantilla de su cuello, ambas parpadeaban con una luz roja. Sus ojos se horrorizaron cuando se dio cuenta de lo que eran. Explosivos.
—Esto es mi rastreador.—Levantó su mano.—Mi explosivo.—Dijo refiriéndose a su cuello.—Y mis monitores. Pueden escuchar todo lo que diga siempre que me aleje lo suficiente para que el rastreador mande una señal.
Seungmin estaba horrorizado. Supo entonces que su camisa de cuello alto era para esconder la gargantilla que solo un sádico como Bang Chan o Hwang Hyunjin podrían obligarle a usar. Él realmente intenta controlar sus emociones y la fuerte ola de impotencia que se arremolina en su garganta y crea un nudo que lo lastima y humedece sus ojos, de repente necesita abrazar al hombre frente a él que es tan importante y querido en su vida, y que es una bomba de tiempo. Se aferra a él de imprevisto y éste se pone tenso, pero lo reconforta.
Y como si la situación no fuera de por sí ya bastante mala, de pronto tiene a alguien arrancando con violencia desmedida a Wonho de él, y pasa tan rápido que apenas le da tiempo de gritar cuando ya están golpeando su rostro entre otros cuatro guaruras. Son los hombres de Bang Chan, y se da cuenta de eso porque nunca antes los había visto junto a Hyunjin, que también permanece afuera del restaurante con una vista tetricamente imperturbable.
—¡Déjenlo en paz!—Imploró Seungmin al borde de un ataque de ansiedad.
Buscó desesperadamente la mirada de Hwang, su boca temblando y antes de que pudiera acercarse lo suficiente para exigirle que ayude a Wonho, se da cuenta de la forma en la que Jeno está parado atrás de ellos con un labio roto y el ojo más morado que abarcaba la mitad de su gentil rostro. Sus náuseas solo incrementan.
—Hyunjin, por el amor de Dios, para esto.—Llora por piedad.
—Usualmente no tolero que mis empleados traicionen mi confianza.—Es lo único que responde con una insensibilidad tan fría y profunda que lo asusta.
—¡ELLOS NO HICIERON NADA! ¡CASTÍGAME A MÍ!—Grita con su garganta desgarrada, tiene a todas las miradas de los curiosos pegados a la ventana. Y, sin embargo, ningún empleado o gerente de tan prestigioso restaurante se atreve a reprenderlos pese al espectáculo que están montando.
—Se lo advertí a Wonho, que no te contactara o Chris lo haría volar en mil pedazos. Lo lamento por él, pero su lealtad está clara y no está de mi parte.
—¡Yo lo vi y lo busqué! ¡Yo me escapé de Jeno! Ellos no te traicionarían.
—Entonces debiste pensarlo antes de pedirme que quitara a un simple chofer para cuidarte. Algo tuvo que haber sonado en tu cabeza antes de correr hacia otro hombre.—Dijo, su desprecio filtrándose en las últimas palabras.
Seungmin solo puede presenciar la forma en la que Wonho yace en el piso, un charco de sangre que vomitó a su lado y los gemidos dolorosos no paran de taladrar contra su sensatez. Tiene que agotar todos los recursos, y entonces lo hace.
—Haré lo que sea por tí. Lo que tú quieras, cuando tú quieras, cómo tú quieras.—Se arrodilló lentamente. Su mirada estaba fija en los perfectos y lustrosos zapatos negros de Hyunjin.—P-pero no los lastimes. Perdónales la vida.—Imploró juntando sus manos.
La ceja de Hyunjin apenas y se levantó. Ni siquiera podía creer lo que sus ojos admiraban. El mocoso estaba rogándole de rodillas, justo como siempre ansió tenerlo, temblando y llorando. Pero, por alguna razón, la idea traída a la vida ahora resultaba inquietante. Ni siquiera sabía el por qué, si era por la forma tan desesperada en la que se aferraba a proteger a aquel hombre, o si era por la sensación de pesadez que se asentaba en su pecho cuando lo miró renunciar a su dignidad.
Ni siquiera se dio cuenta de lo que realmente significaba, de que Seungmin no era ningún desconocido para ninguna de las personas en ese restaurant. Él era un Seo, el maldito mocoso Seo Seungmin, tan conocido por la superioridad y altanería con la que era reconocido. Con una sola negativa de cabeza le ordenó a Chan que detuviera a sus hombres, y así lo hizo.
Se puso en cuclillas hasta estar a la altura del menor y sostuvo su barbilla para mirarlo directamente.
—Todos están viéndote.—Le susurró.—Levántate.
Lo ayudó a hacerlo, cuando finalmente estuvieron cara a cara, sus dedos picaron por seguir sosteniendo la tersa piel de su mejilla. Acunó su mejilla y limpió el rastro de lágrimas vivas que corrían por su colorido rostro. Sus labios se habían hinchado ligeramente.
—Hyunjin ¿Qué quieres hacer con ellos?—Preguntó Chan. El pelinegro tan solo se dio cuenta de lo perdido que estaba en sus pensamientos y en aquellos ojos de cachorro lastimero que lo estaban enloqueciendo hasta que su amigo habló.
—Encárgate de ellos.—Seungmin gimió asustado.—En el buen sentido. No los quiero muertos, al menos hasta que pueda hablar con ellos.
Dicha su orden, abrió la puerta del auto con Rowoon en el asiento del piloto. Entró con Seungmin todavía aferrado a su agarre, estaba seguro que el menor ni siquiera era consciente de aquel detalle, pero él lo estuvo. Estaba tan malditamente alerta a la forma en la que Seungmin se inclinó hacia él cuando se lo permitió, en cómo su llanto silencioso seguía y su cuerpo temblaba ligeramente, pero incluso con lo asustado y atormentado que parecía, seguía reclinado en su espacio personal hasta que finalmente lo acogió en su regazo.
Él quiso protegerlo de pronto. La necesidad imperante se instaló en su organismo, y lo detestó tanto. La idea de que fuera tan receptivo al estado indefenso de Seungmin iniciaba una revolución en él. Hyunjin se sintió de la misma forma cuando se enamoró de Felix, verlo siendo maltratado y humillado era algo que no sentaba bien con él hasta que lo rescató de ese mundo de mala muerte.
Tener a alguien que necesitara de él, que se empujaran a sus brazos cuando quisiera llorar justo como lo estaba haciendo la persona que nunca creyó que demostraría debilidad en su presencia. Estuvo bien consciente de que, para lograr tener ahora a Seungmin subido en sus piernas y escondido en su cuello, tuvo que romper su cordura primero. Y si le preguntaban por lo peor de la situación, es que ni siquiera lo había planeado de esa manera. Él casi enloqueció cuando Jeno lo alertó sobre su ausencia, y actuó con impulso cuando ordenó a los hombres a que lo separaran a Wonho cuando los encontró.
Se reprendió fuertemente. No, él no podía estar perdiendo el control, la había cagado en grande y en un lugar demasiado público para su gusto para rematar. Sus dedos involuntariamente recorrieron las hebras suaves de la cabeza que estaba empapando su camiseta. Si lo veía esos ojos llorosos una vez más, iba a perder.
—Te odio tanto.—Dijo el mocoso con su voz gangosa.—Estás en serio jodiendo mi cabeza, vas a enloquecerme.
Hyunjin estuvo indefenso contra los ojos grandes, cafés y expresivos de Seungmin cuando lo miró. Se abalanzó a besarlo, chupó su lengua reclamando el espacio y su polla se sacudió ligeramente cuando Seungmin no puso resistencia alguna, tan solo abrió sus labios disfrutando de la agresividad del beso. Él se lo devolvió mordiéndolo.
Enseguida llegaron al hotel y tuvieron que parar, sus respiraciones pesadas eran prueba de lo absortos que habían estado mientras succionaban el coraje fuera de ellos con sus bocas. Lamentablemente para ellos, el coraje y la pasión eran del mismo color, tan cercanos que muchas veces llegaba a transformarse y dejarlos necesitados el uno del otro. No podían seguir luchando contra la atracción que sentían.
Mientras se adentraron al elevador los dos solos, Seungmin parecía cohibido. Sus manos paralelas y separadas solo por una ranura de espacio de al menos tres centímetros, sus meñiques se rozaron. Hyunjin no quería parecer un enfermo sin control que no podía aguantarse hasta llegar a la habitación, pero se encontró estirando la mano para tomar cuidadosamente al menor del cuello y jalarlo hacia él para plantarle un pico, y luego otro, y luego otro hasta que tuvo que profundizar el beso. Fueron interrumpidos por las puertas abriéndose y entonces se adentraron hasta el penthouse.
—Necesito tenerte o voy a perder toda mi cordura.—Declaró Hyunjin una vez dentro.
De alguna manera, se las habían arreglado para caminar hacia la habitación y despojarse de algunas prendas. Seungmin inhaló su aroma a hombre, la menta fresca arrinconada exquisitamente en sus clavículas y las partículas de su esencia guardadas en su fina ropa. Él, a comparación, se veía bastante mal.
Estaba concentrado en reprimir los recuerdos que le impedían llevar a cabo el acto que tan desesperadamente ansiaba de Hyunjin, pero falló cuando sus manos grandes intentaron bajar sus pants. Se convirtió en un manojo de nervios rápidamente.
—Hyunjin...—Intentó llamarlo, pero el hombre ya estaba recorriendo su abdomen con besos húmedos.
Su mirada se desenfocó y cuando intentó cerrar las piernas, las mismas manos las sostuvieron abiertas. Lo suficiente como para que viera la horrible marca de sus muslos.
Una cicatriz en forma de Y se marcaba en el interior de su muslo izquierdo, mientras que en el derecho había una cicatriz ordinaria. Hecha con la intención de matarlo. Sintió que sus paredes eran derrumbadas desde los cimientos.
Seungmin se percató de que Hyunjin las estaba mirando fijamente al cabo de unos minutos. Se removió incómodo tapándose el rostro mientras seguía llorando, ahogando los sonidos en su boca.
El hombre, contrario a cómo pensó que reaccionaría, las trazó con cuidado pese al llanto. Era un toque gentil, una caricia que seguía la forma de la cicatriz izquierda hasta que se dio cuenta de que formaba unas iniciales. Su sangre hirvió dándose una idea de que significaban esas marcas en la perfecta piel del mocoso.
—Seungmin ¿Quién mierda te hizo esto?
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