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¿Quién de los dos?

El héroe de traje negro estaba totalmente confundido con el acto de Ladybug y más aún con las palabras que había pronunciado <<Eres lo que más quiero>> la frase le retumbaba en su cabeza. A pesar de que debía reconocer que en el fondo se sentía bien que alguien le quisiera sin temor de decirlo, estaba totalmente seguro de que su corazón era de Marinette, observó la rosa durante un tiempo sin tomarla, no terminaba de comprender que quería decirle su compañera, ¿acaso intentaba hablarle de la forma en que él lo hacía con Marinette? Por medio del lenguaje de las flores…


La tomo con indecisión y sin pronunciar palabra alguna, entonces ella se abalanzó hacia sus brazos, ante lo cual solo pudo recibirla.


—¿Ladybug? —cuestionó confundido.


Ella solamente lo abrazaba con fuerzas, quería que él sintiera lo importante y especial que era para ella.


—¿Si Chat? —Respondía aun abrazándolo —Eres tan importante para mí ¿sabías? —Alzó su mirada hallando confusión — Entiendo tu expresión, pero no puedo decirte más, únicamente quiero que tengas claro que siempre estaré ahí junto a ti pase lo que pase.— la de traje rojo revolvió jugando el cabello rubio— No sabes cuánto necesito de tus abrazos y de tus besos. —Se aventuró a acariciar los labios del chico delineándolos con sus dedos.


El felino estaba simplemente estático, todas esas confesiones lo habían enviado al hoyo más profundo, el pitido del Miraculous de la chica rompió el silencio y el lento acercamiento que ella tenía hacia camino hacia sus labios.


—Debo irme lo siento. —La moteada se lanzó robándole al felino un fugaz beso para luego irse sin dejarlo siquiera reaccionar.


El de antifaz negro toco sus labios aun confuso, no entendía que pasaba, ¿Qué había hecho él para ganarse su corazón? Simplemente había luchado a su lado y la Protegió como cualquier compañero aliado haría.


No le desagradaba en lo más mínimo, ella fue la primera chica que llamo su atención como mujer, lo recordaba. Sin embargo sus sentimientos ahora solo le pertenecían a una única princesa. Decidió marcharse directamente hacia su cuarto a pensar.


Estaba tan inmóvil como cuando Ladybug se lanzó hacia él, miles de reproches mentales pasaban por su cabeza ahora mismo.


—No me moví tampoco para separarla aun si no correspondí. —Soltó finalmente—AH, ¿qué debo hacer? — Intentó buscar la respuesta en su felino compañero.


—Darme mi queso niño, y agradecerme por ayudarte con la chica— Respondía totalmente seguro el Kwami negro.


—Que gran consejo plagg… — Le extendió la bandeja que ahora siempre estaba en su cuarto con el apestoso queso.


Ladybug había entrado ya en sus aposentos asegurando el pestillo de la ventana y la puerta.


—Estás haciendo las cosas mal Marinette — Se quejaba el kwami rojo en cuanto la transformación se desvaneció.


—Tikki no entiendes el amor— Se paró enfrente del gran espejo que había en su habitación y puso la mano en su cuello viéndose de pies a cabeza
— Eres una tonta Marinette, una completa y estúpida tonta — Mencionó al ver la marca que se empezaba a formar en su pecho —Ninguno se lo merece Tikki lo sé, amo a los dos, amo al apasionante, pero también amo al Caballero, amo al valiente y amo también al chico que piensa antes de actuar ¿Qué hago?—Preguntaba a su kwami.


—Dejar de ser tan ciega — le respondía y antes de que le preguntara algo más la pequeña se llevó una galleta a la boca.


—Se supone que estás aquí para ayudarme ¡Gracias! —Se metió en su cama.


El sueño la apresó rápidamente, sabía que en la mañana tendría una gran y esperada visita que le aliviaría el corazón, pero la suerte no era la misma para el de orbes esmeralda, entre uno y otro dilema se preguntaba si sería bueno revelarle su identidad a Marinette. Cientos de posibilidades cruzaban por su imaginación hasta que consiguió una que le pareció lo suficientemente lógica, solo hasta ese entonces concilió el preciado sueño.










Había llegado la mañana y la radiante azabache se había arreglado lo más hermosa posible para recibir a su viejo amigo, lo abrazó y tomó su mano para guiarlo al interior de la casa.


El Agreste esperaba a Marinette como ahora era costumbre para desayunar, esta vez mientras leía con el par de lentes que recién le traían para proteger su vista. Le incomodaban un poco, pero debía acostumbrarse, estaba algo nervioso por lo que haría y jugaba nerviosamente con el marco de su nueva adquisición, escuchó la dulce risa de su princesa acercarse y se levantó para saludarla


—Muy buen día Marinette…— Detuvo su discurso algo perplejo al ver que se acercaba con el pelirrojo y sus manos entrelazadas. —Así que… Tenemos un invitado. Buen día, joven.


El Agreste ni siquiera conocía su nombre, pero en definitiva había arruinado por completo la mañana y la conversación que debía tener con Marinette en privado.


—Hola, Adrien buenos días. —Le dio un beso en la mejilla de manera de saludo sin soltar la mano del otro chico— Así es, él es Nathaniel Kurtzberg, mi amigo de la infancia— La azabache tomo la barbilla del pelirrojo — ¿Verdad tomatito? Está de visita en Francia después de dos años fuera por su trabajo, pero ya que ha venido lo veré más seguido— Decía dulcemente mientras se abrazaba de la cintura de su amigo.

El rubio moría de celos, hacía un esfuerzo sobrehumano por lucir un poco más agradable, pero ver tal empalagosa escena con otro lo hacía sentir que perdería el control en cualquier momento, nunca había tenido la fortuna de ir de la mano de su amada princesa, pero este sujeto lo hacía tan fácilmente. El rubio estiró la mano para saludar al pelirrojo y en cuanto esté la tomó le apretó con tanta fuerza como pudo sin que Marinette lo notara.

— Bienvenido señor kurtzberg tome asiento y disfrute del desayuno con nosotros. —se forzó a decir amablemente aunque deseara simplemente desaparecerlo. —Así que dígame, ¿cuál es su relación con Marinette? Cuénteme sobre ustedes.— se quitó los lentes para dedicarle su atención luego de que pidieran su desayuno.

La azabache quedó asombrada por la pregunta de Adrien a Nathaniel, pues lucía sumamente nervioso sin saber que responder, así que ella fue la que intervino.
— En realidad Adrien, Nathaniel y yo fuimos novios ¿Verdad Nati? — Sonreía mientras el de mirada turquesa asentía —Nos conocemos desde hace más de 10 años —Seguía su discurso

—Pero tuvimos una historia antes de que me fuera—Esta vez el que respondió fue Nathaniel mientras la azabache tomaba su mano.

—Eso si, lo que surgió sigue presente de cierta manera —Finalizó la azabache completando la frase.
La sangre hirvió en el interior del de mirada esmeralda apretó la mordida intentando calmarse esbozando una sonrisa.

—¡Oh! Que interesante, lamento ser un tropiezo en eso que sigue presente, pero por ahora no lo seré más… —se levantó de la mesa —que tengan un feliz desayuno, tengo cosas que atender… Mis disculpas.

No soportaba más quedarse en el lugar. Al retirarse, ya lejos de su vista se encontró con la mucama que llevaba el desayuno que habían pedido los jóvenes, tomó el vaso de naranja que había pedido el pelirrojo para beberlo, la mujer le vio extrañada, pero él solamente sonrió.

—Un agua de cicuta con azúcar le vendría mejor — Mencionó el rubio, la empleada se veía ahora más desconcertada, pero sin dar explicación se retiró del lugar.
Nathaniel se quedó viendo a la azabache que solo le sonrió.

—Es un gusto que estés acá Nathaniel, a pesar de como acabo todo me gusta saber que aún seguimos siendo amigos—le dio un último abrazo para luego disponerse a tomar el desayuno, pelirrojo y azabache compartieron toda la mañana juntos para hablar de todo lo que desearon.


El rubio se quedó simplemente en su jardín secreto todo el día intentando leer, pero no lograba sacarse de la mente todo lo que se le había dicho, incluso como chat empezaba a perder las esperanzas.


—Aghh—gritó fuerte estrellando el libro contra el piso—tal vez el que merezca el agua de cicuta sea yo—tapó su rostro y sintió como el pequeño kwami se posaba en su pecho.


—¿Sabías que alguno de mis portadores ya murió así? —mencionó Algo afligido por el recuerdo.


—Adrien lo observó asombrado—¿uno de los portadores?

—No creas que has sido el único niño.

—Ahora mismo no me importa plagg.

—¿Vamos a ver a la chica?—Intentaba consolarle sin éxito alguno.

—No deseo verla ahora mismo plagg, te agradezco—lo acariciaba detrás de las orejas.


Después del ameno desayuno con su antiguo amor y de ser regañada por este mismo al ella confesarle que deseaba ver la cara del rubio al decirle que él había sido el primer hombre en su vida.


Nathaniel solo atinó a darle un leve coscorrón por pensar en hacer eso cuando era obvio que ellos nunca habían pasado de besos, ahora mismo se encontraba en la sala tocando en el gran piano una pieza musical que su madre le había enseñado.

—Te pasaste ¿lo sabes no?—le regañaba Tikki como últimamente lo hacía, ¿qué pasaba con sus amigos que la regañaban de esa forma?—Debes ir a verlo, se notaba que estaba mal—Marinette negó con la cabeza ante lo dicho por ella.

—No lo creo, él tiene a su rubia—mencionó y la kwami le lanzó una mirada enojada—Está bien, está bien ya voy.

Se levantó del asiento para dirigir su andar a la habitación del chico en donde tocó varias veces y no respondía.


—Te lo dije Marinette, si al chico lo akumatizan será todo culpa tuya. —la acusaba la criatura carmesí.


—Por favor no me preocupes más Tikki—se mordió la uña— vamos escóndete.

Se retiró de Ahí con una angustia latente en su corazón, no quería que por sus cosas infantiles, y por ponerlo a prueba para ver sus sentimientos por ella, algo malo le pasara, ya que eso jamás se lo podría perdonar en la vida.


Luego de una gran siesta en su lugar especial Adrien despertó dispuesto a ir a su habitación, ese sueño sí que lo había hecho falta, cuando estaba a unos pasos de llegar a su puerta visualizó a Marinette tocando desesperadamente, aún no estaba listo para verla, pero no quería ser grosero.


—¿Se te ofrece algo Marinette? —le dijo y ella se sobresaltó retirándose de la puerta que él no dudó en abrir para entrar, quedando apenas cruzando el marco enfrente de ella aún sin poder verla —Sabes que puedes pedirle a cualquiera aquí lo que necesites.

—Sí, Gracias. Solo que te estaba buscando, me quedé preocupada por la forma en que te fuiste del comedor. —mencionó tratando de buscar su mirada sin éxito alguno. —¿Sucede algo? ¿Te molestaste por la visita de Nathaniel?

Él sentía algo frío recorrer todo su cuerpo de tan solo oír ese estúpido nombre, vaya que lo detestaba sin siquiera conocerlo a fondo.

—Nathaniel, ah, él, para nada, espero hayas pasado tiempo de calidad con tu enamorado, ya sabes recobrar el tiempo perdido y esa clase de cosas—le dedicó una sonrisa que esperaba se viera sincera y entré en su cuarto, quería cerrarle y que se fuera sin embargo, eso sería descortés, entonces simplemente se sentó junto a la estantería que tenía toda clase de títulos y trofeos que se había ganado a lo largo de la vida junto al gran cuadro de su adorada madre. Tomó uno de los libros e hizo el ademán de leerlo, tenía un montón de cosas allí que ella desconocía, como su título en física, matemáticas, literatura y demás, sin olvidar sus incontables trofeos de esgrima y música.

—Por dios tienes u a gran preparación —recorría con la mirada cada rincón de aquella habitación, no se había tomado el tiempo para detenerse a apreciar los trofeos, en verdad era el chico perfecto—En cuanto a Nathy, me la pasé súper bien, me ha hecho sentir maravillosa —Sonreía sentándose enfrente de él en el asiento que ahí se encontraba—Es un amor de chico verás que cuando se conozcan mejor van a ser los más grandes amigos—se sentía incómoda, ya que era la única que hablaba, quitó el libro de la vista del Agreste —Mírame por favor
Siento como si me ignoraras, no me gusta para nada esa sensación. —Le miraba triste, ahora mismo construyó una pared entre ellos que no le agradaba—lo que tengas que decirme házmelo saber

La observó unos segundos, en cuanto cruzaron miradas, de nada le servía ser el chico perfecto si no lo era para ella, su persona favorita en el mundo, su princesa, aquella que rápido se había ganado todo su amor y que parecía no importarle.

—Me alegra que te hayas sentido maravillosa, probablemente hace mucho no lo sentías, nunca he tenido amigos Marinette… Probablemente sea difícil para mí tenerlos ahora —buscaba la forma de hacerla desistir, le resultaba difícil tener a ese sujeto como amigo—ahora que lo mencionas, teníamos una charla pendiente—se levantó para llegar a la puerta— si no te molesta, cierro puedes salir en cuanto lo prefieras—cerró la puerta detrás de él—Ahora bien quedamos de hablar de nuestros amores ¿no? Coméntame de él —usó los lentes para observarla esta vez para que el reflejo que producían le ocultase su mirada afligida, se sentó frente a ella, esta charla le partiría el corazón, pero tenía que oírla, se dispuso a ella como el buen confidente en que se convirtió.


Lo miró extrañada, no creía que fuera difícil para una persona tan genial como él, además ¿Qué no era su amiga?, ella confiaba que Nathaniel y él podían tener ciertas cosas en común para llegar a ser tan buenos amigos. Lo vio cerrar la puerta, pero no se negó en ningún momento, se sentía segura junto a Adrien y sabía que no corría peligro alguno así que se relajó para contestar lo que el chico le había cuestionado.


—Él es una persona increíble, me fascina demasiado, es adorable y también tiene un lado salvaje que me encanta. —mordió su labio evocando el recuerdo de su amado gatito— Aunque debo confesarte que son dos chicos los que me traen loca—rascó su cabeza, no sabía si confiarle algo así sería lo correcto—Tal vez me creas alguien que no valga la pena después de esto, pero así suele pasar —hizo una mueca.

Cruzó la pierna y se enderezó para que notara su interés, sabía que uno de ellos era el horroroso Nath como lo apodaba, y el otro chat Noir, tenía que sacar la mayor información para saber que tanto terreno estaba perdiendo con ella.

—Para nada te juzgaré mi querida Marinette los dilemas amorosos son más que comunes. ¿Y bien?, cuéntame de ellos dos, ¿qué los diferencia? ¿Quién te hace sentir más a gusto?.




✔️✔️ Nuevo capítulo corregido... Falta cada vez menos 💚🥺

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