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006.

Tan pronto cruzó la puerta del departamento de Yoongi, Jimin se maldijo así mismo.

Se dio cuenta de que no tenia absolutamente ningún derecho de reclamarle ni ponerse así, pero, tampoco podía evitar sentirse molesto y dolido al mismo tiempo.

¿Quién era esa persona? ¿Y por qué le hablaba con tanta confianza? La curiosidad picaba su mente pero pronto se dió cuenta de lo patético que estaba siendo y se burló de sí mismo, no tenía derecho de enojarse. Porque Yoongi no tenía la culpa, la culpa era de él por verlo con otros ojos, por enamorarse y por construir esas ilusiones vagas de papel cuando sabía exactamente cómo es que era el alfa en temas del amor.

Aún así no pudo no llorar, tomó un taxi y se dirigió a su departamento. Se sentía más sensible de lo normal y no sabía porqué. Fue hasta después de tomar una ducha de agua helada qué sintió ese calor y dolor de su vientre empezar a presentarse. Su lubricante comenzaba a salir.

— ¡Mierda! Se me adelantó, debe ser por la maldita excitación que tuve el día de hoy — se habló así mismo. Jimin estaba seguro que faltaban dos días para su periodo de calor, pero el hecho de ser un omega distinto a los demás, también significaba que su celo podría adelantarse si su lobo se sometía a una fuerte sensación de líbido. Ya le había pasado otras veces mientras se autocomplacía, y bueno, con Yoongi haciendolo esta vez era más que obvio que pasaría.

Se frustró, pues tendría que usar nuevamente sus estúpidos dildos para apaciguar su dolor y no uno real; ya qué odiaba usar supresores los supresores. Que de no haber sido por su estúpido comportamiento estaría seguro que estaría jadeando fuertemente con ése pedazo de carne dentro.

Apretó las piernas tan sólo de imaginar lo que él mismo había interrumpido.

Se dirigió a su cajón especial y eligió el juguete más grande que tenía, el más vibración para una fuerte intensidad.

— Bueno— suspiró. — Al mal paso darle prisa. Porque después me espera ese frasco de nutella.

Apagó la luz de su habitación, dejando la serie de gotitas de luz tenue encendida que tenía en la ventana, puso música lenta y se dedicó a atender su problema en su cómoda pero muy vacía y sola cama.

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Llegó la mañana siguiente, y con ello un Yoongi bañando y con toda la actitud de aclarar lo sucedido yendo al recinto.

Tenía que hablar con Jimin y agradeció que hoy tenían que llegar más temprano a trabajar porque ensayarian nuevamente una coreografía por el cambio de un track en el setlist.

Estaba impaciente, ya esperando en la pequeña área de práctica. Cuando de pronto entró alguien que no conocía, una nueva cara, con un maletín de gimnasia y termo en mano. Justo al lado, venía Seokjin escoltándola.

— Hola, Yoongi. Ésta es...

Puso expresión de pocos amigos, con el ceño fruncido casi descomponiéndole la cara. — ¿Dónde está Jimin? — Lo interrumpió en seco.

— Es precisamente por lo que ella está aquí. Jimin no vendrá hoy, y ella — la señaló, quién inmediatamente hizo una pequeña reverencia— te ayudará con la coreografía.

— No puede faltar a su trabajo. Llámalo y ordénale que asista.

— ¿Estas loco? Va en contra de las leyes del trabajo, es la primera vez que pide días libres y por supuesto se los concedí. Así que no seas infantil y compórtate, trabaja con ella — le habló golpeado.

A regañadientes aceptó. — Bien, pero debes saber que no estoy feliz con esto.

— Tú nunca estás feliz con nada, a menos que tenga que ver con Jimin — Yoongi bufó con las palabras del mayor. ¿Acaso era tan obvio para todos los demás? — Como sea. JinSeo, te dejo a cargo — le informó a la chica — Si empieza a ser un grano en culo me avisas ¿De acuerdo?

La mencionada asintió. — Claro, Señor Kim.

El manager Kim se alejó dejando a los dos iniciar con su trabajo.

Iniciaron las práctica de la coreografía, les tomó cerca de hora y media, pero JinSeo no quedaba totalmente satisfecha con el desempeño del artista.

—Señor Min, ¿por qué está tan tenso? — inquirió con un ligero ápice de desesperación. — Llevamos tiempo practicando el movimiento principal y parece que no avanzamos, no está concentrado. ¿Sucede algo?

— A mi no me sucede nada —dijo a la defensiva. — Es usted la del problema, no está haciendo bien los movimientos y por eso me va mal a mi también, con mi otro coreógrafo no tengo estos problemas.

— ¿Insinúa que no hago bien mi trabajo? — dijo incrédula.

— Pues… si la bota le queda..

La chica rió sarcástico. — Ya veo porqué nadie quiere trabajar con usted, teniendo ese genio. No sé cómo es que mi colega Jimin sigue viniendo aquí. Aunque, ahora que lo pienso me doy una idea de por qué no quiso venir hoy al trabajo.

— Usted no sabe nada, Señorita JinSeo — le miró fijo, y amenazante.

— Tiene razón, no sé nada —entendiendo inmediatamente que meterse con alguien como él sería riesgoso. — Cómo sea, solo necesito que por favor se concentre y realice bien los movimientos al compás del los ritmos. ¿Bien?

Yoongi asintió, no volvió a decir nada más, y es que era verdad, estaba tenso y preocupado, ¿dónde se había metido el omega? Tenía unas ganas vestiales de arrojar todo y salir corriendo a buscarlo, pero estaban de por medio las malditas responsabilidades de su trabajo y no sería viable hacerlo, crearía muchos problemas. Así que trató de tranquilizarse y se limitó a hacer caso a lo que esa coreógrafa le indicaba.

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A dos horas de iniciar el concierto Yoongi se preparaba para la prueba de sonido. Aún teniendo la ausencia de Jimin en mente. Y es que ya había tratado de comunicarse con él pero fue en vano, no respondía sus mensajes de whats, sms, llamadas y correos. Era como si lo estuviese evitando adrede.

Una vez que revisó que sus auriculares, las posiciones y su micrófono estuviera coordinado correctamente, bajó del escenario.

Una silueta totalmente familiar y conocida se acercó a él para estrujarlo en un fuerte abrazo.

— Qué alegría verte, Yoonie.

— Mamá, no puedo respirar — se quejó entre brazos y de inmediato su madre lo soltó.

— Lo siento, hijo. Me emocioné al verte.

— Mamá, nos vimos la semana pasada.

— Lo sé, pero no desmerites los sentimientos de una madre — lo reprendió con una palmada en el hombro y su hijo río. — Así que entonces, ¿dónde está ése chico llamado Jimin?

— No se presentó el día de hoy.

— ¿Por qué? ¿Crees que se haya puesto mal por el malentendido?

— No lo sé, supongo que sí. Estoy preocupado y eso me ha estado molestando todo el día — suspiró y se talló el rostro en frustración. — Iremos a verlo a su departamento tan pronto termine con mi actuación, gracias por venir.

— Estará bien hijo, no sobrepienses la situación. Y no me agradezcas, sabes que por ti haré lo que sea, cariño.

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— Señor Yoongi — le llamó Namjoon. — Ya está preparada la omega en su cuarto especial, lista para proveer lo que necesita.

Después de tocar a Jimin ayer, la representación de otro cuerpo semidesnudo frente al suyo le provocaba cierto disgusto. No quería volver a tomar leche directamente de los pechos de otro omega que no fuera Jimin, nunca más.

— Sírveme en una copa y agrégale alcohol, no voy a entrar ahí — ordenó.

Su asistente se desconcertó un poco, jamás se había negado. — Eh… ¿está usted seguro?

— Completamente — dijo convencido y de inmediato Namjoon se alejó para cumplir con su orden.

Después de veinte minutos regresó con el pedido y se lo entregó a su jefe. Yoongi lo bebió y no pudo evitar sentir desagrado por la lactosa, se sentía extraña, un poco desabrida para su gusto.

— Vacía un poco más de alcohol aquí — dijo y Nam agregó un toque más. Sólo así pudo beberse el líquido por completo. — Bien, estoy listo. ¿En cuánto salgo?

— ¡En diez! — informó el alto.

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Afortunadamente todo el show terminó bien y se aseguró de no lastimarse tal y como el omega siempre se lo decía.

Todos se agradecieron y se felicitaron mutuamente por trabajar duro, el último show de la semana había concluido perfectamente bien y sólo deseaban descansar antes de viajar a Busán a concluir los siguientes tres conciertos de su agenda.

— Mamá, apresúrate — llevaba paso veloz en dirección a su vehículo.

— Por la Diosa Luna, hijo. Tranquilízate, hacer las cosas de forma rápida no te llevará a ningún lado — Yoongi lo sabía, pero aún así su lobo estaba muy ansioso por ver y  respirar el aroma del omega.

— No me digas que me calme porque menos lo haré — trepó al carro y su madre lo imitó al otro lado negando por lo cursi qué estaba siendo su hijo.

Puso en marcha el vehículo y se dirigieron hacía el caserío de edificios donde se encontraba el departamento de Jimin.

Bajaron del auto y después de subir unas cuantas escaleras, en cuestión de minutos se encontraban frente a la puerta del omega.

Yoongi pegó la oreja sobre el respaldo frío de la madera de pino de la puerta, por si se escuchaba algún movimiento. Pero todo estaba tranquilo.

Tocó el timbre y golpeó la puerta. — ¿Jimin, estás ahí? ¡Hola! ¡Soy Yoongi, ábreme!

Su madre lo miró raro. — ¿Tienes que ser tan ruidoso y descortés? — Yoongi se encogió de hombros avergonzado.

— ¿Qué tiene de malo?

— Tenías que ser igual que tu padre — Su madre negó desaprobatoriamente. — Yoongi, sólo toca el timbre y espera a que salga.

El nombrado asintió y presionó nuevamente un par de veces el timbre.

Estaban a punto de rendirse cuando unos pasos aproximándose se dejaron escuchar al otro lado de la puerta.

— ¿Quién es? — una voz pesada y débil preguntó.

— Jimin, soy yo. Yoongi — informó expectante. — Vengo a aclarar lo de ayer.

— Ah Min, eres tú. No te preocupes, no hay nada que tengas que aclarar, yo no tenía derecho de hablarte así. Me disculpo por cómo reaccioné — seguía aún con la puerta cerrada.

— Es que sí hay algo que aclarar, porque necesito que lo sepas, la persona al teléfono no era lo que imaginaste, era mi madre. Y ella incluso vino aquí para aclarar la situación — Yoongi le tiró una mirada a su mamá para que le ayudará a convencerlo.

— Hyung, de verdad, no tienes que mentir al respecto. Está bien, yo lo entiendo. No era necesario que trajeras a tu mamá y meterla en esto.

— Jimin, pero es que yo no te estoy mintiendo, ¿es que no lo entiendes? — se estaba frustrando por ver como el omega era así de terco. — Mamá, llámame, para que vea que es el mismo número.

— Sí, claro — buscó el contacto y llamó. Se dejó oír el tono de llamada de Yoongi y en pantalla apareció el mismo número de ayer en la noche.

— ¿Ves? Es el mismo número. ¡Park Jimin abre la bendita puerta por favor!

— Abre la puerta muchacho y verifica que es el mismo número, mi número.

— ¿Y quién me asegura que ustedes dos no se pusieron de acuerdo? Además, no sé qué ganan con venir a decirme todo esto, son muchas molestias de parte suya.

— Yo… eh..— balbuceó, no sabía cómo excusarse.

— Sencillo, joven. Lo hacemos porque mi hijo está enamorado de usted. Y porque ni el mismo se aguanta.

Jimin pareció haber escuchado mal, ¿qué cosa dice que dijo? Debían estarle tomando el pelo...¿O no?

— ¡Mamá! — le miró con grandes ojos por echarlo de cabeza.

— ¿Qué? Yo sólo estoy diciendo la verdad, tú mismo me lo dijiste. Además hoy me dijo tu personal que estabas más irritado de lo normal sólo porque éste muchacho no fue — confesó inocente.

Yoongi se sintió expuesto. Así no era el plan, su madre lo echó de cabeza como carnada para cocodrilos.

Al otro lado de la puerta, un cerrojo quitándose y la figura de un chico lindo un poco desaliñado, asomándose por la pequeña abertura que abrió de la puerta. Un olor penetrante salió como remolino y llegó y entro por las fosas nasales del alfa, subió y viajó hasta su cerebro.

— ¿Eso es cierto, hyung? — dijo esperanzado.

El alfa todo apenado sin hacer contacto visual asintió. — Sí.

Su madre sonrió en victoria porque sabía que ese olor del omega allá adentro se debía total y completamente a su celo. Sabía que esos dos se arreglarían esa noche.

Jimin sacó y extendió su mano, un puchero dibujándose en sus labios. — Ven y entra conmigo entonces.

Yoongi alzó la mirada de cachorro abandonado y tomó la manito del omega, quien al instante lo arrastró dentro de su departamento cerrando la puerta sin más.

— Pero qué... — Dejaron varada a la Señora Min en el pasillo. Bufó indignada. — ¡Eissh! ¡Al menos se hubieran despedido de mi primero! ¡Niños mal educados y calenturientos!

Dio media vuelta y decidió llamar a su Octavio para que pasara por ella.

— Pero eso me gano yo, por andarle haciendo de cupido para mi hijo — se habló a si misma mientras tecleaba los números de su enamorado.

Mientras tanto, Min y Park se empezarían a divertir juntos allá dentro.

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Se viene lo buenoo
jeje 😈.

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