Capítulo 65
Capítulo 65
Jordan
Un auténtico desayuno mediterráneo nos recibe, aunque más que desayuno, se trata de un brunch previo al almuerzo de mediodía, tomando en cuenta que ya son pasadas las once horas de la mañana.
Se puede decir que nuestro desayuno estuvo mucho más suculento que lo que está allí tapado sobre las bandejas. April está durmiendo como si fuesen las dos de la mañana en medio de un sueño agradable, aunque a veces no estoy muy seguro de que realmente lo esté, ya que tiene un intento de sonrisa en sus labios. Su cabello está esparcido por toda su espalda y las sábanas están revueltas alrededor de su cadera, cubriendo su trasero. Paso mi mano, despacio, a lo largo de su columna y trato de despertarla lo más sutilmente posible.
—Mmm —murmura—. Podría pasar el resto de mi vida con esa sensación —sonríe. Subo hasta ella y me acuesto a su lado. Ella sostiene ambos lados de mi cara y acaricia el crecimiento de mi barba y deposita un beso suave en mis labios.
—Tenemos que salir de aquí. Nuestro vuelo está para las seis de la tarde y quedamos en comer con la familia antes de partir —le digo y le respondo con un beso rápido.
—No quiero —reprocha—. Quiero quedarme aquí el resto de mi vida —cubre su cara con la almohada y se vuelve a acomodar.
—Ven, vamos a darnos un baño.
—Está bien. Me convenciste con el baño, pero que sea en la tina —me levanto y voy cuarto para llenarla.
Mientras se termina de completar el nivel del agua, aprovecho para verificar mi teléfono, que está en la estantería del baño. De los mensajes varios, abro el chat con Jaden.
Jaden: J, bajen de ahí y dejen de coger como conejos. Sé que es demasiado bueno, pero ya es suficiente.
Sonrío.
April viene y se pone detrás de mí y me abraza por la espalda, mientras espera que se termine de llenar la bañera. Entramos. El agua está el punto justo, cosa que no ayudará a que adelantamos el paso para salir de aquí.
—No me habías contado de tus habilidades como gimnasta —le digo.
—¿Gimnasta? —ella da vuelta a su cara y tiene el ceño fruncido.
—¿No viste a donde llegaron éstas anoche? —le sonrío. Ella se ríe a carcajadas.
—Es que hay que dejar nuevas cosas para esta nueva etapa. ¿Qué aburrida sería la vida si hiciéramos todo lo que soñamos en un solo día? De repente todo se vuelve monótono y acabado, ya no hay nada interesante por lo que vivir, por eso es que hay que ir despacio y trabajar para lograr las cosas.
—¿Hasta en el sexo?
—Sobre todo en esa cuestión.
—Me encantó, podemos repetirlo muchas veces durante todo este mes — le digo mientras deslizo la barra de jabón por su pecho.
—Eso ha sido solo el inicio. Todavía hay más por descubrir.
***
Cuando llegamos al restaurante, mi mirada choca con la de Jaden. Él no deja de mirarme inquisitivamente, se acerca a mí y pone su mano en mi nuca y aprieta.
—Hermano, te dejaron seco. Felicidades —él palmea mi hombro y pone una expresión de orgullo. Pongo mi mano en su nuca y repito la acción.
—Tú todavía tienes tu Roquefort —muero de ganas por reír, pero tengo disimular porque la familia se preguntará qué sucede.
—Oye, pero es que la mujer no se deja. Nunca antes me había pasado esto, se supone que ella debe caer en mis encantos, pero se resiste, la francesa se resiste, es como el concreto, es impenetrable —se lamenta.
—Confía en mí, de aquí a que April y yo regresemos, ya habrás conseguido que te pase la mano por la cabeza.
—¿Por la cabeza? ¿Cómo así? Espera, ¿Es lo que estoy pensando? —veo que la mamá de April se está acercando con Ciara en brazos y me alejo de Jaden para alcanzarlas.
—Buenas tardes —la saludo y ella me responde con un beso en la mejilla que me toma por sorpresa—. ¿Cómo se portó la pequeña?
—De maravilla. Es un angelito, durmió toda la noche, creo que estaba muy agotada por la fiesta de ayer. Se la pasó despierta todo el tiempo, así que cuando llegó, cayó rendida —la tomo en mis brazos y le doy varios besos en su pelo. April se acerca con su papá del brazo y Ciara de inmediato extiende sus brazos para que su madre la sostenga, de inmediato lucha con el vestido blanco de April para ver si logra que le dé de comer. April se disculpa y se aleja con Ciara hacia otra parte. Mitch está conversando con Daniel en la mesa y me acerco a saludarlos.
—¿Adónde es el viaje? —pregunta Mitch.
—Un crucero en el caribe. Tomaremos el barco en Bahamas.
—¿Cuánto tiempo?
—Veinte días.
—Aprovéchalos, porque cuando regreses te vamos a sacar el jugo, de buena manera, no te estreses, verdad Daniel —le dice Mitch.
—Así es. Ya terminó el año sabático y hay buenas propuestas.
Todos nos reunimos en la mesa más grande del restaurante para tomar el almuerzo. Tenemos una tanda agradable entre familia y todos estamos sonrientes entre las ocurrencias de Jaden, y más después de hallar a la señora Mary como cómplice.
April y yo nos despedimos de todos, y la nostalgia la tiene a flor de piel, April se desata en llanto cuando nos toca despedirnos de Ciara, es la primera vez en seis meses que vamos a estar lejos de ella. La llena de besos y se la entrega a Tina, que la va a cuidar durante nuestro paseo por el Caribe.
—Mamá, cuídala bien, no dudes en llamarnos cada momento —dice entre sollozos—. ¿No podemos llevarla?
—No lo permitiría, hay que evitar las enfermedades del viajero, sobre todo en bebés. Descuida cariño, la cuidaremos como nuestra hija que es —dice el papá de April y se despide abrazándola.
—Cuida a mi bebé, Jordan, que yo me encargo de la tuya —sonríe.
—Trato hecho —nos damos un apretón de manos, seguido de un abrazo. El taxista está subiendo las maletas al baúl y subimos al auto.
Luego del trámite en aduanas, abordamos el avión y esperamos con bebida en manos, mientras despega. Desde el celular ingreso a BBC WORLD, para enterarme un poco de cómo está todo allá fuera, antes de entrar en nuestra burbuja. Nada es más allá de lo cotidiano, a veces creo que da lo mismo, ver el periódico de hace una semana, y el de hoy, se repite lo mismo, violencia, desfalco, muerte. Así que me salto directo a las deportivas. Un conocido ganó las nacionales en peso welter. Michael Collins será condecorado, como gloria emérita del boxeo. Patrick White en peligro de perder título mundial; White Padre, sigue en cuidados intensivos. La noticia me sorprende, no tenía idea de que estaba en esa situación el papá de White. Cierro el portal y apago el teléfono. El avión finalmente va a despegar.
***
Luego de un par de escalas, llegamos al Lynden Pindling International Airport, ubicado en la capital de Bahamas, Nassau. La influencia anglo se ve reflejada en toda la ciudad. Las casas de dos pisos pintadas de colores alegres, azul celeste, verde menta y rosa, contrastadas con el verde de las palmeras y la luces que alumbran de manera casi celestial los detalles, intensificando su belleza en casi un 200%.
El viaje hasta el Sandals Royals Bahamian Spa,Hotel & Resort, se hace corto, tomando en cuenta la belleza del camino, podría durar muchas horas de mi noche, observando el paisaje. Al arribar al hotel, llegamos exhaustos de tanto tiempo de vuelo y a pesar de querer merodear por el área de la playa y ver el matiz dorado del mar, donde se refleja la luna, finalmente me adhiero al plan de April: dormir toda la noche como troncos, ya mañana podremos hacer muchas cosas por aquí.
El azul turquesa de las aguas de Nassau nos seducen, y pasamos toda la mañana sumergido entre el ecosistema, el hotel está medianamente vacío, quizás solo unas cien personas más están con nosotros, ha de ser por la temporada, ya que estamos todos en época sin vacaciones, solo algunos afortunados tenemos la oportunidad de estar aquí, esas son las ventajas del deporte, solo a veces nos damos cuenta de ello. Luego de un almuerzo bastante típico, decidimos subir a la habitación y descansar hasta la hora del show con los delfines, a April le entusiasma la idea de darse un baño, aunque yo no estoy muy de acuerdo con que ello sea seguro.
—Vamos, por lo menos entra en la piscina con ellos y conmigo, no les puedes tener miedo, son muy hermosos y amigables —me dice, tratando de convencerme de entrar con ella al agua esta tarde. Ella rodea sus brazos alrededor de mi cuello y besa un par de veces mis labios, prolongando cada beso en el tiempo. Pongo mis manos en su cadera y aprovecho el momento para abrazarla.
—Está bien. Voy a entrar y no es que tenga miedo, es solo que no me da confianza.
—¡Si! Mi esposo tiene miedo, no lo niegues, no está mal temerle a algo, además, yo voy contigo, te voy a cuidar —dice mientras besa mi cuello y pasa su mano por la línea entre mi nuca y el cabello. Deslizo mis manos a través de su espalda y en un momento, estamos caminando despacio hasta la cama, mientras estamos perdidos entre besos escandalosos. Estando acostados, mis manos se concentran en desatar el nudo que sostiene su sostén y me deleitó con la imagen de sus pecho frente a mí, vuelvo a retomar el beso y mis labios se deslizan a través de su cuello. Bajo despacio por su esternón y succiona despacio, disfrutando de ver su piel enrojecida por el beso. Ni siquiera el sonido de la bahía que está junto a nosotros opaca el sonido del placer que resuena en la habitación. Ella entrelaza sus piernas en mi cadera, y los dedos de sus pies acarician mi espina dorsal y la parte más cercana, a donde la espalda pierde su nombre, acercando más su pelvis a la mía. Siento como su espacio se acostumbra poco a poco a mi cercanía, su corazón late con más fuerza, llegando al frenesí, y nuestros cuerpos tratan de simular su paso, ansiosos de llegar al éxtasis. Siento como sus músculos interiores se contraen contra mi longitud, y éste inmediatamente después, encuentra su liberación. Me tumbó al lado de ella, y despacio deposito un beso en sus labios, que todavía están jadeando por la sensación.
—Sabes que no nos estamos cuidando, ¿cierto? —me toma un poco por sorpresa esa afirmación en este preciso instante. Ella se acomoda sobre mi brazo y rodea el suyo alrededor de mi abdomen.
—Sí —mascullo—. No nos preocupemos por eso ahora, luego hablamos de eso.
—Tengo miedo, Jordan.
—¿A qué le temes?
—Al futuro, a la vida, a lo que pueda pasar. Ahora somos felices, soy la mujer más afortunada del mundo, te tengo a ti, tengo a Ciara, la relación con mis padres es la mejor en muchos años, tengo miedo de que termine todo en un abrir y cerrar de ojos.
—No te preocupes por lo que aún no pasa, aprende a vivir con lo poco o mucho que tengas y disfrútalo al máximo, disfruta nuestra alegría como si fuera el último día, para que cuando venga la adversidad sepas luchar por aquello que ya aprendiste a vivir —me pongo frente a ella y sostengo su cara con ambas manos—. Prométeme que viviremos el día a día, que no nos preocuparemos por mañana, que seremos como las aves que no piensan en qué comerán al día siguiente, sin embargo, luchan por lo de hoy, porque el mañana no existe, y el ayer ya pasó. Solo está el hoy, el aquí, el ahora. ¿Comprendes? —asiente.
—Tienes razón. Eso lo he aprendido a entender cuando te conocí. Si no, hoy fuera el día en el que estuviera sumida en un pozo oscuro del pasado. Durante años estuve engañada, me engañaba yo misma pensando que estaba bien, cuando no lo estaba, todas las noches de mi vida, pensaba que el resto de mi vida sería igual, sola y triste porque no tuve lo que quería, lo que se suponía era para mí, pero llegaste para cambiar ese concepto, dejé de pensar en el dolor, mis pensamientos no les pertenecían al recuerdo, sino a la esperanza sin siquiera darme cuenta, sonreía en las noches sin explicación aparente, pero eras tú. No obtuve lo que quise, pero sí lo que necesitaba y eso es mucho más importante que aquello que mi corazón desea, porque por fin, me siento plena, completa y feliz. Por más que quise rehusarme, entraste a lo más profundo, sin querer, e inundaste cada parte mía, hasta que te convertiste en algo indispensable. Me enseñaste que lo más importante es la familia, y me diste a una hermosa bebé que hizo que finalmente la mía se convirtiera en una y a la vez regalarte otra a ti. Siempre voy a estar agradecida, Jordan. Me devolviste a la vida —ella hunde su cara en mi cuello y nuestros cuerpos se funden en un abrazo sin final.
—Gracias a ti, que me diste el mejor regalo: sentir algo que no conocía. A quien le regalan sentimientos, considérenlo afortunado, porque esos no se pueden comprar.
***
Anoche llegamos hasta la maravillosa playa Sivory, ubicada en Punta Cana, República Dominicana, donde nos hospedamos en un hotelboutique, de solo 50 habitaciones, reservadas casi en su totalidad para los tripulantes del crucero. La belleza del lugar es casi fantasiosa, arena blanca que se desliza entre los dedos y hace perder tus pies entre el calor de los gránulos; unas aguas cristalinas que chocan celestialmente con el azul turquesa del cielo, adornado con la estrella de mayor volumen de todo el espacio, que simula el color dorado, en un amarillo más intenso de lo usual, cuyos rayos han adornado nuestra piel con un sutil bronceado, que ha desaparecido la palidez del típico caucásico. Ahora, gracias a la privacidad que nos brinda la suite ubicada justo frente a la imagen que describo, April está bronceando su espalda, libre de cualquier prenda que pueda dejar una marca, delatora de todo el sol que estamos disfrutando. Froto algo de bronceador en sus espalda y la esparzo hasta cubrir la totalidad, incluyendo sus hombros. Me tumbó sobre el chaise lounge y toma una siesta hipnotizado con el calor que nos proporciona el sol.
***
El sonido de mi celular que está en la mesa junto a mí, donde tenemos las bebidas y toallas, me sorprende. Es extraño, los padres de April suelen llamar a la hora de dormir, antes de acostar a Ciara. Al verificar el remitente, me aparece número desconocido. Contesto la llamada.
—¿Hola? —respondo con voz ronca. Un sonido distorsionado se escucha al otro lado, no logro descifrar de quién se trata al otro lado. La llamada se cae y la persona vuelve a marcar. Me levanto y trato de salir más hacia la playa.
—¿Me escuchas? —logro identificar la voz de Daniel.
—Te escucho algo entrecortado, pero sí, te entiendo.
—Disculpa que te interrumpa, pero he recibido una llamada de suma importancia.
—¿De qué se trata? —¿Qué podría ser más importante que disfrutar mis vacaciones? No recuerdo la última vez que salí solamente a disfrutar, sobre todo por tanto tiempo. Siento a April que se pone detrás de mí y arruga su cara, mostrando su interés por saber qué sucede.
—World Boxing Council, decidió en junta que eres el primer candidato elegible para defender el título contra White. Le quedan dos meses para perderlo y ser sancionado, así que hicieron una lista de asignación forzosa para él y como te dije, tu lo encabezas —mierda. Al que no sale, lo andan buscando y lo encuentran. Un torbellino está revoloteando en mi cabeza y me encuentro sumido en la indecisión. Estoy en la disyuntiva de ceder o no ceder, sobre todo cuando la frase "primer candidato" está en juego, lo que quiere decir que no sólo yo estoy en el grupo, a alguien más lo tienen en lista en caso de decir que no. Sé que mi instinto de querer acabar con él, se ha visto sumamente disminuido desde aquel día, cuando nos agarramos a golpes, pero, por otro lado está la sed de tener ese título en mis manos, después de todo, es el anhelo y el hecho por el que todo boxeador entra a la carrera, y no todos tienen la oportunidad de pelear por ello, mi papá nunca la tuvo y tenía la madera para competir y vencer, quizás yo no sea tan bueno como él, pero ya tuve el chance, que aunque no se concretó por la malevolencia burocrática y el manejo de poder de los White, cosa que me hace temer a la hora de querer decir que sí. ¿Y su se trata de un juego más? ¿Y si me preparo para obtener ese título y termino matándome a golpes con un cualquiera como la última vez? ¿Y si termino mal herido, y dejo de estar con mi familia? Son tantas las posibilidades. En cambio, mis propias palabras chocan en mi mente, cuando le dije a April, "vive el día a día, no te preocupes por lo que pasará mañana". Quizás de eso se trate, quizás solo se trate de decir que sí, sin pensarlo mucho y arriesgarme, regalarle a papá lo que siempre quiso, regalarme a mí el buen sabor de ganar. Regalarle a Mitch este triunfo luego de tantos años de esfuerzo y que todo eso se vea concentrado en un solo momento de gloria. Dárselo a Daniel que lo ha dado todo y ha puesto su confianza en este talento.
—¿Cuánto tiempo tengo para pensarlo?
—Hasta el lunes, hoy es viernes. Piénsalo, sabrás hacer lo mejor espero tu llamada —termino la llamada.
—¿Que sucede? —me siento junto a April en la arena.
—Era Daniel... —hago una pausa obligatoria, ya que me toca a mí también procesar toda esta información—. Llamó para decirme que estoy en la lista como retador obligatorio.
—¿Y eso quiere decir qué...?
—Patrick es el campeón actual, es obligatorio defender el título, tiene mucho tiempo sin defenderlo, así que la división le asignó un retador.
—Y tú eres uno de ellos.
—Efectivamente. Pero está en mis manos decidir lo que más me convenga, ellos me dan chance de decir no, y nadie más se enteraría de que fui escogido. Cuando acepte el reto, ellos le informan al campeón, quien ha sido asignado y éste no puede rechistar, en cierto modo, podría hacerlo, pero perdería el título.
—¿Tu quieres hacerlo? —ella pasa su mano por mi cabello, una y otra vez. No respondo su pregunta, pero claro que quiero gritar que sí, por Dios, quizás esta sea mi última oportunidad. ¿Qué me garantiza que pueda volver a suceder? Pero de repente la inseguridad se apodera de mi ser y solo quiero esconderme y no salir jamás—. Jordan, haz lo que tú desees, no pienses en nadie más, es algo que solamente a ti te pertenece y nadie más puede decidir por ti, si quieres arriesgarte, y hacerlo yo te apoyo, cuenta conmigo, y piensa también en el hecho de que es peor no haberlo intentado y no saber qué habría sucedido en realidad. Las batallas se necesitan pelear para saber si se pueden ganar, desde las gradas no sabremos qué pasaría si hubiésemos dejado el miedo, sin embargo, estoy aquí y desde donde decidas ver la vida, yo te acompañaré.
—Creo que ya es hora de irnos —le digo, no sin antes proponerle que disfrutemos de la hermosa puesta de sol que está sucediendo delante de nosotros. Tengo una tarea difícil que responder.
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