Capítulo 62
Capítulo 62
Jordan
La verdad me está importando muy poco lo que suceda con ellos, en especial con Patrick. Desde el día que lo tuve debajo de mí, prácticamente muerto, me di cuenta que su desaparición no cambiaría nada de lo que viví, porque muera un corrupto, no quiere decir que se acabará la corrupción, porque muera un asesino, no quiere decir que se acabarán los asesinatos, porque muera un violador, no significa que no habrán más violaciones. En fin, que muera parte de la cofradía, no quiere decir que va a desmantelarse el séquito corrupto que conforman.
"... La policía marítima y área especializada estás realizando las investigaciones de lugar por todas las zonas aledañas a la ruta que había pautado el piloto, dado al centro nacional de aviación..."
—Un magnate dura cinco minutos sin saber de su paradero y toda la fuerza pública se pone en movimiento para hallarlo. Se pierde un don nadie cualquiera y hay que esperar cuarenta y ocho horas para poder reportarlo y cuando les de la maldita regalada gana, pues entonces empiezan a buscar en los lugares donde ya tú estás harto de buscar —Jaden dice con dientes apretados. Está molesto—. Este maldito sistema de mierda donde solo los funcionarios y empresarios tienen derechos. O sea, piensa esto, ¿acaso mi papá no se merecía que lo buscaran por cielo y tierra? ¡Por Dios! ¡Él si pagaba impuestos! No como estos hijos de puta con una maldita exoneración para todo.
—No te alteres. No es mucho lo que podamos hacer, estamos tan jodidos como ellos, porque están ahí gracias a nosotros —le respondo.
¯Espero que lo encuentren, pero ya sabes cómo —masculle deteniendo la camioneta justo frente a la casa donde vamos a reparar el techo.
—Hablando de cosas más importantes, ¿recuerdas la propuesta que me hizo Maritza, mi ex, sobre instalar un bar? —pregunta Jaden.
_Sí, ¿qué? ¿Acaso volviste a caer en sus encantos?
—No, no es eso. Ella está feliz allá en su país. Es que esa idea me volvió a atacar hace un par de semanas. Vi un local a la venta en el centro, y es una verdadera ganga. El tamaño, la localización, son perfectos para algo como eso.
—Entonces, ¿qué quieres de mí?
_No te hagas el mal sabido, zopenco. A menos que quieras que venda mis bolas para pagarlo.
—¿Quieres un préstamo?
—No, algo mejor. Quiero que seamos socios. Tomamos un préstamo juntos y lo pagamos con los ingresos. Hermano, no lo dudes, con mi talento, ese será el club del siglo.
—No es mala idea...
—¡Claro que no lo es! Piénsalo, no vivirás toda la vida de malograr hombres, hay que buscar otro medio. Yo no seré joven toda la vida y llegará un momento, en que las mujeres a las que le resultaré atractivo, solo tendrán dinero para gastar en su fisioterapia. Sé que falta mucho para eso, pero un negocio próspero no se construye de la noche a la mañana.
—Mañana te respondo.
—Eso espero, el local no estará disponible toda la vida, no le des muchas vueltas, no te vas a arrepentir, ¿cuándo el gran Jaden te ha metido en algún problema? Nunca. Confía en mí. Déjate llevar —me guiña un ojo y sigue en lo suyo. ¿Qué es lo peor que podría suceder? ¿Quedar sin nada? De eso no me preocupo. Hasta las avecillas que no plantan, tienen todos los días algo qué comer, así que, por qué no.
***
—Mich, quería preguntarte si estás dispuesto a ser el padrino de mi boda —él abre los ojos, incrédulo de lo que está escuchando.
—¿cómo podría negarme? Es una grata sorpresa. Quizás esto te ayude a sentar un poco cabeza y ojalá tu amigo te siga la corriente —sonrío.
—Ya luego las chicas te darán más detalles. Yo nada que ver con organización. Lo mío son los puños —digo.
—Hablando de eso. Necesito que le ayudes con un muchacho. Toma estos guantes y vístete. Necesito alguien que lo derribe y que caiga de esa nube. Él es bueno, pero siente que es el mejor, eso no es saludable, quiero que vea que en un par de minuto va a caer al suelo y su nariz saldrá quebrada, ya luego haré que tengan que darle un par de puntadas en el hospital, pero no hoy —vamos al ring. Hace rato que tengo ganas de dislocar un par de mandíbulas, solo por diversión.
—¿Supiste lo que sucedió con los White? —pregunta Mitch mientras salimos del vestidor.
—Están desaparecidos.
—Ya los encontraron. El piloto estuvo manejando ebrio y los tripulantes también lo estaban. Aterrizaron en una isla del atlántico.
—¿Sobrevivieron? —temo la respuesta y lo que pueda sentir con ella, tranquilidad, alegría, decepción. Son tantas cosas.
—Ellos podrían estar vivos o muertos, pero eso no cambiará todo lo que viviste, hijo. Solo trata de vivir con lo tuyo, con el hoy, con el ahora, con el presente. Ellos que se destruyan solos allá en su sucio mundo. Nosotros estamos bien aquí con el de nosotros.
—Estoy consciente de ello y estoy aprendiendo a vivir así, como dices, solo con lo mío, pero no es algo que suceda de la noche a la mañana. Son pasos, constantes, pero es despacio —un tipo de más de dos pies, se nos para en frente con una actitud cortante.
—¿A quién es que tengo que derribar? —cuestiona chocando sus guantes entre sí y crujiendo su cuello.
—Mira, te toca acabar con J. J. Si lo derribas, serás el que irá al torneo de aficionados —le afirma Mitch.
—¿Y si lo derribo yo? ¿Qué gano? —pregunto.
—Tendrás el placer de haber tumbado a un tipo más grande que tú —responde Mitch mientras me golpea en la espalda—. Andando.
Luego del calentamiento, subimos al ring. El tipo, cruje su cuello, otra vez, moviéndolo de un lado a otro y da pequeños saltos para tomar el ritmo. Se pone el protector y choca los guantes contra los míos. No pasan siquiera dos segundos para que suene la campana, de inmediato un par de crochets aterricen en uno de mis laterales y en un juego casi sincronizado viaja hasta mi mandíbula. Este chico está agotando sus energías a destiempo, mala amigo, muy mala. En un descuido, al verse concentrado en mi hígado, logro conectar un perfecto golpe que hace crepitar su quijada. Un segundo jab aterriza luego del anterior y de su nariz no tardan de brotar gotas perladas de sangre.
—A Molly le molesta que quiebren su nariz —asevera molesto.
Al siguiente, entro con todas las ganas de derribarlo en esta. Luego de dejarlo tomar un poco de confianza, y provocar unos seguros hematomas en áreas específicas, sus golpes son poderosos, de eso no hay duda, su única desventaja es que hace mucho tiempo el dolor dejó de importarme, si no, hace rato estuviera en el suelo, gracias a la resistencia y la combinación pies-piernas, la sincronía perfecta para mantenerse en pies. Una serie de golpes caen como una ametralladora contra la parte baja de su tronco y un golpe de abajo hacia arriba en su maxilar. Lo logré. Molly se ha tambaleado, y aunque lo evitó, está en el suelo. Con esto queda claro algo, J.J. King volvió para quedarse.
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