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Capítulo 6

Capítulo 6
Abigail

Ha pasado más de un mes, desde que Jordan me dejó abandonada y borracha en el club donde trabaja Jaden, pero eso sirvió para que su amigo, no solo sea suyo, si no también mío. Daniel me acaba de enviar un correo electrónico con la información de nuestro vuelo y un mensaje en la parte superior escrito por él.

"Abigail, se nos ha presentado un problema y ya no podremos ir con J.J. mañana a Irlanda. Cambié tu vuelo y te vas con él. Nosotros arribamos el lunes para la pelea. Tengan un buen viaje. Daniel."

Giro los ojos ante tal noticia. La verdad es que tenía planes para el fin de semana, pero de todos modos, tiene su parte buena, ya que podré hacer algo de turismo por Dublín.

***

Estoy en el taxi que nos envió Daniel para ir al aeropuerto y vamos en dirección a casa de Jordan. Al llegar, el taxista toca la bocina y él sale con su maleta. La deja parada junto a él mientras termina de cerrar la puerta y baja corriendo con la maleta cargada. El taxista sale y le abre el cajón para poner el equipaje. Al terminar, él sube junto a mí y cierra la puerta.

—Buenos días, April —él tiene una amplia sonrisa en su rostro, una que pocas veces he visto.

—¿Por qué tanta felicidad? —le cuestiono y de alguna manera me hace sonreír.

—Vamos a Dublín. ¿Acaso eso no es suficiente?

—Bueno, sí para mí, pero no para ti porque no podrás beber toda la cerveza que yo tomaré.

—Eso será antes, pero luego del lunes podremos hacer una competencia.

—Trato —le doy la mano y acordamos hacerlo. Parte del trayecto lo llevamos en silencio. Luego le pregunto por Mitch.

—Mitch vendrá el lunes, con Daniel.

—¿Así que entranarás solo?

—Así que entrenaré solo —ratifica.

Llegamos hasta el Aeropuerto John F. Kennedy1. Hacemos todos los trámites y esperamos nuestro vuelo, el cual se ha retrasado por veinticuatro minutos, debido a unos chubascos dispersos. Casi una hora después, es tiempo de abordar.

El vuelo transcurre con mucha turbulencia, está lloviendo torrencialmente. Tengo miedo y Jordan dormido, no es para nada un soporte. Está roncando muy suavemente a mi lado y ha puesto un mano sobre mi muslo. Me remuevo un poco.

Horas después, por medio a los altoparlantes, se nos informa que habrá un aterrizaje en Kerry, Munster2 debido al mal tiempo y por los peligros que conlleva seguir con el vuelo.

Despierto a Jordan.

—Hey —trato de despertarlo, pero sigue roncando a mi lado. Me temo que se convierte en una piedra al dormir.

—Jordan —le llamo y ahora toco su hombro reiteradas veces. Él respira profundo y pasa ambas manos por su rostro.

—Llegamos, bueno, vamos a aterrizar en Kerry, está muy mal el clima y es peligroso.

—Vaya, no me di cuenta de eso. ¿Cómo ha sido el vuelo? —pregunta con voz somnolienta

—Horroroso. Creí que no sobreviviríamos — resoplo.

—Aún no hemos aterrizado, así que todavía no se sabe —él sonríe.

—Jordan, ¿por qué estás tan entusiasmado por este viaje? Entiendo lo de la pelea, es importante, pero te noto muy contento.

—Irlanda me recuerda mi infancia. Mi hermano y yo pasábamos todos los veranos mi en Donegal3 con los abuelos. Mis padres siempre nos buscaban la semana antes de iniciar las clases —la nostalgia se apodera de su voz y algo de melancolía se dibuja en su rostro.

—¿Tus padres son de Irlanda? —le pregunto y la curiosidad me ataca, quiero saber más de él.

—Sí, ellos nacieron en Donegal, como los abuelos.

—¿Viven en Donegal ahora? Jamás los has mencionado.

—Mis padres murieron, April, pero ellos vivieron en el Bronx sus últimos días —su tono es algo cortante al inicio y sé que no quiere seguir hablando de ello.

—Lo siento mucho —es lo único que puedo decir y pongo mi mano sobre la suya. No quise arruinar su humor con esto, espero que lo olvide y no se comporte raro conmigo, ya que es la primera vez desde que visité el bar que nos hemos tratado bien.

Luego del aterrizaje, ya liberados, tomamos un taxi que nos aconseja ir hasta un pequeño establecimiento para pasar la noche. Nos dejan en un bar, de apariencia campestre, construido en madera y con un letrero que tiene dibujada una jarra de cerveza y un hombre gordo que la persigue. Nos deja aquí y dice que de allí llamarán al lugar donde podremos quedarnos.

El hombre nos ayuda a bajar las maletas. Entramos al bar, que tiene la misma apariencia de fuera, madera y más madera, pequeñas mesas redondas de dos sillas, un toro mecánico en una esquina y una máquina de juego de azar en la otra. Me acerco primero a la barra.

—Hola, disculpen, pero necesitamos un lugar para dormir.

—Claro, podemos llevarlos a la posada de Mary y Jack, es una hostería para parejas, así que ella estará feliz de aceptarlos a ustedes —él sonríe y marca un número en su teléfono de rueda.

—¿Hostería de parejas? ¿Qué demonios es eso?

—Una posada donde se hospedan matrimonios. Si no se han casado aún, no tienen porqué contarle —él nos guiña un ojo y empieza a hablar por teléfono.

—Vengan, pues, yo los llevo —él sale de detrás del mostrador con las llaves de su vehículo en la mano.

Me acerco a Jordan para hablarle al oído. —Jordan, me niego, no podemos hacernos pasar por esposos, por Dios —le susurro y la verdad es que me está hirviendo la sangre, a pesar del frío, me siento caliente como el infierno por la rabia.

—Es eso o dormir arriba del toro mecánico de la esquina. Tú decides —contesta en voz baja, mientras el señor está en la puerta esperando que salgamos para cerrar el negocio.

No me queda más que aceptar y subir al taxi. La posada está como a unos quince minutos, tiempo que me tomo para observar el bello panorama que me brinda el viaje en la carretera, un camino verde, adornado por flores silvestres de distintos colores y el sonido de las piedras cuando chocan contra los neumáticos, unidos a la lluvia, nos hacen compañía. El auto se detiene frente a una casa de dos plantas construida en madera color caoba. En la parte frontal hay un hermoso jardín de flores y detrás se puede ver un lago que cruza junto a un huerto. Parezco una niña que nunca ha salido de la ciudad, pero resulta que la belleza del lugar es impresionante. Bajamos y el señor nos ayuda a bajar las maletas y toca la puerta. Sale una señora mayor con cabello canoso, es fuerte y con la piel muy blanca, está vestida con una bata larga color rosa y pantuflas.

—Niall. Trajiste a los muchachos —ella hace espacio para dejarnos entrar. Entro y me recibe con un fuerte abrazo, casi asfixiante, pero es muy agradable.

—Sí, Mary, nos hablamos mañana. Chicos, los dejo en buenas manos —él nos guiña un ojo y cierra la puerta cuando Jordan termina de entrar las maletas.

—Bienvenidos a mi humilde posada. ¿Con quiénes tengo el gusto? —su voz es cantarina y tiene un marcado acento irlándes.

—Mi nombre es Abigail, él es Jordan, Jordan King —le digo.

—Los señores King, es un placer conocerlos y tenerlos con nosotros, somos una posada tradición y la única que solo acepta parejas en la región, ahora solo los tenemos a ustedes y a los Johnson. Yo soy Mary O'Neill, mi esposo está en el baño algo constripado, en un momento sale a saludarlos —la verdad no era necesario decir que estaba estreñido.

—¡Cariño! —llama Mary a su esposo. Él sale ante su llamado y siento sus pasos en la escalera de madera.

—Cariño, ellos son los King.

—King, bien. ¿Los King de dónde?

—Mis abuelos son de Donegal, pero nosotros venimos de Nueva York.

—Estupendo. Conozco mucha gente allá en Donegal. Sean bienvenidos. Esta es su casa ahora —dice el amable señor. Pensamientos oscuros me rodean y temo lo que esa mano tuvo que presenciar en su visita al retrete—. Soy Niall O'Neill.

—Ya, cariño, déjame mostrarles su cuarto —Mary lo separa de nosotros y nos guía por la escalera hasta las habitaciones.

—Esta es su habitación y aquí tienen las llaves —ella entrega las llaves a Jordan.

—Cualquier cosa que necesiten, no duden en pedirla. ¿Está bien? —pregunta.

—Claro, muchas gracias, señora O'Neill —le digo, ella asiente y se retira hacia otra puerta en el mismo piso. Le quito a Jordan la llave de la mano y la abro. La habitación tiene una sola cama amplia, tamaño matrimonial, con unas sábana blanca con diminutas flores azules, una alfombra azul y un sofá azul marino, hay un clóset pequeño y baño.

—La cama es mía —me adelanto a cualquier intención que él quiera pasar la noche allí —no dice nada, solo se limita a poner las maletas en el clóset y se sienta.

Hay un teléfono en una de las mesas de noche, me entero por el hecho de que ha sonado. Contesto el teléfono.

—¿Hola? —Mi voz es insegura, ya que no sé si me correspondía levantarlo.

—¿Abigail? —la voz dulce de Mary me responde.

—Sí, señora O'Neill. Soy yo —le confirmo.

—Este es el teléfono de su habitación, si quieren comunicarse conmigo, solo deben marcar el cero y ya me están llamando, solo salen llamadas dentro de la casa, si quieren llamar fuera tienen que marcar las claves que correspondan, están anotadas en una agenda que está en la primera gaveta de la mesa del teléfono y por favor, Abby, no me llames señora O'Neill, ustedes son de la casa ya, puedes llamarme Mary.

—Gracias por la información, Mary.

—Otra cosa, la cena estará servida en unos cinco minutos, así que ya pueden bajar —me dice.

—Allá nos vemos entonces —respondo. Cierro el teléfono y le aviso a Jordan de la cena. Bajamos al comedor y allí se encuentran sentados en la mesa el señor O'Neill y otra pareja que asumo son los Johnson.

—Buenas noches —les saludo al acercarnos ambos, Jordan permanece callado, no es que él sea de mucho hablar, pero han de creer que es el ser mas antipático de la faz de la tierra, cosa que no es muy característica de los irlandeses. Le doy un golpe con el codo y él entiende mi mensaje.

—Buenas noches señores —creo que se esfuerza por mostrar una sonrisa. Mary se acerca con un plato grande que lleva un gran pavo al horno, con olor muy al estilo Acción de Gracias.

Mary se sienta y nos invita a servirnos de la comida. Tomo un poco de ensalada de lechuga y una pieza de pechuga de pavo. Nada más. Comemos en silencio, ya que tienen la regla de no hablar hasta la hora del vino. Mary solo rompe la regla en un momento al ver que alejo un poco el plato, indicando que ya terminé.

—¿Eso es todo lo que vas a tomar, cariño? —consulta con cara de preocupación.

—Sí, ya es suficiente para mí. La turbulencia me puso el estómago al revuelto —le respondo.

—Por eso es que pareces un pajarito cariño, debes comer más, sigue el ejemplo de tu marido, si él te ama, te querrá como sea que te veas —ella me guiña un ojo y mira a Jordan.

—Claro que yo te amaré, luzcas como luzcas, cariño —me mira y me sonríe, sonrisa que tengo que responder. Todos han terminado de comer y Niall se levanta para servirnos una copa de vino a cada uno, al terminar y tomar asiento pregunta:

—¿A qué te dedicas, Jordan?

—Soy boxeador. De hecho estamos aquí porque el lunes tengo una pelea en Dublín y por eso nos urge llegar allí. Ya sabe se requiere un entrenamiento previo.

—¡Vaya! ¡Qué impresionante! —responde.

—Ha de ser muy movido tener un marido boxeador —Mary se ríe. Su risa es algo así como si le estuviese faltando la respiración. Todos ríen, nosotros solo somos puro nervios y remuevo mis piernas, deseando que esto termine más pronto de lo que parece durará.

Comentamos que esperamos que el agua cese para mañana, para que Jordan pueda cumplir con el entrenamiento completo, pero los pronósticos no son muy buenos según escuchó Niall en la radio. Al terminar la cena, subimos al cuarto. Yo busco los artículos que traje para el baño y mi pijama, muy descubierto, ya que según lo que había leído del tiempo, iba a ser una semana calurosa. Es una pequeña blusa de seda con un escote en V con encaje y pantalones en la misma tela. Salgo del baño vestida y Jordan está usando su teléfono, aunque no entiendo que hace allí, ya que no hay servicio en este lugar. Subo corriendo hasta la cama y me arropo hasta el cuello.

—¿Terminaste? —pregunta algo distraído, todavía con el celular en manos.

—Sí, el baño es todo tuyo —le digo, llevando la sábana casi hasta mis mejillas. Él entra al baño con su toalla y cierra la puerta. Escucho el agua de la ducha cayendo y tengo pensamientos de él en la regadera, pero trato de dispersarlos. Él sale con la toalla envuelta en sus caderas a buscar unos calzoncillos en su maleta. Se los pone, aún con la toalla puesta, la lanza en el sofá, busca la manta en el clóset y se sube en él. Trata de acomodarse en él, pero es muy pequeño para su complexión. Está incómodo y una pizca de culpa me hace llamarlo.

—Ven —golpeo la cama para llamar su atención. Él se levanta y sube junto a mí. Se acuesta boca arriba y yo doy la vuelta para darle la espalda.

—Buenas noches, Jordan —mi corazón está inexplicablemente exaltado.

—Buenas noches —me responde. El frío se apodera de mí y siento como se está erizando mi piel. Estoy temblando. Jordan entra su brazo debajo de mi sábana y empieza a acariciar el mío de arriba hacia abajo, ofreciéndome calor. Finalmente me rodea en un abrazo. Su cuerpo desprende un calor protector que dispersa los temblores de los que se ha apoderado mi cuerpo.

—Gracias —susurro y espero que él no haya escuchado esta palabra, pero me temo que sí, porque él ha reaccionado y está acariciando otra vez mi brazo con su mano. Una sensación se aloja en mi vientre, pero la ignoro y cierro mis ojos para tratar de dormir. Lo logro después de varios minutos disfrutando de su respiración en mi cuello.

Al día siguiente, me despierto todavía en brazos de Jordan, solo que ahora estoy con mi cabeza sobre su pecho y mi mano está tan cerca de su entrepierna que siento su erección a través de sus pantalones. Me separo rápidamente y me levanto para ir al baño. Antes echo un vistazo por la ventana y el clima está incluso peor que ayer, los relámpagos y la lluvia no cesan. Jordan entra al baño y está orinando.

—Buenos días —me saluda—. Discúlpame, pero necesitaba hacer esto —se excusa.

—¿Viste fuera? —le pregunto.

—Sí, está más feo el día —me dice y ahora está cepillando sus dientes—. No creo que podamos salir así.

—Tampoco lo creo. Dijeron que estará así todo el fin de semana —lamento. Él sale del baño y yo de la ducha para vestirme. En mi maleta, no hay nada que pueda cubrirme lo suficiente para soportar la temperatura, así que más vale ir rápido abajo y disfrutar de la fogata que debe estar encendida. El desayuno está servido y transcurre con toda la tranquilidad el resto del día. Jordan sigue estando callado y distante, de todos modos, trato de ignorarlo, porque sé que parte de su estado de ánimo es no poder cumplir con lo pactado, por el mal tiempo que ha estado atravesando el país. Por eso, siempre pienso que debemos estar preparados para todo, porque las cosas suelen llegar sin previo aviso, estoy segura que Jordan, aunque no entrene antes de la pelea, lo hará bien, porque lo ha hecho durante años y eso servirá. No sé que tanto funcione esto en el boxeo, pero en la vida todos debemos estar preparados para los exámenes sorpresa.

La cena ha terminado y no dudo en subir a mi habitación en cuanto termina, poniendo como excusa mi mal de estómago. Entro a la ducha y me doy un baño de agua caliente, que solo sirve para calentarme durante los minutos que tardo debajo de ella, al salir es la verdadera antítesis del infierno. Me pongo la misma pijama de la noche anterior y vuelvo a la cama. Me acuesto de lado, solo que de cara a donde se estaría acostando Jordan. Después de unos diez minutos, si mal no lleva la cuenta mi reloj mental, Jordan entra. De inmediato pasa al baño y se da una ducha extra rápida. Vuelve a la habitación con la toalla alrededor, tal como la noche anterior, solo que esta vez ha rodado por el suelo, dándome una maravillosa imagen en primer plano de su trasero. Maldita sea, es demasiado, creo que se ha roto todo dentro de mí. Él sube sus calzoncillos negros a través de sus piernas y lo ajusta. Camina en dirección a la cama y se acuesta boca arriba, no utiliza la sábana para cubrirse. Mis dedos casi escocen por tocar su pecho, que parece esculpido en oro, dorado y hasta cierto punto brillante, quizás son los rayos de los relámpagos los que lo iluminan. No aguanto las ganas, así que levanto mi mano con indecisión y la pongo en su pecho para acariciarlo despacio, con timidez. Dibujo con mis dedos la línea que define sus pectorales y bajo despacio hasta sus abdominales. No me molesto en mirarlo a los ojos, porque en este preciso momento no quiero saber cómo lo está recibiendo. Sigo mi recorrido con mis dedos a través del camino fibroso que es su cuerpo. Mi mano llega hasta la V que persigue su final feliz y estoy segura que voy llegando muy lejos, pero la verdad en este preciso instante no me importa. Levanto la mirada y nuestros ojos se encuentran, siento que hay confusión en ellos, pero la decisión que yo he tomado, es suficiente para los dos. Agotamos unos segundos mirándonos. Él pasa su dedo pulgar por mi labio inferior y lo acaricia, separa su mano de mi rostro y me acerco a él para besarlo.

Al inicio es un beso inseguro, tímido, me separo de sus labios para mirarlo a los ojos. Nos observamos, con jadeos casi imperceptibles, pero vuelve a tomarme por el rostro y me acerca otra vez a él, como si ya tuviera la aprobación para continuar. El beso ya no es tan bajo perfil como el primero, este es más fuerte, más carnal, más decidido, en este momento nuestras lenguas están llevando una danza sútil que nos eleva.

Subo mi pierna y quedo a horcajadas sobre sus caderas. Mientras seguimos besándonos, siento como su miembro va creciendo debajo de mí, haciendo presión en mi centro. Levanto la parte de arriba de mi pijama y quedo con el sostén. Jordan acaricia la piel de mi cintura, de mis caderas con sus fuertes y hábiles manos, como si estuviese explorando cada centímetro, en una veneración casi eterna. Suelta el broche y le ayudo a sacarlo de mis brazos. Ahora me está observando, está contemplando mi cuerpo, para luego terminar de pasar sus manos por mi estómago y luego por mi pecho, rodeándolo y pasando la punta de sus dedos por mis pezones. Estoy sensible y esto hace que me erice, logra que un pequeño jadeo se escape de mis labios. Volvemos al beso y esta vez me levanto un poco para sacar el pantalón de la pijama, así que solo quedo con mis bragas. Nos separamos y él se levanta dejándome sobre mis rodillas, para buscar algo en su pantalón, se incorpora nueva vez y regreso a mi posición anterior. Él saca su miembro a través de la abertura que hay delante de los calzoncillos y me entrega el paquete con el preservativo. Lo rasgo con mis dedos y lo saco para deslizarlo adecuadamente en él. Todo está listo para concretar y sé que no está bien, pero ya no hay marcha atrás. Subo sobre él sintiendo como me completa, la verdad es que los músculos no lo han escondido y eso es excelente de saber y sentir. Él levanta mi rostro para que mis ojos se encuentren con los suyos, mientras yo empiezo a moverme despacio. De inmediato, empieza a besarme una vez más y yo incremento el ritmo, sus labios están bajando hasta mi cuello, para terminar en mi pecho, que él disfruta con vehemencia, como si necesitara saciarse de ellos. Yo estoy sujetada de sus fuertes hombros, para no perderme alrededor de los movimientos, mi vista empieza a nublarse y él sujeta mis caderas para poder ayudarme a mantener el ritmo. Mi final es inminente y mi respiración es agitada, un gran peso se ha ido de mis hombros. Siento el calor de su fin y ya es hora de separarme. Despacio me retiro y mi corazón late casi al borde del infarto. Me recuesto boca arriba hasta recuperar el ritmo normal de mis latidos, para luego darme vuelta, de espaldas a él. Algo pesado se instala en mi corazón y es culpa, por haber tomado la iniciativa en esta situación. Jordan está acariciando mi brazo como la noche pasada y estoy segura que está sintiendo mi piel erizada, quizás piensa que es frío, pero no, no lo es, es él. Se levanta de la cama y busca algo en su equipaje.

—Mira, póntelo —él me entrega el abrigo que ha usado durante este día, lo tomo sin protesta y lo deslizo a través de mi cabeza para cubrir mi desnudez. Me doy vuelta y lo enfrento.

—Gracias —le digo con una sonrisa en mi rostro.

—¿Qué es lo que ha sucedido, April? —él me pregunta y creo que es la más tonta que me han hecho, porque es evidente. Un hombre y una mujer necesitados de algo, pero su pregunta no va sobre eso, es algo más allá.

—Es solo que tú me incitas —le confieso.

—No quiero hacer eso. No debo hacerlo —enfatiza con sinceridad y la culpa está reflejada en su voz.

—No eres tú. Es tu cuerpo, tu forma de actuar —le respondo y es cierto, él siempre me ha tratado con respeto—. Lo siento, creo que me dejé llevar. Llevo más de dos años sin estar con alguien.

—Eso es mucho tiempo —me dice—. Seguro tenías telarañas —él ha recuperado su humor y una sonrisa está alojada en su rostro. Yo me contagio y me rio suelto una pequeña carcajada.

—Buenas noches, Jordan —es hora de dormir.

—Buenas noches —en esta ocasión si me permito dormir entre sus brazos.

***

Despierto en la misma posición que me acosté: sobre Jordan. Disfruto los primeros segundos de la sensación de calor que le ofrece su cuerpo al mío. Abro mis ojos para incorporarme de nuevo a la realidad. El sol está creando reflejos naranja cuando pasa a través de la cortina. El sol, ha vuelto a salir. Eso quiere decir que nuestro tiempo en la posada ya está llegando a su fin. Me estiro y salgo de la cama despacio para que él no se despierte. Entro al baño, me ducho y cepillo mis dientes y mi cabello. Me pongo un top sin mangas y arriba el abrigo de Jordan, a pesar de que la temperatura ha ido aumentando, todavía es fría. Salgo de la habitación y cierro la puerta despacio, para evitar cualquier tipo de ruido. Bajo las escaleras y no encuentro a nadie en la cocina. El pórtico que da a la parte trasera de la casa, está abierto, supongo que todos deben estar allí y efectivamente, en aquel lugar está Mary, recogiendo algunas verduras del huerto, Niall está alimentando las gallinas, a los señores Johnson no los veo por aquí.

—¡Buenos días! —mi voz se escucha más simpática que de costumbre.

—Cariño, buenos días —una amplia sonrisa de Mary me recibe—. El desayuno está servido. ¿Dónde dejaste a tu esposo? —en este preciso momento, esas palabras me han revuelto el estómago.

—Está dormido aún —le respondo.

—Abby, creo que hoy ya podrán irse. Estaré hablando con Johnny para ver si los puede llevar al aeropuerto hoy —dice Niall quien ya ha terminado con su tarea.

—Eso es fabuloso, tenemos trabajo allá y ya mañana tenemos la pelea —estoy de pie observando a Mary sacar las zanahorias de la tierra. Niall camina hasta dentro de la casa y se encuentra con Jordan, quien está saliendo al patio. Nuestras miradas se cruzan y despacio esquivo sus ojos.

—Buenos días —su voz es más grave que de costumbre, como si estuviese pasando por una ronquera. Mary levanta la mirada y le sonríe. Jordan se acerca a mí y me da un beso rápido que me toma por sorpresa y no me deja siquiera molestarme por tal atrevimiento.

—Jordan, ¿dormiste bien? —le pregunta Mary.

—Muy bien, gracias por preguntar —responde despreocupado—. Creo que hoy por fin podremos irnos, Niall ya me aviso que iba a llamar al taxista.

—Así es, cariño, ya no se preocupen más, porque podrás hacer tus prácticas —ella se levanta y pone el canasto con las verduras y legumbres sobre la mesa. Se quita los guantes y lava sus manos. Jordan está a mi lado, pero no dice nada. Me molesta que no hable, ni siquiera mira—. El desayuno está listo, vengan —Mary nos acompaña hasta la mesa y allí desayunamos solos los dos, en silencio. Cuando estoy terminando mi jugo, Niall se acerca.

—Ya Johnny está aquí. Los está esperando —nos informa.

—Tenemor que terminar de recoger algunas cosas en la habitación —le indico y termino con el jugo. Me levanto de la mesa y Jordan me sigue detrás. Subimos a la habitación y recogemos lo poco que dejamos fuera y cerramos la puerta. Un simple cierre, a veces se puede convertir en algo más profundo de lo que es. Allí se quedan guardados recuerdos que serán inolvidables. Jordan toma las dos maletas y sale primero para meterlas al cajón. Se regresa para despedirse de Mary que está en la entrada principal de la casa.

—Mary, la verdad que ha sido una bendición haberlos encontrados. Gracias por ofrecernos techo —le digo y sostengo su mano. Ella tiene un pañuelo y está secando lágrimas que aún no han caído.

—Los voy a extrañar —su voz está entrecortada. Jordan se acerca a su oído y le pregunta algo, luego le pasa un billete y ella lo guarda en el bolsillo de su vestido.

—Nosotros prometemos visitarla —él besa el dorso de su mano para despedirse.

—Cuídense mucho —nos reitera mientras nos alejamos. Niall está junto al taxista, se despide quitando la gorra de su cabeza y haciendo un pequeña reverencia.

—Nos despide de los Johnson —le pido a Niall.

—Así lo haré —me responde. Subimos al auto y Johnny nos conduce por la carretera hasta el aeropuerto. Miro a través del vidrio y estoy sintiendo algo de nostalgia, ellos son excelentes seres humanos, pero miento si creo que es lo único que voy a extrañar.

La primera parte del camino la llevamos en silencio, Johnny no es de mucho hablar. Decido advertirle un par de cosas a Jordan sobre lo que ha pasado, después de todo, debemos hablar y terminar con estas miradas incómodas que están surgiendo entre nosotros y hacer que todo vuelva a la normalidad.

—Jordan —le llamo. Me mira y vuelvo mi cabeza hacia él para mirarlo—. ¿Has escuchado la premisa que dice: “Lo que haces en La Vegas, se queda en Las Vegas”?

—Claro —me dice y algo de confusión está reflejada en su voz.

—Pues, lo que sucede en Kerry, se queda en Kerry y no va a ninguna parte — menciono y en algún lugar dentro de mí, algo se quiebra al decir esas palabras.

—Sobre todo cuando lo que sucedió en Kerry nunca debió pasar —precisa y eso termina de romper lo que había quedado bien en mí. Jamás pensé que un hombre fuera capaz de decirle eso a alguna mujer. Estoy herida y me siento como la ridícula más imbécil que ha nacido en todo el universo y solo con esas simples palabras. Dejo de mirarlo y miro hacia el horizonte húmedo, de la carretera mojada hacia el aeropuerto hasta Dublín.

1Aeropuero John F. Kennedy: es el principal aeropuerto de Nueva York y uno de los principales del mundo por tráfico aéreo.

2Kerry, Munster: El condado de Kerry (en irlandés: Contae Ciarraí), se encuentra en el suroeste de Irlanda, en la provincia deMunster.

3Donegal: (en irlandés: Contae Dhún na nGall), es un condado ubicado en el noroeste de Irlanda, siendo uno de los trescondados del Ulster que no forman parte de la británica Irlanda del Norte. Cuando fue creado era conocido como Condado de Tyrconnel.

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