Capítulo 59
Capítulo 59
Jordan
—¿Cómo lograste que hiciera todo eso? Pero lo mejor, ¿cómo lo convenciste de usar tanga? —pregunta April entre risas mientras estamos sentados en la parte trasera de un taxi camino a casa.
—No sé si sabes, pero nadie puede resistirse a Jaden Green. No ha nacido la primera persona que no se convenza conmigo —dice orgulloso—. Además, tenía que demostrarle que este trabajo no es para niñas y estoy seguro que lo entendió, ¿Verdad querido J?
—Me duele el pecho por decir esto, pero sí, este trabajo no es para niñas, es incluso tan fuerte como cualquier deporte. Perdóname por decirlo en una ocasión.
—No tienes que pedir disculpas. Este vídeo tuyo en tanga vale por todas las que me has hecho y un millón más que me has de hacer —él palmea mi espalda y April ríe a carcajadas.
—Sí, ya pasó. No sigan burlándose —les digo. Se me va a agotar la paciencia.
—¿Burlarse? ¡Jamás! Gracias por eso, Jordan. Fue tan maravillosa esta sorpresa, jamás lo esperé —me da un abrazo.
—¿Ves lo que logro? —dice Jaden—. Ese es el efecto que traigo en ti, querido. Felicidad. así que llévate de mí, nunca haría nada en tu perjuicio.
Todos seguimos haciendo chistes acerca de la noche hasta llegar a casa. Debo confesar que fue una grata experiencia, quizás pueda solicitar un empleo bajo un sexy seudónimo en el club, la verdad es que cuando le tomas el piso, te acostumbras y hasta te llega a gustar.
***
Este quinto y sexto mes de April han sido los más perezosos de su vida. Creo que duerme 23 horas por día. Supongo que eso es bueno, es preferible a que ande mareada y de mal humor por ahí. Ahora ha sacado ánimos y está haciendo unos hotcakes. Alguien toca la puerta principal, pero en este mismo instante, suena mi celular. Una llamada de Mitch. April va camino a la puerta antes de avisarle que lo haga. Contesto la llamada.
—¡Mitch!
—La verdad eres un sinvergüenza. Que tengas un año sabático forzado, no quiere decir que tienes que dejar de trabajar. Por más dinero que haya en una cuenta, éste se agota.
—Yo también te extraño. Prometo ir a saludarte un rato mañana temprano —lo molesto un poco.
—Qué saludo ni que carajos. Tienes que venir a entrenar. ¿O crees que es suficiente haber meneado el culo en un bar de mala muerte? —rayos. Se enteró del baile.
—¿Cómo supiste de eso?
—Tu amigote se encargó de mostrárselo a todos por aquí, si le debías algo, te aseguro que le pagaste todas con eso, pero te lo mereces, porque quién te mandó a ponerte en esas —Dios, debí mantenerme incógnito—. En fin, te estoy llamando porque necesito que vengas por aquí. Hay cosas de las que debes estar al tanto, pero necesito decirlo en persona.
—Entonces nos vemos en un rato para que hablemos.
—Te espero —él termina la llamada. Confieso que estoy nervioso. No tengo idea de qué vamos a hablar. Estoy confundido, tengo el temor de escuchar que todo se ha acabado, cosa que aunque parezca increíble, no me gustaría que sucediera, sobre todo de esta manera, tan de pronto y sin siquiera disfrutar la despedida. Después de todo, a nosotros, todos sin excepción, nos gusta la gloria. Todos queremos salir por la puerta grande y cuando somos quienes tomamos la decisión. En cambio, salir por la puerta de atrás es derrota, es decepción, es pérdida, es humillación. No quiero que suceda de ese modo, no quiero salir del boxeo y que mi último recordatorio sea una noqueada de mala muerte que me hace perder la vida, por lo menos que no sea yo el afectado. Pero quiero dejar claro que prefiero la puerta de atrás si salgo con honradez, no como White, quien anunció su gran pelea de retirada. El muy cobarde saldrá del ruedo antes de que finalice mi sanción para que los medios no provoquen un encuentro entre nosotros. Se asustó con lo que ya pasó.
Tomo las llaves de la camioneta y busco a April que está otra vez en la cocina.
—¿Quién estuvo aquí? —le pregunto.
—Unos chicos vendiendo productos de belleza. Nada con importancia. ¿ Adonde vas? —pregunta señalando las llaves.
—Iré a ver a Mitch. Quiere decirme algo.
—¿No vas a comer primero?
—No, mejor voy y regreso así no tengo esto pendiente —si pudiera volar para estar con él antes, lo haría—. Mejor me voy. Nos vemos en breve.
El gimnasio está en pleno apogeo, se siente el calor de los cuerpos y los movimientos al ritmo de la música que hacen los deportistas. Toco la puerta de la oficina de Mitch y paso de inmediato. Daniel está sentado frente a él. Esto se torna cada vez más oscuro.
—¡Qué bueno que llegaste! —dice Daniel. Me siento en la silla junto a él—. No sé si Mitch te adelantó, pero como ya sabes, han corrido cinco meses de tu sanción, estamos pensando en solicitar una revocación para que puedas competir antes de que se cumpla el año.
—Si ustedes lo consideran correcto, háganlo. Yo no tengo problemas con ello, pero quizás si deba esperar un poco más para una pelea formal, ya para cuando esté al 100%, después de todo, aunque no haya sido sancionado debo esperar ocho meses para competir por el cuadro médico.
—Sí, J tiene razón. Quizás lo mejor será esperar que cumpla el castigo y de paso se regresa con todo al cuadrilátero. Mientras tanto, Igor y los chicos pueden ayudar a los demás chicos que tienes hasta que nosotros volvamos al ruedo el próximo año —razona Mitch.
—También quería mostrarte esto —Daniel me pasa su teléfono. Hay una noticia acerca del altercado sucedido entre White y yo, lo que parece ridículo después de cuatro meses de lo acontecido. Dice que se presume que el enfrentamiento fue por motivos pasionales. ¡Vaya tontería! ¿Acaso las mujeres son el único motivo válido para un enfrentamiento entre hombres? ¡Qué sandez! De hecho, en mi opinión, pienso que es la causa menos recurrente. Se nota que el artículo fue escrito por una mujer, ellas solo hablan de pasiones y relaciones, nosotros somos más simples, hablamos de asuntos más tangibles y menos pasionales, y en dado capa se enfocaría mayormente en lo carnal.
—Ellos pueden pensar lo que quieran, después de todo a ellos no les conviene que se sepa la causa real del enfrentamiento. Pagarían muchos dólares para que no lo saquemos a la luz —le paso el teléfono y él vuelve a teclear.
—No tengo idea del porqué lo hiciste, tendrás tus razones, sólo te pedimos encarecidamente que para la próxima ocasión pienses en los demás, aquí no eres sólo tú, son muchos intereses mezclados los que se han jugado. Es una ruleta rusa, no se sabe cómo serán las cosas de ahora en adelante, una lucha constante de la consciencia y el morbo, veremos cuál vence en esta ocasión —finaliza Daniel—. En fin, nos vemos luego. Tengo asuntos que resolver. Cuídense y mándale un saludo de mi parte a mi primita. Mitch, hablamos luego —se despide. Después que Mitch está seguro de Daniel ha abandonado completamente la oficina, él inicia otra conversación.
—Mira, yo me imagino que debe ser difícil regresar luego de lo que sucedió, pero debes tomar al toro por lo cuernos y montarte tú, no deja que suba él sobre ti. El miedo se va cuando tomamos la decisión de alejarlo. Con esto no digo que tienes que regresar ahora al ring, pero lo que quiero es que tengas en mente el propósito de que inmediatamente tengas luz verde para hacerlo, lo hagas y no te detengas solo por el qué dirán o porque temas de ti mismo y de no rendir de la misma manera. El rendimiento es un estado mental, cuando decidas hacerlo, tienes que pensar en hacerlo bien, pensar en la solución y no en lo negativo que pueda suceder. Porque yo no haya perdido una pelea durante la defensa, no quiere decir que fui el mejor, sino que simplemente busqué la manera de pensar en que haría las cosas bien, y cuando algo no salía como lo esperaba, simplemente buscaba la manera de remediarlo en ese momento. Andamos siempre pensando en el futuro, en qué haré, de qué viviré, qué comeré mañana, cuál será el desayuno, y por más que queramos controlar, las cosas no suceden como las planeamos, siempre habrá cambios, algunas veces positivos, otras negativos, pero cosas que simplemente no podemos cambiar —se detiene—. No lo veas como un sermón. Solo te lo advierto a tiempo, para que no te duermas más allá de tu embarazo —rio al escucharlo decir eso—. No te rías, yo creo que hasta los malestares has hecho, nos has salido de casa desde ese entonces.
—¿Las visitas al doctor no cuentan? —sonrío.
—Si te vas corriendo, sí.
—Gracias por el consejo.
—No me des las gracias, eso es de maricas, lo que tienes que hacer es, levantar tu trasero mañana a las cinco y salir a correr. Ya basta de tus niñerías y ponte a trabajar como un hombre. Tienes una familia, ya inició, pero a medida que pase el tiempo será más difícil de llevar, que si pañales, la leche, tener que ir al doctor todos los meses y un montón de cosas que todavía recuerdo de cuando nació mi hija, era muy joven, mucho más que tú. Recuerdo que cuando le dije a mi padre que mi novia estaba embarazada solo me dijo que ahora más que nunca, me enfocara en mis sueños, porque eso les daría de comer a mi familia y a mí y de paso me haría feliz. Eso te exhorto yo hoy. Persigue tus sueños, serás sustento, pero sobre todo, serás feliz. Acuérdate de tu padre y de todo lo que quiso hacer por ustedes —se detiene. Mitch tiene razón. Ahora más que nunca es que debo perseguir lo que quiero, ya no solo por mí, sino por todos los que dependerán de mí.
—Mañana me tendrás aquí a las 05:25. Te voy a despertar para que abras el gimnasio. Por lo pronto me voy, unos hot cakes y miel de arce me esperan en casa.
***
Al arribar a casa, me encuentro con un taxi parado justo frente a la puerta de entrada. Seguro debe ser Dominique que ya parte mañana, de regreso a Alemania. El taxista toca insistente y April enciende algunas luces dentro de la casa. Va a salir. Hay una mujer rubia en la parte del auto que no es Katherine. Me acerco a la puerta que da a la parte delantera y la mujer sale rápido del auto cuando me ve entrar.
—¡J. J.! —grita. Dios, reconozco esa voz, pero no quiero creerlo, mi mente ha de estar pasándome una mala jugada. No puede ser cierto, es como si de pronto los muertos empezaren a resucitar y recrear imágenes y sonidos vivos dentro de mí. Mindy corre hasta mí. Puedo sentir su presencia. No estoy inventando nada, no estoy tan loco para que eso suceda. Mis manos empiezan a sudar y de pronto mi respiración y latidos van a un ritmo que soy incapaz de controlar. Juro que jamás esperé esto.
Ella me abraza y recuesta su cabeza contra mi pecho, como si tratase de escuchar los latidos de mi corazón, sin embargo, creo que se han detenido o disminuido, la impresión no permite que esté totalmente normal, pero cómo podría estarlo, si ella es representación de todo lo que perdí hace tantos años, es como remontarse en el tiempo y volver a sentir lo que sentí la última vez que la vi. Vacío, dolor, culpa. Todavía no logro procesar la imagen. De pronto se acerca a mi rostro y presiona sus labios contra los míos y juntos nos sumergimos en un agobiado beso, carnal, sin sentimientos, es como si estuviera descargando la rabia de tantos años, la soledad de todo este tiempo, quizás es solo un contacto por inercia, por costumbre, no por necesidad, es suave, incluso dulce, pero está lleno de dolor y recuerdos.
En ese mismo instante, como si la vida me amase demasiado, siento la puerta principal de la casa abrirse, pero estoy inmóvil, no puedo detenerla, mi cuerpo es incapaz de moverse lejos, como si el concreto se hubiere endurecido sobre mis pies. Ella se vuelve a sujetar de mí en un abrazo.
—Perdón por llegar de esta manera, pero era tiempo de encontrarte —tengo la disyuntiva entre entrar a casa o terminar de solucionar este asunto. No sé qué estará pasando por la cabeza de esta mujer, de lo que si estoy seguro es, que la April hormonal, debe estar desatada en llanto, o quizás tirando toda mi ropa por la ventana, va a ser difícil cuando la tenga que enfrentar.
—¿Cómo llegaste hasta aquí? —es lo único que logro preguntar, después de todo, llevo poco tiempo en esta nueva casa.
—Fui al Gimnasio de Mitch y me dio la dirección —ella respira y se detiene—. Llegar a ese lugar me hizo recordar tantas cosas, sobre nosotros. Ha sido difícil y parece algo increíble, pero poco a poco he empezado a sujetar los cabos sueltos y recordar muchas cosas que sucedieron con nosotros. Cuando llegué al gimnasio, recordé nuestra primera vez, sobre el ring. Una noche que Mitch te pudo de castigo limpiar todo el lugar. No me acordaba de eso hasta que no volví a ver. A pesar de que ha cambiado mucho, el lugar mantiene la esencia, los recuerdos invadieron mi mente —su voz en tan baja y sensual como la recuerdo. Todo su cuerpo la desprende, en todos los lados a su alrededor está. Incluso estando aquí de pie, alrededor de la nada y con los vecinos posiblemente mirándonos, la brisa que trae la fría noche, golpea sus rizos dorados contra sus brazos. Inmediatamente despejo esos pensamientos.
—¿Y por qué regresaste? ¿Qué te motivó? —es lo único que puedo responder.
—Para mí se abrió un circulo nuevo cuando te vi, hace ya varios meses atrás en la prensa. Mi mente empezó a hacerme una mala jugada y sentí la necesidad de volver a verte otra vez. Hablar contigo sobre lo que sucedió y ver si al verte de cerca podría recordar más de lo que fui, saber de mí y sí. Creo que va a funcionar. No necesito que me cuentes, mi mente se encarga de todo inmediatamente conecta con mi yo anterior. Y aunque rehíce mi vida y estoy con alguien más, siento que es necesario saber el pasado, saber quienes somos. Quizás algún día mi hija me pregunte por mis primeros amores, y ya tendré qué contestarle, porque estoy teniendo presente otra vez, todo lo que pasó, el accidente, el hospital. Tú, nosotros.
—¿Tienes una hija? —ella asiente.
—Su nombre es Cara. Cumple un año el próximo mes —me sonríe con nostalgia.
—Siempre dijiste que le pondrías ese nombre a tu primer hija.
—Hay cosas que jamás cambian, pase lo que pase.
—Es bueno saber que eres la misma. Eso quiere decir que donde quiera que estés, eres feliz, yo también lo soy, por primera vez en mucho tiempo, voy a tener un bebé el próximo año.
—¡¿Estás embarazado!? Ni siquiera se te nota la panza ella pone sus manos en mi vientre.
—No, lo tiene la mejor mujer del mundo y está allí dentro — escucho como si fuera que estuviesen derrumbándose algunas cosas. Tengo que hablar con April, pero tampoco puedo entrar con Mindy a casa. Escucho la puerta del lateral cerrarse y un auto rugir. Alzo la vista hacia allí y noto a April subiendo a un taxi. ¿Adónde habrá ido? Rayos. Tengo que ir por ella.
—Creo que es hora de irme. Tienes asuntos que resolver —ella regresa su cuerpo hacia el taxi y la detengo halándola por el brazo.
—Espera. Debes decirme dónde encontrarte. Ya sabes tú donde vivo, es justo que también lo sepa.
—Créeme. Por los dos, es preferible que estemos como estábamos. Quiero que seas feliz. Eres un gran ser humano. Te mereces lo mejor — ella se acerca y deposita un beso en mi mejilla—. Hasta algún día, J —ella se sube al auto y sigue su camino, rumbo a algún lugar. Entro a casa, haciendo respiraciones profundas para controlarme, siento rabia, siento impotencia, confusión. Subo a la habitación. Hay un desastre de ropa sobre la cama. Está todo revuelto. La ropa que tenía puesta está en una silla. Voy al armario y noto la falta de algunas maletas. Se fue, no se llevó todo, así que no lleva mudanza. Seguro tomó un avión a casa de sus padres. Es lo más lógico. Estoy molesto como el infierno. ¿Por qué todos los problemas tienen que resolverse con un maldito pasaje de avión? ¿Por qué no puede hablarlo? Estoy molesto conmigo también. ¿Por qué no entré a hablar con ella y explicarle de quién se trataba, en cambio me quedé como un tonto anonadado al hablar con Mindy, pero es que es demasiado. Aún estoy en shock. Ella debe entenderlo, pero no lo quiere hacer, me vio besándola, mejor dicho, ella besándome a mí. Tengo que ir al aeropuerto.
Busco los documentos y los entro a mi bolsillo. Salgo y tomo el primer taxi en la avenida. El tránsito, a pesar de la hora es un desastre. Tardaré mucho en llegar, pero confío en que no haya vuelos para esta noche y aun esté en la sala. Marco a su celular, pero solo la contestadora responde. No entré, no entré, pero tenía que resolver esto. Yo sé que estuvo mal, pero entrar a tu ex donde vives con la actual es una falta de respeto, no quise hacerle esto, no sé cómo habría reaccionado ante tal asunto, ahora todo lo que hemos construido, está casi destrozado, por mi maldito miedo a meterla allá dentro. Soy un estúpido. Un imbécil, no manejé las cosas como se debe, no sé, pero nadie se espera eso, luego de siete años, tu ex quien se supone no tiene memoria, regrese, nadie tiene previsto nada para tal situación.
—¡Demonios! —digo para mis adentros.
Llego al aeropuerto y voy a la casilla de la aerolínea que acostumbra a usar.
—Señorita, ¿A qué hora es el siguiente vuelo a California? —ella le indica que espere un momento y teclea en su computador.
—Acaba de despegar uno en este momento. El siguiente sale a las 23:56 de esta noche. Solo tiene tres puestos disponibles —sin dudarlo compro el boleto de avión. Estoy seguro que se fue en ese vuelo a casa de sus padres. La conozco, sé que es el primer lugar al que iría.
—Una pregunta más. ¿Podría investigar si alguien subió a ese último avión que despegó?
—Lo siento, señor. Por política de la empresa, no se me permite revelar la identidad de los tripulantes.
—Mira, necesito que me ayudes en esto. Es mi novia y está embarazada, quiero saber si está donde creo que está, para estar más tranquilo —ella mira a su alrededor y luego se fija en mí.
—Dígame su nombre.
—April Abigail Turner —ella teclea el nombre y me mira. Asiente—. Gracias, no tengo como pagarte.
—Sí, pórtate bien con ella —me sonríe y voy más tranquilo a la sala de embarque sabiendo que ella está camino a Los Ángeles. Miles de ideas acerca de cómo abordarla arropan mis pensamientos. La ventaja está en que tengo más de doce horas para pensarlo.
***
Son las 08:35 de la mañana y no he pegado el ojo durante toda la noche mi cabeza choca contra la parte trasera del asiento del taxi y el sonido de la bocina me saca de mi ensoñación.
—Llegamos, señor —me dice el taxista. Miro el taxímetro y me sorprende la cantidad. Dios, con esa cantidad podía venir en auto y regresar desde New York. Bajo del auto y me acerco a la puerta. Presiono el botón del intercomunicador y el rostro de una de las chicas que trabajan aquí, me recibe.
—Residencia Turner.
—Estoy buscando a April. Puedes decirle que es Jordan que la busca. Detrás, diviso al padre de April y él se fija en la pantalla.
—¡Jordan! —me saluda John, el padre de April—. Voy a salir, necesito hablar contigo. Un auto sale de la residencia y baja el vidrio—. Ven, sube —subo al auto junto al padre de April.
—Abi llegó ayer casi de madrugada. No quiso hablar conmigo, pero ahora que estás aquí, quizás puedas aclarar algunas cosas. No te pido que me digas qué sucedió, solo quiero decirte, que sea lo que sea, hables con ella. Abigail es una chica que desde fuera todos la vemos como una chica fuerte, eso es lo que ella le muestra a todos las demás, pero más allá que eso, es una mujer con dudas que la rondan y que muchas veces no la dejan ver exactamente la realidad, quizás va más allá o simplemente no mira muy hacia adelante y se queda atrás en los malos pensamientos.
—Yo conozco eso de ella. Ha pasado un año después desde que la conocí y aunque usted lleve 25 casi 26 años conociéndola, la forma en que ella ha llegado a mí me ha demostrado lo vulnerable que puede ser aunque trate de mostrar esa coraza sobre ella. Por eso vine. Quiero decirle que debe ser fuerte por ella, por nuestro bebé, ella no puede irse por cualquier tropiezo que se atraviese en nuestro camino.
Pasamos todo el trayecto hasta ningún lugar específico y después de casi una hora conversando, regresamos devuelta a casa.
—No tengo idea de porque cada vez que las cosas están en su mejor momento, siempre vienen grandes tormentos a arruinar la felicidad.
—Sí no fuera por esto, no valorarías lo feliz que estabas antes de que todo sucediera, y no sabes cuánto vas a valorar cuando esa felicidad regrese a ti. Los tormentos son necesarios para poder identificar los momentos de alegría.
—Pero cuanto me gustaría que esos momentos fuesen un poco más oportunos.
—Jamás serán "oportunos" eso seria demasiado sádico, pensar que en algún momento el dolor es necesario. El llega a su tiempo, sólo que no sabemos cuál es el adecuado.
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