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Capítulo 50

Capítulo 50
Jordan

Enciendo las luces y camino hasta donde está el dormitorio de la suite. Sobre la cama, hay un pastel en forma de guante de boxeo, perfectamente esculpido, casi roza la perfección por tanto realismo y en la parte inferior tiene escrita la frase "You Rock, Jordan". Hay un pequeño sobre con mi nombre y lo abro:

"Este es mi pequeño regalo de disculpa por todo lo que ha pasado. Verlo me acordó mucho a ti y también lo mucho que te extraño. La única forma de que pueda cumplirlo es que abras la puerta. Con amor, April".

Este es un gesto inesperado para mí, por un lado no es la April que reconozco, es otra persona, mucho más abierta a las posibilidades, abierta al cambio y a dejar entrar algo distinto a su corazón, sacando a la luz sus deseos, profundos, pero jamás oscuros. Me gusta esto. Me gusta el hecho de que lo haya escrito, sea cual sea la razón.

Asumo que se refiere a la puerta que da al pasillo. Efectivamente, está allí, de pie frente a mí, sonrojada por algún motivo, quizás miedo, posiblemente vergüenza. Ella enarca una ceja y sonríe. La traigo hacia mí y cierro la puerta. Nos fundimos en un abrazo, que nos convierte en uno solo.
Puedo sentir el calor de su cuerpo. Mis manos se desplazan a través de la piel que queda libre en su espalda, sintiendo su tersura. Su nariz está en mi cuello, puedo sentir su respiración, rápida y pesada, algunas lágrimas están mojando mi cuello y sus manos se mueven sin pausa por toda mi espalda. Sostengo su cara por ambos lados y tomo sus labios entre los míos, los humedezco, pasando sutilmente mi lengua por ellos. Nos perdemos en el beso por unos minutos, haciendo breves pausas, sus ojos están húmedos y me alivio al ver, que algo más que lágrimas de tristeza, son de un sentimiento distinto, no es alegría, quizás solo sea satisfacción.

—Perdóname, pero es que ando hecha un desastre con los nervios y la presión, todo este asunto me tiene sensible. Por otro lado no sabía como ibas a tomar la visita, porque supongo que estás todo enfocado —ella me dice aún con los ojos llorosos y detrás oculta una gran sonrisa.

—Siempre serás bienvenida, aunque se esté acabando el mundo, no te pongas así —acomodo su cabello detrás de su oreja y sonríe. Entramos al dormitorio y se dirige hasta el baño.

—En fin. ¿Este es mi cuarto o el tuyo? —pregunto cuando ya está asomando la cabeza por la puerta.

—En realidad es mío. Las chicas de la recepción son muy simpáticas. Me ayudaron con esto —se sienta a mi lado y toma el pastel en sus manos—. Vamos a partirlo.

—Está tan bonito que no me dan ganas de comerlo.

—Ven vamos. Si quieres te mando a hacer otro luego, pero muero por probar esa masa terciopelo rojo de abajo.

Comemos pastel y lo acompañamos con unas copas del vino que tienen en la nevera. Pasamos hasta altas horas de la noche conversando acerca de sus días sin mí en Alemania y de cómo se ha comportado el profesor cabezón de April luego de su regreso desde Bélgica. Luego de largas horas de conversación, ella termina en mis brazos dormida plácidamente sobre mi pecho y parte de su cabello arropando otras partes de mi cuerpo hasta el día siguiente. El sonido de su respiración, es música para mis oídos.

(...)

Las personas no dejan de abarrotar los puestos del Gran Arena de Guadalajara. La entrada es incesante y desde aquí el murmullo constante que se une en un único gritar, como si la naturaleza estuviese gritando algo que no logramos entender. El equipo que formamos principalmente Mich, Daniel, Igor, el otro entrenador y yo, salimos hasta el pasillo para esperar nuestro turno. Los miembros de la WBC ya están dispuestos en sus lugares para hacer en monitoreo requerido del pesaje de los participantes. Antes empiezan con aquellos que estarán en las peleas preliminares a la central. Es nuestro turno de ir al centro y medir nuestro peso. Todo lo que se escuchan son los murmullos y las personas vociferando nuestros nombres, que pierden su significado al decirlo al unísono . Mi turno es es el primero. Empiezo sacando mi camiseta, mis zapatos, medias y por último los pantalones quedando en calzoncillos. Le entrego todo a Igor y Mich y yo nos acercamos hasta la balanza. Subo sobre ella y el encargado empieza a manipular los controles.

Detrás de mí siento las miradas de todos, y no comprende qué demonios le miran a mi trasero, que indudablemente está apretado allí detrás por la ropa interior. El señor nos da el peso oficial para la pelea.

"King - 201lbs".

Mich me pasa una gran botella de agua y empiezo a beber. El equipo de White se pone en movimiento. Los cronistas desde la cabina siguen narrando la situación que hay alrededor.

"—Todo por aquí luce sumamente tranquilo, tomando en cuenta el velo de furia con la que salieron los contricantes el pasado miércoles de la controversia conferencia de prensa que tuvimos la oportunidad de presenciar".

"—Sí, y la verdad es que White luce en su mejor momento en día de hoy. Los pronósticos dicen que estaría manteniendo su peso regular de 205 libras".

El tipo del pesaje da el peso oficial de White.

"White - 203lbs".

"—Está más bajo que de costumbre. Pero su figura luce en óptimas condiciones para ganar la batalla. Si de ello depende el titulo, pues White tiene amplias ventajas de ganar, pero tendrá que batallar contra un púgil con una técnica tan certera como la de King".

"Definitivamente hace honor a su entrenador Michael Young, que defendió su título un total de 22 veces, y saliendo invicto de la carrera. Imagino que ha trasladado todas las enseñanzas que le dio su experiencia a King, porque verdaderamente las va a necesitar".

"—King tiene una gran ventaja con todo este asunto del entrenamiento, porque a diferencia de King, White tiene un entrenador que solo sabe la teoría, pero que no sabe lo que es estar sobre un cuadrilátero y enfrentar a un duro contrincante. Y soy de los que pienso que no hay nada mejor que vivir eso en carne propia".

"—Llegó el tan esperado momento. Por fin tendremos una imagen real de estos dos rivales, frente a frente el uno al otro. Tengan sus cámaras preparadas, es un momento para la historia".

Por primera vez estoy realmente mirando a los ojos a este mal nacido. Mis ojos han de estar oscurecidos por la rabia. Mi respiración está claramente más agitada. Ellos creerán que son nervios, pero no lo son. Es odio. Es desprecio en estado puro corriendo por mis venas. Tengo una maldita impotencia recorriendo dentro de mí y siento mis venas a reventar por el deseo de tomarlo contra mis manos y tumbarlo a golpes, sobre todo por esa sonrisa descarada y despreocupada que trae, pensando que él es quien gobierna el mundo, su mundo, que todo lo puede. Con ínfulas de pensarse ser un ser inmaculado, invencible, impenetrable e irrompible, porque esa es la realidad que les hacen creer a los que tienen poder. No les deben nada a nadie, más bien otros le deben a ellos sus vidas, sus casas, sus autos, su buen vivir, sus viajes y eso les da ese toque de omnipotencia que sienten tener, pero no saben que allí fuera tenemos gente que realmente está dispuesta a luchar por ella, aunque sea por ellos mismos y los suyos, quizás lo único que falta para hacer que funcione de verdad, es unir fuerzas y terminar con el mamotreto en el que se ha convertido el mundo. Él está respirando contra mi cara, fuerte, a propósito para tentarme.

—No te voy a dar el gusto, King —me dice. No comprendo en principio qué demonios quiere decir con ello. Se va alejando de mí y se va, siguiendo su camino hacia el camerino.

(...)

El tiempo transcurre como a cuenta gotas. Las agujas del reloj van cada vez mas despacio a medida que me doy cuenta que falta menos para la gran hora. Son las una de la tarde. La pelea está prevista para iniciar a las ocho de la noche. En este momento solo quiero estar desconectado de todos y de todo. No quiero saber de nadie. Mi único pensamiento debe ser cómo voy a vencer a Patrick y el porqué tengo que vencerlo, sí o sí. No hay opción. Solo una, vencer. En el peor de lo casos, morir. Antes desconecto la línea telefónica de la habitación del hotel. Tomo mi celular para apagarlo, pero antes reviso un par de mensajes en Whatsapp. Algunos de Jaden, y otro un poco más tarde de Katherine.

¿Katherine? ¿Qué querrá Katherine conmigo? Seguro me estará deseando suerte. Abro el mensaje.

Katherine: Patrick no va a asistir a la pelea.

Patrick. No. Va. A. Asistir. A. La. Pelea. Tiene que ser una broma de mal gusto, conociendo a Katherine y su exagerada sinceridad sí tengo porqué preocuparme.

J.J. King: ¿Qué demonios significa eso?

Los segundos parecen eternos hasta que finalmente responde.

Katherine: como mismo leíste. No puedo hablar. Estoy con él en su hotel. Vamos a salir a Hawaii en media hora.

Lanzo el teléfono contra el espejo del dormitorio y se revienta en pedazos frente a mí, sin alcanzar a herirme propiamente. Pienso en mil posibilidades, hablar con Daniel, con Mich, con la prensa, no sé. Pero no, esa no es la mejor manera. Esa rata me tiene escuchar, tiene que recibir todos los malditos golpes que he acumulado todos estos años de mi vida y juro que se va a arrepentir. Será peor para él, sin reglas, sin un jodido árbitro vigilando mis movimientos, sin una maldita campana deteniendo mis golpes en el mejor momento de la pelea, la maldita no lo salvará de los golpes que va a recibir. No llamaré a nadie. Tengo menos de treinta minutos para salir detrás de ese hombre y triturarlo a golpes. En este momento no soy yo, no estoy pensando con la cabeza, estoy pensando con los puños y con los cojones, que es lo único que necesito para rendirlo delante de mí. Le voy demostrar quien realmente puede, y verá que no es él. Aunque tenga que ir a la cárcel por ello. Salgo escabullido de mi habitación y tomo un taxi hasta el NH collection a reventarle la cabeza al maldito Patrick White. Tomaré la venganza con mis manos.

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