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Capítulo 32

Capítulo 32
Abigail

Cuando despierto, siento que ha cesado al fin el retumbe en mi cabeza. La luz no me hace más daño y necesito levantarme a tomar agua.

Voy hasta la pequeña nevera junto al juego de comedor, y bebo dos vasos de agua, me gustaría tomar otra pastilla, para prevenir, pero aún no han pasado las ocho horas requeridas para repetir la dosis. No quiero pensar en la breve, pero demoledora conversación con Igor.

La lucha entre la lógica y el corazón es una batalla sin final, ninguno terminará siendo el vencedor, ambos son demasiado fuertes para permitir que el otro lo derrote, por eso, a pesar de tener muchos meses, seguro años sin tener este dolor punzante y sordo en la cabeza, como un mazo contra mis sienes.

No tengo señal aquí, pero con el servicio WiFi del rancho, entro a ver los mensajes que me han enviado. Hay un par de mensajes de papá, Katherine y otra amiga que tenía mucho sin hablar con ella, luego que se fue de viaje a Brasil. Empiezo con papá.

John: Cariño, ¿qué tal ha ido todo? Te mando un beso.

Abigail: Todo está bien, gracias a Dios. La cabeza estuvo a punto de reventarme hace un rato pero ya estoy bien. Y tú ¿qué tal?

Él responde casi de inmediato.

John: ¿Hiciste una rabieta? Cuídate y pórtate bien. Vi la pelea y estuvo fascinante. Mándale un saludo a Jordan de mi parte y que felicidades!!!! Aquí tengo una reserva especial para celebrar.

Abigail : Yo le digo. Te prometo ir a visitarlos cuando regrese, creo que volvemos en dos días a New York, y en el fin de semana me ves por allá. Necesito una abrazo de esos que solo tú sabes dar.

John: Te espero con los brazos abiertos y tu madre también.

Abigail: Ya lo sé. ¿Cómo está mamá?

John: Muy bien. Hoy fue al viñedo por mí. Me tomé un día libre.

Abigail: Bien por ti! Descansa!

John: Tu diviérte y aprovecha el tiempo, pero descansa por hoy.

Abigail: Está bien. Creo que me voy a quedar hoy en el cuarto. Te mando un beso papi, te amo.

John: Yo también te amo y te espero con ansias. Un abrazo princesa.

Abigail: 😙

Luego reviso el mensaje de Katherine.

Katherine : Tontita, ¿me perdonaste? Me haces falta!!! Te quiero tonta.

Abigail: No me queda de otra. Estoy bien y vuelvo pronto así que no sufrirás tanto tiempo.

Katherine: Estoy bien y todo está bajo control, me estoy portando bien, te lo juro. ¿Y qué tal el gorila?

Abigail: Bien, como siempre. Mira me siento un poco mal. Me dolía la cabeza y no tengo ganas de que regrese, así que mejor hablamos cuando llegue en unos días. Te cuento todo.

Katherine: No te interrumpo más. Pásala delicioso...

Logro terminar la conversación con Katherine pronto. Decido responderle a Cynthia más tarde. Mi estómago gruñe y es hora de salir a tomar la cena. Como no sé a que hora llegarán los chicos de su aventura, decido ir sola al restaurante.

Desde la persiana de vidrio que da vista al exterior, veo a los chicos llegar, cuando voy a mitad de mi plato.

Jaden viene con dos rubias a cada lado y juraría que está algo borracho, se le ha desfigurado la cara. Parece que Igor decidió también quedarse, no está con ellos, o quizás no tiene el valor de verle la cara a Jordan después de lo que me dijo. Lo más seguro es que vendrán a comer, si no lo hicieron por allá. Luego de terminar con la cena, veo que no tienen intenciones de aparecer por aquí, así que decido levantarme e irme hasta la habitación. Jordan está en el balcón con el celular a casi dos metros de distancia, supongo que buscando señal.

—Ni trates. Es intento fallido. Solo pude entrar al Whatsapp por el WiFi pero no hay nada más.

—¿Dónde estabas? —me pregunta.

—Estaba cenando. Creí que iban a aparecerse allí. Los vi llegar cuando estaba en el restaurante.

—Cenamos en el muelle. Lo cerraron antes de tiempo, porque se anuncia una tormenta eléctrica. Las actividades están canceladas. Por lo menos esta noche.

—Pero si no está nublado. Qué raro.

—Así es Alaska. Clima impredecible.

—Oye, ¿y qué con las rubias? —no puedo evitar preguntar. Me volteo y me muerdo la lengua. ¿Por qué demonios pregunté? Él ríe.

—Jaden tiene ganas de divertirse un rato —sonríe para sí.

—Hicieron una orgía, no quiero siquiera imaginarlo. Seguro me habrían invitado a mí si no hubiese estado enferma, y la verdad que eso no va conmigo.

—Yo diría que un trío —él sigue riendo. Se sacó del rollo. Está bien eso, aunque en este preciso instante no debería estar pensando en ello—. Quizás quieras unírteles.

—Lo mío es normal. Ya sabes, a la antigua.

—No sé si sabes, pero a veces me resulta algo difícil entender ciertas cosas, quizás puedes iluminarme un poco al respecto —cielos, está en modo sensual. Se acerca a mí, despacio y decidido. No pienso desperdiciar el momento, quizás esta sea la última vez que suceda y estoy dispuesta a disfrutarlo sin pensar y darme cuenta que no me hará tanta falta como pienso.

—Claro, te puedo mostrar como se hace, pero también tienes que poner de tu parte, tú solo sígueme el juego —él está frente a mí y acerca sus manos a mis hombros y las desliza despacio hasta encontrar mis manos. Este sencillo movimiento ha sido suficiente para despertar cada poro de mi piel, es difícil y extraño, nunca antes me había sentido de esta manera, solo cuando estoy con él. Levanto mi cabeza para encontrar sus labios, mis brazos están rodeando su cuello. Mis latidos se incrementan a medida que se prolonga el beso. Sus manos toman el borde de mi camiseta y despacio empieza a levantarla, nunca perdiendo el contacto visual con sus intensos ojos, iluminados por la luz que nos provee la luna. Vagan ahora despacio por mi cintura y sube poco a poco hasta el broche de mi sostén. Es su turno de despojarse de alguna de su prendas y saca su camiseta en un movimiento rápido, casi fugaz, dejando al descubierto su torso, estoy segura que por esta imagen daría todo lo que tengo y un poco más. Es casi pecaminoso y por su apariencia estoy en esta situación en este preciso instante.

Mis manos rodean cada parte de su pecho, sus pectorales, sus abdominales, perfectamente esculpidos, como si el gran maestro se hubiese encargado personalmente en realizar este pedido y lo mejor de todo es que lo tengo para mí. Su boca se dirige hasta el lóbulo de mi oreja y empieza un camino de besos sutiles, desde allí, bajando por el cuello y terminando en mi escote. Pongo mis manos en el botón de mi pantalón y lo suelto, bajo el cierre y él lo empuja hacia abajo, quedando junto a las demás piezas. Me recuesto sobre la cama y ahora él está sobre mí, besando y adorando cada centímetro de piel, erizada y con todas las terminaciones a flor de piel dispuestas a vivir esta experiencia junto a mí.

Toma el borde de mi ropa interior y despacio las desliza lejos de mis caderas, sus labios están en el interior de mi muslo derecho, y creo que no podría aguantar unos segundos más sin él, es lo que necesito en este momento. Lo guío hasta mí y le muestro que ya es momento. Despacio se coloca, sin separase de mi cuello y siento como llena cada parte de mí.

Es como si estuviese en todas partes, y aunque quisiera no podría escapar, no es mi intención hacerlo, mucho menos ahora que me doy cuenta que nunca antes me había sentido de esta manera. Siento su respiración agitada contra mi oreja y no sé en que momento pasó, pero pierdo la noción del tiempo y el espacio, nada importa, sólo este momento.

Mi corazón henchido de algo inexplicable. Me toma unos segundos volver en sí y él está allí, junto a mí, no me deja sola, nunca lo ha hecho desde que lo conocí y eso lo hace muy especial, porque todos lo han hecho antes, incluso mi familia, así me doy cuenta no diferente que es para mí. Él se acuesta de su lado y yo pongo mi cabeza sobre su pecho rodeándolo con mi brazo.

—Eso es a la antigua. Alumno.

—Ya veo, creo que así es mucho mejor —respira profundo. Su voz suena somnolienta y agotada, se duerme y me deja abandonada, escucho su respiración y de inmediato queda dormido. Aunque en este momento se ha ido, de un modo, él no me ha dejado sola, como lo hicieron todos, como no hizo mi familia, incluso mi madre. Hasta Mark en el momento más importante me abandonó.

La conversación de este tarde con Igor resurge en mi cabeza y reproduzco sus palabras y tiene razón, su corazón es sensible, yo lo he hecho sentir, no quiero ser la culpable de un fracaso, no quiero ser yo quien tenga la culpa de lo que pase, la sensación de satisfacción que está en mí, está siendo sustituida por una sombra de dolor y culpa que está apoderándose de cada célula de mi cuerpo y se extiende hasta mis ojos, se arremolina en mi estómago y las lágrimas no tardan en salir. Me levanto de la cama y tomo la camiseta para salir hasta el balcón.

La noche es fría y ciertamente los rayos y relámpagos están cayendo, pero a pesar del temor que les puedo tener, en este momento más temor le tengo a lo que pueda yo causar en su carrera. Las lágrimas ruedan por mis ojos y me abrazo fuerte, tratando de cubrirme de la baja temperatura, y de escapar del dolor que producen mis pensamientos.

Por más difícil que sea, ya lo he decidido, esta ha sido nuestra última vez. El final de esta historia aunque me duela, pero todo es por su bien, por lo que siento tengo que abandonar la felicidad, para que él alcance la suya, a costa de la mía.

Somos tan egoístas a veces que a riesgo de otros, siempre hacemos lo necesario para mantenernos estables, pero esa felicidad es efímera, es falsa, no puedes ser feliz si los que te rodean están sufriendo. Tu entorno debe estar lo suficientemente satisfecho de su situación, para poder traspolar esos sentimientos hasta ti.

Allí está la verdadera alegría personal, en el regocijo de quienes te rodean.

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